A 116 años del comienzo de la maduración del psicoanálisis, Freud sigue siendo un conjunto informe de citas y textos; el movimiento psicoanalítico no ha logrado integrar su teoría en un paradigma organizado y organizador de posteriores “aportes”; y no hablemos de presuntas reorganizaciones que han terminado de hundir al fundador en el olvido. Pocos admiten que las dos tópicas históricas se interpenetran en una sola: El Aparato Psíquico, que es el articulador simbólico-afectivo entre lo biológico y lo histórico cultural. “Psicología de la Masas” es claro en decir que el psicoanálisis es por derecho y de hecho “una psicología social”, sin sociologismos, psicologismos, ni biologismos: Hipercomplejidad. Este es el gran motivo de la resistencia permanente a Freud: fue un pionero de las epistemologías de la hipercomplejidad. Pensar complejo cansa. Salvo que se repita lo que no se entiende.
Muchos psicoanalistas también consideran “los escritos sociales” como un aditamento que Freud hubiera escrito para mayor cultura de sus seguidores; se dan como seminarios aparte sin relacionarlos con la ontogénesis ni las tópicas, algunos estudiantes los hacen y otros no. “Moisés y el Monoteísmo” plantea claramente la historicidad del Aparato Psíquico, el Superyó Cultural cambia y, por lo tanto, los Superyoes individuales cambian con los cambios histórico-culturales, ergo, cambian el Yo Realidad Definitivo y si estos cambian, lo hacen el esfuerzo y la calidad de la Represión Primaria o la Censura entre sistemas…, por lo tanto, cambia el Ello-Inc.