Una fría y soleada mañana de julio volvíamos de una de las primeras reuniones donde representantes de más de 30 asambleas habían escuchado a trabajadores de IMPA, Chilavert, Cooperativa Alfa y de los MTDs de Solano y Alte. Brown. Seguramente no sería la primera vez que trabajadores ocupados y desocupados confluían en una actividad con asambleístas. Por el contrario, pocos días antes se habían movilizado por miles en repudio al crimen de dos trabajadores desocupados en Puente Pueyrredón ¿Qué había tenido de particular esa reunión en el bar tomado por los vecinos de Lacarra y Directorio? ¿Cuál era la circunstancia para que un domingo a las 11 de la mañana, más de 100 personas nos apiñáramos para escuchar atentamente las explicaciones de los trabajadores?
El fenómeno de las fábricas ocupadas había comenzado a difundirse. Después de la muerte de Maxi y Darío, los emprendimientos productivos de los trabajadores desocupados sorprendían a un auditorio que hasta ese momento los conocía sólo por cortar rutas. Pensamos que era necesario comenzar una reflexión más profunda sobre lo que estaba ocurriendo.
El afán por comprender la naturaleza humana de las pasiones estuvo presente desde la antigüedad. En La Ilíada, que es el texto fundador de la cultura griega, encontramos que se inicia con la palabra “menis”. Esta es la “ira” del héroe Aquiles, a partir de la cual se desarrolla toda la trama narrativa del poema 1. Sin embargo, durante largos períodos históricos, las pasiones fueron condenadas por dominar y distorsionar la “clara visión” del ser humano. Estas eran un factor que llevaba a la pérdida de la razón y al desorden de la locura.
En el año 1930 se quiebra la Bolsa de Valores de New York dando comienzo a la “Gran Depresión”. En ese año Freud publica El Malestar en la cultura. Allí trata de entender las transformaciones que se están produciendo en la civilización y sus consecuencias en la subjetividad. Es así como plantea que la cultura 1 está atravesada por un malestar que es propio de la constitución del sujeto: la muerte como pulsión. En esa época Hitler ya empieza a proyectar su sombra sobre Alemania.
Recordemos: Freud encontró en la interpretación de los sueños “la vía regia” de acceso a lo inconsciente. Su resultado fue un texto cuyo título en alemán, Die Traumdeutung une indisolublemente el sueño con la interpretación. Este fue puesto en venta el 4 de noviembre de 1899. Franz Deuticke, la casa editora, coloca en el libro la fecha de 1900. La edición fue de 600 ejemplares. En los primeros dos años se vendieron 228 ejemplares. La tirada original recién se agotará luego de ocho años. Las reseñas del libro no son numerosas, en su mayoría de gente proveniente del campo de la cultura.
Desde Topía en la clínica se plantea dar cuenta del giro que ha dado el psicoanálisis como consecuencia de las transformaciones en la subjetividad y los nuevos paradigmas de nuestra cultura. Esto implica no sólo nuevas manifestaciones sintomáticas, sino también un escuchar diferente del sujeto en análisis. Nuestra mirada clínica se encuentra con una subjetividad, efecto del actual malestar en la cultura, cuya historia social es soporte de la historización del aparato psíquico.
Nos enfrentamos a una especie de apuesta de Pascal: supongamos lo peor y seguramente llegará; comprometámonos a luchar por la libertad y la justicia y su causa podrá avanzar.
Noam Chomsky
Todo encantamiento ha terminado: con ello el reino de la posibilidad reside por entero en nuestros comunes y potentes manos.
I Aún hoy sorprende que un hombre haya suscitado tantos odios y rechazos por haber creado un sistema de pensamiento que condena la hipocresía, la mentira y la falsedad. Es decir, que haya nombrado las máscaras que mantienen al ser humano en la esclavitud y el sometimiento.
No nos esforzamos en nada, ni queremos, apetecemoso deseamos cosa alguna porque la juzguemos buena; sino que, por el contrario, juzgamos que una cosa esbuena porque nos esforzamos hacia ella, la queremos, apetecemos y deseamos.
Este trabajo fue presentado en el XVI Congreso Argentino de Psiquiatría organizado por APSA, Mar del Plata, Marzo de 2000. El mismo forma parte de una investigación que los autores están realizando, hace más de dos años, sobre la historia de la Salud Mental en la Argentina desde 1957 hasta 1983.
En el imaginario social la práctica del psicoanálisis se sigue asociando con el diván. Esta situación fue producto de una época y una generación de analistas que instituyeron unas condiciones de analizabilidad en la que predominaba una perspectiva idealizada del psicoanálisis. Los tiempos han cambiado. Los pacientes actuales son más difíciles que en el pasado. Nos encontramos con síntomas que no son sólo del orden de la represión de la sexualidad. El analista se encuentra con patologías que no aparecían en los primeros tiempos del análisis.
El presente artículo forma parte del capítulo 11 de La alegría de lo Necesario. Las pasiones y el poder en Spinoza y Freud. Topía editorial, Buenos Aires 2007, 149 páginas. (segunda edición corregida y aumentada)
Pensar es fácil. Actuar es difícil.Actuar siguiendo el pensamiento propio es lo más difícil del mundo.
¿Qué ideas tenían los argentinos, al final de la década del cincuenta, acerca de la Salud mental? ¿Esta era una de sus preocupaciones? ¿Qué prejuicios tenían acerca de la enfermedad mental?, ¿Qué información disponían acerca de los distintos tratamientos psiquiátricos?
El psicoanálisis cura y, en algunas ocasiones, permite prevenir enfermedades. Esta se realiza a través del acto de palabra evitando las actuaciones y racionalizaciones que se establecen en una relación imaginaria donde el análisis se transforma en interminable. En sus primeros escritos Freud enunció que un análisis es interminable, lo que finaliza es un tratamiento.
El cuerpo como lugar del inconsciente, el paciente límite y los nuevos dispositivos psicoanalíticos.
Enrique Carpintero
Resumen del primer capitulo
La curiosa anatomía del deseo inconsciente
"En el comienzo fue la acción"
Sigmund Freud
La superficie que fui describiendo con algunas características en diferentes formaciones psicopatológicas -señalando algunos síntomas- va a aparecer en la fantasía de cada persona de múltiples formas: con la consistencia del hierro, la madera, el algodón. Va a ser transparente como el cristal u opaca, sucia, pegajosa. Puede tomar la forma de un animal, ser femenina o masculina, o ambas a la vez.
En definitiva, superficie definida desde el deseo inconsciente cuyos avatares tienen la marca del desarrollo y resolución del complejo de Edipo y del complejo de castración.
En el editorial del número anterior finalizaba diciendo que civilización y barbarie "son las características que tiene el sujeto. En él conviven fuerzas que lo llevan a reconocerse en el otro humano y otras que tienden a aniquilarlo y, por lo tanto, a destruirse como sujeto". La historia de nuestra cultura nos muestra que cuando una civilización se proclama como la única verdad los otros se transforman en bárbaros. De esta manera los bárbaros son necesarios -como plantea Kavafis en su poema- ya que, en nombre de la civilización, se puede justificar cualquier exterminio.
Una de las características de la cultura es que regla los vínculos entre los seres humanos. De no existir tales vínculos quedarán sometidos a la arbitrariedad del individuo: el de mayor fuerza impondrá sus intereses y deseos. Es así como la cultura favorece la "fuerza de la razón" por encima de la "razón de la fuerza".
El presente artículo está basado en un capítulo del libro que editó Topía editorial, REGISTROS DE LO NEGATIVO. El cuerpo como lugar del inconsciente, el paciente límite y el dispositivo topicoanalítico.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra