La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, herramienta legal para un cambio de paradigma en la atención de las problemáticas de salud mental, sancionada en el año 2010, contó en su momento de elaboración y sanción, con el ferviente apoyo de quienes integramos la Revista Topía, fijando una clara posición ante nuestros lectores.
El 28 de octubre de 1922 Benito Mussolini celebra el triunfo de la insurrección que él mismo denominó “la marcha sobre Roma”; de esta manera logra tomar el poder en Italia. Un día después escribió un editorial en el diario Il Popolo d´Italia: “La situación es esta: la mayor parte de Italia septentrional está completamente en poder de los fascistas. Toda la Italia central (…) está ocupada por los ‘camisas negras’ (…) La autoridad política -algo sorprendida y muy consternada- no ha sido capaz de enfrentarse al movimiento (…). El gobierno debe ser claramente fascista (…). Esto ha de quedar claro para todos (…). Cualquier otra solución será rechazada (…). La inconsciencia de ciertos políticos de Roma oscila entre el grotesco y la fatalidad; que se decidan de una vez. El fascismo quería el poder y lo tendrá.”
La novela gráfica Maus, que ganó el premio Pulitzer, nos plantea abordar el tema del Holocausto desde una mirada emocional que la asemeja al desgarrador documental Shoah
El malestar nos asfixia. Lo vemos, lo leemos, lo vivimos. Nos atraviesa, estemos donde estemos. Una pandemia que no terminó, una guerra que recién empezó. Violaciones grupales a plena luz del día. Un paciente internado en el Hospital Borda asesinado por una golpiza. La lista es interminable. En el dossier de este número abordamos las diferentes facetas del malestar de hoy. Enrique Carpintero, en su artículo editorial “El capitalismo destructivo del tejido social y ecológico”, sintetiza cómo “se velan las consecuencias socioeconómicas de un sistema que ha llevado a la máxima desigualdad de la historia”. Y las consecuencias subjetivas: el malestar. Antonio Elio Brailovsky, en “La infelicidad de nuestro tiempo” historiza las polémicas sobre la felicidad y llega a cómo la “sociedad del dinero” genera malestar, entre la ilusión de felicidad con el consumo y el cambio climático que está destruyendo nuestro planeta. Marcelo Rodríguez, en “El malestar sin sujeto” analiza cómo en la actual sociedad digital las diversas manifestaciones del malestar adquieren el carácter de fuerzas autónomas despojadas en sí de subjetividad, encubriendo su proceso de producción. Hernán Scorofitz, describe lo que está sucediendo en nuestra salud mental, sintetizado en su título: “De la Pandemia Invisible a la “Pospandemia” empastillada”, y demostrado en los datos contundentes del aumento del consumo de psicofármacos (ansiolíticos y antidepresivos).
Las características destructivas ecológicas y sociales del capitalismo en su versión mundializada han llegado para quedarse. No se arreglan con retoques en su funcionamiento. Un síntoma de esta situación -aunque regularmente no se lo menciona- es la pandemia. El origen, desarrollo y expansión del covid-19 está ligado a las condiciones de producción y reproducción del capital. No fue un hecho natural; menos un error circunstancial. Su resultado es una crisis de las relaciones de producción cuyos efectos aparecen de forma diferente en cada región del planeta. Pero también, como no podía ser de otra manera, la desestructuración traumática de las condiciones corposubjetivas en relación con uno mismo y con los otros.
Los necesarios cuidados que requieren protegernos del virus afianzan la sensación de que el otro es el enemigo de quien nos tenemos que proteger: el encuentro ya no se establece con un fuerte apretón de manos sino con dos manos apretadas en un puño que se chocan. Es decir, un saludo que simbólicamente no invita a encontrarse sino a establecer el lugar donde cada uno está parado
En este libro, de próxima aparición en la editorial Topía, el autor recorre, en la primera parte, la vida y la obra de Spinoza. Allí da cuenta de los efectos en su pensamiento de las circunstancias de pertenecer a una familia de origen marrano y la importancia -cuestionando el mito de un filósofo que produce su obra solo y aislado- de su compromiso social y político que permitió sentar las bases de la modernidad. En la segunda parte desarrolla -entre otras cuestiones- la importancia de las ideas de Spinoza en la obra de Marx para el avance de un pensamiento crítico; Freud y el filósofo de Ámsterdam “hermanos en la falta de fe”; la política como producción de comunidad de las potencias; la esperanza activa: una búsqueda inmanente para encontrar la alegría de lo necesario. En la tercera parte trabaja el interés de su pensamiento en la actualidad reconociendo sus limitaciones en relación a la esclavitud y la mujer y la potencia de reflexionar sobre una democracia radical. A continuación, transcribimos algunos párrafos sobre la vida de Spinoza.
Describir la vida del filósofo de Ámsterdam tiene muchas dificultades, una de ellas es sobre la veracidad de la mayoría de las circunstancias que le acaecieron
Como afirma Enrique Carpintero: “En el campo de la Salud Mental la
medicalización se fomenta a partir de la hegemonía que ha adquirido
la psiquiatría biológica desde una perspectiva que llamamos neopositivista.
Frente al desarrollo de las neurociencias la psiquiatría ha dejado de lado el modelo de la psicogénesis para resolver el conflicto en beneficio de una clasificación de las conductas que reduce el tratamiento a la supresión de los síntomas. La enfermedad es una falla que hay que suprimir y no un problema a entender donde hay que dar cuenta de una etiología.
Se cumplen 20 años de la crisis institucional, económica y política que llevó a la renuncia del gobierno de Fernando de la Rúa, a partir de un gran movimiento social organizado en asambleas populares y los obreros desocupados que se empezaron a conocer como piqueteros. Esta situación se extendió hasta mediados de 2003. En el transcurso de ese tiempo se sucedieron cinco presidentes. El texto que transcribimos a continuación fue el inicio de un camino que nos llevó a todos aquellos que hacíamos la revista Topia a profundizar nuestra implicación en un momento de gran ebullición social y política. Podemos recordar, desde la creación de la primera Asamblea de Salud Mental en ATE donde convocamos a más de 500 profesionales, hasta nuestra participación en el movimiento de empresas recuperadas afirmando esta lucha en la fábrica Grissinopolis. Allí, no solo trabajamos con los obreros en diferentes espacios institucionales, sino en la organización y funcionamiento del Centro Cultural que posibilitó la relación con los vecinos y otras organizaciones sociales y políticas. Mucho tendríamos que contar desde un pensamiento crítico sobre las posibilidades emancipadoras que se ampliaron en esos tiempos, pero también de los límites de políticas que quedaron atrapadas en callejones sin salida. Este artículo es un testimonio de esa época.
Más de la mitad de la población de la Argentina es pobre. El 60% de los niños son pobres. Los datos son terribles. Lo más grave es que se han naturalizado. No se puede acusar a la pandemia de esta realidad. “Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, afirmaba Christophe Dejours en una conferencia el año pasado. Simplemente empeoró y visibilizó una situación ya de por sí pésima. Aquellos que dirigieron nuestro país desde la salida de la última dictadura militar son responsables de esta situación, entre neoliberales y nacionales populares.
El capitalismo tardío fue constituyendo lo que llamamos una corposubjetividad construida en la precariedad de la relación con uno mismo (intrasubjetividad), con los otros (intersubjetividad) y con la cultura (transubjetividad). La subjetividad da cuenta de un cuerpo construido en el anudamiento de los espacios psíquico, orgánico y cultural que adecuan nuestra forma de vivir. Por ello no reducimos la subjetividad al aparato psíquico, sino a las formas singulares en que se conforma este anudamiento los cuales van a determinar los procesos de corposubjetivación.
En este sentido, la precariedad corposubjetiva de los sujetos es uno de los síntomas estructurales del capitalismo tardío
Desde Topía denunciamos renegaciones que producen amputaciones en nuestra subjetividad, cuyos efectos provocan y provocarán mayores padecimientos subjetivos. Donde los más afectados, como siempre, son los sectores de menor poder adquisitivo. Basta recordar que el 50% de la población vive en la pobreza. Dato que se lo está tomando como algo “natural” propio de la pandemia sin dar cuenta de 12 años de gobiernos K y 4 de macrismo. Eso sí todavía hay intelectuales “progresistas” que citan a Lacan y dicen que la lucha de clases no existe.
En la historia de la humanidad el patriarcado puso a la mujer en un lugar secundario subordinado al hombre. Desde allí se instaló un orden simbólico que relaciona lo femenino con la corporalidad y lo masculino con el logos, el pensamiento; el modelo de libertad donde se subordina el cuerpo a la mente refuerza la perspectiva de que las mujeres son incapaces de autodeterminación.
Su lugar prioritario era el hogar para tener hijos, en especial varones que garanticen la descendencia del pater familias, el cual tenía poder absoluto sobre la mujer. Esto que era propio de los sectores sociales de cada época histórica se reproducía en los sectores sociales subordinados. Debemos decir que el patriarcado se sostenía no solo por la fuerza y la violencia sino para enseñar que no hay alternativas al poder hegemónico y que la dinámica de clase y patriarcales forman parte del universo. Así como era ridículo pensar en cambiar los cielos del sol y la luna también era ridículo pensar que podían ser reemplazados la esclavitud y el patriarcado.
Con la llegada del capitalismo el patriarcado toma otras características basadas en la propiedad privada
Ya llevamos más de un año de pandemia y de distintos confinamientos alrededor del mundo. En los inicios de las cuarentenas muchos de los tratamientos continuaron a distancia con diversas tecnologías. Aunque había debates previos sobre esta modalidad de abordaje, la mayoría del mundo psi dejó dichos debates y polémicas bajo el manto de “al menos se pudo continuar”. Lo cual es cierto, para muchísimos pacientes y analistas.
La transformación en los dispositivos psi de este tiempo es la más importante desde sus inicios hace más de un siglo. No se puede avanzar sin poner a trabajar qué implican estos cambios. Es necesario rescatar el pensamiento de su adormecimiento entre las amenazas de subsistencia y el alivio de poder seguir trabajando, como sea. Este libro rescata debates previos y actuales sobre qué implica esta transformación que modifica y modificará nuestros abordajes clínicos.
Digámoslo de entrada: el trabajo online en la clínica psicoanalítica llegó para quedarse; el psicoanálisis se ha globalizado. Por ello creemos necesario reflexionar una práctica donde lo virtual reemplaza a lo presencial en el marco de una pandemia que transformó la clínica a distancia en teletrabajo.
El legado de esta pandemia 2020-2021 es aún incierto. Algunas cuestiones son claras, otras todavía imprevisibles. Atravesamos un acrecentamiento del “sálvese quien pueda” en todos los órdenes de la vida. En un nivel, una guerra de vacunas fruto de la “libre competencia” que también reina en el campo de Salud. Esto lleva a que los países más ricos sean los beneficiarios de las pocas dosis que se pueden producir de acuerdo a las leyes del mercado que no contemplan el conjunto de la comunidad.
En junio de 2020 los criaderos de visones en Dinamarca comenzaron a generar casos de covid-19 entre los animales. Originalmente el virus había pasado de los animales a los humanos y ahora había mutado y vuelto a trasladarse a los animales, particularmente aquellos vulnerables a las enfermedades respiratorias, como los visones. Los criaderos donde estos animales viven hacinados para su mayor explotación son un escenario propicio para el contagio. En diciembre las autoridades danesas tomaron la decisión de sacrificar más de 15 millones de animales que fueron enterrados en fosas preparadas especialmente. El problema que surgió fue que, luego de varias semanas, debido a la gran cantidad de animales muertos emergieron gases de los cadáveres en descomposición y los animales sacrificados salieron nuevamente a la superficie revelando el uso y abuso que hacemos de nuestro planeta.
La pandemia puso en evidencia la necesidad de pensar cómo construimos un sistema social y ecológico que deje de considerar a los seres humanos y a la naturaleza como mercancía
Este año tenía que producirse el cierre de los manicomios y su reemplazo por propuestas alternativas (hospitales de día, de noche, casas de medio camino, etc.). Nada de esto ocurrió y la situación en los servicios se agravó con la pandemia. En el número anterior denunciamos la muerte de un paciente del Hospital Borda que fue atacado por una jauría de perros mientras paseaba por los fondos del hospital. Como decíamos, una muestra tremenda de la barbarie en los manicomios. En los últimos días ocurrió otro hecho grave.
La pandemia no vino para quedarse. Esto que vivimos, algún día para algunos quedará como una historia llena de anécdotas; para otros, la gran mayoría, tendrán una marca de la catástrofe económica o el trauma devastador de la muerte de algún ser querido. Pero la pandemia tiene una característica fundamental: ha corrido el velo de las inequidades del capitalismo tardío. Desde nuestros medios digitales miramos una realidad que antes estaba, pero no queríamos dar cuenta. La desigualdad social estaba enunciada en artículos y libros, pero hoy es una presencia que se ha vuelto obscena. La violencia de género y familiar fue potenciada por el encierro; el teletrabajo se instaló con una gran fuerza impulsando el sometimiento y la explotación; el desmantelamiento de la salud pública pone en evidencia la falta de recursos de los profesionales que es uno de los sectores más afectados por el virus.
Los sectores que defienden el capitalismo deben reinventar una estrategia de dominación. Esto no se va a dar sin conflictos internos de los sectores hegemónicos y con las luchas de los dominados
En el número anterior publiqué el texto “A 100 años de Más allá del principio de Placer. La muerte es la compañera del amor; juntos rigen el mundo”. Allí afirmaba que el nieto de Freud con el cual trabajó el famoso juego del Fort-Da había fallecido a los dos años de tuberculosis. Sin embargo, mi amigo Carlos Pérez, al cual agradezco, me advirtió del error: no fue Ernst el que falleció, sino su hermano Heinerle.
El mes pasado se fue un amigo. Un grande. Lo conocí hace cuarenta años cuando me invitó a dar un seminario en la U.N.S.L. Luego, a pesar de la distancia, compartimos una amistad donde nos comunicábamos regularmente. Su último e-mail lo recibí unos días antes de que falleciera. Gracias a su insistencia hice mi tesis de doctorado, de la cual fue su director académico. Desde que fundé la revista colaboró con artículos, libros y diferentes propuestas de trabajo. También fue miembro del Consejo de Asesores durante estos 30 años.
Ángel egresó como Profesor de Pedagogía y Psicología de la Universidad Nacional de Cuyo, además fue Licenciado y Doctor en Psicología de la Universidad Nacional de San Luis. Ha sido Profesor Titular de Psicología Social y de Psicología Política. Fue uno de los fundadores de la Psicología Política Latinoamericana. La primera Carrera de Psicología en Argentina, en dictar Psicología Política como asignatura de grado, estuvo bajo su responsabilidad. Durante la dictadura militar de 1976 fue detenido y desaparecido. Cuando lo dejaron libre fue expulsado de la Universidad Nacional de San Luis. Al regresar la democracia le fue devuelto su cargo. Ha sido un gran defensor de los Derechos Humanos y un trabajador inagotable, coherente en su ideología y en su forma de ser. Ha sido Catedrático visitante en los cursos del Doctorado en Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid.
“Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, nos decía Christophe Dejours en la charla que organizamos a fin de mayo. Por lo contrario, el cielo no estaba ni calmo ni límpido. Había mucha gente enferma y descuidada en todo el mundo. Y la pandemia lo profundizó.
Desde el cierre del último número los confinamientos abarcaron a más de la mitad del mundo. La forma en la cual se han tomado los cuidados de la población muestran los límites del capitalismo actual, que proclama protecciones, pero produce muchos descuidos. Como se suele decir: si se puede prevenir no es un accidente. Y la pandemia no lo ha sido: muestra la fragilidad del sistema social y ecológico. Con todos los desarrollos tecnológicos y científicos un virus ha mostrado el desamparo de los humanos que el sistema actual creía haber superado con el relato de una omnipotencia a la vuelta de la esquina.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra