El octubre chileno es un acontecimiento histórico que la mayoría de lxs chilenxs sabíamos que en algún momento - tarde o temprano- iba a ocurrir. Hablamos de una ruptura radical con la normalidad capitalista. Un cuestionamiento generalizado a un modo de vida que nos impusieron a sangre, fuego y balas hace 48 años a través de un golpe de Estado, dando inicio a una dictadura cívico-militar por 17 años. La implementación del modelo neoliberal, amarrado jurídicamente en la Constitución de 1980, solo se pudo lograr vía el terrorismo de Estado (desapariciones, asesinatos, torturas, exilios, secuestros, violaciones), impidiendo de esta manera cualquier tipo de resistencia por parte de las fuerzas sociales y políticas revolucionarias. Reinstaurada la democracia, al contrario de las demandas de los movimientos sociales de superar la herencia del modelo político-económico ideado por Milton Friedman y los Chicago Boys, los gobiernos concertacionistas consolidaron el sistema neoliberal, profundizando de esta manera las desigualdades sociales, la pobreza, la mercantilización de derechos sociales, el extractivismo, los valores individualistas, consumistas, competitivistas, meritocráticos, la despolitización de la sociedad, tecnificación de la política, etc. Pero, por otro lado, en paralelo a ese proceso de “neoliberalización” de la sociedad que se estaba organizando por arriba, por abajo se estuvieron desarrollando experiencias de lucha y organización popular desde diversos sectores: pobladorxs, mujeres, jóvenes, estudiantes, trabajadorxs, jubiladxs, mapuches, activistas, entre otrxs, que venían denunciando las consecuencias de la dictadura en diversos ámbitos de la vida. Después de años de acumulación de fuerzas, en octubre de 2019 se transversalizaron los malestares, produciéndose una disposición colectiva que se expresó fundamentalmente en una guerra anímica frente al Estado neoliberal pinochetista. De esta manera se traspasan las barreras de los límites de lo posible. La normalidad ya no es capitalista. La voz de Salvador Allende se vuelve a escuchar en las calles: Las grandes alamedas se volvieron a abrir.
El presente texto se sirve del estallido social chileno como excusa para reflexionar sobre la articulación entre tres variables cuya relación, tanto dentro del campo de la salud mental como de las izquierdas, suele ser desestimada, ignorada o derechamente rechazada. Hablamos de clínica (o salud mental), política y militancia.