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Clínica

La intrincada adolescencia de una niña abusada sexualmente por el padre

¿Cómo se hace para construirse una identidad en la adolescencia, cuando una se tiene que encontrar con huellas de un pasado que detesta? ¿Qué se hace con las marcas que una siente que podrían haber dejado huellas aborrecibles? ¿Cómo se hace si, a la vez, una añora haber tenido lo que siente que no tuvo? ¿Cómo se significa tanto desamparo? ¿Cómo se explora lo nuevo del propio mundo pulsional si el temor a encontrarse con algo monstruoso acecha? ¿Cómo hacer para sentirse real y verdadera?

Como marca de que había vivido algo traumático, el padecimiento la atravesaba corporalmente. Temblaba, tenía palpitaciones, lloraba muy angustiada y tenía pesadillas

El día que Lacan recomendó los trabajos de un psicoanalista nazi

Homosexualidad y Psicoanálisis

Ese día fue el 13 de mayo de 1959 durante el seminario El deseo y su interpretación. Catorce años después de haber finalizado la segunda guerra mundial y la maquinaria nazi para segregar y matar, y a cinco meses de fallecido ese personaje.

Lacan en este seminario viene trabajando la cuestión del objeto de deseo, la fórmula del fantasma, la castración y su objeto: “el falo”. Para dar un “descanso” dice que se referirá a la experiencia concreta y elige para ello, la homosexualidad. Ya algunas clases antes se había referido a la homosexualidad como una “problemática” en la que a pesar de afirmar que es de “una complejidad mucho mayor que la exigencia pura y simple, sumaria, de la presencia del falo en el objeto”, supone en estos sujetos un “desvío del complejo de Edipo”.1

Lacan no se refiere ni a Ferenczi, ni a Sadger, ni a Rank, otros psicoanalistas con publicaciones y experiencia en la atención de personas homosexuales, elige nada menos que a Boehm

Trastornos de la personalidad. Reflexiones y una viñeta

En la aproximación a los trastornos de personalidad, las perspectivas categoriales conllevan escaso ajuste entre prototipos y pacientes reales, superponen criterios, tienen baja fiabilidad y son poco útiles para diseñar la terapéutica.

Progresivamente se usan más las dimensionales. Permiten definir a un individuo en función de su combinación de rasgos y no de descripciones rígidas, objetivan la continuidad entre trastorno y normalidad, son más acordes a la complejidad clínica y consideran el contexto sociocultural. En esencia, dan cuenta de la realidad con más lógica que las categoriales -que todavía priman- y orientan hacia intervenciones individualizadas con sustento teórico sólido. Coinciden con los postulados de las psicoterapias y flexibilizan el enfoque clínico: importan más la persona y el funcionamiento mental en conjunto -evaluando vulnerabilidades y potencialidades- que el diagnóstico, por contraposición a las clasificaciones rígidas que describen/definen el fenómeno sin profundizar.

Hay cientos de psicoterapias efectivas y se sostiene que lo operativo es el “vínculo”; sin embargo nadie sabe con precisión qué se entiende por tal

Clínica de las perturbaciones del carácter

En la comunidad psicoanalítica tenemos un problema que no ha adquirido todavía suficiente visibilidad. Es una situación paradójica. Por un lado, las perturbaciones del carácter son reconocidas por todos como uno de los problemas que en la clínica nos plantea las mayores dificultades y por otro lado nos encontramos, luego de más de cien años de desarrollo de nuestro campo de conocimientos, con que ellas han sido escasamente estudiadas. Esto lo podemos constatar en el poco espacio que ocupan en la producción bibliográfica y en que no forman parte de los programas de formación. La consecuencia de esta paradoja, para quienes trabajamos en clínica, es que tenemos que enfrentar problemas complejos con recursos insuficientes.

Los rasgos patológicos de carácter producen algún tipo de malestar en el entorno. No se trata de conflictos que tiene el sujeto consigo mismo sino con los demás

Hacia el rescate de una cartografía pendiente

A partir de la última reforma curricular realizada en la Universidad Atlántida Argentina (UAA), y ante el ofrecimiento que me hiciera el Decano, Lic. Javier Vicente Manavella, se conforma desde 2017 la Cátedra de Psicoterapias. Acepté el desafío desde una actividad clínica ininterrumpida de veinte años, a la que se suma la experiencia docente que venía haciendo en otras dos cátedras en esta misma unidad académica, que tiene su sede central en la ciudad de Mar de Ajó, además de otras dos sedes que también funcionan en Mar del Plata y en Dolores.

No se enferma ni se sana por igual en los distintos sectores o clases sociales

Psicoanálisis y abordaje de la Homo-Lesbofobia

“Las mujeres que hacen ‘eso’ son degeneradas”

No cabe hacer una división binaria entre lo que se dice y lo que se calla; habría que intentar determinar las diferentes maneras de callar, cómo se distribuyen los que pueden y los que no pueden hablar, qué tipo de discurso está autorizado o cuál forma de discreción es requerida para los unos y los otros.

Michel Foucault, Historia de la sexualidad I

Presentación

Conocí a Laura a sus 40 años. Concurre a una primera entrevista muy desbordada, refiere que le costó muchísimo llegar a la consulta, ya que siempre pensó que se las tenía que arreglar sola. Habla muy rápido y como vomitando las palabras. Varias veces debo pedirle que repita lo relatado, porque no entendía lo que decía dada la verborragia con la que hablaba.

- “Mis amigos me vieron tan mal, que me insistieron y al final acepté porque ya no aguantaba más.” “Siempre tuve con mi mamá una relación de amor-odio. Desde chica yo era la preferida porque era la única hija mujer, pero también me exigía mucho, yo tenía que ser la señorita de la casa, me vestía con vestiditos que para ella eran hermosos y que yo odiaba porque no podía jugar a los juegos que me gustaban. Así que cada vez que podía, me ponía pantalones de gimnasia para poder treparme a un árbol que había en el patio de mi casa y también jugar a la pelota.”

Los valores de una cultura determinada se transmiten de generación en generación a través del superyó de los sujetos que la componen

Experiencias en escuelas secundarias: problemáticas adolescentes, adultos interpelados

Las teorizaciones surgen de las prácticas, en el mejor de los casos. Entonces ¿por qué resulta tan difícil contar las experiencias? Seguramente hay algo ahí que se expone y no es poca cosa: los cuerpos. Pero no se trata solo de la exposición de los cuerpos porque eso es lo que se trabaja en cada intervención, armando dispositivos para que los cuerpos se dispongan para el trabajo, poniendo el cuerpo en la coordinación y en cada actividad. ¿Y el pensamiento? El pensamiento está todo el tiempo ahí. Está para pensar las condiciones para que esos cuerpos se expresen, para cuidarlos, para escucharlos, para potenciarlos. Está para pensar a partir de lo que van produciendo.

Pero también hay otro aspecto importante y es que (quienes apostamos al trabajo colectivo, con grupos, en comunidades, en instituciones) consideramos que para que surjan nuevas significaciones sociales acerca de las distintas problemáticas que abordamos, son necesarias prácticas que promuevan pensar y producir colectivamente.

El Abuso Sexual en la infancia y la intervención institucional en la época actual

Al abordar el abuso sexual en la infancia en la institución pública se hace necesario poner de manifiesto las características de la época actual como contexto que atraviesa las diferentes instituciones. ¿Cuáles son las características de las instituciones actuales?; ¿qué implicancias tiene la época en el ámbito privado de lo familiar en su paso hacia la instancia pública?; ¿qué efectos de lo legal-institucional en el sujeto?; ¿cómo situar al niño abusado sexualmente en el contexto de la institución?; ¿qué lugar para el psicoanálisis aquí?

El presente trabajo tiene por objetivo reflexionar sobre estos interrogantes a partir de la experiencia obtenida en la labor que desde el año 2009 desempeñamos en una institución pública de nuestro país, dedicada específicamente a la atención de niñas/os, adolescentes y mujeres víctimas de abuso sexual.

La modernidad líquida es la época de la instantaneidad y la individualización ya que todo aquello es consumido individualmente.

Gramaxiomáticas del Capital: subjetivaciones, sujeciones, clínicas.

Las hablas del Capital, son actos de habla. Se propone pensar puestas en habla y en acto de eso que se llama Capital. Pensar el neologismo gramaxiomáticas, intenta poner en palabras la gramática y la axiomática de la maquinaria mundial de producción de sujeciones que es el capitalismo (escrito así, con “c” minúscula, para poner en evidencia, también, lo micro, lo cotidiano, lo adormecido de sus funcionamientos, pero de una materialidad que no genera consecuencias menores en la vida en común).

El lugar de los Procesos Judiciales en víctimas de Abuso Sexual, a la luz de la teoría Winnicottiana

Me propongo analizar los procesos jurídicos empleados en Chile en NNA[1]que han sufrido ASI[2] a partir de la teoría psicoanalítica desde Winnicott (individuo sano, dependencia, continuidad existencial, ambiente) y Ferenczi (Confusión de lenguas), destacando la importancia que otorgan a la escucha y validación del analista respecto a personas gravemente traumatizadas.

Puesto que el ASI es un delito, estos procedimientos se enmarcan en lo jurídico, cuyo objetivo es su investigación y persecución penal, así como proteger a los NNA. Me parece interesante el cuestionamiento respecto al rol de la institución jurídica, como receptor de una denuncia en la que se depositan esperanzas de credibilidad y justicia, como potencial espacio de retraumatización, o bien, como lugar que pudiese acoger y facilitar la superación del trauma.

Creo que los procedimientos judiciales desconocen el estatus de lo traumático en el delito de ASI, sometiendo a las víctimas a procedimientos que no están preparados para enfrentar, tanto por los efectos del trauma, como por su madurez.

La otra cara del concepto de resiliencia

De un tiempo a esta parte, se utiliza en trabajo social y en otras ciencias sociales el concepto de resiliencia con bastante amplitud y aceptación. Liliana Calvo (2005) describe y explica el origen del término:

 

"Werner, una estudiosa de la epidemiología social, observó durante alrededor de treinta años cómo se desarrollaba la vida de una Comunidad en Hawai, donde muchos de los integrantes sufrían diversas situaciones de riesgo.

El sujeto no es el simple producto o consecuencia de lo que lo rodea, puede lograr superarse y sobreponerse a situaciones difíciles.

De la interpretación a la vivencia.

Propuesta de un cambio epistemológico para un cambio psíquico

¿Cuál es la naturaleza del “cambio psíquico” (CP)? ¿Cuál es su sustrato? ¿Qué factores influyen en los mecanismos subyacentes al CP? ¿Qué cualidades hacen del CP una propuesta terapéutica? Responder a estas preguntas entraña una complejidad casi paradójica dada la aparente claridad con la que se conciben los elementos esenciales del cuidado en salud mental: el terapeuta y el paciente interaccionando en un determinado contexto (Peplau, 1952). Asimismo, también resulta casi una obviedad decir que el sentido del trabajo en salud mental lo da precisamente la posibilidad de desencadenar dicho CP, que se espera revierta en disminuir el sufrimiento. No obstante, bajo estas asunciones surgen las dudas y el espacio para la teorización sobre qué conforma el CP, dónde reside su importancia y cuál es su mecanismo subyacente.

Freud comprende el CP como antagonista de la repetición atribuyéndole una naturaleza intelectual que yace en una estancia intrapsíquica.

Analistas en los bordes

Remedios tiene 43 años. Consulta por ataques de pánico que, desde hace unos seis meses, le impiden cumplir con su trabajo de médica de guardia en dos hospitales del conurbano. Desde siempre vive con su madre, con la cual tiene una relación difícil e intensa, del estilo “no la aguanto más, pero estamos muy unidas”. Del padre dice poco, solo que las había abandonado cuando ella tenía un año de edad.

Los funcionamientos... fronterizos o de borde, se caracterizan por la derivación del conflicto al cuerpo o a la acción a través de descargas que no alcanzan a tramitarse por vía psíquica o representacional

 

Zonas inciertas

Este breve trabajo gira alrededor de uno de los muchos puntos que al psicoanalista le aparecen como inciertos. No afín a los manuales diagnósticos que pretenden incluir la suma de los trastornos psíquicos -como el DSM IV o cualquiera de sus versiones-, no encuentra aquella tabla de salvación que le permitiría ubicar al paciente en el lugar justo que le corresponde. Muchos de sus pacientes derivan sin que el analista pueda responder a la simple pregunta: ¿Cuál es el diagnóstico de este sujeto? ¿Qué es él? En general la pregunta del analista gira alrededor de quién es él, más que, qué es él.

Extranjero

1.

La invitación de Topía a participar en su espacio “Clínica de los bordes” mueve a preguntarse en qué puede consistir tal cosa. Cierta manera de pensar en psicopatología postula que hay personas borderline, esto es, que cabalgan entre neurosis y psicosis (hay otras alternativas: perversión/neurosis, psicopatía/neurosis, normalidad/neurosis…). En su momento, y sin alusión al folklore, se habló de pacientes “fronterizos”, debido a que la traducción castellana de border es frontera. Se llegó a postular la existencia de “estados límite”, en el absurdo de pensar un límite, borde o frontera como estado, cuando son sus límites los que constituyen un estado. ¿Acaso a este tipo de cuestiones alude Topía con la “clínica de los bordes”? Entiendo que no. Hábilmente, refieren “los bordes”, dejando en suspenso la significación del concepto. A su vez, “clínica de los bordes” no equivale a “bordes de la clínica”.

Elementos para reflexionar acerca del trabajo psicoanalítico con familias que “salen del armario”

Nuevas configuraciones familiares ocupan la escena de quienes trabajan con parejas, niños y adolescentes en el mundo occidental contemporáneo. La familia recompuesta a partir de la separación de cada uno de los miembros de la nueva pareja, con los hijos del primer matrimonio de cada uno, tal vez fue la primera de una serie. Tenemos la familia homoparental, familias que apelan a diferentes formas de procreación, proporcionando al niño una madre genética, una madre “de vientre”, un padre “donante” de esperma. Entre tantas otras, podemos ahora introducir una más: la familia en la que uno de los miembros de la pareja es transexual. De hecho, aparentemente, la estructura familiar tradicional no se altera tanto. Tenemos dos adultos y niños. Si los adultos son del mismo género, tendríamos una semejanza con la familia en la que la pareja es homosexual. La diferencia entre esta última y la familia con personas transexuales es que el cambio de género en uno de los miembros genera situaciones inusitadas: por ejemplo, un padre puede quedar embarazado, la madre puede ser un hombre, el padre que antes era hombre ahora se convirtió en mujer. En fin, cambios de género que arrojan nuevos desafíos a nuestra comprensión y a nuestra práctica.

Recuperar el juego para posibilitar las infancias

La posibilidad elaborativa a través de la función simbólica

Como la mayoría de nosotros sabemos, por haberlo vivenciado, el juego ocupa un lugar muy importante en la infancia. Muchos psicoanalistas de niños se ocuparon de teorizar sobre el juego y sus funciones.

Sigmund Freud- en su texto Más allá del principio del placer- analiza el juego de los niños dándole un lugar privilegiado para transmitir sus emociones.

La masculinidad cuestionada

Apuntes sobre la clínica actual con pacientes varones

Vivimos tiempos extraños, la masculinidad hegemónica, el ideal viril caracterizado por el liderazgo, el éxito y la dominancia, ha devenido en la actualidad en un objeto denostado. Quienes hasta ayer fueron considerados como héroes, hoy estrenan el estatuto social de villanos, al menos para los grupos femeninos juveniles y los sectores progresistas e innovadores. Lo que hasta hace poco fue considerado como una galantería, ahora se ha resignificado como ultraje, y la iniciativa sexual orilla el riesgoso borde del abuso. En términos generales, asistimos a una transformación revolucionaria y, por lo tanto, extrema, de las representaciones y valoraciones colectivas acerca de lo que significa ser masculino.

Las modalidades represivas tradicionalmente conocidas no han desaparecido, pero los nuevos dispositivos de gobernanza pasan por la incitación al goce, y no tanto por la represión

Miguel: la masculinidad normativa como imposición traumática

De Miguel tengo presente el modo decidido de entrar al consultorio, el paso largo y elegante con el que trasponía el umbral. Cuando inició su análisis en 1987, Miguel tenía 36 años y yo 45.

El motivo de la consulta estaba referido al conflicto con las mujeres. No podría decir que Miguel amaba a su ex pareja, más bien, estaba obsesionado con ella. No tenía la menor intención de reconciliarse, pero no toleraba que ella pudiera acercarse a otro hombre. Además, estaba convencido de que las mujeres no lo deseaban.

Inevitable conclusión: deporte de riesgo, desafío al peligro, rivalidad y competencia entre varones, inmolación por la “causa”, toda una lista de estereotipos que convalidan una virilidad tradicional.

Miguel se casó en 1977 con Valeria, cuando ella tenía 31 años y él 26. En 1978 nació Marina. Antes de que Marina cumpliera los 4 años Miguel se separó de Valeria, pero no se divorció. Desde entonces, comenzó a hacer vida de soltero: muy dedicado al trabajo, amigos fiesteros, turismo aventura, mucho deporte de riesgo -“el año pasado tuve un accidente esquiando”-, encuentros amorosos fugaces, escasos, a decir verdad, e intrascendentes. Miguel presidía una empresa metalúrgica y era parte de los negocios familiares: campos, inversiones financieras, hoteles, compañías navieras. Su madre dirigía con mano férrea esos negocios y Valeria era su colaboradora y aliada incondicional. El padre de Miguel, mucho mayor que la madre, había fallecido cuando él tenía 25 años. Hombre de poco carácter y mucho apellido, había dejado una herencia cuantiosa para Miguel -único hijo- y su esposa.

Masculinidad gay

Desde el establecimiento de la homosexualidad como una categoría psiquiátrica en la segunda mitad del siglo XIX, fue considerada como el par antitético de la masculinidad y la “hombría”, y por ese motivo demonizada, rechazada y patologizada. Lynne Segal -psicóloga, especialista en estudios de género y masculinidad- afirma: “Durante más de cien años, las creencias científicas y populares han sostenido que la homosexualidad masculina deriva de -y al mismo tiempo expresa- algo “femenino” en el hombre -la ausencia de los niveles apropiados de masculinidad.” Deseos y/o prácticas homosexuales comenzaron entonces a definir a un tipo específico de hombre, el “invertido sexual”. Con este movimiento se expulsó lo homoerótico de lo masculino y se lo patologizó y asimiló simbólicamente a lo femenino y a la monstruosidad (o incluso lo abyecto en términos de Julia Kristeva). La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos. La heterosexualidad se convirtió en requisito de virilidad y hombría.

La asociación feminidad-pasividad y homoerotismo es un fenómeno de los dos últimos siglos, ya que no había sido así en otros momentos socio-históricos

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