DEMENTIA (pieza breve de absurdo guardial) | Topía

Top Menu

Titulo

DEMENTIA (pieza breve de absurdo guardial)

 
Escritos de guardia

ESCENA 1

 

Habitación de la guardia. Laura, psicóloga y Cristina, la trabajadora social están acostadas luego del almuerzo, conversando. La trabajadora social fuma junto a la ventana. La psicóloga mira el techo de la cama cucheta. Suena el celular de la trabajadora social.

 

CRISTINA: Hola. Sí, Pedro, ¿qué pasó? ¿De la sala 3? Sí, Carrizo. Bueno, vamos para allá. (Corta). Se fue Carrizo, el de la sala 3. Lo pasaron hoy en el pase.

 

LAURA: ¿Está solo?

 

CRISTINA: Con el consigna policial. Se fue para la calle y Vizzolini lo está corriendo.

 

Salen de la habitación y se dirigen a la guardia. Al llegar, entran desde la puerta de las ambulancias tres residentes, una consigna policial (mujer) y Pedro, el pediatra.

 

CRISTINA: ¿Se fue?

 

PEDRO: Sí, se fue caminando a Constitución.

 

LAURA: ¿Pero entonces lo dejaron irse?

 

PEDRO: Sí, ¿podés creer? con una bolsita y medio rengueando.

 

CONSIGNA: No lo quisimos tocar porque...

 

LAURA: ...ibas a tener problemas vos, ¿no?

 

CONSIGNA: No, es que estaba apestado, lleno de tuberculosis.

 

Laura y Cristina se miran atónitas. La Consigna prosigue:

 

CONSIGNA: Los médicos tampoco lo tocaron, imaginate, no íbamos a balbalbalabbalbalablablablabalbalbalablabalbalaa.....

 

Cristina interrumpe.

 

CRISTINA: ¿Vizzolini?

 

PEDRO: Lo llamaron para entregar un cuerpo.

 

LAURA: Genial.

 

CONSIGNA (levemente preocupada): ¿Cómo sigue todo ahora?

 

CRISTINA (Sin mirarla): Hay que llamar a la Guardia de Abogados.

 

LAURA (a la consigna): Tranquila, a vos no te van a llevar.

 

CONSIGNA: Es que yo no pude hacer nada, porque los médicos me dijeron que tenía tuberculosis y entonces me quedé, hice lo que me dijeron...

 

CRISTINA: Sí, está bien. Ya te podés ir si querés.

 

 

ESCENA 2

 

Office médico. Una mesa, varias sillas. Cristina se encuentra hablando por teléfono. Laura está sentada tratando de seguir la conversación. Se escuchan voces que provienen de afuera y se van acercando hacia la puerta del office. Entran Vizzolini y Sorón, el jefe de logística, ex cirujano, actual Parkinson. Vizzolini la mira a Laura y pregunta:

 

VIZZOLINI: ¿Volvió el chico?

 

LAURA: No, Cristina está informando a la Guardia de Abogados.

 

VIZZOLINI: ¿Y la consigna?

 

LAURA: No quiso tocarlo porque tenía tuberculosis.

 

VIZZOLINI: ¡Pero te das cuenta! ¿Para qué mierda ponen un cana si después no hace nada? ¿Sabés lo que hice yo? (Visiblemente emocionado) Lo abracé.

 

LAURA: Ah. Bien. Igual se fue.

 

VIZZOLINI: Lo abracé y le dije “Quedate negro, quedate”. Y me sacó cagando y me dijo “Salí che, no me toques que no soy puto”. Pobrecito. Y esta hija de puta que lo deja ir.

 

SORON: ¿Quién se fue?

 

LAURA: Un chico que estaba en la Sala 3 situación de calle y medicado por tuberculosis.

 

VIZZOLINI (ofuscado de golpe): Pero escuchame, a este pibe lo estaba siguiendo psiquiatría ¿no? ¿Cómo no le subieron la medicación? ¿¡Cómo lo dejan así??!

 

CRISTINA: ¡Bajen la voz que no escucho nada, por favor!

 

LAURA: Lo seguía Tóxico, en realidad...

 

SORON: ¿Y los médicos de la sala? Es la una menos cuarto, debería haber alguien de planta a esta hora, no?

 

LAURA: No, doctor, esta hora es la de salida. Ya no debe haber nadie.

 

SORON: Bueno, igual no está en mi poder controlar el horario de los médicos...

 

LAURA: Sí, y así pasan las cosas...

 

En ese momento entra Teresa Benítez, toxicóloga de planta, una mujer de pelo lacio brasheado, teñido de rojo cobre, pintada como una puerta y vestida en una chaqueta blanca que no oculta las redondeces de sus sesenta años.

 

VIZZOLINI: Escuchame...¿vos seguías a Carrizo?

 

TERESA: Carrizo...Carrizo...¡Sí! ¡Es nuestro! ¿Qué pasó?

 

LAURA: Se fue.

 

TERESA: ¿Se fugó? Y sí...es tan esperable que eso pase con estos chicos. Es como la otra ¿te conté, no? (mirando a Vizzolini) No me acuerdo el nombre pero tenía dos tatuajes en el cuello, un ganglio a punto de reventar y veinte piercings...iba y venía hasta que se fue, pero es que no podía más con su adicción.

 

SORON: ¿Adicta a qué?

 

TERESA: Creo que al paco, pero viste que estos chicos están tan perdidos con todo, que seguro se metía cualquier cosa.

 

LAURA: ¿Pero no se supone que ustedes saben lo que consumen?

 

TERESA: ¡Sí, claro! Pero cuando hace tanto que se drogan y con la poca colaboración que tenemos...la única manera que yo veo de que estas cosas no pasen es doparlos, que se duerman y así los podés controlar hasta que se los llevan.

 

Cristina corta el teléfono y acota:

 

CRISTINA: O...podrían hacer más cursos sobre adicciones y menos sobre las arañas ponzoñosas de Misiones.

 

Teresa la mira sin entender.

 

VIZZOLINI: ¿Les dijiste?

 

CRISTINA: Sí, van a mandar a los operadores a buscarlo y si lo encuentran, lo traen y ya.

 

SORON (a Teresa): Vos que sos toxicóloga... aprovecho para preguntarte algo que me inquieta mucho. No sé si sabés que en unos meses van a poner acá, en el techo del hospital una antena de MoviStar. ¿Es verdad que es tóxica?

 

Laura y Cristina se miran, atónitas.

 

TERESA: Mirá, no estoy tan al tanto de ese tipo de radiación, pero por ejemplo, sé que Claro intenta evitar la contaminación ambiental con un nuevo tipo de tecnología que están desarrollando.

 

SORON: Te lo pregunto porque es algo para tener en cuenta en la comunidad hospitalaria, estaría en juego nuestra salud.

 

Suena el teléfono. Atiende Laura.

 

LAURA: Guardia. Sí. No sé...a ver, esperá que te paso. (tapa el auricular y se dirige a Vizzolini). Son del Hotel Panamericano, dicen que un sueco se olvidó el celular acá en la dirección, que si lo encontraron.

 

VIZZOLINI: A ver...hola...sí...no, no sabía...una comitiva sueca, hoy...ah, en la dirección...y no, ya no hay nadie... ¿el celular? No, olvidate, si alguien lo encontró se lo quedó, más si es sueco, imaginate, con el tema de las importaciones...de nada, de nada. Chau.

 

CRISTINA: ¿En serio pensás eso?

 

VIZZOLINI: ¿Qué cosa?

 

CRISTINA: Que en este hospital somos todos chorros.

 

VIZZOLINI: Todos no. Pero digamos la verdad, negra...acá lo que se encuentra no se devuelve, en general.

 

LAURA: Dejá, es un caso inútil.

 

SORON: ¿Entonces no debería preocuparme?

 

TERESA: No, yo te diría que no.

 

SORON: Me quedo tranquilo. Y menos mal que el chico volvió.

 

TERESA (a Vizzolini): ¿Volvió?

 

LAURA: ¿De qué hablan? ¿Quién volvió?

 

SORON: ¡El chico que se había fugado!

 

VIZZOLINI: No, Sorón, no volvió. Lo están buscando.

 

SORON: ¡Ah! Entendí mal entonces.

 

CRISTINA: Están todos dementes. Me voy.

 

LAURA: Pará, voy con vos.

 

Laura y Cristina abandonan el office médico.

 

LAURA: Decime la verdad. ¿En unos años más vamos a quedar como ellos?

 

CRISTINA: Sí.

 

LAURA: Entonces te pido que me mates primero.

 

CRISTINA: No vale la pena. Hay que hacer como Sorón. Era cirujano y como tenía Parkinson lo pusieron de jefe de Logística, que es igual a nada. Ahora lo van a volver a ascender a otra jefatura. Le falta poco.

 

LAURA: Me perdí.

 

CRISTINA: Quiere decir que cuando te asciendan es porque están por jubilarte.

 

LAURA: Matame igual.

 

Laura Ormando

Psicóloga

lauromando [at] hotmail.com.ar

 
Articulo publicado en
Abril / 2014