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Nota de los editores: Volver al futuro. Memoria y transmisión

 
Revista Topía #84 - Noviembre/2018

 

El capitalismo actual intenta demoler nuestro presente y nuestro futuro. La Argentina se ha convertido en uno de los lugares paradigmáticos de este proceso en la actualidad. No hay subjetividad que sea ajena al llamado “ajuste”. Un eufemismo para nombrar lo que es una embestida del capitalismo tardío sobre nuestra subjetividad.

Los efectos hoy se dan en distintas áreas. Mencionaremos sólo algunas.

La planificada desidia y falta de interés por la educación pública parece no tener límites. Lo sucedido en la escuela de Moreno, del gran Buenos Aires, es un analizador. La falta de mantenimiento del gas se cobró las vidas de dos trabajadores. Frente a las movilizaciones, las fuerzas paraestatales inoculan el terror en nuestros cuerpos para intentar paralizar las luchas. Sin embargo, continúan. En los últimos meses en las distintas universidades del país gremios docentes y estudiantes se conjugaron en paros y tomas. Las luchas y movilizaciones se han multiplicado en distintos sectores del campo educativo.

En el área de Salud hay una baja de presupuestos que implican desde falta de insumos básicos hasta despidos en distintos hospitales del país. El Ministerio de Salud se ha degradado a Secretaría. Nada nuevo bajo el sol. Tal como hemos escrito en estas páginas hace años: un acuerdo con el FMI, al imponer una “disciplina financiera” que reduce el gasto público destruye nuestra salud en pro de la “salud financiera”. Los contratos precarizados que fueron moneda corriente de los gobiernos K posibilitan cesantías por doquier. En el caso específico de Salud Mental se echaron por WhatsApp a 88 trabajadores de todo el país en agosto. En todos estos casos también las luchas se multiplican en distintos sectores del país.

El intento de destrucción del presente tiene como eje desarmar el espacio-soporte que nos sostiene subjetivamente. Su objetivo es claro, promover el sometimiento al poder como estrategia de subsistencia.

Y también actúa sobre nuestro pasado y nuestro futuro.

Por un lado, necesita moldear una memoria a medida para justificar el arrasamiento actual. Los intentos de formular una supuesta “memoria completa” hacen desaparecer el genocidio acontecido durante la última dictadura cívico-militar. Así se reniega, -en el sentido que le daba Fernando Ulloa, de negar y negar que estoy negando- de los más de 340 campos de concentración y exterminio que funcionaron en nuestro país. Esta renegación tiene función de crear una memoria que borre lo sucedido y justifique la necesidad de los “ajustes” del presente.

Por otro lado, el futuro se torna catastrófico entre los escombros del presente. Precarizar la subsistencia es promover formas de dominación. Los horizontes se cierran en el futuro hacia un presente de supervivencia.

En conjunto son estrategias de sometimiento al poder. Tal como mostraba George Orwell en 1984: “El que controla el pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado”.

El grado de avance de esta situación depende y dependerá de las luchas de distintos sectores de los movimientos sociales en su conjunto. Es una lección de historia. Y una herramienta para nuestro presente y nuestro futuro. El dossier de este número es “Volver al futuro. Memoria y transmisión”. En el artículo Editorial, Enrique Carpintero trabaja sobre la memoria y la transmisión. Allí afirma cómo “si no hay pasado no hay futuro ya que no se puede crear desde la nada”. Y por ello la reivindicación de una memoria crítica que “puede ser capaz de erigirse como el mejor tipo de análisis histórico. Pero también va a permitir desarrollar un pensamiento crítico que cuestione las formas actuales en las que se sostiene el poder en el capitalismo tardío.” Angelina Uzín Olleros aborda la cuestión del futuro en su texto “¿Qué futuro nos depara el presente vintage?”. Desde la historización filosófica, llega a hoy donde cuestiona cómo “los comienzos del siglo XXI muestran la necesidad de replantear nuestra visión de la herencia y sobretodo de la deuda, a los pobres y las clases medias se les pide ‘austeridad’, a los derechos se los considera ‘gasto público’”. La psicoanalista Isabel Lucioni aborda la cuestión del futuro desde Freud, criticando un “posfreudismo de pensamiento débil”, para rescatar el paradigma del psicoanálisis freudiano y la vigencia de sus aportes teóricos y clínicos. Lila María Feldman plantea la relación entre los sueños y futuro. Rescata el valor de los sueños “contra todas las políticas que buscan aniquilarlos, o domesticarlos, proponiendo espejismos, los sueños se imponen.” Finalmente afirma cómo “es el hilo que enhebra todos los tiempos. Soñamos para recordar, soñamos para desear y que exista futuro, también.

El sueño es usina de futuro.” César Hazaki muestra en “Masturbación cyborgun futuro presente donde hasta se mercantiliza la masturbación. La columna de Alejandro Vainer “Futuro on the rocks” nos acerca a cómo las canciones nos hablan sobre el presente y el futuro de cada momento histórico.

Topía en la Clínica aborda la cuestión del género en la clínica psicoanalítica. Beatriz Zelcer escribe sobre lo que llama una “relación difícil”. A través de viñetas clínicas refleja que “la tarea que se nos abre es enorme. Salirse del imaginario del patriarcado es un proceso sin fin y permanente, que va y viene y que es imposible sin un trabajo colectivo que demandará muchos años.” Elina Carril Berro trabaja sobre cómo la cuestión de género en el psicoanálisis implica “no sólo abrir campos de visibilidad teórica, sino abrir posibilidades de intervención”. A través del análisis de dos casos muestra cómo se transforma el abordaje clínico. “Madre no hay una sola” es el aporte de Laura Verónica Lombardi, Yanina Ariela López, María Lucila Nístico y María Guillermina Valencia, quienes aportan su trabajo en el Equipo de Vinculaciones y Adopción de un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. Susana Toporosi desentraña el fenómeno actual de sancionar a algunos adolescentes varones como “abusadores” en su texto “Adolescencia y poder: ‘escraches’ en escuelas secundarias”.

En Debates en Salud Mental, Olga Rochkovski relata una experiencia en Uruguay donde un orfanato cuartelario se convirtió en una comunidad terapéutica entre 1969 y 1976. Laura Ormando escribe su imperdible “Escrito de Guardia”.

En el Área Corporal, Raquel Guido encara el “Cuerpo como construcción sociocultural e histórica. Atravesamientos políticos”. También este número tiene textos especiales, como el adelanto del próximo libro de David Le Breton que la editorial Topía publicará el año que viene: La piel y la marca. Acerca de las autolesiones. En el texto, Le Breton propone un recorrido por las distintas instancias en que las personas se autolesionan voluntariamente e indaga en sus significados. Carlos Barzani realiza un comentario crítico del libro Homosexualidad y revolución de Dan Healey, una investigación sobre la homosexualidad en Rusia y la Unión Soviética antes y después de la revolución. Finalmente está el relato de Luna Malfatti: “La locura de Martínez”.

Un número para seguir construyendo un territorio de pensamiento crítico que va de nuestra memoria al futuro.

Hasta el año que viene.

Enrique Carpintero, César Hazaki y Alejandro Vainer

 

 

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Noviembre / 2018