Marie Langer fue joven hasta la muerte. (1910 - 1987) | Topía

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Marie Langer fue joven hasta la muerte. (1910 - 1987)

 

Marie,  Mimi para los que la conocieron personalmente,   mantuvo  la actividad plenamente hasta que su luz se apagó. Fue rebelde, cuestionadora  y solidaria.

            Era extraordinariamente sencillo acceder a ella. Cuando  me enteré que estaba en México  la busqué: "Dra, me gustaría ir a algún seminario que usted dicte". La respuesta no se hizo esperar: "Vení, querrrida", con esa rrrr austríaca que nunca perdió. Y las puertas se abrieron. Ella que sabía de exilios  había transformado el seminario que daba para la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de México, en un lugar de recepción de los  psicoterapeutas que llegaban corridos por las dictaduras conosureñas.

            Nos recibía en la sala  con café y pan con pasas o galletas. Su casa era sencilla.  Los muebles  pintados de rojo. Los platos  y los vasos artesanales estaban sobre  tablas sujetas con ladrillos. En un rincón junto a un ventanal tenía un jardín interior, en el que combinaba vasijas de barro con plantas. Las mujeres mexicanas estaban allí a través de las Dos Fridas y las Soldaderas Mexicanas.  Era un ser extraordinariamente humilde, que nunca se tomó demasiado en serio el personaje que fue. Parecía siempre una muchacha, una eterna estudiante, ya que con más de setenta años seguía  buscando caminos para ayudar a la gente.   

Muchas eran las razones que hacían nutridos los seminarios que dictaba: su persona, su trato afectuoso, abierto, siempre solidario y muy lúcido, la posibilidad de aprender de ella y con ella.

            Había en su derredor una nube de gente: los exiliados de todos lados, conosureños, salvadoreños y guatemaltecos, para quienes organizó una red  solidaria para ofrecer terapia. Las  feministas pidiendo su punto de vista, su aporte. Los amigos, las hijas y los nietos para los que había un rincón con juguetes. Pacientes en busca de terapeutas, terapeutas en busca de pacientes. La buscábamos para todo, para supervisar, hablar de tesis, de proyectos, de problemas, para que recomendara un ginecólogo. Fue joven hasta la muerte. 

            Sus pasiones eran  la justicia social, las mujeres y el psicoanálisis.

            Muchas le preguntábamos: ¿Cómo lograste ser tan distinta de mi madre o de mi abuela? Tenemos miedo de envejecer, de tener cincuenta años. Pero tú eres distinta, contigo se puede hablar. ¿Cómo hiciste?    

              Y frente a esas preguntas, nos contaba:

            Infancia y adolescencia

            Nací en 1910 en Viena. Tenía cuatro años cuando empezó la primer guerra y mi padre se fue al frente. Yo quería ir con él. Pero las mujeres no iban. Sólo en el caso de que fueran enfermeras. Desde ese momento deseé ser una profesional, ser enfermera.[1] Para lograrlo tuvo que  batallar. Las mujeres en esa época recién empezaban a estudiar carreras universitarias. Su madre  quería que ella como su hermana fueran dos buenas damas y que se casaran vírgenes. La mandó a una secundaria desde la que no podía acceder a la Universidad.  Esa fue una de mis primeras rebeliones: le comuniqué a mi madre que yo me inscribiría en un Gymnasium para entrar a la Universidad. Entró a  la Schwarzwald Schüle que estaba dirigida por una feminista. La Directora había estudiado en la primera Universidad europea en Zürich que admitió mujeres. En esa Universidad también se formaron   revolucionarias rusas. Era un colegio feminista y marxista: muy caro para quienes podían pagar y gratuito para quienes no podían hacerlo. Más tarde, los nazis lo clausurarían. Yo no tuve conciencia de la importancia de ese colegio en mí hasta hace muy poco,  ya de vieja y leyendo una investigación que se hizo en Austria sobre ese colegio y su directora.[2]  ´De este modo, Mimi se acercó al marxismo y al feminismo.

            Siendo alumna de ese colegio una vez se hizo 'la rata' para encontrarse con un novio, y  dijo en el Colegio que "estaba indispuesta". La Directora le contestó: "Si quieres que te respeten como a un hombre, no te quejes nunca de esos malestares femeninos (haciendo alusión a la menstruación)".  Y decía Mimi: Jamás volví a usar  el pretexto de ser mujer para "no poder". Esa respuesta me marcó[3].

            Juventud 

            Desde la adolescencia  ella fue construyendo un camino que la apartaría de  una vida acomodada pero sin libertad.  Mimi fue muy enamoradiza, y a los quince años tuvo su primer amor al que le dio su virginidad.  El día que por la crisis económica (1929), se quedó sin dote, sintió una liberación aún  mayor.  Ya no era virgen ni tenía dote. Ahora podía  elegir y ganarse la vida por sus propios medios.  Y tomó la decisión de estudiar medicina.

            Se hizo "famosa" en Viena por ser la primera  mujer casada que estudiaba.

Cuando éramos jóvenes, Austria era el centro del mundo. Tenía el único partido socialdemócrata de masas en el que el proletariado participaba en la vida cultural. Me crié en la Viena Roja. La militancia política me ayudó a liberarme del aislamiento y del malestar confuso de ser una muchacha, ya no rica, en una ciudad llena de pobreza y desempleo. Me dio la experiencia de solidaridad como práctica cotidiana lo que le daba a mi vida,  un sentido más allá de lo personal. Aunque siempre fui crítica y tuve mis dudas: con las purgas, los juicios stalinistas, con el Stalinismo.[4].

            Contaba que una maestra le decía: "Hay gente que dice que no debes meterte en política, que la política es sucia. Sin embargo, si no participas activamente en la política, igualmente harán política contigo".[5]

            Solidaridad con las mujeres pobres

            Se recibió de médica en 1935, lo que le abrió la puerta a otras actividades. Por ejemplo, asistir a un ginecólogo mientras practicaba  abortos a mujeres obreras, proletarias que  los necesitaban por razones económicas o personales. El pago era una limonada y un trozo de torta. Esto se inscribía en la  lucha feminista que había en Viena. Las feministas vienesas luchaban entre otras cosas para que las mujeres  decidieran sobre su cuerpo así como para que se legalizara  el aborto.

            En las Brigadas Internacionales en España

             Unos meses después que estallara la Guerra Civil Española, los laboristas ingleses organizaron un equipo de médicos y enfermeras para que colaboraran con los Republicanos, y allá se fueron Mimi y su marido,  que era médico cirujano. Tenía mucho miedo de morirme. Y si estoy aquí, es porque no fui la mejor ni la más heroica.[6]

Salir de Austria, la protegió de los nazis, ya que era judía pero atea.  Como mujer me sentí cómoda. Conocí a Dolores Ibarruru, la Pasionaria. Al comienzo, nuestra estadía fue de "turismo revolucionario", pero en el frente de Jarama, nos topamos con la guerra y sus horrores. Aprendí a coser heridas, enyesar fracturas, extraer metralla. No teníamos antibióticos. Y muchas veces había que amputar en condiciones terribles. Aprendí mucho y no solo de cirugía. Mi pobre español era suficiente para los heridos graves, para los moribundos ya que lo único que pedían era agua o madre.  Pero los muertos y los heridos nos inundaron. Llegué a desear que una bomba acabara con todo: el dolor era insoportable. Yo estaba embarazada.

            El largo camino del exilio

  Como no podíamos ofrecer buenas prótesis para los amputados, a mi  marido se le ocurrió armar un taller para fabricarlas, lo que nos llevó a Francia. En Niza fue la peor época de mi vida, la muerte de mi bebé, los compañeros muertos, Europa desmoronándose en el nazismo. Tuvimos autorización para dejar Europa y pensamos acogernos a la propuesta de L. Cárdenas que había abierto las puertas de México para los perseguidos políticos y raciales, pero la visa no llegó a tiempo y así llegamos al Uruguay. Así nuestro país, fue su primer lugar de exilio. Después  llegó su madre y su hermana. Pero no pudieron quedarse ya que no era posible revalidar los títulos de médico, por lo que finalmente se instalaron en la Argentina.

Sus aportes al psicoanálisis.

En la Argentina, Mimi retomó sus contactos con el psicoanálisis. En Viena su análisis se había suspendido ya que no era posible pertenecer a la Asociación Psicoanalítica y militar en la Resistencia contra los nazis. Fundó junto con otros psicoanalistas  la Asociación Psicoanalítica Argentina, en la que tuvo una actuación muy destacada.

Fue una de las intelectuales que hizo su aporte a una de las revoluciones silenciosas de este siglo: el cambio en la situación de la mujer.  Ella  se definía como feminista en el sentido de querer mejorar la condición de la mujer en el mundo. Decía con Y. Roudy: "Es feminista toda mujer y todo hombre que toma conciencia de la opresión de que es objeto la mujer".     Investigó y escribió sobre el tema en un sin fin de artículos y en su libro más importante "Maternidad y Sexo" (1951), en el que hizo un análisis de las características falocéntricas y patriarcales de nuestra sociedad. Sostenía que la mujer ha sido marginada y dominada.  Quería rescatar lo específico femenino, lo diferente del hombre así como que las mujeres pudieran sentirse contentas de ser mujeres. Recorrió en su obra  los hitos por los que se va transcurriendo la vida de la mujer: menarca, menstruación, desfloración, frigidez, fecundación, embarazo, parto, lactancia, anticoncepción, climaterio, menopausia, vejez.

Le preocupaba que se confundiera la lucha contra el patriarcado con lucha contra el hombre. Fue una pionera en el estudio de género.

Pero su  pertenencia a la APA fue crítica, y llegó a sentirse asfixiada,

tuvo la necesidad de que el psicoanálisis tuviera una aplicación social. Junto con otros didactas y analistas fueron cuestionando: los gastos excesivos para hacer la carrera de psicoanalista , el temario de la formación de los psicoanalistas, el contenido ideológico, los requisitos de ingreso, etc. Estas críticas se fueron constituyendo en la Plataforma con la que habrían de renunciar a la APA y la IPA. Ella fue una de los psicoanalistas didactas que renunció a ambas instituciones.

            Mimi pensaba que el mundo que se vive en una institución psicoanalítica es alienado, apartado,  donde resulta difícil o imposible el trabajo interdisciplinario, que ella sentía como imprescindible. Pensaba que en la institución psicoanalítica se reproduce el modelo social  así como en el ejército, o en la iglesia.

 Cuestionaba el tema de los honorarios altos como parte de la práctica privada elitista: el psicoanálisis individual y prolongado. 

            Otro aspecto fundamental que interrogaba era la neutralidad del analista. En los términos actuales, diríamos que es imposible no incluir en el campo a observar al psicoanalista con su historia, su subjetividad.

            Fue pionera en muchos sentidos: en el tema de género, en la necesidad de un enfoque complejo y multi e interdisciplinario, en la necesidad de una aplicación social del psicoanálisis así como de una práctica comunitaria, en el señalamiento de la implicación del analista con sus pacientes.

            Esta anécdota la pinta de cuerpo entero: en un Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional que se realizaba en los países nórdicos, se le acercó un analista conocido (de ella) y le dijo: Si quieres puedes ser elegida vicepresidenta de la IPA. ¿No te parece magnífico? El puesto que nunca consiguió Melanie Klein. Y ella le contestó: ¿Para qué quiero eso?         

 

Vejez  joven

Pero en 1974, tuvo que exilarse en México, ya que estaba amenazada por la triple AAA en la Argentina por su militancia en la salud mental. Así es que finalmente llegaría a México como lo habían querido  al salir de Europa.

Solidaridad internacional nueva.

Sus preocupaciones sociales no acabaron nunca. Teniendo más de setenta años, preparaba seminarios sobre distintos temas que daba en Europa, donde viajaba a buscar dinero para ayudar a organizar el Sistema de Salud Mental en Nicaragua, después del triunfo de la Revolución Sandinista.  Organizó grupos de psicoterapeutas  que viajaban periódicamente a trabajar allí. Así como participaba de seminarios para aprender otras técnicas útiles para el Programa  de salud mental de Nicaragua. 

Ella decía: Pertenecí al siglo. El siglo también le perteneció, lo atravesó con  alegría y humildad.                               

     

 

[1] Langer, Marie: Memoria, historia y diálogo psicoanalítico. Ed. Folios, México. 1981

[2] Ibid

[3] Ibid

[4] Ibid.

[5] Ibid

[6] Ibid.

 
Articulo publicado en
Enero / 2016