Herbert Marcuse no fue un psicoanalista que se dedicó a la práctica clínica. Sin embargo, la importancia de los aportes de este filósofo vuelve pertinente su inclusión en esta serie de autores olvidados del psicoanálisis. Alrededor de Mayo del 68 sus ideas transitaban los medios académicos y los medios de difusión. Posteriormente quedó prácticamente en el olvido. Nos parece necesario un rescate crítico de su obra debido a que sus reflexiones sobre la subjetividad y la sociedad merecen ser repensadas en función de la situación actual, inclusive algunos de sus conceptos, tales como el de sobrerrepresión, considerando las limitaciones que implicó dejar de lado a la pulsión de muerte, como todos los autores de la izquierda freudiana. Esto llevaba a plantear que todos los males provenían de la sociedad capitalista e idealizar una futura sociedad en la que todos ellos se acabarían. Pero también retomar sus planteos acerca de la subjetividad en las sociedades, en las que todo lo que parecía hecho para liberar al individuo y para asegurarle un mejor desarrollo, terminó cumpliendo la función contraria: integrar a la fuerza de represión, volver más esclavo y más inconciente de su esclavitud a los sujetos. Esto no ha cesado, sino que por el contrario, se ha incrementado desde que Marcuse formulara sus ideas.
Por estas y otras cuestiones es que merece volverse a pensar la obra de Herbert Marcuse hoy.
Herbert Marcuse (1898-1979) nació en Berlín y le tocó vivir las épocas más duras para el Imperio Germánico, como lo fueron la Gran Guerra y sus funestas consecuencias inmediatas -una crisis económica desconocida para el próspero pueblo alemán tras la derrota en los campos de batalla, resultado de la imposición del Tratado de Versalles por los vencedores- y mediatas más funestas aún, tales como años más tarde fue la llegada del nacionalsocialismo -1933- al poder. Este hecho marcó a fuego sus desarrollos intelectuales posteriores, pese a que ya había mostrado una acentuada inclinación por las temáticas humanas en general y sociales en particular.
Fue, quizás, por la amplia difusión que alcanzó su obra, el más reconocido popularmente1, de los miembros fundadores de la Escuela de Frankfurt, que compartía con Theodor Adorno y Max Horkheimer -y otros nombres jerarquizados- aunque es Horkheimer quien puede considerarse como el alma mater original del grupo.
Resulta curioso tener que escribir sobre los "olvidados" en el psicoanálisis incluyendo a Marcuse cuando él no fue un psicoanalista profesional, aunque no quepan dudas que de psicoanálisis sabía "un montón", posiblemente mucho más que algunos ortodoxos a ultranza, de estilo fundamentalista, que niegan la posibilidad de extender los recursos que ofrece el psicoanálisis más allá de la práctica clínica. Y Marcuse, quien dedicó buena parte de su vida a estudiar las complejas relaciones sociales a la luz del psicoanálisis, "lo hizo" 2 incorporando estos conocimientos a sus estudios sistemáticos en filosofía, a los cuales sumó otros en sociología crítica, historia y política. En él se puso en marcha aquello que años después explicitaría Guattari con que "... lo que enriquece la potencialidad de un intelectual es su capacidad de dispersar su producción de registros heterogéneos". Y, Marcuse, fue un intelectual hecho y derecho, aunque no de "derecha".
No fue extraño que estuviera en la "lista" de freudomarxistas que, como atinadamente señala Vainer (2003), "nunca existió". Tal maniobra artera obedeció a la necesidad espuria de adjudicar anatemas calificativos peyorativos a todos aquellos que habían osado -en las estructuras burocráticas del psicoanálisis- pensar con sus células grises y, además de ser psicoanalistas demostraban una clara simpatía por el marxismo, aunque no necesariamente el oficial del Partido Comunista -stalinista- de aquella época. En realidad, tanto Marcuse, como muchos otros -Reich, Fenichel, Fromm, etc.- se calificaban como la izquierda freudiana.
Marcuse fue el mayor difusor de la Escuela de Frankfurt y su máxima notoriedad la alcanzó cuando virtualmente se convirtió en uno de los líderes del movimiento estudiantil de protesta de 1968 -"el mayo francés"- siendo el referente inequívoco para aquellos estudiantes que intentaron tomar al "cielo por asalto", diciéndole ¡basta! al sistema capitalista, proponiendo en su reemplazo una forma no tradicional del socialismo, que -por entonces- era hegemonizado por el comunismo soviético.
Entre su vasta obra escrita, luego de su exilio voluntario en EE.UU. donde junto a sus antiguos amigos reconstruyeron las bases de la Escuela que debieron abandonar en Alemania, huyendo de las garras del nazismo que veía en todo librepensador a un enemigo de su política de "pensamiento único" (Estefanía, 1997)- cabe rescatar en primer lugar a Eros y Civilización (1955), en donde realiza una lectura neomarxista de la metapsicología freudiana. Marcuse retoma el diagnóstico hecho por Freud (1930) acerca de la necesidad de renunciar -reprimir- mínimamente a los impulsos de placer y agresividad para sostener a la civilización, aunque el monto de la represión fuese insoportable en la compleja sociedad contemporánea. Marcuse amplía tal concepción y distingue entre la represión técnica -el mínimo de represión necesario para supervivir en la vida civilizada- y la “sobrerrepresión”. Esta última es un correlato de la noción marxista de plusvalía. Al igual que Marx no condenaba toda forma de extracción de valor al trabajo, sino que sólo lo hacía con la relación asimétrica, injusta o inequitativa que es la que perjudica a los trabajadores, convirtiendo a su quehacer en alienante por la expoliación a que son sometidos.
El hombre unidimensional (1964) es la versión extrema de la crítica a la razón instrumental desarrollada por Horkheimer y Adorno (1974). Marcuse vuelca sus análisis en una fotografía de la sociedad actual, regida por principios de administración total(itaria), en la cual no existen espacios para escapar a la férrea lógica del mercado (Roca, 1997; Rodríguez Kauth, 1999), a la tecnocracia esclavizante y a la parafernalia del espectáculo que convierte en un sujeto pasivo a la persona. Resulta imposible dejar de transcribir el siguiente párrafo: "Tiene sentido decir que la ideología llega a estar incorporada en el mismo proceso de producción, y también puede tener sentido sugerir que, en esta sociedad, lo racional más que lo irracional llega a ser el más efectivo vehículo de mistificación. El punto de vista de que el crecimiento de la represión en la sociedad contemporánea se manifiesta, en la esfera ideológica, primero en el ascenso de pseudofilosofías irracionales [...] fue refutada por el fascismo y el nacionalsocialismo. Estos regímenes negaron esta filosofía y sus propias ‘filosofías’ irracionales mediante la total racionalización técnica del aparato social. Fue la movilización total de la maquinaria material y mental la que hizo el trabajo e instaló su poder mistificador sobre la sociedad".
En síntesis, resumiendo las ideas centrales de Marcuse, se puede concluir que tenía dos propósitos claves: una re-erotización de las personas y una crítica lindante en lo romántico a los dominios de la técnica sobre los individuos, sin por esto caer en un retorno ingenuo al "buen salvaje" de Rousseau.
A modo de colofón -y para facilitar el acceso a la lectura de Marcuse- en la bibliografía se indican las obras en español que más fácilmente se hallan en las librerías argentinas, en especial las de la calle Corrientes de Buenos Aires.
Angel Rodríguez Kauth
Profesor de Psicología Social y
Director del Proyecto de Investigación "Psicología Política",
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, Argentina
akauth [at] unsl.edu.ar
Notas
1 Sus libros son exhibidos en las librerías de cualquier ciudad.
2 Por favor, nadie crea que Marcuse era menemista.
Bibliografía
ESTEFANIA, J.: (1997) Contra el pensamiento único. Ed. Taurus, Madrid.
FREUD, S.: (1930) El malestar en la cultura. Amorrortu, Bs. Aires, 1986.
HORKHEIMER, M. y ADORNO, T.: (1974) Dialéctica del Iluminismo. Sur, Bs. Aires, 1974.
MARCUSE, H.: (1955) Eros y civilización. Ariel, Barcelona, 1989.
MARCUSE, H.: (1964) El hombre unidimensional. Seix Barral, Barcelona, 1972.
MARCUSE, H.: (1964/6) La sociedad industrial y el marxismo. Quintaria, Bs. Aires, 1969.
MARCUSE, H.: (1967/8/9) Sociedad carnívora. Eco Contemporáneo, Bs. Aires, 1975.
ROCA, J. M.: (1997) "La adoración del mercado". En Roca y otros.
ROCA, J. M. y otros: (1997) La izquierda a la intemperie. La Catarata, Madrid.
RODRIGUEZ KAUTH, A.: (1999) "La dictadura del mercado". Página Abierta, Madrid, Nº 98.
VAINER, A.: (2003) "El freudomarxismo nunca existió". Topía Revista. Bs. Aires, Nº 38.