Spinoza, militante de la potencia de vivir | Topía

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Spinoza, militante de la potencia de vivir

 
A 390 años del nacimiento de Spinoza (1632-2022)

En este libro, de próxima aparición en la editorial Topía, el autor recorre, en la primera parte, la vida y la obra de Spinoza. Allí da cuenta de los efectos en su pensamiento de las circunstancias de pertenecer a una familia de origen marrano y la importancia -cuestionando el mito de un filósofo que produce su obra solo y aislado- de su compromiso social y político que permitió sentar las bases de la modernidad. En la segunda parte desarrolla -entre otras cuestiones- la importancia de las ideas de Spinoza en la obra de Marx para el avance de un pensamiento crítico; Freud y el filósofo de Ámsterdam “hermanos en la falta de fe”; la política como producción de comunidad de las potencias; la esperanza activa: una búsqueda inmanente para encontrar la alegría de lo necesario. En la tercera parte trabaja el interés de su pensamiento en la actualidad reconociendo sus limitaciones en relación a la esclavitud y la mujer y la potencia de reflexionar sobre una democracia radical. A continuación, transcribimos algunos párrafos sobre la vida de Spinoza.

Describir la vida del filósofo de Ámsterdam tiene muchas dificultades, una de ellas es sobre la veracidad de la mayoría de las circunstancias que le acaecieron

El mundo de Spinoza

Baruch Spinoza nació en Ámsterdam el 24 de noviembre de 1632; su padre era un comerciante llamado Michel o Mikael de Espinosa. Baruch era hijo del segundo matrimonio de su padre con Hana Debora, hija de Baruch Señor y María Nuñez; hay otro dato que dice que ella era hija de Abraham de Espinosa un hermano del padre, con lo cual además de esposa eran primos hermanos.

Spinoza desde su infancia vive constantes pérdidas que lo marcan. A los seis años muere su madre, cuando tenía 17 y 19 años fallecen sus hermanos Yitzak y Miriam. Si bien nunca estudió para ocupar un cargo de rabino, cursó en la escuela de la sinagoga hasta completar los grados superiores. Luego de la muerte de su hermano se incorpora a los 17 años al negocio de su padre. Éste se vuelve a casar con Esther que había llegado recientemente de Lisboa, pero ambos fallecen antes que Baruch cumpliera 22 años. En esa fecha, con su hermano fundan una empresa de importación y exportación de frutas; al año de la muerte de su padre sigue trabajando en la empresa, cumple con sus deberes en la sinagoga y paga puntualmente las contribuciones. Junto a los estudios en la Keter Torá, Yeshivá (centro de estudios del Talmud y de la Torá) coordinada por el rabí Saúl Levi Mortera, dirige el negocio familiar con su hermano, ya que en los documentos notariales aparece como un “comerciante portugués en Ámsterdam.” (…)

Describir la vida del filósofo de Ámsterdam tiene muchas dificultades, una de ellas es sobre la veracidad de la mayoría de las circunstancias que le acaecieron. En primer lugar, porque el propio Spinoza y luego sus amigos se ocuparon de ocultar cuestiones de su intimidad; así como su pensamiento recorría los laberintos propios de sus orígenes marranos su vida estaba velada para quienes no pertenecían a su círculo de amigos. Pero también por las pasiones que despertó no solo mientras vivía, sino mucho más después de muerto donde algunos lo describían como un santo y otros la encarnación del diablo. Las fuentes que se disponen no son fidedignas, o bien contienen muy poca información. Por ejemplo, las cartas y otros datos que aparecen en su correspondencia; las cuales son muy pocas, ya que la mayoría fueron destruidas por el propio Spinoza, sus editores y amigos.

Luego de fallecido aparecen cuatro biografías de autores que lo conocieron; algunos lo defenestran y otros lo idealizan: Bayle (1696), Kortholt (1700), Colerus (1705) y Lucas (1719). Estos textos van desde el pastor protestante calvinista Colerus que dice: “No es mi propósito citar aquí todas las ideas absurdas e impías de Spinoza, sino tan solo algunas, sin duda las más importantes, a fin de infundir a los lectores cristianos terror y aversión hacia los escritos y enseñanzas de este hombre”. En esta perspectiva Colerus archivó información durante 20 años sobre “el más impío ateo que jamás haya existido”. Por otro lado, Lucas escribe una biografía que pretende ser un homenaje de un amigo al gran filósofo que luchó “por la verdad y la razón y contra la superstición y la ignorancia” por lo cual “es envidiado por el vulgo y mantenido en el olvido por los poderosos.” Acorde con este objetivo, el autor adopta un tono solemne de discurso y panegírico hacia el filósofo y sus protectores y de feroz crítica a sus enemigos.1 Para entender el clima que se vivía en ese tiempo en relación a un Spinoza ya muerto, la edición del libro de Lucas aparece sin el nombre del autor (…)

La empresa comercial de Spinoza estaba a nombre de “Bento y Gabriel de Spinoza”. Bento de Spinoza era el filósofo ya que éste era el nombre familiar mientras que Baruch era el de la sinagoga. Luego del Herem (la excomunión), Spinoza adoptó la forma latina de Benedictus; tanto Baruch en hebreo como Benedictus en latín significan “Bendito”. Su apellido aparece escrito de diferentes maneras: Despinoza, d´Espinoza, de Spinoza, Spinoza, etc. La forma más usual con la que se lo conoce es la última. Como decíamos anteriormente, mientras era comerciante, Spinoza no dejo de estudiar. En la bolsa de Ámsterdam frecuentó estudiantes de teología menonitas; entre ellos Jarig Jelles, Simón Joosten de Vries, Pieter Balling que fueron sus mejores amigos. Todos ellos influenciados por las ideas de Descartes. Estas amistades le sirvieron para dar un gran impulso a sus inquietudes intelectuales. Dentro del mundo de los negocios se encontró con miembros de sectas protestantes disidentes del calvinismo ortodoxo como los Mennonitas y otros grupos de librepensadores que proliferaban en Ámsterdam. Los Colegiantes, como se denominaba a estos “cristianos sin Iglesia” por el nombre de “colegios” que recibían sus reuniones quincenales, estaba compuesto por diferentes sectas; a las cuales los calvinistas ortodoxos las acusaban de antitrinitarios. Pero además de negar la naturaleza tripartita de Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo rechazaban la divinidad de Cristo y la doctrina del pecado original que representaban las ideas centrales en la Iglesia Reformada. Los Colegiantes que eran democráticos en política, tolerantes en la religión, no doctrinarios en su interpretación de las escrituras y en general anticlericales e incluso anticapitalistas ejercieron un gran interés en el joven Spinoza. También recibió la influencia de judíos progresistas como el famoso rabino Menasseh ben Israel que hizo imprimir obras científicas sobre matemáticas, ciencias naturales, etc. Este rabino junto a Saúl Levi Mortera tuvieron una gran influencia sobre Spinoza. El grupo Keter Torah de Mortera tenía un sólido conocimiento de la lectura de la Torah y del Talmud; a sus discípulos -entre los que se encontraba Spinoza- les enseñaba lecturas de comentarios medievales judíos de la Biblia y de filosofía clásica judía. Mortera no era liberal, su enfoque era clásico, ortodoxo e intelectual; en este sentido era opuesto al pensamiento mesiánico de Menasseh ben Israel del cual Spinoza recibió una poderosa influencia. A ambos rabinos los separaba no solo una cuestión de prestigio sino sus enfoques de la religión, mientras Mortera era más conservador, Menasseh sentía una gran pasión por los temas mesiánicos (…)

Hacia el año 1654 la formación de Spinoza estaba tomando un camino secular que preocupaba a los rabinos. En esa época empieza a estudiar latín. Como la mayoría de las acciones de Spinoza, este hecho tiene varias versiones: según Colerus fue alumno de un estudiante alemán. Sin embargo, una de sus experiencias más importante fue con Franciscus van den Enden con el cual aprende latín y muchas obras clásicas de teatro que eran representadas por sus alumnos. Además, recibe una gran influencia para el posterior desarrollo de sus ideas junto a Juan de Prado, como vamos ver más adelante. De allí que es necesario que nos detengamos en su historia.

Van den Enden nació en Amberes en 1602. Estudió filosofía y filología clásica en Bélgica. En 1629 teología en la Universidad de Lovaina hasta que es expulsado por sus pensamientos heterodoxos y sus ideas libertinas.2

Recorre Europa y recibe el doctorado en medicina. En 1642 se casa con Clara María Vermeeren y se radica en Ámsterdam donde abre una galería de arte que quiebra al poco tiempo. A partir de 1652 se dedica a la enseñanza de latín y durante este período formará a Spinoza quien se declara un deudor de su pensamiento en relación a lo político y su concepción de Dios como naturaleza. Un cartesianismo radical aparece en su concepción naturalista. La racionalidad humana juega un rol central en el esquema teórico de Van den Enden donde la razón es individual pero fundamentalmente colectiva ya que compromete su uso para alcanzar el bien común. Dios comienza a transformarse en “La Razón” y todo rito se convierte en una práctica individual y colectiva en la que el sujeto se acerca a lo divino racional a través de su capacidad intelectual; esta forma de religión no es más que el amor a Dios y al prójimo sostenido en el bien común (…)

Con la idea de sugerir a las autoridades la creación de una colonia holandesa en el estuario del río Delaware Van den Enden publica Breve relato de la nueva Holanda en la que realiza una propuesta de forjar una nueva República. Sus ideas políticas y el tono ateo de sus propuestas hacen que lo cataloguen como influencia perniciosa para Ámsterdam y emigra rumbo a París. Allí es apresado por las autoridades por conspiración contra el rey Luis XIV y ahorcado en la Bastilla en 1671.3 (…)

Hasta el siglo XV España había sido el principal lugar en el mundo donde vivía la comunidad judía; la llamaban Sepharad

Los marranos en Sepharad

Hasta el siglo XV España había sido el principal lugar en el mundo donde vivía la comunidad judía; la llamaban Sepharad y algunos de sus miembros fueron muy prósperos produciendo un gran beneficio económico para los cristianos y musulmanes. Es en esa época que el gran desarrollo social y cultural de la llamada “Edad de Oro” inicia el comienzo del fin. En 1439 una violenta reacción popular contra los judíos llevó a innumerables pogromos alentados por la iglesia católica que insistía en la necesidad de que los judíos tenían que aceptar como única verdadera la fe cristiana. Cualquier intento de volver a la situación de convivencia anterior era considerado una herejía, aunque los reyes con el fin de defender su economía quisieron parar la persecución, pero fue imposible. No había marcha atrás. Estos hechos llevaron a que muchos judíos se convirtieran por la fuerza, transformándose en “nuevos cristianos”. La población judía llamaba a los conversos anusin (los forzados) o meshummadim (los convertidos). Pero una expresión más ofensiva fue la de “marranos” o “cerdos”. El étimo que procede del árabe es “muharram” pronunciado en árabe andalusí “maharram”, que significa “cosa prohibida” y es el nombre que se le da al cerdo por estar prohibido su consumo tanto en la religión judía como en la musulmana. Con el tiempo este término adquiere una característica descriptiva de este sector de la comunidad judía. Hay que reconocer que muchos judíos se transformaron en verdaderos cristianos, pero otros, seguirían practicando en secreto la fe judía. A estos se los llamaban marranos judaizantes, por lo cual provocaba desconfianza en las autoridades eclesiásticas con la consecuente persecución sobre todas las actividades de su vida (…)

Durante generaciones los marranos fueron expertos en el doble lenguaje y en exponer sus creencias en un lenguaje críptico. Estas pautas marranas son las que influyen en la experiencia de Spinoza

Los marranos judaizantes, para diferenciarlos de aquellos que abrazaron definitivamente la nueva religión, aprendieron a convivir con las dos religiones: una que era pública y la otra practicada en secreto. Esta situación llevaba a que, muchas veces, la confusión entre el judaísmo y el cristianismo se transformara en la pérdida de la fe judía sin llegar a adoptar la cristiana. Sus consecuencias fueron que volvían a los asuntos terrenales del mundo a partir del escepticismo religioso y el secularismo.

Durante generaciones los marranos fueron expertos en el doble lenguaje y en exponer sus creencias en un lenguaje críptico. Estas pautas marranas son las que influyen en la experiencia de Spinoza. Como dice Yirmiyahu Yovel: “Las principales pautas marranas que discierno en Spinoza son: 1) heterodoxia respecto a la trascendencia de la religión revelada; 2) capacidad para el equívoco y el doble lenguaje; 3) vida dual, interna y externa; 4) trayectoria dual interrumpida por un cambio abrupto; 5) tolerancia versus inquisición; 6) fervor por la salvación, obtenida por vías no tradicionales; y aparejado con ese fervor, mundanidad, secularismo y negación de la trascendencia. Aunque de una guisa algo diferente, todos estos rasgos pueden rastrearse en Spinoza. Se reflejan no solo en su pensamiento sino más aún en su vida o caso existencial.”4

En el Tratado Político, que dejo inconcluso, encontramos a un Spinoza con un pensamiento radical sobre la democracia y la organización del Estado

Como veremos más adelante Spinoza fue un experto en el equívoco y el doble lenguaje; a diferentes públicos les hablaba de diferentes maneras. Enmascaraba una oración dando sentidos diversos. Empleaba frases cuyo sentido era lo opuesto de lo que escribe. De allí la multiplicidad de sentidos que puede leerse en su obra. El emblema que usaba en su anillo que decía Caute (con prudencia) definía su modo de pensar y la contradicción con su experiencia de vida ya que nunca lo respetó: se hizo expulsar de la comunidad judía de Ámsterdam; tomo posiciones revolucionarias en la religión y la política donde fue amigo y consejero de Jan de Witt, un jurista y matemático, nombrado Gran Pensionario de la República cuya primera tarea fue alcanzar un acuerdo de paz con los ingleses en contra de la monarquía de los Orange; participó en algunas sectas “colegiantes” cuya perspectiva cristiana revolucionaria se oponía a la religión oficial. También tenía un sello lacrado que utilizaba en su correspondencia. Éste tiene una rosa y alrededor tres letras: B, D y S. que corresponden a Baruch de Spinoza. Abajo aparece el lema Caute. Se hicieron varias interpretaciones de este sello, una de ellas era que la rosa con espinas se puede leer como “Spinoza” al lado de “Caute” que significaría “cuidado esto es de Spinoza” dando a entender que el contenido del texto era peligroso.

En este sentido como sostiene Yovel al ser “un marrano de la razón” tiene una trayectoria escindida. Cuando vivió entre los judíos de Ámsterdam se adaptó a sus costumbres sin creer en ellas. Cuando fue expulsado de su comunidad siguió ocultando su verdadero pensamiento con la mayoría de sus semejantes. Aún más, decir “un marrano de la razón” significa no dejar de lado la importancia central que le asigna en su obra al deseo; por lo cual podríamos decir que es un marrano del deseo (Cupiditas). Ésta es una de las dificultades para dar cuenta de su obra y de su vida (…)

Su defensa de un Estado secular y democrático lo llevan a comprometerse con los acontecimientos políticos que se van sucediendo para transformarse en un militante de la potencia de vivir

(…) A mediados del siglo XVII Spinoza comienza a desligarse de a poco del pensamiento clásico de la religión judía. No solo tenía un concepto de Dios que se desviaba fuertemente del tradicional, sino que impugnaba la validez de la Ley judía. Su resultado fue el Herem o Cherem (expulsión, anatema o excomunión). Su defensa de un Estado secular y democrático lo llevan a comprometerse con los acontecimientos políticos que se van sucediendo para transformarse en un militante de la potencia de vivir. (…)

A fuerza de simplificar podemos decir que Spinoza se plantea dos líneas de textos. Uno ético teórico, los otros -que se apoyan en los primeros- éticos políticos. En este sentido, unos eran profundas reflexiones que le permitían avanzar en su compromiso social y político de su época. Mientras los escribía consolidaba una perspectiva sólida sobre lo que pensaba en relación a la ética y sus consecuencias sociales y políticas fundando el pensamiento moderno. Allí están los escritos sobre Descartes, la Reforma y, fundamentalmente, la Ética. De esta manera podemos desmentir el mito de un Spinoza aislado y dedicado a la reflexión filosófica y los problemas de la multitud. Su Correspondencia, el Tratado Teológico Político escrito clandestinamente tiene una gran importancia en las reflexiones de aquellos que lo leyeron. El Tratado Político, que dejó inconcluso, afianza su perspectiva democrática rompiendo con la idea de un Spinoza liberal republicano. No sabemos hacia donde se dirigía con este texto, pero con lo escrito encontramos a un Spinoza con un pensamiento radical sobre la democracia y la organización del Estado.

Notas

1. Domínguez, Atilano (compilador), Biografía de Spinoza, Alianza editorial, Madrid 1995. En castellano la más importante debido a la documentación de cita es la de Steven Nadler, Spinoza, editorial Acento, Madrid, 1999.

2. El libertino forma parte de un movimiento cultural extendido en Francia en el siglo XVII, pero cuyo origen se remonta al siglo XIII entre Francia, Alemania e Italia cuando hacía referencia al espíritu libre o pensamiento no dogmático; conocido a partir del siglo XVIII como librepensamiento. Libertinos en este período son un reflejo evidente del renacimiento cultural exaltando el carácter natural del hombre frente a la interpretación más teológica de la redención de Cristo, que llevó en su opinión a una renovación no solo del espíritu sino también del cuerpo humano. Para los libertinos, con la redención del cuerpo de Cristo fue devuelto al hombre hasta la pureza de la carne como en los tiempos bíblicos del Edén de Adán descritos en el Génesis. Por esta razón, no todo deseo natural debe ser reprimido moralmente, sino satisfecho por la voluntad de Cristo redentor. En el siglo XVII, el término no indica los partidarios más libertinos justificados por argumentos religiosos de moral reprobable, pero sí los que se han desviado de la “verdadera fe” y que han caído en el libertinaje moral. No siempre el término fue interpretado negativamente, sino que también aludió a un “espíritu fuerte”. Se comienza a entender entonces el término libertino como un depravado, como un ateo adicto a los placeres del cuerpo o como filósofo escéptico. Una de estas definiciones no excluye la otra, incluso entre los teólogos cristianos es reivindicada como una conducta licenciosa que a menudo conduce al abandono de la fe, una actitud de crítica o de falta de fe en la Iglesia, que era una fuente de depravación moral. Pero lejos de estos argumentos y calificaciones, también hubo un “libertinage erudit” (libertinaje erudito) seguido por importantes intelectuales de la época.

3. Van den Enden, Franciscus, Libertad política y Estado, editorial El cuenco de plata, Buenos Aires, 2010. En especial el prólogo de Leandro García Ponzo.

4. Yirmiyahu, Yovel, Spinoza, el marrano de la razón, editorial Anaya, Madrid, 1995.

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Articulo publicado en
Abril / 2022