Queridos amigos de Topía, si estuviéramos juntos y leyera las preguntas, contestaría espontáneamente: “Mirá, tengo un paciente que es empresario. Viaja mucho, ahora está en Asia, creo que dentro de poco estará en Vietnam. Eso de hablar por teléfono lo hacemos ya hace mucho. Antes que apareciera la nefasta pandemia.”
El tema de las consecuencias de la infección abordó todo el mundo social. La atención a distancia en Suiza, como tema, surgió paulatinamente. El intercambio entre colegas es muy reservado e inhibido.
La atención a distancia ya existía hace mucho tiempo. La pandemia la difundió y la discusión al respecto se actualizó.
Ya en 1950 se trabajaba por teléfono y fue tema de varios trabajos teóricos
Podemos sostener que el cuerpo constituye la propiedad última del ser humano, o al menos así lo experimentamos en la cultura occidental. Desde sus clásicos desarrollos, el psicoanálisis ha dado cuenta de que es a partir del cuerpo que el sujeto se reconoce a sí mismo; en la representación que los seres humanos tenemos de nosotros mismos el límite del propio yo está asociado a la superficie de la piel. Sin embargo, y por esta misma centralidad, el cuerpo también constituye un territorio donde se plasman múltiples tensiones y disputas -económicas, políticas, religiosas, científicas, tecnológicas, epistémicas y éticas-.
Asistimos al embate de discursos que en un retorno al innatismo/biologicismo proponen explicaciones monocausales que reducen toda adquisición de cultura a sus fundamentos biológicos, haciendo derivar de allí múltiples prácticas parcializantes
En todo sujeto la sexualidad se expresa de manera diferente. Sus características dependen de un cuerpo pulsional donde encontramos una anatomía, diferentes procesos identificatorios y las particularidades en que cada sujeto atraviesa la castración edípica que instala la alteridad en la dinámica del deseo y la prohibición; el interjuego de las pulsiones de vida y de muerte; la pulsión y la defensa. De allí que es necesario hablar de la sexualidad en plural.
Siempre en el juego erótico hay alteridad.
El otro es necesario pues el encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Cuerpo deseado que en sus zonas erógenas se abre a la sexualidad en la imaginación y la alteridad
Este texto corresponde a un fragmento del libro El maltrato entre lesbianas en relaciones amorosas/sexuales. Síntesis de conceptos y experiencia en asistencia psicológica en una ONG, de Patricia Claudia Rossi. Éste será publicado por la editorial Topía como e-book de descarga libre y gratuita.
Para aproximarse a una comprensión del maltrato en relaciones amorosas/sexuales entre lesbianas, hay que entender primero los efectos de algunas formas sociales de violencia que recaen sobre todas las personas1, pero afectan de modos particulares a quienes fueron asignadas al lugar de mujeres al nacer y a quienes se apartan de las expectativas culturales en torno a corporalidad, sexualidad y género.
Cis significa “de este lado”, trans significa “del otro lado”. Las personas cisexuales/cisgénero son aquellas cuya identidad/expresión de género coincide con las expectativas culturales en relación al sexo asignado al nacer
¿Será posible que algo cambie luego que atravesemos la pandemia?
Algunos piensan que sí, mientras que otros afirman que si algo cambia será para peor, y que el detenimiento compulsivo de gran parte del aparato de producción extremará el deseo extractivista, pondrá la maquina a toda velocidad buscando la manera de recuperar lo perdido, lo que han dejado de ganar. Entonces el daño será aún mayor.
En un mundo extremado en su salvajismo, los niños quedarán más expuestos. La esperanza se reduce a medida en que el virus se resiste a abandonarnos. Solo la vacunación masiva (o el contagio masivo con la desolación que traiga implícita) podría poner en marcha al mundo en un ritmo similar, anterior al parate. Y apostar allí a hambres y ansias (capitalistas) similares a las que estaban antes que el virus interrumpiera nuestros días. Pero ese no es el escenario más probable.
Es imprescindible que lo que hoy son destinos inexorables, deslizamientos hacia el debilitamiento del lazo social, se transformen en futuros para esos niños, para que de esa manera se detengan epidemias como la del autismo
Un libro de reciente aparición que trabaja un apasionante caso clínico. En la historia del psicoanálisis se convierten en libros imprescindibles para avanzar en la teoría y en la clínica. Este libro nos muestra cómo trabaja una analista implicada. Y nos permite avanzar en cuestiones actuales como la identidad de género. A continuación, transcribimos el prefacio de Miriam Chnaiderman.
Prefacio
La vida y nuestra escucha: las sexualidades y avatares de una psicoanalista
Me gustaría comenzar este prefacio citando el párrafo final de la última parte del capítulo 5. Luego de la entrevista en la que se le informa a Cassandra que el proceso analítico se interrumpiría ya que los padres habían decidido que B., su pequeño paciente, iba a seguir el análisis con otro terapeuta, luego de describir el vandalismo de B., Cassandra exasperada relata el momento en que el padre notó cómo la mesa y la habitación habían quedado “bastante dañadas”. Así lo describe Cassandra:
Irma: exitosa abogada de 63 años. Tres matrimonios, tres hijos, divorciada. Una mujer que si bien, no es muy bonita, conserva rasgos de haber sido una persona atractiva para los hombres (luego verificaría que mi percepción había sido acertada). Hoy parece haber abandonado su lugar en el campo de la seducción y de la búsqueda de las miradas masculinas -o las de todos- en cuanto a su descuido en la apariencia, no así en cuanto a su desempeño intelectual y la esgrima inteligente con que maneja su pensamiento.
Para que el paciente piense acerca de las causas que lo tienen triste/deprimido es necesario el investimiento narcisista de su actualidad y también del futuro, de modo que el cambio y la alteración tengan sentido
Antes de la pandemia los reportes de UNICEF (2019), señalaban preocupantes índices de depresión e incremento mundial de tasas de suicidios. En Argentina los suicidios constituían la segunda causa de muerte en la franja de 10 a 19 años. Sobre este precedente, tal como lo refiere la ONU (2021), las expresiones de sufrimiento psíquico registrados antes de 2020 en niños y niñas, se agravaron sustancialmente. Su relevamiento, basado en 8.000 encuestas, señala que en América Latina y el Caribe, una cuarta parte de niños y niñas sufren ansiedad, el 15% depresión y los síntomas más frecuentes son la tristeza, angustia, enojo y problemas de sueño. A lo descripto se suma que un número relevante de adultos a cargo de niños/as se encuentran afectados, lo cual disminuye su capacidad de proveer los cuidados lo suficientemente buenos que se requieren para su crecimiento.
Una cuarta parte de niños y niñas sufren ansiedad, el 15% depresión y los síntomas más frecuentes son la tristeza, angustia, enojo y problemas de sueño
En general los niños llegan a la consulta cuando algo del sufrimiento o del malestar está en juego. ¿Podría ser de otro modo? El pedido de intervención profesional siempre es desencadenado porque hay algo que angustia, frustra, enoja o desespera.
En los tiempos de la infancia son los adultos a cargo de la crianza quienes solicitan el asesoramiento y enuncian aquello que se presenta como disruptivo. Será nuestro trabajo como analistas ubicar inicialmente cuál es la demanda y sobre quién recae.
Aprender es un acto público dado que se desarrolla en un espacio social y a la vez compartido e involucra no solo los deseos de los padres y el niño en situación de aprendizaje, sino también los anhelos de la ciudadanía
En el siguiente documento se pretenderá reconsiderar la metodología de juego, haciendo uso de las tecnologías, que, para el presente caso, fue usando la aplicación “Free Fire”.
Dicha forma de jugar permitió generar la transferencia desde un lugar distinto al usual, es decir, desde la metodología tradicional: entrevista semi estructurada, test proyectivos o todo aquello que implicase de manera directa una pregunta de por medio, ya que, desde ahí aparecían los mecanismos de defensa desde el participante y que imposibilitaba tener un diálogo que permitiera la apertura del discurso subjetivo.
Desde el quehacer psicoanalítico, se admite un no saber permitiendo así, como indica la autora, escuchar, acoger y no cerrar los discursos de cada sujeto que se tiene en frente
Primera: “La pandemia me afectó mal, me analicé muchos años y he ido tratando de pilotear mi locura, pero la angustia me gana, ahora me la empecé a agarrar con el cuerpo… Es que de un día para el otro me quedé sin trabajo. El otro día me dio un ataque con mi marido y le tiré la ropa afuera de casa porque miraba el celular mientras tomábamos café.”
Segunda: “Por primera vez en mi vida voy a pasar las Pascuas sola, la incertidumbre me mata… ¿y si me contagio y me muero? La muerte por covid es en soledad. Y si no los veo más a mis nietos… ¿Cuándo voy a volver a tener un abrazo? Estoy muy angustiada… quiero escapar de mí misma…”
(La crisis de angustia) es un modo particular de presentación de la angustia como estallido, indicando un dolor psíquico que no logra aún transformarse en sufrimiento
La enfermedad causada por SARS-COV-2 afecta desde 2019 a todo el planeta y genera estrés en múltiples ámbitos que influyen en la salud mental. El virus es una amenaza real, con frecuencia amplificada por cierta prensa y enfoques políticos que buscan réditos de modo espurio, así como por falacias que -mezcladas con verdades- se replican en las redes sociales agregando al tema notas agobiantes y sesgos de negatividad.
Las sensaciones de incertidumbre, temor, desconcierto, extrañeza e incapacidad para controlar el entorno son inevitables y confluyen en angustia. Esta compleja emoción conlleva expresiones y repercusiones psíquicas y orgánicas
Dos años después de comenzada la pandemia, en medio de una tercera ola y sin que se avizore aun un final -si es que éste llegara alguna vez a producirse- me parece interesante ponernos a pensar que pasó entre nosotros, analistas, cuál viene siendo el resultado de nuestro pasaje por la tempestad.
Tenemos el desafío de la contemporaneidad de la experiencia, del barro común en el que estamos metidos, obligados a hacer y pensar en lo que hacemos al mismo tiempo, mientras tratamos de sobrevivir al desastre e intervenir en el sufrimiento que nos acecha desde nuestras propias vidas y las de ellos, quizás como nunca antes.
¿Cómo pensar las crisis de angustia? La crisis también es un impasse. Hay algo que era de determinada forma y ya no lo es. Algo se destituye y -en el mejor de los casos- algo nuevo podría fundarse
Este trabajo intenta acercar algunas reflexiones sobre posibles abordajes de las manifestaciones del sufrimiento psíquico autoinflijido, en la clínica de pacientes con predominio de funcionamiento neurótico.
Freud instaura una innovadora conceptualización en Más allá del Principio del Placer al introducir la dualidad pulsional: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Así, el concepto de pulsión de muerte, va coronando el edificio metapsicológico freudiano. El texto es una conjunción original que intenta ubicar, lo que de una manera general se suele llamar lo “negativo”2 (destrucción, sadomasoquismo, odio, distintos modos de desinvestiduras), del lado de la llamada pulsiones de muerte. En el mismo se destaca también el vínculo estrecho entre estas últimas y el fenómeno de la compulsión a la repetición.
Conjeturamos un lugar estructural en la subjetividad para el sufrimiento autoinfligido, (masoquismo y sadismo contra uno mismo). Éste sería expresión de un estado infantil originario donde pasividad y masoquismo son sincrónicos
En 2006, apenas terminada la residencia de psiquiatría en el Hospital Álvarez, publiqué en Topía un artículo que investigaba la relación de algunos médicos con la industria farmacéutica. Hacía referencia a mi propia práctica como hilo conductor, centrando el proceso en la posibilidad de ser “tentado” por determinadas modalidades de reclutamiento comercial de la industria. Algunas de ellas, groseras, y la mayoría más sutiles y ambiguas. Referí, en ese entonces, la anécdota que el Agente de Propaganda Medica (APM) fue la primera persona que me recibió en el hospital. Una persona amigable que estableció con muchos de nosotros una relación estrecha. Podría haber sido el director del hospital o el jefe de servicio, pero no, fue el APM que me invitó a desayunar. Fue un rostro conocido que nos facilitó material de estudio, acceso a congresos, revistas médicas, recetarios, lapiceras e infinidad de souvenires. Son prácticas absolutamente naturalizadas en la inmensa mayoría de los servicios médicos del país.
El médico solicita cosas o le son regaladas (nunca es un proceso coercitivo), pero a cambio de priorizar los medicamentos de una empresa en particular a la hora de recetar
He decicido contar este caso en el que estoy involucrado y que aun está en pleno desarrollo.
Tiene características de la situación actual. La pandemia infuencia nuestras vidas en lo cotidiano e inevitablemente también nuestra práctica como psicoanalistas y psicoterapeutas.
Como está tan “cerca” me cuesta camuflar lo necesario para que no sea reconocible, aprovecho que estoy en Suiza para esta publicación.
Cuando hablamos por teléfono, la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico. Físicamente Felipe está sano. Los padres quisieron presentarlo al hospital univeritario, estaba allí internado, pero tampoco allí se encontró una causa somática.
Cuando hablamos por teléfono la médica amiga me confió que el “caso” no era fácil de entender. Ella había controlado todo lo posible, sin encontrar un diagnóstico
La población joven que nos interesa tomar para pensar las crisis subjetivas durante la pandemia es una que se suele encontrar en el centro de las prácticas públicas, pero en los márgenes de sus conceptualizaciones: se trata de aquella que ha sufrido formas sostenidas de desamparo psíquico y social, cuyos efectos se relacionan a las actuaciones compulsivas, la ruptura de lazos y que, además, se encuentra estigmatizada mediante formas de subjetivación que hacen a figuras de peligrosidad y exclusión.
Una ganancia de la palabra juventud como diferenciación respecto de adolescencia tiene que ver con que los desarrollos en torno al proceso adolescente no dejan de basarse en la práctica clínica de consultorio con jóvenes de clase media o media alta en sociedades moderno-occidentales
Allá bien al norte, en el llamado Chaco Austral y casi integrado en El Impenetrable, un pueblo guapea para abrirse camino en el bosque chaqueño a golpe de hacha. Hacheros argentinos que tienen como fuente de trabajo la tala del quebracho y el mantenimiento de esos montes. Fueron sus primeros pobladores que venían del sur de Santiago del Estero los que, al ver cenizas y restos calcinados de troncos carbonizados, lo llamaron en quechua “sacha rupaj” - Montequemante, Montecaliente.
Montequemado tiene una población de más de 30.000 habitantes.
No existe el agua potable (el agua que toma la población contiene un índice altísimo de arsénico), ni red cloacal. Es una ciudad con altos niveles de pobreza y necesidades básicas insatisfechas
Se trata de un término usado en el slang estadounidense para referirse al sexo sin preservativo. La traducción literal es “montar a pelo” (o sin silla). Si bien Gregory R. Clark ubica su utilización por parte de los soldados estadounidenses ya durante la guerra de Vietnam,1 el empleo actual de esa jerga nos remite a las relaciones sexuales sin preservativo luego del impacto de la pandemia de vih-sida y, específicamente, a la segunda mitad de la década de los ’90 al interior de la comunidad de varones gays. Algunos autores han extendido la definición de bareback a toda relación sexual anal entre varones sin preservativo. Definirlo de ese modo pierde especificidad.
Nos referiremos al bareback como toda práctica sexual (con consentimiento) de modo intencional entre varones que suponga intercambio de fluidos sexuales
Una de esas personas célebres que responden personalmente sus mails es Irvin Yalom. Doce o veinticuatro horas después de recibirlos, y así hizo conmigo. En esa comunicación le expresé mi agradecimiento por sus libros y me animé a decirle que algo de su escritura me hacía recordar a Oliver Sacks1. En su cálida respuesta omitió el comentario acerca de Sacks. Ambos son de la misma generación, prolíficos escritores y médicos, con vínculos maternos difíciles, se han estudiado mutuamente y sobre ellos se han filmado películas.2 También son amantes de las motocicletas, los años sabáticos y de los viajes a destinos exóticos. Rivales, que sospechosamente nunca se conocieron, aunque coincidieron en los mismos lugares y circuitos durante décadas. Además, ambos han escrito increíbles autobiografías sobre el final de sus vidas: En movimiento (Sacks) y Memorias de un psiquiatra (Yalom).
Yalom sostiene una lucha académica y política contra la psicoterapia impulsada por las presiones económicas: breve, estandarizada, de solución de problemas
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra