La medicina contemporánea: la hegemonía del paradigma biomédico reduccionista
La dimensión antropológica de la tarea del médico ha pagado un duro tributo a la influencia y al poder que la tecnología viene brindando, en las últimas décadas, al diagnóstico y a la terapéutica. Los logros alcanzados por esa vía no se han articulado con una concepción integral del paciente que pierde, muchas veces, su condición humana detrás de las cifras estadísticas y los criterios mecanicistas biológicos de normalidad y salud. El saldo, de tanta excelencia científica, también es un empobrecimiento de la perspectiva humanística de la labor médica. La problemática que originan los descubrimientos e invenciones en el área de la genética, la farmacología, la exploración funcional, la cirugía protésica y de transplantes, por mencionar solamente las adquisiciones más recientes, obligan a replanteos éticos profundos y cuestionan los criterios utilizados hasta el presente para la actividad de los médicos.
Conocí a Carlitos en el mes de abril de 2001, llegó cabizbajo y medio escondido detrás de su madre. Tenía entonces 3 años y medio.
A pesar de su corta edad, entró solo al consultorio. Era un niño muy inexpresivo y apagado que parecía vivir en un mundo que no despertaba ningún atractivo para él. Levantaba los juguetes mecánicamente, los colocaba en algún sitio y ahí quedaban. Hacía rodar los autitos pero luego, cuando éstos quedaban fuera de su vista no los buscaba, parecía que ese contacto efímero alcanzaba sólo el momento del encuentro material con el objeto.
Hace años que vengo sosteniendo que los psicoanalistas no pueden dejar de lado la dimensión política cuando hacen una práctica social. Dar cuenta de esta cuestión resuelve tanto problemas éticos como técnicos cuando un psicoanalista se involucra a operar en el campo de lo colectivo. Facilitar o asesorar en la transformación de un grupo o institución es comprometerse en la dirección de esa transformación. Eso es un compromiso político. Dar cuenta de ello es un compromiso ético. La tan mentada neutralidad del analista funcionaría como resistencia a esa transformación.
Estas cuestiones de clínica psicoanalítica permiten avanzar sobre las dificultades cotidianas. En esta tercera entrega se plantean dos viñetas de problemáticas de transferencia y contratransferencia.
Introducción
La asociación entre la experiencia clínica y los desarrollos teóricos actuales, me permitió pensar ciertas cuestiones en torno a la alteración somática por ingesta y la aparición de rasgos paranoides, entre otros. El trabajo en el consultorio, así como también las supervisiones de pacientes bulímicos y anoréxicos en los diferentes hospitales municipales, me plantearon interrogantes sobre algunos actos suicidas, más precisamente intentos de suicidio. Creo que estos pacientes no alcanzaron su cometido por el deseo de encontrarse en un estado de agotamiento energético como expresión de la pulsión de muerte, es decir, terminaron exhaustos en la tentativa.
¿Sigue vigente el concepto freudiano de las perversiones sexuales?
La denominación de perversión sexual, sin connotaciones moralistas o peyorativas, es la que sigue utilizándose en psicoanálisis, ya que "perversión" es un término largamente utilizado en medicina para designar situaciones donde una función se aparta de su fin natural. En esa perspectiva, las perversiones sexuales se definen, en lo sintomático y descriptivo, por la aparición y permanencia de ciertos componentes parciales de la sexualidad pregenital que se autonomizan y adquieren predominio sobre la genitalidad adulta.
Con cara de furor y voz amenazante, Matías, de seis años, formuló en medio de la sesión: “Si no lo hacés le voy a decir a mi papá que no vengo más y te vas a quedar sin trabajo”. ¿Cómo evitar la ola de horror, de mezcla de rabia y sorpresa, humillación y ganas de expulsarlo del consultorio, que atravesó veloz de los oídos al cerebro del analista? El round está a punto de terminar uno a cero, y uno no se recupera de la trompada asestada en medio de la mente.
1)"En este momento atiendo una paciente que tiene HIV. Ella viene porque su familia y amigos le dicen que tiene que venir. Se cuida relativamente y no ha tenido complicaciones serias. Pero en su análisis muestra poca colaboración, como si viniera por obligación, ya que no quiere pensar en la enfermedad. Pero tampoco le encuentra mucho placer al resto de su vida (su trabajo, su marido y sus hijos, la sexualidad). Más bien está deprimida. Pero afirma que la negación es buena: 'sólo me acuerdo de que estoy enferma cuando tomo las pastillas'.
Freud se refirió por primera vez a la contratransferencia en el año 1910, como algo que le ocurre al psicoanalista. Dice: “Hemos llegado ha ser conscientes de la contratransferencia que surge en él como resultado de la influencia del paciente sobre sus sentimientos inconscientes y estamos casi inclinados a insistir en que él debe reconocer esta contratransferencia en sí mismo y superarla”.
Además agrega que “… ningún psicoanalista va más allá de lo que le permiten sus propios complejos y resistencias internas…”
Hay en nuestro medio un gran número de analistas que han preferido no integrarse a las grandes instituciones psicoanalíticas, con la fantasía de que así estaban a salvo de las estructuras de poder que se dan en las mismas, habiendo alcanzado con este sistema muy buena formación y resultados profesionales.
Tres borrachos sentados en un café hablan de mujeres. Quinientos profesionales parados sobre la tarima científica de un congreso hablan de mujeres. La ideología patriarcal es la misma. Nos comprenden. Nos ayudan. Nos critican . Nos contienen. Nos protegen. Inventan medicamentos para suavizar nuestros males. Nos imaginan.
En esta serie de autores olvidados incluimos una psicoanalista poco conocida para las nuevas generaciones. Schmidt fue una pionera no reconocida en la historia del psicoanálisis. Primero, en la articulación entre marxismo y psicoanálisis, antecediendo a Wilhelm Reich y al resto de la izquierda freudiana. Segundo, en el trabajo psicoanalítico con los movimientos sociales creando un dispositivo novedoso en los primeros años de la Revolución en la Unión Soviética.
A partir de este número del suplemento Topía en Clínica retomamos los debates que hacen a las modificaciones y permanencias en la práctica del psicoanálisis. Creemos necesario recordar algunas perspectivas que fuimos desarrollando en todos estos años.
La clínica del superyó nos convoca a un análisis de la implicación profesional. Nuestros diversos professares teóricos y técnicos devienen equipamientos donde los cultivos puros de pulsión de muerte no son difíciles de encontrar. Propongo una reflexión sobre lo mediocre, para lo cual tenemos primero que verlo como figura, cuando casi siempre nos acostumbramos a que sea el fondo.
La ambigüedad de este título es por lo menos inquietante. Nos vamos a referir al superyo mismo de Melanie Klein? Nos vamos a internar en los vericuetos secretos de su mente para determinar la estructura secreta de la composición de su superyo? La tarea no se presenta como poco fascinante dada la posición que esta instancia ocupa en su obra. Pero no es esta la ocasión de emprender ese ensayo intrusivo.. Nuestro objetivo es rescatar los aportes, que la perspectiva del superyo de Melanie Klein trajo a la clínica de niños .
La ubicación de la realidad en las alucinaciones1 no presenta ninguna dificultad para nuestro sentido común; éste simplemente afirma que las “voces” o las “visiones” que el alucinado cree percibir y ubicar en la realidad, en realidad no existen más que en su imaginación. Sin embargo esta afirmación, como veremos, es errada: los alucinados, en verdad, no creen que su alucinación sea parte de la realidad.
Isabel, de 35 años, es la madre de tres hijos, de 9, 8 y 2 años. El padre de 40 años de edad, es un hombre de características autoritario y violento, en los primeros años golpeaba a su mujer. Pese a esto Isabel valoriza la familia que pudo formar con él y que le dio sostén a ella y sus hijos, y tiene total dependencia económica de su esposo.
Otto Fenichel nace en Viena en 1897 dentro de una familia judía acomodada. La atmósfera cultural fue, como se sabe de la Viena de aquel entonces altamente favorable. La única respuesta digna frente al antisemitismo reinante es la rebelión. Fenichel representa junto con Siegfried Bernfeld (1892-1935) y Wilhelm Reich (1897-1957) el primer y mas serio intento de conciliar orgánicamente el marxismo y el psicoanálisis freudiano1. Todos ellos judíos emigrante que huían de la barbarie nazi. Todos, políglotas al igual que Freud.
Las preguntas sobre lo obvio encienden los caminos del pensamiento.
¿Por qué hace muchos años que cualquiera que sea psicoanalista y a la vez marxista es señalado como Freudomarxista, con su derivado bastardo, psicobolche?1
Desde un principio, lo masoquista me disgustó y siguió irritándome en lo mas profundo. En el lenguaje cotidiano, se entiende por masoquismo el placer en el sufrir. Me interesa en primer instancia por el susodicho “masoquismo cotidiano y normal” y el concepto de “masoquismo femenino” en el psicoanálisis.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra