“No había nada excesivamente extraño en oír que el Conejo se decía a sí mismo: “¡Ay, Dios mío! ¡Ay, Dios mío! ¡Llegaré demasiado tarde!” (…) pero cuando el Conejo realmente sacó un reloj del bolsillo de su chaleco, miró la hora y apuró la carrera, Alicia se levantó de un salto…” (1)
“¿El deporte es sinónimo de salud? Mentira. Una hipocresía. El deporte profesional no es sano, no es limpio y, como todo trabajo, estropea el cuerpo, la salud” [1] y [2].
Este artículo se publicó en revista Def-ghi, Nº 4, pp. X-X.
Este artículo se pregunta sobre uno de los pilares de la teoría psicoanalítica: las ideas que Freud despliega en Tótem y Tabú. Allí fundamenta a la organización social como consecuencia del asesinato del padre de la horda. De esa alianza fraterna que acomete el parricidio Freud hilvana el inicio del sistema patriarcal, el sentimiento de culpa, el tabú del incesto y la manera en que se establece la exogamia. Para Freud los descubrimientos que hallaban, tanto él como los primeros y apasionados psicoanalistas, en sus pacientes le daba pie a las ideas del capítulo: “El retorno del totemismo en la infancia”.
Dicha articulación dio pie a innumerables desarrollos que han ayudado a sostener la cuestión del padre a nivel de un dogma incuestionable. Ante la gravedad que esta imposición dogmática impuso, e insiste en que se repita sin cuestionamientos, anima este artículo una pregunta: ¿Existe alguna posibilidad de encontrar en Argentina alguna cultura cuyos rastros permitan poner en cuestión esa hipótesis de Sigmund Freud, es decir, que muestre otra explicación de cómo se estableció el patriarcado?
Nos alienta el haber dado con una cultura que nos da otra versión de cómo y por qué se organizó el patriarcado, la misma ha dejado un mito que cuenta que no hubo parricidio, sino asesinato masivo de mujeres.
Cuando llegó a la consulta se propuso ser franco, su formación como médico le indicaba que debía ofrecer una versión consistente, organizada y, de alguna manera, científica de su padecimiento. Al psicoanalista que lo entrevistaría no lo conocía, había llegado a él como parte de una insistente búsqueda, necesitaba desesperadamente encontrar a alguien en quien confiar. En las previas entrevistas no le había ido bien, por diversas razones cada consulta terminaba en una desazón que lo iba desganando, dejando en estado de astenia.
Adela y Aurora, hermanas, ambas octogenarias, viven en un amplio departamento del segundo piso de uno de los antiguos edificios que quedan en el barrio del Abasto.
Lo estrenaron sus abuelos, allá por 1910, y ellas tienen como misión fundamental en la vida garantizar que la única descendiente directa herede los valores familiares representados por este hogar con todos sus objetos.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra