Casada hace unos cuantos años, Carol trae una y otra vez a sus sesiones de análisis el dilema de la separación de su marido. Dice haber llegado sin amor al casamiento pero encontrando en él una posibilidad de tomar distancia de sus padres. El padre la llamaba “mi princesita” y ella correspondía con una idealización que apenas disimulaba su endeblez. Por la madre, en cambio, siempre sintió un intenso amor-odio; esa madre, ejerciendo sobre Carol una fascinante tiranía, vivió a su través una segunda juventud.
Recibí a Marcela, de 39 años, derivada por su último psicoanalista quien decidió emigrar, por lo tanto, se despidió de sus pacientes.
Llegó a mi consultorio en un estado lamentable de dolor y angustia, me contó entrecortadamente algo de su historia y comenzaron luego las sesiones; en realidad empezó un largo proceso para contenerla, sin que yo recuerde ninguna interpretación y sólo quizás uno que otro señalamiento, porque lo único que ocupaba la escena era el dolor por el analista perdido y los sentimientos de angustia, abandono e indefensión por esa pérdida... más el llanto continuo que no la dejaba hablar a ella...ni a mí.
En las últimas décadas, algunos psicoanalistas en Argentina, nos hemos encontrado en la difícil tarea de dar cuenta de los efectos en la subjetividad del trauma provocado por políticas de Estado, tanto del Estado Terrorista como del Estado en democracia en sus faltas y en sus fallas de la ley.
Introducción
El tema que lleva por título este trabajo se apoya principalmente en el interés que me despiertan dos hechos clínicos.
El primero proviene del psicoanálisis británico y se refiere a la importancia que Winnicott le adjudica a las paradojas en el marco de los tratamientos psicoanalíticos con determinado grupo de pacientes.
Centraré mi homenaje refiriéndome solamente al abordaje que hizo del Hospitalismo
Un niño que enfermaba y era internado en un hospital para su atención sufría un doble traumatismo: el de su cuerpo enfermo y el tratamiento con procedimientos muchas veces invasivos y a esto se sumaba la experiencia del abandono familiar impuesto por las normas institucionales que exigían el aislamiento del niño, permitiendo el contacto familiar solamente en los limitados horarios de “visita”.
En esta sección se publican algunos relatos de situaciones clínicas enviadas por los lectores a nuestra redacción donde Emilio Rodrigué agrega breves reflexiones
La medicina contemporánea: la hegemonía del paradigma biomédico reduccionista
La dimensión antropológica de la tarea del médico ha pagado un duro tributo a la influencia y al poder que la tecnología viene brindando, en las últimas décadas, al diagnóstico y a la terapéutica. Los logros alcanzados por esa vía no se han articulado con una concepción integral del paciente que pierde, muchas veces, su condición humana detrás de las cifras estadísticas y los criterios mecanicistas biológicos de normalidad y salud. El saldo, de tanta excelencia científica, también es un empobrecimiento de la perspectiva humanística de la labor médica. La problemática que originan los descubrimientos e invenciones en el área de la genética, la farmacología, la exploración funcional, la cirugía protésica y de transplantes, por mencionar solamente las adquisiciones más recientes, obligan a replanteos éticos profundos y cuestionan los criterios utilizados hasta el presente para la actividad de los médicos.
Conocí a Carlitos en el mes de abril de 2001, llegó cabizbajo y medio escondido detrás de su madre. Tenía entonces 3 años y medio.
A pesar de su corta edad, entró solo al consultorio. Era un niño muy inexpresivo y apagado que parecía vivir en un mundo que no despertaba ningún atractivo para él. Levantaba los juguetes mecánicamente, los colocaba en algún sitio y ahí quedaban. Hacía rodar los autitos pero luego, cuando éstos quedaban fuera de su vista no los buscaba, parecía que ese contacto efímero alcanzaba sólo el momento del encuentro material con el objeto.
Hace años que vengo sosteniendo que los psicoanalistas no pueden dejar de lado la dimensión política cuando hacen una práctica social. Dar cuenta de esta cuestión resuelve tanto problemas éticos como técnicos cuando un psicoanalista se involucra a operar en el campo de lo colectivo. Facilitar o asesorar en la transformación de un grupo o institución es comprometerse en la dirección de esa transformación. Eso es un compromiso político. Dar cuenta de ello es un compromiso ético. La tan mentada neutralidad del analista funcionaría como resistencia a esa transformación.
Estas cuestiones de clínica psicoanalítica permiten avanzar sobre las dificultades cotidianas. En esta tercera entrega se plantean dos viñetas de problemáticas de transferencia y contratransferencia.
Introducción
La asociación entre la experiencia clínica y los desarrollos teóricos actuales, me permitió pensar ciertas cuestiones en torno a la alteración somática por ingesta y la aparición de rasgos paranoides, entre otros. El trabajo en el consultorio, así como también las supervisiones de pacientes bulímicos y anoréxicos en los diferentes hospitales municipales, me plantearon interrogantes sobre algunos actos suicidas, más precisamente intentos de suicidio. Creo que estos pacientes no alcanzaron su cometido por el deseo de encontrarse en un estado de agotamiento energético como expresión de la pulsión de muerte, es decir, terminaron exhaustos en la tentativa.
Herbert Marcuse no fue un psicoanalista que se dedicó a la práctica clínica. Sin embargo, la importancia de los aportes de este filósofo vuelve pertinente su inclusión en esta serie de autores olvidados del psicoanálisis. Alrededor de Mayo del 68 sus ideas transitaban los medios académicos y los medios de difusión. Posteriormente quedó prácticamente en el olvido.
Jacobo Fijman: ¿se siente Ud. un enfermo mental?
No. Rotundamente. No.
En primer lugar porque tengo intelecto agente y paciente.
Y mis obras prueban que no sólo soy un hombre de razón, sino de razón de gracia...
Y es mi razón la que hace que entienda fácilmente las cosas sobrenaturales.
Los médicos no entienden esas cosas. Se portan fácilmente bien.
¿Sigue vigente el concepto freudiano de las perversiones sexuales?
La denominación de perversión sexual, sin connotaciones moralistas o peyorativas, es la que sigue utilizándose en psicoanálisis, ya que "perversión" es un término largamente utilizado en medicina para designar situaciones donde una función se aparta de su fin natural. En esa perspectiva, las perversiones sexuales se definen, en lo sintomático y descriptivo, por la aparición y permanencia de ciertos componentes parciales de la sexualidad pregenital que se autonomizan y adquieren predominio sobre la genitalidad adulta.
Con cara de furor y voz amenazante, Matías, de seis años, formuló en medio de la sesión: “Si no lo hacés le voy a decir a mi papá que no vengo más y te vas a quedar sin trabajo”. ¿Cómo evitar la ola de horror, de mezcla de rabia y sorpresa, humillación y ganas de expulsarlo del consultorio, que atravesó veloz de los oídos al cerebro del analista? El round está a punto de terminar uno a cero, y uno no se recupera de la trompada asestada en medio de la mente.
1)"En este momento atiendo una paciente que tiene HIV. Ella viene porque su familia y amigos le dicen que tiene que venir. Se cuida relativamente y no ha tenido complicaciones serias. Pero en su análisis muestra poca colaboración, como si viniera por obligación, ya que no quiere pensar en la enfermedad. Pero tampoco le encuentra mucho placer al resto de su vida (su trabajo, su marido y sus hijos, la sexualidad). Más bien está deprimida. Pero afirma que la negación es buena: 'sólo me acuerdo de que estoy enferma cuando tomo las pastillas'.
Freud se refirió por primera vez a la contratransferencia en el año 1910, como algo que le ocurre al psicoanalista. Dice: “Hemos llegado ha ser conscientes de la contratransferencia que surge en él como resultado de la influencia del paciente sobre sus sentimientos inconscientes y estamos casi inclinados a insistir en que él debe reconocer esta contratransferencia en sí mismo y superarla”.
Además agrega que “… ningún psicoanalista va más allá de lo que le permiten sus propios complejos y resistencias internas…”
Hay en nuestro medio un gran número de analistas que han preferido no integrarse a las grandes instituciones psicoanalíticas, con la fantasía de que así estaban a salvo de las estructuras de poder que se dan en las mismas, habiendo alcanzado con este sistema muy buena formación y resultados profesionales.
Tres borrachos sentados en un café hablan de mujeres. Quinientos profesionales parados sobre la tarima científica de un congreso hablan de mujeres. La ideología patriarcal es la misma. Nos comprenden. Nos ayudan. Nos critican . Nos contienen. Nos protegen. Inventan medicamentos para suavizar nuestros males. Nos imaginan.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra