Vivimos tiempos de cólera. El neofascismo ha generado políticas de ruptura del lazo social por varios caminos. Por un lado, mediante un individualismo recargado donde se nos propone la ilusión de ser “emprendedores” de nuestra propia vida. El resultado está a la vista: no nos hacemos solos, sino que nos “deshacemos” entre cada vez mayor aislamiento y desolación. Por otro lado, a través de la proliferación de odio contra todos los diferentes a los que se acusa del malestar vivido. Los pobres, los migrantes… los diferentes son los acusados por el deterioro de nuestra existencia.
Seminario organizado por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer en el VI Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos en la Casa de las Madres de Plaza de Mayo el 16 de noviembre de 2007. En esta clase contamos con la presencia de León Rozitchner. Reproducimos este texto inédito en homenaje a los 100 años del nacimiento de Rozitchner.
Las máscaras del terror también existen en el campo psicoanalítico, esas teorías que ustedes estudian. También ahí tienen algo que ver las madres, y algo que ver también los hombres que hacen las teorías sobre las madres
Tiempos de quiebres. Nuestras subjetividades están amenazadas. El neofascismo genera políticas de ruptura del lazo social, aumentando los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. El sujeto se constituye en la relación con el otro en la alteridad, sino no hay sujeto posible. Sus efectos los vivimos en la calle, en los grupos, en los vínculos, en la clínica.
Esta entrevista fue realizada para la investigación del libro Las huellas de la memoria. Psicoanálisis y Salud Mental en la Argentina de los´60 y´70 (Editorial Topía, segunda edición, 2018). La versión completa había permanecido inédita y formará parte de un libro de próxima aparición que incluirá las entrevistas allí realizadas. Aquí Rozitchner (1924-2011) rememora algunos de los momentos de su vida, entre los pioneros del psicoanálisis. Su relación con la tumultuosa vida política de esa época en la que fue construyendo una consistente teoría contra el poder desde la filosofía y el psicoanálisis; tanto, que Juan Carlos Volnovich suele definirlo como el mayor filósofo que ha dado nuestro país, si no el único. Por ello en los innumerables cruces entre Marx y Freud, que allá por los años ’60 se proyectaron mucho más allá de la mera teoría, Rozitchner supo ser la referencia obligada. Y su obra lo sigue siendo.
“Cuando volvés a encontrar todo tu pasado, toda la historia, es cuando volvés a encontrarte con la muerte”
El traumatismo colectivo nos atraviesa hasta las entrañas. En los cuerpos, en las guardias, en las internaciones, en las calles, en los consultorios, en los diferentes espacios.
En este texto buscaré herramientas en algunos momentos de la historia, precisaré algunos conceptos, para poder llegar a la propuesta de cómo tener dispositivos clínicos a la altura de este traumatismo “generalizado” (tal como lo define Enrique Carpintero) que vivimos.
Nos enfrentamos con procesos de desubjetivación que nos exigen, como entonces, la inteligencia y la imaginación colectiva para enfrentar este “traumatismo generalizado”
Llegamos al número 100 de Topía en tiempos difíciles. Nunca fueron fáciles, pero desde 1991 este es uno de los momentos más crudos por varios motivos. El ascenso de la tentación fascista como solución a los problemas de amplios sectores de la comunidad. La estrepitosa caída de las ilusiones “progresistas”, que mostraron sus amplias limitaciones para poder modificar la vida de la mayoría de la población. Propuestas que mutaron en palabras huecas. Como está sucediendo en el resto del mundo, la suma de estos factores asfaltó el terreno para la llegada de las olas neofascistas.
El espejo es el paradigma de esta época. Tomó la escena del mundo en el que vivimos. La multiplicación exponencial de narcisismos espejados atraviesa nuestros días y nuestras noches. Las pantallas, esos pequeños espejitos de colores donde miramos y nos miramos, nos consumen horas y horas. Las imágenes evanescentes fluyen en un río olvidable. El mandato es tener que testimoniar la propia vida, donde no alcanza con vivir, sino que tenemos que mostrar aquello que vivimos.
A mayor cantidad de tiempo en las pantallas, mayor desvalimiento. Mientras miramos solos estos espejos oscuros, no hay otros
La libertad retrocede. Escuchamos y leemos panegíricos sobre la libertad en los últimos tiempos en la Argentina. Hay quienes descalifican a los que nos oponemos “a los (supuestos) principios de la libertad”, utilizando el argumento que tenemos “miedo a la libertad” en un guiño tramposo al título de un clásico libro.
Erich Fromm publica en 1940 El miedo a la libertad. El avance de los fascismos en el mundo lo decide a publicar anticipadamente parte de sus investigaciones sobre el carácter del “hombre moderno”. Aborda una temática específica: la libertad. Su clásico estudio avanza en entender cómo el miedo a la libertad promueve el sometimiento que llevó al triunfo de los fascismos en dicho mundo. No estaba decidido el resultado de la Segunda Guerra Mundial. Y había muchas posibilidades de que el fascismo triunfe.
La libertad quedó reducida a los mercados. Con la ilusión de una autorregulación divina, que jamás existió en la tierra, donde sobrevivirán solamente los más fuertes. Los grandes capitales que decidan jugar en todos los territorios donde puedan hacer negocios
Hace casi 100 años, el psiquiatra rosarino Gonzalo Bosch publicó un texto denunciando “el pavoroso aspecto de la psiquiatría en la República Argentina”. Bosch era director del Hospicio de las Mercedes, y fue uno de los impulsores del higienismo en la Argentina. También fue el maestro de Mauricio Goldemberg, uno de los reformadores de nuestro campo en el siglo pasado. En su texto criticaba a un Estado que fracasaba, a una crisis de legitimación en la psiquiatría y a sus deudas respecto a la resolución del problema de la psiquiatría en la Argentina.
Este es un adelanto exclusivo de un capítulo del libro La construcción de los varones. Contra el patriarcado y otras desigualdades que será publicado por la Editorial Topía próximamente.
La deconstrucción ha devenido parte del lenguaje cotidiano de las luchas dentro de las cuestiones de género. Alejada de sus orígenes derridianos, es una moneda de corrección política que circula. Se vuelve un mandato superyoico con límites indefinidos. Su proliferación borra la memoria de luchas contra el patriarcado.
La crisis del patriarcado implica una crisis en el aparato cultural, esto derivará necesariamente en una crisis de los varones ya que esto mueve toda la corposubjetividad
Padecemos una cultura que nos impone la novedad permanente como forma de vida. Todo tiene que ser o parecer nuevo. Una máscara de dominación mediante la dispersión de nuestra atención en supuestas primicias que son meras estrategias de venta. Navegando de pantalla a pantalla naufraga nuestra subjetividad en las aguas de la precarización. Encandilados por brillanteces que nos enceguecen. En ese camino, mucho de nuestra historia y memoria sólo se vuelve un mero recordatorio por algún aniversario mercantilizado.
Al cumplirse 11 años del fallecimiento de León Rozitchner entrevistamos a Alejandro Vainer de la revista Topía
Al día de hoy es más valida todavía, en su momento lo era, pero considerando que alguien que ha trabajado fundamentalmente cómo el poder se mete dentro de nuestro cuerpo y nuestro psiquismo y desde allí opera
Es quien mejor expone cómo poder interrelacionar Marx, Freud, el poder, la subjetividad, los cuerpos y que es un autor de una absoluta actualidad.
Vivimos en una cultura que reniega o demoniza a los otros. La entronización de la era de Narciso tiene consecuencias sobre nuestra subjetividad. Por un lado, no ver más allá del propio ombligo reflejado en los espejos oscuros que nos circundan. La placenta mediática en la que vivimos es un laberinto donde nos perdemos entre espejos donde los otros se vuelven imágenes evanescentes. Y allí caemos en las redes donde lo familiar se vuelve siniestro. Empezamos a ver a todo y todos los que quedan “afuera” de nuestras imágenes como amenazantes de nuestra ilusión de la felicidad privada espejada.
Sedimentos. Somos sedimentos de migajas de identificaciones con los otros que nos rodean a lo largo de nuestra vida. Nuestros Primeros otros, los segundos, los terceros y tantos más van dejando huellas libidinales, en su mayor parte inconcientes, en nuestros cuerpos. En todos nuestros cuerpos. Nuestros otros son fundantes no sólo de nuestro psiquismo, sino de toda nuestra corposubjetividad, tal como conceptualiza Enrique Carpintero. Los Primeros otros, que son espacio soporte de la muerte como pulsión y permiten soportar el desvalimiento originario que nos hace humanos. Los siguientes otros, a lo largo de la vida, también cumplirán esa función además de las diversas variantes de los juegos del Eros. Y a lo largo de ese camino van quedando huellas en nuestros cuerpos.
Nuestros otros dan forma a nuestra corposubjetividad. A lo largo de la vida. Cada crisis esparce las pizcas de identificaciones y permite reorganizaciones caleidoscópicas
El 23 de octubre falleció Vicente Galli. Tuvo una larga y destacada trayectoria en el campo del psicoanálisis y la Salud Mental en la Argentina. Comenzó siendo parte de la experiencia del Lanús a principios de los ’60. Allí fue Jefe de Consultorios Externos del Servicio de Psicopatología. A la vuelta de la democracia fue Director Nacional de Salud Mental (1983-1989). También fue Profesor Titular del Departamento Salud Mental de la Facultad de Medicina (UBA), entre 1987 y 2004. Y un largo recorrido como psicoanalista, siendo miembro fundador de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP).
La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, herramienta legal para un cambio de paradigma en la atención de las problemáticas de salud mental, sancionada en el año 2010, contó en su momento de elaboración y sanción, con el ferviente apoyo de quienes integramos la Revista Topía, fijando una clara posición ante nuestros lectores.
Los encuentros del Consejo de Redacción de la Revista Topía tienen algo difícil de relatar. Discutimos sobre psicoanálisis, política, cultura. Discutimos artículos. Discutimos teorías. Los inicios y los finales de reunión tienen un momento especial. Intercambiamos recomendaciones de libros, películas y discos. Los tiempos actuales llevaron a que fueran recomendaciones de Netflix, Spotify y también ebooks. A principios de siglo aún nos regalábamos discos. Mejor dicho, discos compactos grabados, tal como en el siglo XX eran los casetes. Héctor y yo nos pasábamos recomendaciones envueltas en discos grabados donde incluso imprimíamos las tapas. Así parte de mi discoteca aún tiene esa presencia de copias de una música exquisita que me regaló. De Anouar Brahem a Oregon pasando por Dave Holland y Kenny Barron.
El malestar nos asfixia. Lo vemos, lo leemos, lo vivimos. Nos atraviesa, estemos donde estemos. Una pandemia que no terminó, una guerra que recién empezó. Violaciones grupales a plena luz del día. Un paciente internado en el Hospital Borda asesinado por una golpiza. La lista es interminable. En el dossier de este número abordamos las diferentes facetas del malestar de hoy. Enrique Carpintero, en su artículo editorial “El capitalismo destructivo del tejido social y ecológico”, sintetiza cómo “se velan las consecuencias socioeconómicas de un sistema que ha llevado a la máxima desigualdad de la historia”. Y las consecuencias subjetivas: el malestar. Antonio Elio Brailovsky, en “La infelicidad de nuestro tiempo” historiza las polémicas sobre la felicidad y llega a cómo la “sociedad del dinero” genera malestar, entre la ilusión de felicidad con el consumo y el cambio climático que está destruyendo nuestro planeta. Marcelo Rodríguez, en “El malestar sin sujeto” analiza cómo en la actual sociedad digital las diversas manifestaciones del malestar adquieren el carácter de fuerzas autónomas despojadas en sí de subjetividad, encubriendo su proceso de producción. Hernán Scorofitz, describe lo que está sucediendo en nuestra salud mental, sintetizado en su título: “De la Pandemia Invisible a la “Pospandemia” empastillada”, y demostrado en los datos contundentes del aumento del consumo de psicofármacos (ansiolíticos y antidepresivos).
El régimen del patriarcado nos atraviesa a todxs de diversas formas. Nuestras pertenencias de clase, grupo social y generación son determinantes de la producción de nuestra subjetividad. En cuanto al género, ser varón continúa siendo un privilegio. Sea cual fuera nuestro lugar en el mundo en el capitalismo tardío, los varones cis1 aún tenemos prerrogativas por sobre otros géneros (mujeres, trans, no binaries).
El patriarcado está en crisis, fruto de luchas que empezaron hace más de 150 años, en su mayoría con mujeres socialistas, anarquistas y comunistas.2 La lucha por una sociedad más justa implicaba e implica también la igualdad de los géneros. Sin embargo, éstas tienen y han tenido dos límites. Por un lado, en relación a la ruptura de la estructura socioeconómica ya que esos avances siempre han sido parciales y localizados dentro de ciertos sectores socioeconómicos.
Nos parece una ilusión llegar a la igualdad de géneros en un mundo cada vez más desigual en el seno del capitalismo tardío si no se logra articular una lucha bifronte, donde se aúnen rupturas de las estructuras capitalistas conjuntamente con las del patriarcado
Más de la mitad de la población de la Argentina es pobre. El 60% de los niños son pobres. Los datos son terribles. Lo más grave es que se han naturalizado. No se puede acusar a la pandemia de esta realidad. “Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, afirmaba Christophe Dejours en una conferencia el año pasado. Simplemente empeoró y visibilizó una situación ya de por sí pésima. Aquellos que dirigieron nuestro país desde la salida de la última dictadura militar son responsables de esta situación, entre neoliberales y nacionales populares.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra