Como afirmábamos en anteriores editoriales el poder no se agota en los aparatos de funcionamiento del Estado, los partidos políticos y los grupos económicos sino fundamentalmente se encuentra en cómo se relacionan los sujetos en la sociedad. En este sentido la fortaleza del poder no está solamente afuera ya que también la encontramos en nosotros mismos organizando nuestra subjetividad en identidades adecuadas a las formas de las clases dominantes. Por ello, como plantea León Rozitchner,
Gran parte de las adolescentes que llegan a la consulta por los llamados cuadros de trastornos alimentarios (anorexia, bulimia o combinados), que siempre incluye la enorme insatisfacción con su imagen corporal, están afectadas por problemáticas de violencia graves, dentro del ámbito familiar, silenciadas o encubiertas. Lo oculto y latente se hace manifiesto en algún momento del vínculo terapéutico con ellas.
El capitalismo globalizado ha logrado al tan deseado momento histórico propuesto por Adam Smith y alcanzado contemporáneamente por los secuaces de Hayek con su escuela económica - y derivadas- junto a la complicidad de los gobernantes títeres - en cualquier parte del mundo son iguales, aún en los países centrales ya que trabajan para los mismos intereses especulativos financieros y económicos- que han vendido lo mejor que tenemos, los recursos humanos, además del medio ambiente, a los mejores postores para esos políticos, pero que nunca ha sido lo mejor para los pueblos.
Distinguir agente, experiencia y materia tanto en la cultura, en la sociedad, como en el psicoanálisis es y ha sido el trabajo que subyace a toda elaboración en estos tres ámbitos. Una subjetividad que se relaciona con una objetividad y lo que surge de esta relación, pero cómo se concibe esta subjetividad o mejor dicho, la posibilidad de afirmar una subjetividad es el tema de este artículo.
La problemática de la discapacidad sufre dentro del psicoanálisis un estancamiento conceptual considerable. La perla es que una herida narcisista, una expectativa narcisista truncada de los actores involucrados, en el campo de un duelo de difícil resolución ya que el niño que se esperaba, aquello que hubiera colmado una falta es la representación misma de ella. Sin embargo es necesario algún cuestionamiento a dicha definición- eslogan ya que raramente las expectativas narcisistas en los sujetos en general se cumplen.
El objetivo de este trabajo es arrojar luz sobre algunos dispositivos, en gran parte sutiles, que sostienen el rechazo, la condena y/o la patologización de la homosexualidad y sus posibles efectos en la subjetividad de las personas homosexuales e indagar la presencia de la homofobia en la clínica psicoanalítica actual2. La relevancia de nuestro recorrido está justificada en el análisis de tres situaciones:
a. bibliografía que aún sigue considerando la homosexualidad como una patología;
b. psicoanalistas que realizamos nuestra práctica en esta sociedad y en este momento histórico, internalizando la homofobia social, con los consecuentes efectos sobre nuestras prácticas;
c. sujetos cuya elección de objeto es homosexual y, por diversos motivos, demandan un psicoanálisis.
Una mujer incentiva sexualmente a su pareja mediante un método que termina por matarlo. Desesperada por lo ocurrido, le corta el pene y se lo introduce a sí misma en un vano intento por perpetuar el goce. Mientras el hombre estaba vivo, sus órganos y los de la mujer formaban una máquina de deseo. Pero cuando el desacople ya no es posible, porque lo que producía placer permanece “pegado” a la piel y ausente de otra subjetividad, acontece el horror. Esto ocurre en una de las últimas escenas de la película japonesa El imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima.
Toda huella implica una ausencia, la marca de algo que pasó y ya no está. La impronta de la figura humana en escala real nos habla de alguien ausente en la escena y presente en el vacío que conforma.
Si entendemos como huella lo que queda como efecto de una acción sobre una superficie, podríamos decir entonces que a esta no la define el material que la soporta, sino la marca que dejó en él, por eso la impronta del cuerpo humano, convertida en silueta, se vuelve más potente aún como construcción espacial del vacío, de lo que falta, al no quedar presa de la materia que la contiene.
-“¿Y a vos qué consigna te pinto?”, me gritó Pablut desde el aula con el aerosol en la mano.
-“Por un Movimiento... ¡uniformemente variado!”, contesté riendo mientras hacía de “campana” en la entrada a los claustros de 3º año del Nacional Buenos Aires.
Año 1970. Teníamos 15 años. Militábamos en diferentes agrupaciones políticas estudiantiles de izquierda.
Las siglas eran rivales. Nosotros éramos amigos.
La Editorial Topía editará en los próximos meses una nueva obra del psicoanalista Christophe Dejours. Dejours es un autor del cual se han traducido pocas obras a nuestro idioma.
Este libro, de gran repercusión en Francia, publicado por Ediciones Seuil, es un hito en la obra de que aborda la situación social actual desde una perspectiva novedosa.
A continuación ponemos a disposición del lector de Topía el primer capítulo de esta obra.
I. Así como los muertos nos hablan de la muerte y ningún muerto ni todos los muertos son la muerte, y menos aún la eternidad, así también la pobreza.
Cada pobre vive la temporalidad estricta de su pobreza, sin embargo no la agota ni confunde su sustancia –propia e indeclinable por su sentido de trascendencia– con esa pobreza que no es en su origen naturaleza, menos aún designio de la divinidad. (Es inconcebible una perfecta divinidad que haga “trampas” a sus criaturas , pervirtiendo con la aparición de la pobreza ese poder de acción en libertad que define lo humano, que hace de lo humano el espejo donde la vida se refleja como amor en los ojos del otro).
Esta columna trata de la historia de dos mujeres muy distintas entre sí, que perteneciendo a dos culturas y tiempos históricos diferentes son partícipes importantes de los centros de poder. Conocen, de distinta manera, la cocina de la historia que viven. Una fue la secretaria de Hitler , Traudi Junge , la otra nuestra conocida María Julia Alsogaray , polifuncianaria del gobierno de Menem y recientemente liberada. Se trata, es suma, del poder y de las debilidades y fortalezas de cada una de ellas en el ojo de la política de su tiempo.
Mientras cursaba la escuela secundaria visité por primera vez, junto con una profesora y un grupo de compañeras, el hospicio de mujeres de Lomas de Zamora. En un momento dado, me entretuve hablando con algunas de las internas y, cuando quise volver a reunirme con mi grupo, ellas me señalaron un atajo. Así me encontré atravesando lo que después supe era el pabellón de mujeres que habían estado en situación de prostitución. Me llamó la atención la gran cantidad de mujeres que había en ese pabellón.
La modernidad postuló el modelo familiar burgués, es decir, el grupo conyugal compuesto por una pareja vitalicia y sus hijos, en conexión con las familias de origen, como patrón ideal de la cultura1.
Tanto la entidad familia como la entidad Estado tienen presencia material. Pero no se puede afirmar que el Estado contemporáneo opera a imagen y semejanza del que se concibió en los orígenes de su ser –el Estado Nacional (EN). Así sucede con el paradigma familiar. ¿Por qué? Como ha sido dicho, el EN ha desertado de sus funciones de surtidor material y de supuestos subjetivos1 y la subjetividad contemporánea se piensa sin la realidad que fue columna vertebral de la subjetividad ciudadana y le dio sustancia. Ésta se producía primariamente en el seno de la familia nuclear burguesa (Fnb).
La postmodernidad nos ha sorprendido con la noticia de una supuesta “crisis de la familia”, crisis que amenaza con su inexorable fragmentación, su creciente “desorden”, con su probable desaparición. Hechos que, por otra parte, parecen ser responsables de una serie de trastornos que pueden ser registrados a nivel social (adicciones, violencia doméstica, abusos sexuales, etc.), causantes a su vez de la desconcertante aparición de “nuevas patologías” a nivel individual; hechos que no dejan de comprometer al psicoanálisis tanto desde el punto de vista teórico como clínico.
“[...] la confrontación en el campo deportivo y la amistad en el campo de las relaciones humanas que nos permiten afirmar que es posible, aún hoy, en nuestros días, la convivencia en unidad y en la diversidad, única forma de construir la paz. Por ello pido a Dios nuestro Señor que este evento sea realmente una contribución para afirmar la paz. Esa paz que todos deseamos ...”. Así decía el General Jorge Rafael Videla en la cancha de Ríver el día de la Apertura del Mundial 78.
La llamada Masacre de Once, que dejó como saldo cientos de muertos a consecuencia del incendio perpetrado en la discoteca “República de Cromañon” durante el recital que la banda de rock “Callejeros” dió el 30 de Diciembre de 2004, ha provocado un profundísimo dolor. Asimismo, ha abierto otra oportunidad para que se expresen distintas posiciones para una antigua polémica, acerca de si en los conflictos humanos existen culpables e inocentes, o si por el contrario todos somos responsables.
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra