Introducción.
El propósito de este trabajo es poder transmitir desde donde, por qué y cómo intervenimos con nuestra práctica clínica en instituciones públicas1. Presentamos una modalidad de trabajo grupal, con especial referencia a los tratamientos psicoterapéuticos de padres e hijos. Promovemos el abordaje grupal a partir de una concepción “relacional” del desarrollo psíquico, particularidad que nos lleva a repensar nuestra experiencia vivencial y formación como psicoterapeutas.
Desde donde y por qué.
Partiremos exponiendo nuestro E.C.R.O., que por su naturaleza dinámica esta en permanente cambio, y que por su naturaleza psicoanalítica está en continuo análisis. Reflexionamos entonces desde donde vivimos la psicología clínica; cómo pensamos-sentimos-actuamos con nuestros pacientes. Bleger (1985) considera el ECRO como “conjunto de experiencias, conocimientos y afectos con los que el individuo piensa y actúa1”; sustenta la idea de Operatividad que implica la posibilidad de producir cambios, de promover una modificación creativa de la realidad a nuevos sentidos que la enriquezcan dialécticamente.
Ese conjunto de experiencias tuvo lugar a partir de un psicoanálisis que se desarrolló en el interior del país y que desde sus inicios centró el interés en ir reformulando los recursos terapéuticos sin apartarse del pensamiento psicoanalítico. Se partía de la idea que en ese momento el psicoanálisis se presentaba como muy rico en su teoría y pobre en su técnica, y que su versión clásica no era aplicable en el contexto o realidad sociocultural en la que vivíamos pacientes y terapeutas.
De ese modo nuestro enfoque incluyó la psicoterapia psicoanalítica individual y de grupo, y los aspectos filosóficos y técnicos del psicodrama. En este desarrollo influyeron las ideas y relecturas del Dr. Alberto Samperisi2, quien formó (y continúa haciéndolo), varias generaciones de psicólogos y médicos en nuestro medio (San Luís, Mendoza, Río IV, San Juan, Córdoba).
De un modo resumido, podríamos decir que este desarrollo “psi” se apoya en una visión profundamente diádica, relacional, vincular, del desarrollo humano, donde la escisión y la identificación proyectiva son considerados los arquitectos del psiquismo.
Psiquismo abierto y complejo.
Lo conceptual o teórico de nuestro ECRO está signado por esta concepción “relacional” del desarrollo psíquico. Encontramos en R. Fairbairn (1966), con su mundo vincular/vivencial internalizado, una teoría altamente dinámica de las relaciones interpersonales. Teoría relacional que va más allá de la concepción de instinto (de vida o de muerte) o de la noción de “relaciones de objeto” con asiento en la deflexión de la pulsión de muerte, y que también podría denominarse vincular. Cobran relevancia los aportes de D. Winnicott con su concepción de madre suficientemente buena (holding, handling, mostración de objetos) y espacio transicional, especialmente en el modo en que vamos modulando la técnica; sin desconocer las divergencias entre estos autores, atentos siempre a la coherencia epistemológica necesaria en el trabajo psicoanalítico.
Fairbairn, Winnicott, Balint, Bion, entre otros, resultan esenciales para comprender el desarrollo humano,cuyo denominador común,es la importancia de las primeras relaciones bebé-mundo (madre o representante de sus funciones); de un bebé que necesita de otros para sobrevivir, para integrarse, para personificarse. Ya sea por acción u omisión, por conflicto, trauma, identificación o déficit, el papel de los otros significativos es crucial para el anclaje de las bases de la mente. Una teoría relacional del desarrollo humano, que destaca el papel de los fenómenos vinculares/intersubjetivos en la consolidación de lo intrapsíquico, pone el acento en mecanismos centrales como la Escisión -básicamente de experiencias gratificantes o “buenas” y de experiencias frustrantes o “malas”- y su correlato estructural. Trabajamos la Identificación Proyectiva en sus aspectos sanos y enfermos que se manifiestan en los fenómenos transferenciales, en plena articulación con la idea de lo nuevo, lo instituyente, lo sorpresivo, lo no repetitivo, lo imprevisto, lo que permite la posibilidad de cambio, la apertura de sentidos, lo que hace girar la espiral, y se despliega con todo su esplendor en el proceso terapéutico.
Mantenemos la idea de operatividad, de un psiquismo abierto, en permanente intercambio en las relaciones con los demás.
Un paréntesis sobre el apego.
En nuestro enfoque de los grupos de padres, son una herramienta clave los aportes J. Bowlby (1952) quien da por sentado que los cuidados maternos van a proveer la salud mental, y describe tres causas del fracaso del núcleo natural del hogar en el cuidado del niño: a) Núcleo natural del hogar no establecido nunca (ilegitimidad); b) Núcleo natural del hogar que permanece intacto pero que no actúa en forma eficaz: condiciones económicas que llevan al desempleo del encargado de ganar el pan y por consiguiente a la miseria. También podría deberse a enfermedad crónica o incapacidad, inestabilidad o psicopatía del padre; c) Núcleo natural del hogar deshecho y por consecuencia sin funcionamiento: calamidades sociales (guerra, hambre) o en otros casos el fallecimiento, enfermedad, hospitalización, abandono del hogar de uno de los padres. Separación o divorcio, ocupación del padre en otra ciudad o empleo de la madre a horario completo.
Todos y cada uno de estos factores pueden apreciarse en los grupos psicoterapéuticos de padres estudiados clínica y empíricamente (Toranzo 2004; Taborda y Toranzo, 2007) en mayor o menor medida y combinados entre sí. Y si bien estas descripciones corresponden a circunstancias comunes de los años cincuenta, es significativo que persistan y se hayan acentuado en la actualidad, a pesar de los desarrollos en salud mental..
Psicoterapia psicoanalítica de Grupo.
Incursionar en el tema de la psicoterapia de grupo, implica un recorrido desde W. Bion en Inglaterra de 1941, Foulkes en Alemania de 1948, J. Moreno en Europa y EE.UU. de 1945, cuando sentaron las bases de la psicología de los grupos. Y aportes en nuestro país, de la mano de A. Fontana y E. Rodrigué (1956), el gran maestro E. Pichón Rivière (1968); E. Torras de Beà (1986) en España, y muchos otros.
Bion muestra cómo la psicología individual de la época no puede ser trasladada a la comprensión de los grupos. Describió dos actividades, una primera: racional y consciente, que dependía de la voluntad de los miembros y de la cooperación entre ellos para la realización de la tarea, era el “Grupo de trabajo”. La segunda actividad era irracional e inconsciente, emocionalmente intensa, se originaba en forma instantánea e involuntaria. Ambas actividades se contraponen, y más bien la segunda entorpece la primera, se trata del “Grupo de supuesto básico”.
Por su parte, Foulkes (1966) entiende que la enfermedad mental y emocional tiene una base social que surge de las tempranas experiencias del individuo en su familia, la cual, a su vez, está inmersa en su propia historia generacional e imbricada en la matriz de la sociedad en su sentido más amplio. Destaca la importancia del proceso de comunicación en el tratamiento, como un prerrequisito del proceso analítico, donde el trabajo dirigido a una comunicación cada vez más amplia y profunda, va paralelo con el proceso de análisis. La terapia de grupo representa la creación de un espacio en donde esto es posible; donde un grupo cara a cara pueda alentar la expresión verbal e inhibir la acción. Supone una transferencia en la que los procesos inconscientes de proyección, identificación proyectiva, introyección e identificación se descargan en el grupo, que las sostiene hasta que puedan traducirse en procesos psíquicos comunicativos y compartibles. Todas las comunicaciones se producen dentro de la matriz de desarrollo grupal, base operativa de las relaciones intrapsíquicas e interpersonales; gracias a la misma el grupo tiene la capacidad de recibir, contener, y finalmente integrar de manera gradual, en un nivel más elevado de funcionamiento, la producción de cada paciente.
En nuestro país, E. Pichón Rivière desarrolla su “psicología social” de la cual hemos tenido diversas lecturas. Su concepción del enfermo mental como portavoz de la ansiedad y conflictos del grupo inmediato o familiar, da importancia a la necesidad de trabajar con los miedos y ansiedades básicas que surgen en los intercambios grupales, teniendo como guía terapéutica ir haciendo explícito lo implícito, promoviendo una buena red de comunicaciones, que ayude a los integrantes a pensar y enriquecerse dialécticamente.
En esta retrospectiva, ponemos en relación a J. Moreno, R. Fairbairn y E. Pichón Rivière porque desarrollaron un modelo de la salud y de la enfermedad, pero también de un modo de abordarla psicoterapéuticamente, centrado en el vínculo como estructura .relacional compleja. Consideran como pilares de toda psicoterapia, a la introyección del modelo relacional, vínculo que pasará a formar parte del mundo interno del paciente y que condicionará el tipo de relación que establezcamos con el mundo (Bustos 1974). Técnicamente el “aquí-ahora” que introdujo Moreno a través del psicodrama y que la psicoterapia psicoanalítica pone en el centro, se aplica a lo grupal, favoreciendo una mayor integración de lo afectivo, la acción y el pensamiento como áreas de expresión de la conducta que se manifiestan en la experiencia emocional correctiva. Se aprovecha el fenómeno “tele” que se da en todo encuentro o contacto genuinamente humano, e involucra la totalidad de las distintas comunicaciones, concientes, inconscientes, cognitivas, emocionales, y afectos.
Finalmente, tomamos los aportes de E. Torras de Beà (1986), especialmente en lo que se refiere a los grupos psicoterapéuticos de padres; planteados como una modalidad terapéutica complementaria del tratamiento de sus hijos denominado grupo paralelo. Nos centramos en la relación con los hijos y la dinámica de las interacciones en la familia y sus círculos viciosos, donde se despliegan complejos procesos de identificación proyectiva que exploramos lo más profundamente posible. Su objetivo fundamental es que a través de ésta, se desarrolle o aumente la capacidad de los padres para darse cuenta de los sentimientos de los otros, especialmente de sus hijos, de entender sus propias reacciones y las dinámicas interpersonales. Si los padres pertenecen a una población de riesgo, con diagnóstico reservado; se requiere de una mayor homogeneidad en el grupo a los efectos de que puedan tolerar la herida narcisista que traen por efecto de la situación traumática (por ej.abuso) más la que provoca el grupo mismo.
Dónde y Cómo trabajamos
Realizamos nuestra actividad en el ámbito público, en un Centro de asistencia a la mujer de la ciudad de Córdoba, que asiste a madres de niños victimas de abuso; y en el Centro Interdisciplinario de Servicios (perteneciente a la U.N.S.L.) donde se brinda atención psicológica a niños, adolescentes y adultos que no posean el beneficio de una cobertura social.; a partir de la derivación de instituciones educativas o médicas. Los motivos manifiestos de los padres suelen coincidir: “Vengo porque mi hijo no anda bien en la escuela…”, detrás de los cuales se esconden problemas emocionales de diverso tipo y conflictos relacionales que incluyen a los padres. Luego de realizar una minuciosa labor diagnóstica con los padres mediante : Entrevista inicial y Entrevista clínica para Padres o Cuestionario para padres basado en las teorías del apego, consideramos la posibilidad del ingreso de los mismos a psicoterapia de grupo, focalizada en la relación con sus hijos.
Las intervenciones clínicas del psicólogo en este enfoque de abordaje grupal recorren un espectro que va desde la simple pregunta, afirmaciones, rectificaciones, ratificaciones, clarificaciones, todas destinadas a desglosar la situación conflictiva de manera que quede a la vista y se de la posibilidad de integrar los aspectos superficiales y profundos del problema. Se procura tomar lo que los participantes sienten y piensan, transmitiendo la información que sea necesaria, sin socavar la confianza en si mismos, y encaminar la relación de diferentes esquemas referenciales de los participantes del grupo a partir del reconocimiento de diferencias y similitudes de vivencias.
El objetivo esencial que buscamos a) Responsabilizarlos y de este modod ayudarles en la posibilidad de reparar. El bienestar del niño depende en gran parte de lo que ellos hicieron y hacen como padres con/para/por su hijo. b) Salir del sentimiento de unicidad, en el que no son los únicos que tienen dificultades con sus hijos. c) Desarrollar sentimientos de seguridad al saber que cuentan con un lugar propio donde poder expresar sus angustias, miedos, necesidades y deseos.
La modalidad de trabajo de los grupos de padres implica que funcionan paralelamente al tratamiento de los niños, el cual puede ser individual o grupal. Las sesiones de grupo tienen una frecuencia semanal, y duran aproximadamente 90 minutos. Por cuestiones económicas y de adherencia al tratamiento, procuramos que los encuentros grupales se den en el mismo horario de atención que el de sus hijos.
En el primer encuentro, los coordinadores nos presentamos y damos algunas indicaciones de cómo va a funcionar la psicoterapia grupal, aclarando cuestiones básicas del encuadre de trabajo (día, hora, roles, modalidad de trabajo, etc.). Luego de esta breve presentación les pedimos a los padres que se den a conocer y que vayan contándonos por qué están en el grupo y qué expectativas tienen. Los objetivos básicos que perseguimos con esto es que puedan comunicarse, ir bajando los niveles de ansiedad (altamente persecutoria) y poniéndose en conocimiento de la modalidad de trabajo grupal, corrigiendo expectativas distorsionadas, como por ejemplo la que expresa un padre en un primer encuentro: “Nosotros venimos acá porque siempre es bueno que nos digan qué tenemos que hacer, escuchar algún consejo que nos ayude con nuestro hijo”.
Las funciones de los terapeutas en el grupo de padres son variadas en calidad e intensidad de acuerdo al momento del proceso y a la situación emocional que se esté vivenciando. Podemos hablar de funciones básicas que van desde intervenciones directivas (“proveedoras” de cuidado o información), a silencios creativos o interpretaciones profundas, y que implican una amplia gama de herramientas o modos de promover la salud psíquica/emocional.
Conclusiones.
Consideramos que la psicoterapia psicoanalítica de grupos de padres nos pone frente a la problemática de la transmisión transgeneracional, y que no puede quedar únicamente reducida a la relación padres e hijos, sino que incluye la familia extensa y a la cultura misma. Mediante la psicoterapia, los padres tienen una segunda oportunidad de reparar sus propios dolores de la infancia, por los desaciertos de los padres. Ahora, cuando intentan adjudicar a sus hijos sus propios fantasmas y éstos se resisten o cuando se quedan atrapados en la propia infancia y no pueden acompañar el crecimiento sin temores.
El fracaso del hijo, exacerba los sentimientos de culpa, los hace más propensos a la pérdida de firmeza y desorienta a los padres acerca de las verdaderas necesidades del mismo. En este sentido la psicoterapia individual al niño y en algunos casos sólo a sus padres, la psicoterapia de grupos paralelos (padres y niños en grupos simultáneos) o grupos de padres paralelos al tratamiento individual del niño; grupos de madres de niños abusados; ayudan a identificar los problemas y de ese modo se inicia el camino de elaboración del dolor psíquico, y de l prevención para la futura salud mental de los hijos.
La asistencia psicoterapéutica grupal a diferentes poblaciones requiere de una teoría y técnica psicoanalítica relacional flexible, que procuren un camino hacia una especificidad de las intervenciones que permitan respuestas más eficaces a las complejas problemáticas actuales en salud mental.
Bibliografía.
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