Desde Topía denunciamos renegaciones que producen amputaciones en nuestra subjetividad, cuyos efectos provocan y provocarán mayores padecimientos subjetivos. Donde los más afectados, como siempre, son los sectores de menor poder adquisitivo. Basta recordar que el 50% de la población vive en la pobreza. Dato que se lo está tomando como algo “natural” propio de la pandemia sin dar cuenta de 12 años de gobiernos K y 4 de macrismo. Eso sí todavía hay intelectuales “progresistas” que citan a Lacan y dicen que la lucha de clases no existe.
“Se nos fue Rinaldo”. El escueto mensaje de mi hermano era punzante. Viernes 25 de junio a la noche; la cena se me enfrió rápidamente. Algo parecido a aquel 23 de enero de 2011, mientras manejaba por las rutas argentinas y recibí “se nos fue el flaco”. No hacía falta poner Spinetta. Las lágrimas empañaban la visual de un atardecer de una tristeza infinita.
Ya llevamos más de un año de pandemia y de distintos confinamientos alrededor del mundo. En los inicios de las cuarentenas muchos de los tratamientos continuaron a distancia con diversas tecnologías. Aunque había debates previos sobre esta modalidad de abordaje, la mayoría del mundo psi dejó dichos debates y polémicas bajo el manto de “al menos se pudo continuar”. Lo cual es cierto, para muchísimos pacientes y analistas.
La transformación en los dispositivos psi de este tiempo es la más importante desde sus inicios hace más de un siglo. No se puede avanzar sin poner a trabajar qué implican estos cambios. Es necesario rescatar el pensamiento de su adormecimiento entre las amenazas de subsistencia y el alivio de poder seguir trabajando, como sea. Este libro rescata debates previos y actuales sobre qué implica esta transformación que modifica y modificará nuestros abordajes clínicos.
El legado de esta pandemia 2020-2021 es aún incierto. Algunas cuestiones son claras, otras todavía imprevisibles. Atravesamos un acrecentamiento del “sálvese quien pueda” en todos los órdenes de la vida. En un nivel, una guerra de vacunas fruto de la “libre competencia” que también reina en el campo de Salud. Esto lleva a que los países más ricos sean los beneficiarios de las pocas dosis que se pueden producir de acuerdo a las leyes del mercado que no contemplan el conjunto de la comunidad.
A 40 años del asesinato de Lennon hay toda clase de recordatorios. Retromanía y corrección política atraviesan la mayoría. Pero en tiempos de luchas feministas parece casi increíble que parte de su legado quede en el olvido. Solamente la persistencia del patriarcado puede explicarlo. Más vale seguir con la historia oficial de la bruja Yoko y el edípico Lennon. Y no volver a la política.
Este año tenía que producirse el cierre de los manicomios y su reemplazo por propuestas alternativas (hospitales de día, de noche, casas de medio camino, etc.). Nada de esto ocurrió y la situación en los servicios se agravó con la pandemia. En el número anterior denunciamos la muerte de un paciente del Hospital Borda que fue atacado por una jauría de perros mientras paseaba por los fondos del hospital. Como decíamos, una muestra tremenda de la barbarie en los manicomios. En los últimos días ocurrió otro hecho grave.
La pandemia que nos atraviesa hizo entrar en crisis a pacientes, analistas y los tratamientos clínicos. La continuación a través de pantallas dio lugar a algunos debates sobre la pertinencia de su uso. Muchos llegan al puerto dilemático entre tecnofóbicos y tecnofílicos. Algunos descreen que algo del psicoanálisis pueda suceder sin el encuentro presencial y otros afirman que se continuó el análisis por otro medio, en una suerte de pontificación sobre un inconsciente que no conoce frontera alguna.
Los forzados tratamientos a distancia muestran una crisis que atraviesa a analistas y pacientes
“Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, nos decía Christophe Dejours en la charla que organizamos a fin de mayo. Por lo contrario, el cielo no estaba ni calmo ni límpido. Había mucha gente enferma y descuidada en todo el mundo. Y la pandemia lo profundizó.
Desde el cierre del último número los confinamientos abarcaron a más de la mitad del mundo. La forma en la cual se han tomado los cuidados de la población muestran los límites del capitalismo actual, que proclama protecciones, pero produce muchos descuidos. Como se suele decir: si se puede prevenir no es un accidente. Y la pandemia no lo ha sido: muestra la fragilidad del sistema social y ecológico. Con todos los desarrollos tecnológicos y científicos un virus ha mostrado el desamparo de los humanos que el sistema actual creía haber superado con el relato de una omnipotencia a la vuelta de la esquina.
Hace unas semanas, como consecuencia de una información del Centro Simón Wiesenthal, comenzó a darse un debate sobre la figura de Ramón Carrillo. Creemos necesario recordar los efectos de su gestión en el ámbito de Salud Mental a partir de nuestras investigaciones publicadas en Las Huellas de la Memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los 60 y 70. Ed. Topía, segunda edición, 2018.
El cierre de esta edición coincide con la declaración de pandemia ante el coronavirus. Esta situación llevó a tomar medidas de gran dramatismo: gente aislada en sus casas, ciudades vacías, cierres de fronteras, cancelación de vuelos. El coronavirus aparece interrumpiendo la vida cotidiana. Su resultado es que ante la conciencia de fragilidad del ser humano emerge el miedo; el pánico ante el otro. Esta no es una buena respuesta ante la emergencia sanitaria. Tampoco negar la gravedad del problema. De allí la importancia de un Estado que promueva la solidaridad: me cuido porque de esta manera cuido al otro.
Una parte de esta compleja problemática tiene raíces en las tremendas desigualdades sociales provocadas por el capitalismo que consolidan nuevas inequidades en relación al contagio y la supervivencia frente a la epidemia. Los sistemas privados no están preparados para dar atención al conjunto de la población. Por ello la necesidad de apuntalar un sistema público universal y gratuito. A la par de generar espacios de solidaridad. Espacios de subjetivación donde se tenga en cuenta al otro.
La música es una experiencia. Siempre desborda lo meramente sonoro. La música son cuerpos, relaciones, pasiones, sociedades y culturas. Cada cual tiene sus propias experiencias. Vemos, bailamos, tocamos, sentimos la música.
La música es una experiencia que nos sostiene desde los inicios de nuestra vida. Es una de las facetas de los variados sostenes corporales de nuestra subjetividad. Desde las voces que nos acariciaron mientras nos alzaban hasta aquellas que sonorizaron algunos de los momentos más importantes de nuestra vida: las crisis, los amores, el sexo, los viajes, las angustias.
Las autoridades del Hospital Braulio Moyano no permiten usar la palabra “manicomio” dentro del Hospital. Los trabajadores pueden tener represalias por su uso. Es más. Dicen que nunca fue un manicomio. Y que los manicomios no existen.
La suposición de que prohibiendo la palabra se pueden transformar los hechos está destinada al fracaso. El problema es más profundo y tiene varias aristas. El Moyano es un manicomio. No sólo por su historia, sino por su presente. Las prácticas manicomiales se basan en la incentivación de procesos de desubjetivación de pacientes y trabajadores de esta institución total. Que es un lugar de represión y no de cuidado fue demostrado durante el siglo pasado. La persistencia de estos lugares en distintos lugares del mundo es un anacronismo. Pacientes y trabajadores lo padecen.
En los últimos tiempos circula la nominación “varones en deconstrucción”. Una forma de ensalada mixta basada en el concepto de Jacques Derrida con ingredientes de progresismo y corrección política. No es un dato menor que la ahora popular “deconstrucción” es un método que proviene de la lectura de textos, con lo cual nos deja únicamente en la órbita del lenguaje. Los sujetos somos mucho más que lenguaje, y los varones somos sujetos. Por eso, el camino lleva a un sin salida. Se “deconstruye”… ¿y entonces qué hacemos? ¿Rearmamos el ser varón tirando las malas piezas del lego como si fuéramos muñequitos? ¿Podríamos rearmar un nuevo modelo de varón “bueno” con las mismas piezas?
Tenemos que “deconstruirnos” porque todos, sin distinción, fuimos igual de “machistas y malos” hasta hoy. No es así. Hay modelos, hay historias, hay luchas. Silenciadas
El sometimiento del poder es un signo de todas las épocas. Lo más notable en la actualidad es su naturalización. Un ejemplo es que podemos pensar antes la posibilidad de destrucción del planeta que el fin del capitalismo. Lo que escuchamos es que nada puede cambiarse: es lo que hay, y no podemos hacer nada para modificarlo. Estas frases muestran los efectos en la subjetividad de la aceptación pasiva del sometimiento.
El mundo parece derivar hacia una nueva tentación fascista. El actual capitalismo neoliberal multiplica desigualdades cada vez más profundas. Esto produce una fragmentación que promueve nuevas formas de desidentificación y desubjetivación. Ante este estado de situación, la tentación fascista es un camino que tiene horizontes de mayor destrucción y crueldad, tal como en la primera mitad del siglo XX.
El capitalismo actual intenta demoler nuestro presente y nuestro futuro. La Argentina se ha convertido en uno de los lugares paradigmáticos de este proceso en la actualidad. No hay subjetividad que sea ajena al llamado “ajuste”. Un eufemismo para nombrar lo que es una embestida del capitalismo tardío sobre nuestra subjetividad.
Los efectos hoy se dan en distintas áreas. Mencionaremos sólo algunas.
Los sonidos y las palabras son parte indivisible de la experiencia musical. Una amalgama que está en los fundamentos de la música y el lenguaje. Las “letras” de las canciones nos cantan, nos cuentan, nos habitan. Terminan siendo parte de nuestro cuerpo, de nuestra vida. En cada época y lugar tienen la potencia de convertirse en mojones de nuestra existencia.
Trabajar siguiendo ‘Las Huellas de la Memoria’ como lo hacen Carpintero y Vainer, es un proyecto de orden ético: reconstruir un pasado que ha sido censurado de diversas maneras: por la censura oficial, pero también y sobre todo por la censura que el terror sembró. Como decían los autores citando a W. Benjamin: el historiador es aquel que “sólo tiene derecho a encender en el pasado, la chispa de la esperanza”, y este libro lo pone en acto en su empresa ética: recordar es un deber y permitirá, recién entonces, el derecho a olvidar.Del prólogo de Gilou García Reinoso
Las Huellas de la Memoria II es un magnífico aporte a la memoria colectiva y a la memoria histórica. Pero sobre todo es un aporte y un desafío para las nuevas generaciones de Trabajadores de Salud Mental en la perspectiva de construir nuevos caminos emancipadores, y en ese trayecto, nuevas formas de subjetividad y nuevos instrumentos en el campo de la salud mental. Diana Kordon - Presentación de la primera edición en Buenos Aires
Un mérito importante de la escritura de este texto, por momentos relato histórico y en otros más afín al involucramiento psicoanalítico, es que ellos se proponen, desde el hoy de la escritura, hundir la mirada en las raíces de un ayer, a la par próximo -ahí nomás- y lejano no bien cedemos a la tentación de olvidar, poniendo distancia con hechos dolorosos o tal vez sólo decepcionadas apuestas a un futuro. Ese que es nuestro presente, un presente desde donde bosquejar mañana. Del prólogo de Fernando Ulloa
Quiero agradecer a Carpintero y Vainer por el respeto y la seriedad con que han encarado la tarea y en lo personal el modo tan puntilloso y respetuoso con que relevaron a los que tuvimos las entrevistas que están en el libro. Roberto Harari - Presentación de la primera edición en Buenos Aires
La contrarreforma psiquiátrica avanza. Hace ya más de 10 años que hemos definido esta tendencia como un intento de reapropiación del campo de Salud Mental por parte de la hegemonía psiquiátrica. Hasta entonces se podían distinguir entre asociaciones psiquiátricas “progresistas” y “manicomiales”. La diferencia queda para los libros de historia. Desde las discusiones sobre la Ley Nacional de Salud Mental las organizaciones médico-psiquiátricas tienen acuerdos. Y tratan de avanzar por nuevas conquistas.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra