Muchas veces hemos argumentado la importancia de sustentar una concepción materialista-histórica propia del psicoanálisis.
En Freud esa tentativa es fluctuante. Predomina al principio y al final de su producción, pero también se eclipsa en la recurrencia de argumentos esencialistas o genetistas que, en rigor, dejan de ser metapsicológicos.
En el siguiente trabajo se apuntará a una articulación teórica de cuestiones pertenecientes al avance de la ciencia para los tratamientos de fertilizacion asistida y los efectos que lo mismo genera en las subjetividades y, como consecuencia, el deseo que tendrá el sujeto que será traído al mundo -en relación a la propia subjetividad-, abriendo la puerta a muchos más cuestionamientos referidos a lo mencionado, bajo la luz de las nuevas tecnologías reproductivas, y acerca de cómo se desarrollarán, a partir de ahora, los procesos subjetivantes en ese niño/a. Es decir, cómo el impacto del avance de la ciencia, generará grandes y profundas consecuencias y efectos, en los futuros padres, en el futuro niñx y en la futura familia como institución variable a lo largo del tiempo y según el contexto. Pues es la institución social en donde el ser nacido se irá constituyendo humano y en cuyo seno tendrán lugar los procesos identificatorios, por lo que, considerando la posibilidad del sujeto que se quiere traer al mundo, atraviese cierto aplastamiento de la subjetividad ya que, en la viñeta de la entrevista, se observan claramente fines materiales para lo solicitado -y “no deseado”-, a partir de lo cual, el bebé será alojado. (La autora es estudiante de la carrera de Psicología de la Universidad de Buenos Aires)
Dios ha muerto pero él no lo sabe. (Lacan 23 de marzo de 1960.)
Muerte y agonía están presentes, tiempos actuales sin precedentes, en la actualidad, discursos hacen latentes la finitud de nuestra existencia, sin decoro ni ambivalencia, las obras de la humanidad son presa ya de lo finito: la muerte de Dios, la muerte de la filosofía, fin de la historia,fin de la modernidad, muerte presente también, en la sociedad contemporánea, agonía de las víctimas, la corrupción pulula en toda institución.
A partir del título “alegría, valentía, inteligencia”, vamos a referirnos a un concepto desarrollado por Fernando Ulloa: el síndrome de padecimiento.
Partiendo del Malestar en la cultura freudiano, Ulloa se detiene a analizar lo que sucede cuando el malestar deviene cultura, lo que llama “el malestar hecho cultura”.
Creo que a los lectores de esta revista les interesará particularmente las relaciones entre enfermedad individual y condiciones histórico/sociales en las que vive el sujeto. Quizá se pueda decir que esto no es un eje central de estudio del psicoanálisis clínico, sin embargo, sí lo es, y de modo central, reflexionar sobre cómo el psiquismo de cada uno de nosotros está atravesado y se constituye a partir del discurso de los otros significativos con los que interaccionamos y ello no sólo en la infancia.
“NiUnaMenos”. Vivas nos queremos. Vivas, potentes y vitales. Inmersa en las intensidades vividas en la marcha “NiUnamenos” realizada el 3 de junio pasado, he decido comenzar estas líneas recordando un escrito al que llamé “En defensa de la ternura”.(1)
¿Qué nombre poner a esa emoción que me invadió cuando frente al Congreso vi a esos niños con cartelitos cuya leyenda denunciaba “NiUnaMenos”? Caminaba junto a mis amigas, con las que nos acompañamos desde tiempos inmemorables por esa Avenida de Mayo, con una emoción particular ¿la podré llamar ternura? Invadida por ese estado, me crucé con aquel amigo sesentón, como quien escribe, caminando por la plaza con su hija treintañera. Me sigue acompañando la ternura que me despertó ver a esas dos generaciones, ese padre y esa hija, en esa plaza por “NiUnaMenos”.
Lo que se denomina neoliberalismo define las formas actuales en que el capitalismo ejerce su dominación. Para ello construye una subjetividad sometida al capital donde naturaliza sus características presentando su política económica ajena a intereses particulares, es decir, desvinculándola de cualquier referencia a las relaciones de producción; no hay modo de producción capitalista y su obvio conflicto de clases, género y generación.
Topía, en su aniversario 25, al cual pocas revistas llegan y, por lo cual, hay que felicitar a sus directivos calurosamente, nos ha convocado para discutir sobre el neoliberalismo -y su persistencia- desde distintas perspectivas y a mí me han dado como tema el de “La creencia neoliberal”, para lo cual considero necesario revisar el sentido del término.
El Diccionario de la Real Academia Española define el término creencia como “firme asentimiento y conformidad con alguna cosa” y, también: “dar firme asenso a las verdades reveladas por dios y propuestas por la iglesia”. Es decir, es un término muy relacionado con la fe y, particularmente, con la fe religiosa, lo cual nos remite al discurso premoderno, medieval, que fuera sustituido en la Modernidad por un discurso centrado en lo humano más que en la deidad, pero con el mismo supuesto de realización futura ya no en el paraíso sobrenatural, sino en la realización de un progreso permanente en la tierra, lo cual se convierte en la nueva utopía.
A 116 años del comienzo de la maduración del psicoanálisis, Freud sigue siendo un conjunto informe de citas y textos; el movimiento psicoanalítico no ha logrado integrar su teoría en un paradigma organizado y organizador de posteriores “aportes”; y no hablemos de presuntas reorganizaciones que han terminado de hundir al fundador en el olvido. Pocos admiten que las dos tópicas históricas se interpenetran en una sola: El Aparato Psíquico, que es el articulador simbólico-afectivo entre lo biológico y lo histórico cultural. “Psicología de la Masas” es claro en decir que el psicoanálisis es por derecho y de hecho “una psicología social”, sin sociologismos, psicologismos, ni biologismos: Hipercomplejidad. Este es el gran motivo de la resistencia permanente a Freud: fue un pionero de las epistemologías de la hipercomplejidad. Pensar complejo cansa. Salvo que se repita lo que no se entiende.
Muchos psicoanalistas también consideran “los escritos sociales” como un aditamento que Freud hubiera escrito para mayor cultura de sus seguidores; se dan como seminarios aparte sin relacionarlos con la ontogénesis ni las tópicas, algunos estudiantes los hacen y otros no. “Moisés y el Monoteísmo” plantea claramente la historicidad del Aparato Psíquico, el Superyó Cultural cambia y, por lo tanto, los Superyoes individuales cambian con los cambios histórico-culturales, ergo, cambian el Yo Realidad Definitivo y si estos cambian, lo hacen el esfuerzo y la calidad de la Represión Primaria o la Censura entre sistemas…, por lo tanto, cambia el Ello-Inc.
El pensamiento psicoanalítico es un paradigma vivo, heterogéneo, abierto que hace aportes al mundo al mismo tiempo que se nutre del contexto donde se desarrolla. Convive e interactúa con múltiples teorías, prácticas, construcciones teórico-clínicas y otros paradigmas. Si no fuese así, empezaría su propio proceso de de-construcción, como le ocurre a todos los sistemas vivos que dejan de nutrirse y estar abiertos a lo que viene del contexto. Hoy debemos reconocer la inexistencia de UN psicoanálisis, tenemos una pluralidad de prácticas que tienen lugar al amparo de este nombre.
La idea de una deuda del psicoanálisis con lo social ha sido señalada por autores psicoanalistas y no-psicoanalistas desde el surgimiento mismo del psicoanálisis. Desde fuera del psicoanálisis resulta paradigmática la observación de Derrida, en el libro Resistencias del psicoanálisis, donde señala la existencia de dos resistencias, aliadas en un "oscuro contrato".
Marie, Mimi para los que la conocieron personalmente, mantuvo la actividad plenamente hasta que su luz se apagó. Fue rebelde, cuestionadora y solidaria.
Era extraordinariamente sencillo acceder a ella. Cuando me enteré que estaba en México la busqué: "Dra, me gustaría ir a algún seminario que usted dicte". La respuesta no se hizo esperar: "Vení, querrrida", con esa rrrr austríaca que nunca perdió. Y las puertas se abrieron. Ella que sabía de exilios había transformado el seminario que daba para la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de México, en un lugar de recepción de los psicoterapeutas que llegaban corridos por las dictaduras conosureñas.
Quisiera reintroducir un debate que no es nada novedoso entre psicoanalistas y detractores post-freudianos o simplemente críticos epistemólogos y científicos que posicionan a la práctica psicoanalítica como una charlatanería o pseudociencia que no merece más atención en pleno desarrollo científico del siglo XXI. Lo que hemos escuchado desde los postulados científicos es que la práctica analítica es un fracaso como actualmente se plantea desde ciertos desarrollos cognitivos, científicos, conductuales, neurológicos, etc.
Presentamos reflexiones extraídas de historias de adolescentes que en un contexto de violencia, han podido transitar de la posición de víctima a la de partícipes de su propio relato. A través de lo que nos cuentan en el espacio de consulta, surge un mayor acercamiento a lo que les sucede, les preocupa y anhelan. De tal forma, que se infiere en la necesidad de crear espacios donde con mayor libertad de expresión, se les permita el paso a la madurez, lo cual resulta por demás difícil en un ambiente actual cargado de violencia y exigencias para con los adolescentes.
En este número nuestra revista cumple 25 años. De allí que quiero recorrer algunas ideas que fueron apareciendo como notas editoriales durante estos años referidas a los procesos de subjetivación en la actualidad de nuestra cultura.
En el editorial del primer número señalaba: “El hecho de iniciar una publicación que dé cuenta de la teoría y la práctica del psicoanálisis juntamente con el análisis de los problemas que presenta la actualidad de nuestra cultura, es porque pensamos que no es posible entender las crisis individuales, familiares o institucionales por fuera de una cultura que también esta en crisis.” Esto implica una toma de posición en relación a entender que la subjetividad se construye en la intersubjetividad en el interior de una cultura. Dicho de otra manera, la singularidad da cuenta de simbolizaciones que son histórico-sociales. Lo singular lo entendemos desde un plural: cuando nacemos somos singulares en potencia ya que necesitamos de un Primer otro para que nos encontremos con otros otros.
Una de las características de la vida cotidiana en la actualidad son los procesos de subjetivación donde la ruptura del lazo social conlleva al encierro del sujeto. Su resultado son patologías en las que el narcisismo constituye su fundamento. Un dato. Cada 90 segundos se suicida una persona en este planeta. Es decir, hay más muertes por suicidios en un año que muertos por guerras o asesinatos. El suicidio es el ejemplo mortífero de los efectos del narcisismo. Esta situación deviene de una corposubjetividad que se construye en la relación con el otro en el interior de una cultura.
¿Qué clase de niño fue Edipo? ¿Fue el inclemente, el perverso (polimorfo) que mató a su padre y se acostó con su madre, guiado por un deseo ciego e irrefrenable y por una agresividad sin límites? ¿O fue un niño nacido en un hogar que lo esperaba con temor, con un designio terrible, un hogar sin las condiciones básicas de criar un niño? Un niño no amado, ¿no deseado?, al que se lo castiga, se lo atrofia (no olvidemos sus pies hinchados) en el afán de liberarse de él, por un temor irracional.
Allí donde hay mucha luz, la sombra es más negra Johann Wolfgang Goethe
Este artículo es una versión ampliada de la introducción al libro El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser, de reciente aparición por la editorial Topía. Los fragmentos en bastardilla corresponden al texto original.
El título de este libro alude a Freud; el subtítulo toma como referencia el pensamiento de Spinoza. Desde ambas perspectivas venimos trabajando hace muchos años para tratar de responder al reto que tiene el psicoanálisis de dar cuenta conceptualmente de nuestra época. Esto nos lleva a rescatar nociones que definen la particularidad de su práctica; pero también, modificar otras a partir de los nuevos paradigmas de nuestra época. Esta propone nuevos procesos de subjetivación que ponen en cuestionamiento la sexualidad heteronormativa y patriarcal. En este sentido, vivimos en un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que han surgido nuevas formas de familia que han provocado su crisis: monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad ponen en evidencia lo que sostiene el psicoanálisis: la sexualidad humana es desviada. De allí la importancia de dar cuenta de los procesos singulares que cada sujeto realiza en la construcción de su corposubjetividad.
La palabra “comida” tiene múltiples sentidos metafóricos. Nos evoca esos momentos agradables que compartimos en una mesa con familiares y amigos o la de millones de personas que no tienen la posibilidad de alimentarse. Pero también nos dice de los deseos y las emociones que encuentran en la pulsión oral un objeto de amor y odio con el Primer otro. Por ello, alimentarnos da cuenta del placer que obtenemos de una buena comida, como de las consecuencia trágicas del capitalismo mundializado.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra