Sociedad | Page 9 | Topía

Top Menu

Sociedad

La crisis de la pandemia llevó al estallido del espacio llamado “posmoderno”

La crisis que trajo la pandemia del Covid-19 llevó a que estallara un mundo que creíamos con posibilidades infinitas donde, incluso, se hablaba de que en pocos años podríamos vencer nuestra finitud. Sin embargo, la muerte nos rodea como una nevada mortal y solo atinamos a defendernos; las metáforas bélicas que algunos gobiernos utilizan contra el virus es un mecanismo de defensa que no tolera la sensación de incertidumbre y miedo de nuestra fragilidad humana.

El cuerpo como metáfora de la subjetividad, se dejará aprehender al transformar el espacio real en una extensión del espacio psíquico. Desde aquí hablamos de corposubjetividad donde se establece el anudamiento de tres espacios (psíquico, orgánico y cultural)

Crónicas marcianas

Es archiconocida la anécdota de la transmisión radial que, en el año 1938, hizo Orson Welles de fragmentos de la famosa novela de su casi homónimo H- G. Wells, La Guerra de los Mundos. La actuación de Welles fue tan extraordinaria que hizo entrar en pánico a miles de personas que salieron a las calles huyendo de la supuesta invasión marciana.

Se recordará que en la novela (así como en el film clase B que dirigió Byron Haskin en los años 50, hoy un objeto de culto) los invasores extraterrestres, aparentemente invencibles por medio de las armas, son finalmente derrotados cuando, bajando de sus platillos voladores, se exponen a la atmósfera terrestre y por lo tanto a la acción de los invisibles microbios, gérmenes y bacterias que en ella pululan, y para los cuales los alienígenas no tienen defensas, ya que en su planeta “rojo” (en los maccartistas años 50 la alegoría no podía ser más transparente) son desconocidos.

Llama la atención la celeridad con que se naturalizó esa militarización del lenguaje. En verdad, uno podría discutirlo. Finalmente, no ha habido declaración de guerra, ni Estados en conflicto, ni ejércitos, ni uniformes, ni despliegues estratégicos perceptibles

Psicopatología de la Vida Cotidiana Docente

Universidad Virtual y Pandemia

No había que esperar mucho tiempo para que la reconversión “virtual” de las relaciones sociales (de clases) en el campo laboral impuesto por la pandemia mundial del COVID-19, a partir del llamado teletrabajo y “home office” comenzara a manifestar secuelas y efectos en la subjetividad, las condiciones laborales (derechos, licencias, jornadas de trabajo, etc.), la salud mental y la cotidianeidad del trabajador “a distancia”.  Cinco días después del establecimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en nuestro país, el diario Tiempo Argentino ya titulaba en un artículo que “el 42% de los empleados aseguran que el home office los lleva a trabajar más horas” (Tiempo Argentino, 25/3).

Distintas manifestaciones clínicas de padecimiento psíquico del docente (angustia, estrés y principalmente trastornos del sueño) están comenzando a tomar cuerpo de manera preocupante

Intervenir la cuarentena

(relato anecdotario y feminista)

Lo que aquí les comparto es un relato con reflexiones borroneadas a partir de algunas anécdotas de estos primeros 22 días de cuarentena. Es una exploración de este registro en forma escrita, las anécdotas suelen quedar relegadas a la oralidad. Como cualquier anecdotario, oral o escrito, éste tiene su localización precisa y sus sesgos. Localización: CABA, en zona de departamentos. Sesgos, varios. Uno de ellos es sesgo de clase, de amplísima clase media urbana -y no tanto también-. Otro es el sesgo feminista. Son lentes con que vivimos la cotidianeidad. Y aunque no tendría ningún caso intentar borrarlos, deliberadamente querría no hacerlo. Tampoco naturalizarlos.

El sesgo feminista está en su inspiración más básica: lo personal es político. Y esto rehúye todo intimismo, más bien lo contrario.

Construcción del Monstruo Social Viral

A partir del surgimiento del virus conocido como Corona virus, la sociedad global, en poco más de tres meses, pasó de las feroces guerras financiero-territoriales entre los Estados nación y sus acólitos, a estar sometida al imperativo de un significante global: Pandemia. Las coordenadas socio simbólicas organizadoras de los universos culturales, subjetivos, de afectos y vínculos, mutaron con velocidad y sin retorno. Tienen como denominador común la alteración absoluta de la temporalidad subjetiva que cae bajo el dominio de una amenaza tanática. Sin referentes conceptuales o de sistemas de pensamiento previos, se instaló un inédito Caos Global, transportado por un desconocido y letal virus. Disociado del asunto biológico objetivado científicamente, el poder absoluto del significante Pandemia ha generado una porosidad simbólica y lingüística de las fronteras nacionales. 

Monstruo desconocido, diseminado en cuerpos y territorios, el Virus ha despertado múltiples deseos de instalar un Estado de Fascismo Globalizado

La libertad de un encierro

Desde Atenas, Grecia.

Al parecer, eso que afecta verdaderamente en este momento a la mayoría de la gente no es el coronavirus como amenaza efectiva -la cual en muchos de los casos se experimenta como algo impreciso- sino las consecuencias de un recién estrenado régimen de convivencia cotidiano. Este régimen viene a subvertir las bases del lazo social. Un lazo social que entraba cada vez más en crisis en la misma medida que lo hacía el capitalismo de la sociedad posmoderna. Las personas habían sustituido necesidades básicas de convivencia por necesidades alienadas; ilusión de una supuesta posibilidad de absoluta satisfacción.

Se vive el duelo de la pérdida de libertad y autodeterminación que supuestamente son garantizados por un régimen neoliberal o, en general, por los logros de un modelo occidental de democracia.

La viralidad de la risa

En este contexto de confinamiento y de temor en relación al coronavirus, con una hermosa insolencia, el humor abunda en las redes sociales o incluso en la vida social ordinaria. Se intercambian bromas, las frases ingeniosas tienen gran éxito, se filma a la familia en situaciones hilarantes. Por las redes sociales o entre amigos se mandan videos humorísticos, historias divertidas traen a escena el virus o las restricciones del aislamiento, los conflictos que nacen de la promiscuidad o de la imposibilidad de tener un lugar para uno. En este momento singular donde están suspendidas la mayor parte de las actividades sociales, prohibidas las relaciones familiares o de vecindad, e incluso los desplazamientos propios de los paseos, la risa es aquello de lo que no se puede ser despojado. Es una réplica mordaz y alegre a la virulencia de la situación. Es un escape fuera de la angustia, un rechazo a ver que nuestra conducta esté dictada por circunstancias externas. Tomar del confinamiento y de las amenazas del coronavirus la parte de la risa es afirmarse en la vida. Es un “déjame reír” opuesto a la gravedad de las circunstancias. El sentido del humor manifiesta una negativa a ponerse en víctima, opone resistencia a la situación. Recuerda la solidaridad, la connivencia que une al grupo contra la adversidad o la fuerza interior de un individuo que no se deja abatir. Mantiene las cosas a raya. Rechaza cualquier resignación y sostiene una actitud de desafío. Por un instante se libera el cerrojo y nos aflojamos para recuperar el aliento. Lo que era doloroso finalmente se vuelve una fuente de placer. En todo caso es un consuelo.

Tomar del confinamiento y de las amenazas del coronavirus la parte de la
risa es afirmarse en la vida. Es un “déjame reír” opuesto a la gravedad de
las circunstancias.

Vivir menos para vivir más

Karl Jaspers considera como núcleo último del ser humano a la existencia (Existenz), que constituye una dimensión específicamente humana que sólo puede ser tratada desde la filosofía. La existencia es siempre una existencia situada, donde las “situaciones-límite” (Grenzsituationen) configuran su estructura. El ser humano, que existe en las “situaciones-límite”, deberá intentar trascenderlas a través del ejercicio de su libertad, realizando así la “posible existencia” que hay en él.

Estas situaciones-límite masivas no son genuinas, son fuertemente influenciadas por los medios de comunicación y los sectores de poder

 

La crisis del coronavirus, la xenofobia, el antisemitismo y los grupos neonazis en Alemania.

Entrevista exclusiva hecha en Viena, el 15 de abril de 2020.

Helmut Dahmer es un sociólogo alemán. Estudió con Adorno y Horkheimer. Se doctoró en 1973 y desde 1974 es profesor de sociología en la Universidad de Darmstadt. Fue coeditor de la revista Pshyché. A principios de los 80 denunció la política colaboracionista de las instituciones psicoanalíticas durante el nazismo. Las polémicas hicieron que perdiera su puesto en dicha revista. Fue cofundador del Hamburgian Institute for Social Research en 1984 y del Centro Psicoanálisis y Sociedad en Lima.

La educación confinada y la niñez lejos de las veredas

Siguiendo al conejo, siempre apuradxs, quedamos detrás del espejo. Allí la historia atrapada parece no transcurrir.

¿Estaremos viviendo una realidad paralela? ¿Debemos ocultarnos cada unx en su madriguera y aislarnos antes de que sea demasiado tarde? 

¿Es posible que ahora los diálogos disparatados y absurdos entre Alicia y la Reina de Corazones, en los que el tiempo se encontraba alterado, pudieran mostrarnos una lógica, que a la luz de los acontecimientos que vivimos, cobran un nuevo sentido?

El bien común, inesperadamente para muchxs, se impuso por sobre el interés personal o privado, por ser el único capaz de enfrentar a la muerte causada por la pandemia.

La gran depresión

Intervención de Juan Carlos Volnovich en la presentación de la Revista Topia Abril/2020 (Realizada online a causa de la cuarentena obligatoria)

La Gran Depresión, fue una gran crisis financiera mundial que comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años treinta y principios de los cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a mayor número de países en el siglo XX. Ha sido utilizada con frecuencia como ejemplo del deterioro de la economía a escala mundial.

Nota de editores: La era de la depresión

Revista Topía #88 - abril/2020

El cierre de esta edición coincide con la declaración de pandemia ante el coronavirus. Esta situación llevó a tomar medidas de gran dramatismo: gente aislada en sus casas, ciudades vacías, cierres de fronteras, cancelación de vuelos. El coronavirus aparece interrumpiendo la vida cotidiana. Su resultado es que ante la conciencia de fragilidad del ser humano emerge el miedo; el pánico ante el otro. Esta no es una buena respuesta ante la emergencia sanitaria. Tampoco negar la gravedad del problema. De allí la importancia de un Estado que promueva la solidaridad: me cuido porque de esta manera cuido al otro.

Una parte de esta compleja problemática tiene raíces en las tremendas desigualdades sociales provocadas por el capitalismo que consolidan nuevas inequidades en relación al contagio y la supervivencia frente a la epidemia. Los sistemas privados no están preparados para dar atención al conjunto de la población. Por ello la necesidad de apuntalar un sistema público universal y gratuito. A la par de generar espacios de solidaridad. Espacios de subjetivación donde se tenga en cuenta al otro.

El sujeto es portador de cultura

Editorial Revista Topía #88 abril/2020

Frederic Jameson escribió en el libro Las semillas del tiempo su famosa frase: “Parece que hoy en día nos resulta más fácil imaginar el total deterioro de la tierra y de la Naturaleza que el derrumbe del capitalismo.” Cuando se lo cita no se aclara que para tener esta sensación fue necesario separar el deterioro ecológico del desarrollo del capitalismo tardío. Es decir, este pesimismo implica que no existe una posible alternativa anticapitalista a los efectos de la desregulación en la llamada “libertad de mercado” que, en realidad, es el poder de las grandes empresas mundializadas. En este sentido poder dar cuenta de estas circunstancias adquiere cierto sentido de urgencia de época por los efectos que produce en el colectivo social. De allí la necesidad de entender que el sujeto es portador de cultura y, como tal, manifiesta los síntomas de la civilización en la que vive. Podemos decir que en la actualidad predominan aquellos que refieren a la negatividad; entre ellos se destaca la depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, que cerca de 800.000 personas se suicidan al año, el 78% de los suicidios se produce en países de bajos y medianos ingresos: es la segunda causa principal de defunción en jóvenes de 15 a 29 años. Sin embargo, hablar de “depresión” de un modo tan amplio recubre una gran variedad de matices y posiciones subjetivas que conlleva una cultura donde triunfan las pasiones tristes.

El Dios spinoziano no conoce y razona para luego actuar; conoce obrando y obra conociendo

Depresión o trascendencia

(sobre algunos cambios de palabras)

A partir de los años 80, con el pleno triunfo del llamado neoliberalismo (un eufemismo, como el de globalización, para la mundialización de la ley del valor del capital1), entró en escena un nuevo personaje protagónico, con -no podía ser de otra manera- un nuevo lenguaje. El personaje es un curioso sujeto colectivo, proteico y multiforme: se llama Los Mercados. Otro eufemismo, claro. Antes, en los sesenta y setenta, hablábamos de la burguesía o de la clase dominante. La burguesía podía ser “nacional” -aunque algunos creíamos poco en ella- o “multinacional” -más directamente ligada a los intereses entonces llamados imperialistas, y no “globalizados”-.

Como hubiera dicho Freud, se empieza por ceder en las palabras, y se termina concediéndole todo al enemigo

No hay dolor sin sufrimiento

La Editorial Topía publicará próximamente Experiencias del dolor. Entre la destrucción y el renacimiento, el nuevo libro de David Le Breton. Este Sociólogo y Antropólogo es autor de numerosos libros y ensayos. En este texto, continúa una línea de trabajo que comenzó en Antropología del dolor (Seix Barral, 1995), Conductas de Riesgo (Topía, 2011) y La piel y la marca (Topía, 2019). Es decir, dar cuenta del dolor, el sufrimiento y la experiencia de la propia identidad en interjuego con la propia sociedad y cultura.

Aquí adelantamos un fragmento de la introducción.

Esta obra trata sobre la experiencia del dolor, de qué manera es vivido y sentido por los individuos, sobre los comportamientos y las metamorfosis que induce. Se trata de estar lo más cerca de la persona esforzándose por comprender lo que vive a través de las herramientas de la antropología. Esta obra prolonga, de algún modo, Antropología del dolor, que insistía sobre todo en la dimensión social y cultural del dolor. A partir de la primera edición de ese libro, no sólo continué esas investigaciones en el contexto de la enfermedad o los accidentes, sino que prolongué incluso aquellas concernientes a las conductas de riesgo de los jóvenes, o en los deportes extremos, en el body art o en los ritos contemporáneos de suspensión (2003).1 Estas figuras múltiples del dolor expanden la comprensión mostrando considerables variantes de experiencias.

Si bien ciertas experiencias dolorosas destruyen a la persona, otras, a la inversa, la construyen

El sexo tecnológico y los célibes de Internet

El desarrollo tecnológico incrementa y diversifica las posibilidades de realización de lo que se denomina sexo virtual. En la avanzada de la realidad virtual el cuerpo puede emitir y recibir sensaciones eróticas de otro cuerpo que está muy lejos. Esto requiere visores 3D y sensores adosados a la piel de cada uno de los participantes. Es una actividad regida por algoritmos que produce intercambios sexuales de manera nunca vista antes.

En el maridaje de humanos y máquinas el tecnosexo promueve este erotismo solitario y al mismo tiempo en compañía virtual. Así el sexo en solitario ya no es lo que conocimos antes de las máquinas de comunicar, ha devenido en tecnosexo. Donde la extimidad1 y la hiperconectividad mandan.

El tecnosexo entusiasma por la supuesta practicidad que trae la virtualidad. Es el canto de sirenas llamando al erotismo instantáneo. Todo parece estar al alcance de un like

Para una crítica de la razón tecnocrática

La cuestión no es nueva, pero cobró notoriedad masiva entre nosotros en marzo de 2019, cuando un encuentro internacional los reunió en la ciudad de Colón, en el extremo noroeste de la provincia de Buenos Aires: sin metáfora ni mediación simbólica que lo relativice, gran cantidad de personas en todo el mundo -adultas, educadas, muchas incluso prestigiosas en sus respectivas profesiones y razonablemente inscriptas en lo que los códigos sociales dan en llamar “una vida normal”- creen que la Tierra es plana y lo sostienen con activa militancia. Se reúnen en congresos, comparten información y correspondencia, conforman un jugoso target para una literatura y un merchandising que hacen al negocio de varios y organizan pruebas públicas de contrastación empírica para “refutar”, en épico alarde de la filosofía del “hágalo usted mismo”, aquello que el conocimiento instituido tiene como una de sus mayores certezas: la esfericidad terrestre.

No fue la NASA quien probó la esfericidad terrestre sino Eratóstenes de Alejandría, quien hace 2.500 años calculó además el tamaño real del planeta

Tratamientos hormonales para personas travestis y trans: el recorte en la Salud Pública

- No se están entregando las hormonas.

- ¿Por qué?

- Porque no hay. Simplemente vas a tener que esperar.

Eso le dijeron a Federico en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires, en noviembre del año pasado. Fede, como le dicen sus amigos, es uno de los que se organizaron para pelear contra el faltante de hormonas que afectó a todo el país: una de las tantas consecuencias del recorte en salud pública, estipulado por el Presupuesto 2019. El proyecto, presentado por Cambiemos, solo pudo ser aprobado en el Congreso con el aval del peronismo.

En aquellas personas que realizaron una gonadectomía -es decir, la extirpación de ovarios o testículos-, el mantenimiento de la hormonización es imprescindible para evitar daños a la salud

Una ruptura antropológica importante

La crisis sanitaria recuerda la estrecha interdependencia de nuestras sociedades, la imposibilidad de cerrar las fronteras. La polución, el calentamiento climático con sus desequilibrios nos lo recuerda a diario. El surgimiento del coronavirus es una nueva vuelta de tuerca. Por otra parte, la paradoja es que al reducirse la circulación automotriz y aérea, y detenerse innumerables actividades que producen polución, el virus provee una especie de respiración ecológica para el planeta. Es necesario que los mundos contemporáneos entren en una era postmoderna radicalizando principios que todavía eran potenciales las semanas precedentes. No creo de ningún modo que se trate de cuestionar las medidas de protección, por supuesto legítimas, sino solamente de resaltar la ironía trágica de su subtexto.

Frente al contagio, es más difícil para cada uno de nosotros afirmar su omnipotencia

Pandemia en Israel

En días de aislamiento y pesadumbre la gente se queda en sus casas y sale una vez al día a realizar las compras indispensables o para respirar aire puro bajo la luz del día.  Un rayo de sol asoma a mi ventana y me invita a salir hasta el parque ubicado dentro del radio de circulación permitido. Allí todo es silencio. Unas vallas interceptan las entradas seguidas de un precintado perimetral. Los niños ya no juegan ni sus madres caminan airosas a su lado, los padres no los entretienen en los juegos ni los grupos de amigas pasan conversando. Tampoco los corredores de las pistas ni los caminantes prestos pasan moviendo sus cuerpos ávidos de movimiento. 

El peligro de vida que conlleva esta enfermedad produce distintos niveles de angustia e incertidumbre. Por otra parte, la pérdida de la cotidianeidad requiere un duelo que no hay tiempo de elaborarlo en una situación de emergencia

Páginas

Suscribirse a Sociedad