Aunque la atención a distancia para todos los problemas médicos ha sido un tema permanente en la salud pública, su implementación ha sido difícil, especialmente en los países menos desarrollados. Más difícil aún en el caso del psicoanálisis ligado por tradición a la práctica privada de tipo presencial, a pesar de lo cual un cierto número de colegas tenían incorporada ese tipo de práctica desde tiempo atrás, generada principalmente por el traslado de pacientes a otros países donde querían continuar su atención con el mismo terapeuta con el mismo cambio de formato que utilizaban con sus familiares y amigos, así como aquellos latinoamericanos emigrados a otros países que querían atenderse en su idioma materno. Pero la conjunción de una mejoría tecnológica en las plataformas cibernéticas y una imposibilidad de continuar la atención presencial en la pandemia de coronavirus rompió las dificultades reales y, sobre todo, las resistencias subjetivas a abordar este desafío por parte de profesionales y usuarios. En esas nuevas condiciones sanitarias tuvimos que enfrentar ese cambio de un momento a otro, quisiéramos o no, y era particularmente factible en el área de la psiquiatría y la psicoterapia dada la poca o nula frecuencia de la necesidad de una exploración física, imprescindible en otras áreas de la práctica médica o de otras profesiones.
¿Qué quedó después de la pandemia? Mucho, en el caso de la ciudad de México tan extensa y poblada resolvió problemas de transporte y tiempo a muchas personas. En mi práctica privada la mayor parte de los pacientes individuales se quedaron en el formato a distancia