No hace mucho tiempo atrás existía un dicho popular que llenaba de ilusión a los futuros padres: cada niño nacía con un pan debajo del brazo. Lamentablemente quedó muy lejos de cumplir esa ilusión un adolescente salteño que se suicidó luego de perder el sueldo de su madre haciendo apuestas en un casino online. Trataba de acertar resultados en espectáculos deportivos de todo el mundo, partidos y más partidos de los que en tiempo real conocía los resultados. Abrumado por las deudas entendió que le era imposible resolver la situación y terminó con su vida. El ejemplo vale para mostrar que las apuestas online han generado un problema difícil de enfrentar, uno más, para las crianzas y el desarrollo de las nuevas generaciones.
En la cultura cyborg en que vivimos la prótesis incorporada al cuerpo, -el celular- abre las puertas del casino global. No hay restricción de entrada, todo está facilitado para que nada, ni nadie puede obstaculizar el ingreso de un menor en las ligas de las apuestas
Durante los años de estudiante de psicología, como en mi formación en el campo del psicoanálisis, noté que había una distancia marcada entre el psicoanálisis y la salud mental, como si fueran espacios que no se tocan, ligan o interfieren entre sí, al principio intente comprender cómo era que cada campo tenía su objeto de estudio específico; el psicoanálisis ponderaba sobre la constitución subjetiva y sus malestares, una teoría/práctica que explicaba cómo se conformaba el psiquismo, los efectos de esta conformación y cómo cada sujeto debería aprender a manejar los mismos; y el campo de la salud mental quedaba más vinculado a la posibilidad de promoción y prevención, entendida como una evitación de los posibles conflictos psíquicos, o de un ideal de conformación del psiquismo por medio de ciertos cuidados de la salud, el campo en el que se intervenía remitía más a un espacio de lo social y comunitario, que nada tenía que ver con el sujeto y su individualidad, elemento del que se ocuparía en exclusividad el psicoanalista dentro del consultorio.
Lo que aparecía como especificidad de cada campo, disciplina, teorías o práctica, se volvió una resistencia de los psicoanalistas, más que una diferencia teórica propia del psicoanálisis en relación a la salud mental
En la medida en que el capitalismo nos enfrenta a múltiples crisis (económicas, políticas/bélicas, sanitarias, ecológicas, entre otras) en el campo de la psicología y la salud mental encontramos niveles de padecimiento inéditos y una avanzada de tendencias reduccionistas con discursos cientificistas, particularmente biologicistas, promovidos por corporaciones económicas como la industria farmacéutica, estados y gobiernos. Desde las neurociencias mainstream hasta la psicología evolucionista (todo fenómeno mental como adaptación evolutiva biológica heredada), con el denominador de naturalizar las determinaciones históricas y culturales.
Quienes intentamos construir una ciencia psicológica que aporte a la emancipación social y subjetiva nos encontramos con varios desafíos… ¿cómo integrar los aspectos subjetivos singulares del psiquismo, tanto conscientes como inconscientes, a fenómenos sociales y políticos más amplios?
Convoca a interrogarnos acerca de esta práctica elemental en el campo de la Salud, básicamente en contextos de encierro, al enfrentarnos diariamente a la ausencia de “Programas Específicos” rectores de una práctica Ética los cuales deberían funcionar como primordial dentro del sanitar ismo institucional y en consideración a la definición que la OMS da sobre el concepto de SALUD.
Las políticas de prevención son inexistentes en este país lo que deja entrever el desencadénate social que provoca.
Significantes de esta tragedia griega nos remiten a discusiones y contraposiciones presentes durante la pandemia, en tanto “Antígona, desobediente con el Estado y fiel a los dioses y su linaje, se contrapone al punto tal de entregar su propia vida para honrar la de su hermano Polinices y darle su merecida sepultura, contrariando la orden del rey que le prohibía enterrarlo”.
Los rituales de despedida habituales se vieron trastocados gracias al virus de la soledad que implicó para muchas personas morir sin compañía en sus hogares o en algún hospital
Esta exposición fue realizada por Enrique Carpintero como director de la revista Topía en la audiencia pública en defensa de la Ley Nacional de Salud Mental 26.657. La misma fue convocada por el bloque de diputados del Frente de Izquierda y de los trabajadores (FIT) en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación el 21 de enero de 2024.
Desde su sanción en el año 2010, la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 sufrió además de la falta de implementación en todo el país, sistemáticos ataques para modificarla y derogarla. Hoy asistimos a un nuevo intento, esta vez formulado desde el entrante gobierno de Javier Milei, que mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y una Ley Ómnibus, se busca afectar al conjunto de derechos adquiridos en todos los órdenes de la vida en sociedad y entre ellos y particularmente, la protección de los derechos de las personas atravesadas por un padecimiento mental. Derechos que no sólo garantiza la ley vigente, sino que también, el conjunto de pactos y convenciones internacionales incluidos en la Constitución Nacional, sin olvidar el Código Civil y Comercial reformado en el 2014.
Este inédito mecanismo de arrasamiento de derechos, con un claro sesgo autoritario e inconstitucional para un gobierno en democracia, expresa sin ningún pudor en su objeto (art.1°): “promover la iniciativa privada, limitando toda intervención estatal”.
El suicidio puede ser definido de distintas maneras, perspectivas e ideologías. Es poner fin a la vida, apagar la angustia, pero, sobre todo, debe entenderse como una problemática de la salud mental del contexto donde se desarrolle la persona y principalmente de los recursos simbólicos con los que cuenta.
Este año, en el mes de febrero, se viralizó una noticia del Estado Español, dos adolescentes se tiraron por una ventana y en el acto murió uno de ellos. Dos menores, acoso escolar, transexualidad, inmigración e información que llega a cuentagotas o transgiversadas fueron el foco de atención que luego se desvaneció en el aire o, mejor dicho, en la red de redes.
La victimización y la falta de aceptación están relacionadas con el comportamiento suicida entre jóvenes y adultos transgénero, y con pensamientos e intentos suicidas entre jóvenes transgénero
En el invierno de 1990, las y los transeúntes de la Avenida Corrientes se asombraron al encontrar 32 bolsas de plástico negras, rellenas como si fuesen cadáveres, distribuidas entre la vereda y la calle. Cada una de ellas llevaba un cartel que decía Hospital Moyano.
Era la puerta del Centro Cultural Liberarte, dentro del cual se estaba llevando a cabo un recital-espectáculo de protesta. Al público que ingresaba a la sala se lo hacía formar en fila, les revisaban las uñas y la cabeza como si tuviesen piojos, y les hacían lavar las manos en un fuentón con agua helada. Luego, se les entregaba un plato de chapa con un guiso frío e incomible.1
El hospital se asemejaba cada vez más a un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial: usuarias esqueléticas deambulando por los espacios abiertos, otras recluidas en salas desmanteladas por no poder caminar y un hedor nauseabundo proveniente de los baños y la cocina
Los cambios socioculturales actuales participan en la manera en cómo los individuos subjetivizan la vivencia de sí-mismos. Abordada a partir de diferentes escuelas de pensamiento, ya sea desde la Modernidad líquida de Bauman (2015), la Sociedad del Cansancio de Byung-Chul Han (2022), o en Invulnerables e Invertebrados de López-Mondéjar (2022); estos y otros autores concuerdan en que existe una fuerte dificultad por comprender la realidad desde la óptica de un otro (y/o un tercero). Razón por la cual, frecuentemente la propia opinión sirve de única referencia narcisista para la toma de decisiones.
En la medida en que el adolescente utiliza más recursos para aparentar, ya sea mediante la ropa, moda, imaginación, redes sociales, videojuegos, etc.; entonces irá construyendo un Yo mucho más carente de atributos reales para resolver los problemas de la vida cotidiana
La decisión de darse muerte ha existido a lo largo de todos los tiempos y en todas las culturas, los seres humanos hemos dispuesto de este derecho por nosotros mismos. El tránsito adolescente es un tiempo particularmente sensible, pasible de revelar ideas suicidas, intentos o pasajes al acto que lleven a poner fin a la vida de un joven, sin que ésta haya prácticamente comenzado. Las ideas de muerte son frecuentes a lo largo de este período, a las cuales habrá que prestarle siempre especial atención.
La pandemia ha logrado triplicar los intentos y suicidios en adolescentes. El encierro, la onvivencia con las figuras edípicas e incestuosas, las violencias intrafamiliares, se han multiplicado, conduciendo a una situación de desborde, en la cual los sistemas de salud mental han colapsado
A partir de las entrevistas realizadas a tres profesionales psicólogos que se encuentran trabajando con la problemática del suicidio adolescente en distintas localidades de la Provincia de Buenos Aires, hemos podido detectar como común denominador: la carencia de estadísticas fidedignas; el aumento de los intentos de suicidio desde 2011, y en especial luego de la pandemia covid-19; el fenómeno de la identificación-propagación o efecto dominó a partir del manejo de la información; la más que evidente relación con las autolesiones, la violencia familiar y las adicciones; considerar la universalidad de la crisis adolescente sumada a las de la institución familiar y del contexto social, económico, político y cultural; el predominio de la carencia de un proyecto vital esperanzador tanto para jóvenes como para adultos, en medio de un mundo globalizado expulsivo y de exclusión.
Pocos se quieren matar si aman y recibieron amor, y si hay solidaridad, confianza, voluntad, pasión, memoria, optimismo y gratitud
A partir del encargo de Topía acerca de indagar en la silenciosa epidemia de suicidios adolescentes tan candente en los últimos años, nos propusimos a entrevistar a tres profesionales que se encuentran trabajando específicamente con esta problemática y con este sector de la población en distintos puntos de la Pcia. de Buenos Aires, a saber: el Partido de la Costa, Dolores y Mar del Plata. La primera pregunta refirió a los aspectos fenoménicos: 1) Cómo se manifiesta la problemática del suicidio adolescente en tu práctica profesional? La segunda al posible origen: 2) Cuáles serían a tu criterio las causas centrales? La tercera tuvo que ver con el abordaje: 3) Qué dispositivos se están implementando y qué considerás que se debiera hacer que no se está haciendo?
Una de las ceremonias más bellas del mundo ocurre en Japón. Es el Hanami, una festividad que tiene lugar durante la primavera, cuando los cerezos han florecido. Las personas se juntan para reflexionar sobre la naturaleza efímera de la vida y la mortalidad, debido a que la vida útil de las flores de cerezos es corta. Lo efímero puede ser a la vez que conmovedor, inquietante. ¿Por qué algo tan hermoso tiene que ser tan breve? Desde hace algunos años me pregunto cuántas flores de cerezo vemos caer, frágiles y tersas sobre el áspero empedrado de la crueldad. Y cuántas veces asistimos de nuevo a su caída, como en un círculo que calcula con exactitud esas pequeñas muertes que zanjan por poco la vida. Este escrito es sobre ellas y la posibilidad de que la primavera perdure.
En la madeja de crueldad en la que llegan estas jóvenes, la internación es un acto de cuidado e inaugura el espacio de alteridad a la escena suicida.
Nancy de 14 años, ingresa al hospital pediátrico por el servicio de guardia, es traída por su madre, quien refiere que la niña presenta conductas autolíticas, autolesiones en miembros superiores e ideación suicida. Es evaluada por el servicio de salud mental, que por riesgo indican su internación en la unidad para control clínico y tratamiento.
La época propone recetas para la felicidad y paradojalmente provoca más estados depresivos
El título hace honor a un libro de Ana María Fernández, “Jóvenes de vidas grises” (2013) en el que daba cuenta de una condición anímica de lxs jóvenes que trascendía su clase social, signo de la pertenencia a una época que imprimió e imprime la coloratura gris a las existencias jóvenes. El gris es el color de la desvitalización, del aletargamiento en un estado en el que no se termina de precipitar en las oscuridades de lo negro, ni tampoco se puede -o no están dadas las condiciones para- asomar la cabeza a la claridad.
La escena en la que me encuentro -o me re-encuentro, mujeres que, ante la coyuntura de poder irse de alta, alcanzar una externación institucional, se niegan rotunda y sostenidamente.
Con el paso de los años, el psicoanálisis logró ganarse un lugar en los pabellones de salud mental de las clínicas y hospitales gracias al arduo empeño de los analistas que han trabajado incansablemente para transmitir algo del acto analítico. Esta entrada del psicoanálisis al hospital, al igual que a otros espacios institucionales como la universidad, nunca ha sido por la puerta grande, siempre ha sido desde los costados; su ingreso siempre es por las orillas, al mejor estilo de un virus o incluso, como lo enunciaba el mismo Freud, como una peste. Una peste no solo que enferma sino también que apesta, que incomoda. Este malestar pareciera ser parte necesaria de la subversión que siempre ha propuesto la invención freudiana, tanto en los consultorios privados con los pacientes como en los ámbitos institucionales. Este marco, un poco tenue, es el punto de partida para la primera pregunta que orienta el presenta trabajo: ¿Cómo sostener la práctica analítica dentro del discurso institucional, un discurso que generalmente apunta a la uniformidad y a la igualdad?
La presencia actual del psicoanálisis en el hospital ha sido producto de idas y venidas, de largos debates con varias disciplinas que atañen la salud (mental) de los individuos. En el presente ensayo, se hará un breve recorrido por la posibilidad (y necesidad) de trabajo con algunos de estas disciplinas
La importancia del concepto de subjetivación, radica en que este es un parámetro que permite distinguir lo singular de la otredad. Así mismo, el presente documento propone algunos factores a considerar dentro del tratamiento institucionalizado de salud mental, haciendo énfasis en la conservación de los límites subjetivos.
La subjetividad se halla subyacente al nacimiento del sujeto; este, nace cuando se establecen las preguntas por el “¿Qué y quién soy? Y ¿quién es el otro?”. En palabras de Foulcault, la subjetividad se encuentra anclada al proceso socio-histórico del cual es parte el individuo, en la cual, descubre la otredad que le facilita el encuentro consigo mismo.
Varios somos quienes escribimos este texto. Nos reúne el interés común por formalizar aspectos de la propia práctica y de la experiencia integrando distintos equipos de trabajo en el campo de la salud. Este interés nos llevó a algunos a organizar y a otros a participar de un Seminario de extensión universitaria, dictado en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires titulado Micropolítica de los equipos. Prácticas interdisciplinarias e intersectoriales y organización colectiva
Nos propusimos escribir en conjunto y continuar, por otros medios, la conversación iniciada y desarrollada en el Seminario, cuyos principales ejes fueron: a) el análisis de situaciones de la práctica en diferentes campos del trabajo en equipo, desde la perspectiva micropolítica, b) la caracterización de los modos de organización colectiva de los equipos y su relación con el contexto en el que se producen y c) la adquisición de herramientas de análisis e intervención, referidas al funcionamiento y organización de los equipos interdisciplinarios e intersectoriales.
Es preciso explicitar que nos referimos a ‘la política’ en sentido fuerte, no a sus expresiones partidarias, ni sectoriales. A tal efecto definimos la micropolítica como una política a pequeña escala, donde los sujetos se presentan y la representación puede ser discutida y consensuada
Desde el estallido de la pandemia del covid-19 a inicios de 2020, innumerable cantidad de artículos y hasta libros proliferaron intentando precisar los efectos y consecuencias de la pandemia más mundializada de la historia de la humanidad en la salud de la población.
Los períodos de aislamiento social, preventivo y obligatorio encarnaron medidas sanitarias absolutamente necesarias para reducir el contagio del virus, mientras se aceleró en tiempo récord la elaboración y posterior implementación de campañas masivas de vacunación contra el covid en cada país del planeta. Más allá de la burda e inaceptable inequidad en la distribución mundial de vacunas, propia del sistema capitalista que rige la vida económica mayoritaria del planeta, se puede decir que las campañas de vacunación han marcado una suerte de principio del fin de la pandemia en una enorme proporción del mundo.
El malestar subjetivo de la población se ve sumamente agravado ante la profundización pos-pandémica de la desigualdad y la precariedad vital generalizada en la población
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra