La complejidad del trabajo clínico con toda la gama que implica el abuso sexual es un desafío actual. Las particularidades de los abordajes con pacientes abusados, con abusadores y la articulación con el poder judicial son cuestiones que atraviesan e implican la producción de dispositivos e intervenciones específicas. Pero esta temática lleva a discusiones, debates y polémicas. Por ello mismo, luego del relato clínico, hemos incluido las repercusiones de este material cuando se expuso en dos instituciones de Salud Mental.
El propósito de este trabajo es poder transmitir desde donde, por qué y cómo intervenimos con nuestra práctica clínica en instituciones públicas1. Presentamos una modalidad de trabajo grupal, con especial referencia a los tratamientos psicoterapéuticos de padres e hijos. Promovemos el abordaje grupal a partir de una concepción “relacional” del desarrollo psíquico, particularidad que nos lleva a repensar nuestra experiencia vivencial y formación como psicoterapeutas.
Hace ya unos cuantos años, en mi trabajo dentro del manicomio, intuía que un paciente es mucho más que su diagnóstico. Eran “una esquizofrenia”, “una paranoia”, “una epilepsia”. Me parecían simples etiquetas para certificar una historia sin fin. Con dicha marca se justificaba lo injustificable: largas internaciones que poco tenían de terapéuticas. Estos argumentos, sean psiquiátricos o psicoanalíticos, eran coartadas para encubrir la defensa de un sistema manicomial.
Llegamos al número 57 y nos preparamos para celebrar el próximo año los 20 años de nuestra revista. Por ello quisimos reproducir una nueva versión del artículo “El giro del psicoanálisis” (Topia en la Clínica, año IV, Nº 5, mayo de 2001) donde puntualizamos algunas cuestiones sobre la actualidad del psicoanálisis que han sido los temas desde los cuales venimos reflexionado.
Es un placer para nosotras, estar compartiendo las peripecias –las nuestras y las de uds.- más allá del consultorio. Recibimos la invitación y ésta nos convocó, en tanto posibilidad de intercambiar experiencias, certezas e incertidumbres. Nos proponemos hacer hincapié en las incertidumbres, porque con ellas comenzamos a transitar los caminos de la salud, el psicoanálisis y la comunidad en interacción.
A los psicoanalistas no nos enseñan a trabajar en equipo. Todo lo contrario. A lo largo de nuestra capacitación se nos promueve para trabajar con un solo paciente en eso que llamamos “individual”. Los institutos de formación y nuestros libros de cabecera apuntan hacia la misma dirección. Los análisis de los analistas (también individuales), las supervisiones y los seminarios configuran un modelo de analista “individual”. Sea de la orientación que fuera: freudiano, kleiniano, lacaniano. Cualquiera sea el “iano”, siempre será “individual”.
Nos proponemos transmitir la experiencia realizada en la Unidad de Salud Mental, área Adolescencia, del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, con los adolescentes afectados que consultaron después de la catástrofe de Cromagnon del 30 de diciembre del 2004, y aportar una reflexión crítica a partir de lo que podemos pensar tres años después.
El objetivo de este trabajo es relatar una experiencia clínica singular. El dispositivo ha sido construido “artesanalmente” en función de las particularidades que se nos fueron presentando y que determinaron la necesidad de adecuación del mismo al modo peculiar de hacer lazo de los consultantes. Asimismo sostenemos que la plasticidad del analista respecto de la cultura del grupo en el que ejerce su práctica es clave para que exista una posibilidad de establecimiento de la transferencia que, a su vez, lleve a producir cambios subjetivos y alivio en el sufrimiento psíquico de quienes nos consultan.
Soy Alejandro Vainer. Voy a coordinar este taller sobre Nuevos Dispositivos Psicoanalíticos en Instituciones Públicas, Grupo intergeneracional en un Servicio de Adolescencia en un Hospital Público.
Este artículo da cuenta de una perspectiva muchas veces soslayada: la necesidad de diferenciar en la clínica psicoanalítica el encuadre del dispositivo. Como venimos sosteniendo desde el suplemento Topía en la Clínica muchos analistas realizan dispositivos con encuadres novedosos en los que se establecen reglas necesarias (encuadre) donde se instaura un artificio (dispositivo) cuyas condiciones propician y permiten escuchar el inconsciente.
Seudónimos: Lilica, Pernalonga, Margarida
Area teorico/practica: Nuevos dispositivos clínicos
Ejes desde donde interrogar nuestro quehacer: Las clínicas y sus territorios
Autores: Lic. Camila Jardim, Prof. Felipe Wachs y Lic. Rita de Cássia Maciazeki Gomes
Un artículo publicado en el diario Página/12, del 15/9/04, titulado “La concentración de la pobreza” dice: “Contra todo lo que se puede suponer, el segundo cordón del conurbano bonaerense es la región más pobre del país, situación que da por tierra con las teorías de las ‘regiones inviables’ cuando se analiza el noreste y noroeste del país.
A partir de este número del suplemento Topía en Clínica retomamos los debates que hacen a las modificaciones y permanencias en la práctica del psicoanálisis. Creemos necesario recordar algunas perspectivas que fuimos desarrollando en todos estos años.
Recordemos: Freud encontró en la interpretación de los sueños “la vía regia” de acceso a lo inconsciente. Su resultado fue un texto cuyo título en alemán, Die Traumdeutung une indisolublemente el sueño con la interpretación. Este fue puesto en venta el 4 de noviembre de 1899. Franz Deuticke, la casa editora, coloca en el libro la fecha de 1900. La edición fue de 600 ejemplares. En los primeros dos años se vendieron 228 ejemplares. La tirada original recién se agotará luego de ocho años. Las reseñas del libro no son numerosas, en su mayoría de gente proveniente del campo de la cultura.
Desde Topía en la clínica se plantea dar cuenta del giro que ha dado el psicoanálisis como consecuencia de las transformaciones en la subjetividad y los nuevos paradigmas de nuestra cultura. Esto implica no sólo nuevas manifestaciones sintomáticas, sino también un escuchar diferente del sujeto en análisis. Nuestra mirada clínica se encuentra con una subjetividad, efecto del actual malestar en la cultura, cuya historia social es soporte de la historización del aparato psíquico.
El psicoanálisis cura y, en algunas ocasiones, permite prevenir enfermedades. Esta se realiza a través del acto de palabra evitando las actuaciones y racionalizaciones que se establecen en una relación imaginaria donde el análisis se transforma en interminable. En sus primeros escritos Freud enunció que un análisis es interminable, lo que finaliza es un tratamiento.
El presente artículo está basado en un capítulo del libro que editó Topía editorial, REGISTROS DE LO NEGATIVO. El cuerpo como lugar del inconsciente, el paciente límite y el dispositivo topicoanalítico.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra