Tanto la entidad familia como la entidad Estado tienen presencia material. Pero no se puede afirmar que el Estado contemporáneo opera a imagen y semejanza del que se concibió en los orígenes de su ser –el Estado Nacional (EN). Así sucede con el paradigma familiar. ¿Por qué? Como ha sido dicho, el EN ha desertado de sus funciones de surtidor material y de supuestos subjetivos1 y la subjetividad contemporánea se piensa sin la realidad que fue columna vertebral de la subjetividad ciudadana y le dio sustancia. Ésta se producía primariamente en el seno de la familia nuclear burguesa (Fnb). En la actualidad, los lazos de la Fnb se han dislocado. La familia –se dice– está en crisis. Y una crisis expresa la ruptura en una continuidad. Así como el EN ya no es la macroinstitución que funda las experiencias más importantes de la vida, las familias se han vuelto una condición más en su función de instituir subjetividad organizando las vidas presentes y futuras. La familia ya no está supuesta. Si se concreta tampoco se supone la forma que tendrá. Con la declinación de las funciones familiares y de las identidades presupuestas observamos que en un mismo cuerpo y bajo un mismo techo conviven vestigios de la Fnb y elementos que ingresan como producto de las condiciones actuales. Intentar pensar genéricamente la familia actual conduce a representaciones erróneas. Así, señalaremos sólo algunos puntos que se presentan como relevantes. Pero aproximarse a la comprensión de estas cuestiones requiere percibir el carácter histórico de la institución familiar: el concepto genérico de familia tiene en verdad una representación que refiere a prácticas y formas sociales que fue adquiriendo históricamente como institución. Así, el concepto de familia se agenció –según el momento social y según quiénes lo hayan formulado– de distintas representaciones en el imaginario social: desde la de ser una regla natural pasando por la de ser un producto de la voluntad celestial o el resultado de fuerzas estructurales e intereses de la producción social y de la reproducción de la fuerza de trabajo, hasta llegar a ser el núcleo de la salud donde se debían producir relaciones referidas a la identidad, la socialización, la individuación. Veamos entonces los efectos que las nuevas condiciones sociales, las del neoliberalismo, han producido en el paradigma familiar de la modernidad. Haremos un listado –con orden aleatorio y sin pretensión de exhaustividad– de algunas de estas condiciones y alteraciones.
1- El respeto y la obediencia. La identidad: El concepto práctico de identidad concede cierta seguridad en la expectativa de lo que se espera de un comportamiento. Esta suposición incluye un orden efectivo en las jerarquías sociales y en las estructuras de poder de las que emanan diversos grados de autoridad. Así, representar (funciones, profesiones, futuros) y representarse a sí mismo en el suelo estable y “sólido” del EN resultó tranquilizador. En la Fnb se procedía con la lógica de las identidades que a su vez forjaba las jerarquías. Y viceversa. Se sabía quién era el adulto, quién el niño y quién obedecía a quién2. En la actualidad no existe consenso sobre ninguna identidad. Tampoco respecto de las funciones familiares: los comportamientos, los discursos y los lazos entre adultos y niños que tienen lugar en el interior de las familias no realizan operaciones que los diferencien demasiado entre sí. Las asimetrías se han desdibujado. ¿Por qué? La función paterna encarnó la función del EN dentro de la Fnb3, cimiento de la subjetividad estatal. Declinada la función estatal también se desconcierta y debilita la función paterna. A su vez, las condiciones sociales que produce el mercado son decisivas (sin ser las únicas) para que haya aparecido la tendencia a la indiferenciación generacional: el mercado estimula al segmento etáreo que le interesa como consumidor. Si este segmento lo constituyen los niños las redes económicas los alientan a interpelar a los padres en pie de igualdad. Al no tener los más pequeños el manejo directo del dinero los comerciales buscan captarlos para el consumo mediante la presión a los mayores. Con el poder del mercado de su lado el segmento etáreo infantil se inviste de una atribución simétrica a la de los adultos. La asimetría en las funciones de la Fnb se enfrenta entonces a la potestad de los menores consumistas. Como resultado se produce desorden y desconcierto en la producción de subjetividad identitaria jerárquica de las otrora funciones familiares.
2- El respeto y la obediencia. La transmisión: Las identidades de la Fnb estaban sólidamente instituidas. Cada función cumplía con comportamientos previamente definidos. Estas identidades retransmitían saberes que ellas mismas portaban y así tenía lugar el conocimiento. La inercia de la reproducción social quedaba garantizada, lo mismo que los lugares de respeto, en virtud de la sabiduría por la vida vivida. Así, desde la estabilidad, la transmisión de experiencias y saberes se imponía con aparente liviandad. En el devenir caótico y turbulento del capitalismo tardío, este tipo de transmisión se ha vuelto ineficaz. En una temporalidad que difiere de la anterior una situación sustituye a otra sin pausa impidiendo la reflexión sobre lo que acontece. Parecería que todo pasa. Que nada en verdad ocurre. La relación con los mayores de la familia se ha trastocado: en suelo neoliberal la experiencia pasada tiene una importancia relativa ya que las respuestas deben ser inmediatas y novedosas. Sin el poder de los saberes y de la experiencia se cree que la obediencia y el respeto por los mayores que se tenía antaño se consiguen mediante la intimidación, la extorsión o el chantaje consumista.
3- El respeto y la obediencia. El orden: Si bien el EN ordenaba simbólicamente las vidas de los ciudadanos, el operador práctico del orden fue la ley frente a la que todos los ciudadanos fueron iguales. Este hecho los (nos) hacía semejantes. El ciudadano fue supuesto como reconocedor y aceptador de la ley y la primera institución social que lo forjaba era la Fnb. Pero el estatuto de la ley ha variado4. ¿De qué manera impactó esta alteración en la dinámica familiar? Si antes los individuos eran iguales ante la ley la igualdad actual esta referida al consumo. Se trata más bien de una unificación rasa como respuesta a los estímulos del mercado. Paralelamente la antigua igualdad ante la ley, que en ocasiones perdura en términos formales, se ha perdido. Si cada uno es diferente ante la ley también lo será frente a la consideración del crimen y de la sanción5: un sujeto consumista y socialmente consumido (winner) tiene una posición francamente favorable. Frente a la relativización de la ley, frente a la evidencia de que lo prohibido y sancionado para algunos es para otros un mero avatar de la vida, las familias actuales necesitan producir una imagen ganadora para garantizarse una ubicación de relativa impunidad. El peor castigo será la eliminación social y sus consecuencias. La valoración del consumo vinculada a la administración de justicia y la caída subjetiva de la ley nacional se ha encarnado socialmente. Dentro del funcionamiento familiar este hecho ha dejado sin garantes la administración del orden. Para los más chicos una decisión es opinable y apelable. Los enunciados de los padres a su vez, tienen la precariedad de lo que se desvanece.
4- La Familia desencadenada. La responsabilidad: La salud, la educación, la familia, los empleos, formaban parte de un sistema totalizador. La licuación de la representatividad social en los gobiernos destruyó el primordial factor que ligaba las subjetividades ciudadanas. Esta representatividad fue un factor cohesivo intra e interinstitucional: los trayectos de las vidas de los ciudadanos tenían una regularidad secuencial y progresiva que transcurría por las instituciones y la cohesión intersubjetiva fue la de ser futuros ciudadanos. Cada institución tenía el sentido de ser parte de este encadenamiento. La Fnb era la plataforma desde la que se pasaba de un estadio institucional al otro superior. Con el dominio del mercado no sólo se ha destituido el aglutinamiento nacional y se ha roto la fuerza de la cadena secuencial sino que se ha descompuesto el sentido de la producción interna de cada eslabón como condición anterior al que le sigue. Sin embargo el trayecto secuencial sigue siendo el mismo. Pero la orientación en la producción de la subjetividad necesaria para la supervivencia social la da el mercado y será la de consumidor-consumible (c-c). Ahora bien, es evidente que la habilidad de colocarse como c-c ya no depende de ser un sujeto de conciencia o de títulos académicos. Así, tenemos por un lado la cadena institucional obligada socialmente y por el otro la evidencia de la ineficacia de estas mismas instituciones para el logro de la subjetividad exitosa del mercado. En este punto la familia actual –desorientada– interpela6 a las instituciones por las que circula la prole para que garanticen la inclusión social actual y futura: los padres diseminan las antiguas responsabilidades de la Fnb por todas ellas.
5- La familia desencadenada. El sufrimiento social: La función de la familia fue la de producir el individuo necesario para el entorno social. Las relaciones de parentesco eran funcionales con este destino. Se vio a la familia como un fenómeno en el que concurrían relaciones de distinta naturaleza: tanto las primarias como las originadas en las necesidades de organización social. La definición social del parentesco indicó qué papel y función debía desempeñar cada quién: estas relaciones fueron acuñadas por los requerimientos individuales exteriores a la familia. En la modernidad el primer ámbito donde se forjaba al futuro ciudadano, la Fnb, tenía la misión de administrar ciertos modelos que sirviesen para enfrentar y eludir el sufrimiento social. Pero lo que se considera normal en las conductas humanas se asienta sobre un tipo de funcionamiento específico para una época dada de la cultura7. En la Fnb los hábitos, las regularidades y sobre todo la obediencia jerárquica tenían la función de consolidar un tipo específico de funcionamiento que tenía como efecto la producción de un tipo específico de lazo para una definida inserción social. Así, lo que debía ser inhibido, reprimido o sepultado se tramitaba en el interior de la Fnb donde las paredes de los hogares delimitaban la intimidad y el afuera. Por ello la Fnb fue percibida como factor primordial en la producción de normalidad y de patología: era disfuncional si producía un individuo inconsciente en su comportamiento frente a las jerarquías y a la ley. De muchas maneras estas paredes están hoy vencidas. La intimidad familiar se fue perforando y el interior y el exterior de la familia permeable es una membrana fina y absorbente que muchas veces queda evaporada. En la Fnb la preocupación de los padres por la salud mental fue producto de esta visión de inclusión social y estaba sostenida por los valores que el EN difundía. Un individuo normal se adaptaba a los requerimientos de muros afuera sin grandes desvíos ni demasiado sufrimiento. Era una persona “consciente”. En la actualidad las razones del sufrimiento se han deslocalizado. Lo que era importante instalar o estimular y lo que fue necesario inhibir o reprimir ya no tiene la marca exclusiva de la familia. Ya no se trata de ser “un inconsciente”. Ya no importa el ajuste entre representaciones, acciones y pensamientos. Desde la situación social actual ya nadie será un excluido que tendrá que pasar por los dispositivos institucionales para su reinclusión: el sufrimiento contemporáneo proviene del terror a ser un expulsado social irreversible y un no-reconocido como humano8. Sin los dispositivos sociales de inclusión las familias contemporáneas quedan desorientadas. A la resolución del sufrimiento en tiempos de dominación mercantil se accede en forma solitaria.
6- La familia desencadenada. La empresa: Los elementos que conformaban el cuerpo del EN eran las instituciones. En la actualidad la conexión secuencial y progresiva de las instituciones que cobijó y fue el sustento del EN se ha desvanecido. El hilo conductor ya no existe y cada institución independiente decide o no definirse sin cesar. En su lugar los elementos que conforman el panorama social son las empresas9. Al igual que para las demás instituciones, para las familias y las relaciones de parentesco ya no hay denominaciones ciertas ni discurso social que las preceda. Un modo de combinar las perdidas funciones familiares se encuentra en la multiplicación de la figura de empresa familiar. El aumento actual del fenómeno indica sus intenciones: no sólo se ha transformado en una especie de rescate económico de padres a hijos o de hijos a padres; también se ha constituido en lugar de encuentro y de intercambio…mercantil. El modo de cohesión del mercado lo da el movimiento del capital. Es un modo instantáneo, fugaz. Al mismo tiempo la dispersión y las acciones en el interior del ámbito familiar son constantes. Por cierto, ni la libreta de casamiento ni los hijos son factores de densidad y continuidad temporal en las relaciones familiares. El desconcierto para el forjamiento de los lazos atina a una solución de aglutinamiento: la empresa familiar. Establecidos en el trabajo los miembros de la familia-tipo se garantizan el cruce o la reunión temporal. Bajo la ilusión de estas localizaciones temporales y espaciales para su recomposición se pone de relieve –una vez más– la destitución de la Fnb: ¿la familia es una empresa o una empresa es la familia? El vaciamiento del sentido social de la familia intenta suplirse con la actividad mercantil.
Conclusiones:
a-·La permanencia de denominaciones oculta las alteraciones en las prácticas, en las significaciones y en los sentidos de lo que designan. La entidad actual denominada familia difiere de la representación que arrastra de la Fnb. La Fnb como institución fue una estructura definida. La entidad actual ya no lo es ni en forma, ni en tiempo, ni en la composición de sus elementos.
b-·La esencia de la familia actual está constituida por la decisión de la convivencia y no es ad eternum; tampoco importa el tipo sexual ni el lazo sanguíneo puro o directo. Pensar la convivencia como una decisión desvanece el carácter natural y religioso de la familia.
c-·El dominio del mercado incita con partículas materiales sin cesar. Elude cualquier obstáculo que se interponga para la consumición y la circulación del capital y barre con las prohibiciones que emanan de las jerarquías y de la ley. En las familias, la compulsión consumista -bajo la forma del deseo– ha tomado hegemonía en las relaciones entre padres e hijos como emblema de la inserción social.
d-·Siendo el principio y la base del mercado puramente económico, para éste la familia no constituye problema de ningún orden. Sólo se la considera si las jerarquías familiares se presentan como obstáculo de consumo.
e-·Frente a la destitución permanente que realiza el mercado de lo que se intenta instituir, las subjetividades se volatilizan o se componen. En las familias la legitimación de la función ya no proviene del exterior sino que se realiza en la práctica cotidiana. Por eso, el trabajo de configuración de funciones es permanente: la subjetividad padre, esposa de padre, amigo (¿primo?) del hijo del marido de tía, no tienen descanso en su auto-producción.
f-·La autoconfiguración de funciones necesita una velocidad perceptual y representacional nunca antes habida en la vida diaria. Esta exigencia tiene una contracara de creatividad y producción permanente en las nuevas generaciones.
g-·Las condiciones para operaciones subjetivantes no están pre-definidas. Dependen de la decisión tanto de forjarlas como de ir instituyendo y destituyéndolas10. La disposición de las familias de constituirse en un ámbito donde pensarse, reflexionar sobre las experiencias exteriores y erigirse a sí misma como un espacio de experiencias es la posibilidad que tienen las familias de forjar situaciones subjetivantes.
Mirta Zelcer
Psicoanalista
zelcer [at] satlink.com
Notas
1. Zelcer, M. Subjetividades y actualidad I. Topia. Buenos Aires, agosto 2002
2. Uno de los lazos que forjaba la Fnb fue el comportamiento respetuoso. En la mayoría de los casos esta fue una denominación que disfrazó y conjugó el miedo y la obediencia (ver apartado 2).
3. Produciendo la modalidad conocida como la instancia superyoica.
4. Grupo12- Del fragmento a la situación. Notas sobre la subjetividad contemporánea. Editorial Altamira. Buenos Aires, 2004
5. Desde el Psicoanálisis diríamos que la instalación de la instancia superyoica está en dificultades.
6. A veces mediante conductas agresivas que en realidad, ocultan la desesperación por la inclusión.
7. Zelcer, M- Subjetividades y actualidad I, ibid
8. Zelcer, M- Subjetividades y actualidad I y II. Topia, Buenos Aires 2002 y 2003
8. Lewkowicz, I- Pensar sin Estado. Buenos Aires, Editorial Paidós, 2004
9. Grupo 12: Del fragmento a la situación. ibid