La pintura es poesía; siempre se escribe
en verso con rimas plásticas.
Pablo Picasso
¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes
plateados
reflejases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas
dibujados!
San Juan de la Cruz
Desde el origen de la civilización más antigua, el hombre se ha interesado por la problemática de entablar una relación de parentesco entre las artes, las mutuas influencias, interferencias y relaciones comparativas, por ejemplo entre los colores utilizados en las pinturas y los sonidos de las palabras; la musicalidad y el ritmo propio de un poema y su paralelismo con un cuadro. Las afinidades entre determinados poetas y pintores. Cuadros que “nacen” (y no sólo ilustran) de un poema; poemas que son el resultado de un fuerte estímulo a la imaginación a partir de una pintura.
En principio, la poesía y la pintura son dos expresiones, quizás –junto con la música- las más consustanciales con la naturaleza humana. Su relación desde tiempos remotos, fue de complementariedad y fraternidad, más que de confrontación o conflicto (como sí ocurrió con la aparición del cine en 1895, entre éste y las demás artes). La relación entre la pintura y la poesía fue y es una relación más bien horizontal (democrática), que vertical (jerárquica). En la posibilidad (junto a los límites) por establecer una “homología” entre las dos artes, hay una actitud de respeto que nunca se confundió con obsecuencia. En suma una relación decididamente creativa. A tal punto, que es muy difícil separar esta relación, como lo podemos comprobar por ejemplo, en el caso del surrealismo. Al respecto, no es casual la denominación “pictopoemas”, empleada por el pintor-poeta Víctor Brauner (1903-1966), para ciertos “productos estéticos”.
Pero recordemos que, estas manifestaciones, tienen un nexo ya en los albores de la creación: por ejemplo, el color –aún antes de ser pintura- rodea la existencia del hombre; los objetos, la casa, los vestidos, viven en una atmósfera coloreada a la que el hombre no podría renunciar. Lo mismo ocurre con los sonidos y los primeros cantos poéticos. Por otro lado, la Naturaleza, a la que el hombre procuró siempre más bien emular que copiar, dominar y superar más bien que asimilar; es toda ella exaltación de sonido y color.
A propósito, el crítico de arte Gillo Dorfles, refiere una antigua leyenda china, según la cual los sonidos de las palabras y luego las doce notas de la escala musical fueron sugeridas a un artista por dos pájaros de variados colores. Esta simple anécdota, encierra todos los elementos que conforman la base del arte primitivo: color, las plumas de esos pájaros mágicos, sonido, su canto poético, y la naturaleza, que sugiere y estimula al hombre para la creación artística.
Como podemos ver, en estos primeros signos cargados de potencia expresiva, ya hay algo de recíproco y de intercambiable, elementos que “interfieren” en sus lenguajes y en sus respectivos medios expresivos. Es decir ciertas homologías estructurales: acuerdo. Simetría. Conexión y concordancia de estructuras sin consideración a su función. Semejanza que existe entre los compuestos que forman parte de la estructura de distintos discursos. Umberto Eco utiliza el mismo término para designar el procedimiento o método por el cual se determinan equivalencias (analogías) entre fenómenos pertenecientes a distintos órdenes, y que, sin embargo, pueden ser descriptos e interpretados. Por ejemplo: los estudios en Historia del Arte realizados por Panofsky sobre las homologías entre el modo de organizar los elementos en la planta de una catedral gótica y la organización de los electos de un tratado teológico. Pensemos también, en los estudios de Lévi Strauss sobre homologías entre las estructuras de la familia y las estructuras lingüísticas en determinadas civilizaciones, o en las homologías de estructura entre ciertos minerales y los cristales de nieve. Las homologías son en este sentido, “herramientas que permiten al lector atento, hallar criterios operativos en el ámbito de un mismo proceso cultural, para describir los diversos fenómenos y establecer sus conexiones. Que no pasan por buscar asimilaciones de orden mecánico, físico o fisiológico. Sino en promover la indagación de los elementos constitutivos de las artes en su naturaleza esencialmente expresiva, y en su cualidad formativa.
Por eso es más productivo hablar de ritmo y de espacio, de proporción y de repertorio de imágenes, de perspectiva y punto de vista poético, de tono y de timbre. No considerados sólo en su aspecto materialista y científico, sino en su aspecto morfológico y creativo. El análisis de los parentescos aparentes o efectivos entre poesía y pintura, desde este enfoque integrador, debería ser útil para mejorar el conocimiento de cada arte en particular.
El poeta Goethe (que también escribió una curiosa teoría del color) tenía razón cuando nos advertía: Color y sonido no se dejan comparar entre sí de ninguna manera; pero es posible reducir a ambos a una fórmula más alta…Como dos ríos que nacen de un mismo monte pero que, en condiciones completamente distintas, corren por dos comarcas…así son sonido y color”. Así son poesía y pintura.
De un carácter distinto son las homologías que Kandisnsky ha hecho entre música y pintura a propósito del componente temporal ínsito, según él, en la línea. Con lo que, en un cierto sentido, también se justifica la analogía por él observada entre los distintos instrumentos y las distintas proyecciones lineales. La continuidad o la discontinuidad del sonido tienen, en la expresión gráfica del punto y de la línea, un equivalente muy eficaz. Como lo podemos observar en la poesía concreta, en el núcleo de la poesía brasileña agrupados en la revista Noigandres (1958), donde los poetas Augusto y Haroldo de Campos firmaron el manifiesto Plano-piloto para la poesía concreta, o más explícitamente en los “calligrammes” de Apollinaire, el Horizonte Cuadrado de Vicente Huidobro, el Quelques –uns des mots de Paul Éluard, los desconocidos poemas simultáneos y visuales de Herbert, la serie de losanges de Vision and Prayer de Dylan Thomas , o el paradigmático poema precursor Un Coup de Dés de Mallarmé.
Ahora bien, y volviendo al ya citado Gillo Dorfles: podemos hablar, a lo sumo, de las imágenes cromáticas que despierta en nosotros una palabra, un sonido, un grupo de metáforas; y viceversa, de imágenes sonoras que vienen a impactar nuestro oído frente a una pintura. No se trata nunca de atribuir a un sentido lo que pertenece a otro. Porque eso significaría reducir a pura sensorialidad “fisiológica” lo que es, en cambio, un acto complejo del pensamiento, en el que intervienen cualidades de sensaciones tan complejas que no se limitan a ser sólo de naturaleza material.
Sin embargo, no es posible prescindir, en el cruce entre pintura y poesía, de un elemento importante y que constituye el “primer movimiento” de la obra pictórica: la urgencia por transmitir, con el dibujo, la mancha, el color, las palabras y los sonidos, una imagen, ya sea del “mundo externo” o del “mundo interior” del artista, cargada siempre de un significado implícito o explícito, semántico o simbólico.
En este sentido, es muy interesante la aclaración que nos hace Gilles Deleuze a propósito del pintor Francis Bacon, y que podemos hacer extensivo al tema que nos preocupa, pintura-pintor-cuadro/poesía-poeta-poema: “es un error creer que el pintor está ante una superficie blanca... El pintor tiene muchas cosas en la cabeza, o a su alrededor, o en el taller. Ahora bien, todo eso que tiene en la cabeza o a su alrededor está ya en el lienzo, más o menos virtualmente, más o menos actualmente, antes de que comience su trabajo. Todo ello está presente en el lienzo antes de que comience su trabajo. Todo ello está presente en el lienzo, en calidad de imágenes, actuales, pasadas o virtuales. De manera que el pintor no tiene que rellenar una superficie blanca, antes bien, tendría que vaciar, limpiar. No pinta, pues, para reproducir en el lienzo un objeto que funcionara como modelo, pinta sobre imágenes que están ya ahí, para producir un lienzo cuyo funcionamiento va a invertir las relaciones del modelo y de la copia. En pocas palabras, es preciso definir todos esos “datos” que están en el lienzo antes de que comience el trabajo del pintor. Y entre esos datos, definir los que son un obstáculo, los que son una ayuda, o incluso los efectos de un trabajo preparatorio”.
El poeta y crítico de arte Ives Bonnefoy, en su ensayo Pintura, Poesía: vértigo, paz, complementa la cuestión planteada por Deleuze: “Escribir, aunque no sea nada más que una palabra: y, en ese mismo instante, una lengua está ahí, y se agita afanosa, y con ella todas las ambigüedades, los espejismos-todo el pasado- del lenguaje. Para el poeta nunca existe lo inmediato…En cuanto a pretender crear en las palabras su densidad infinita, o su puro vacío, sólo puede ser un deseo, insensato desde que aparece, la poesía que vive gracias a él tiene que ir apartando según va pasando las páginas”.
Los textos seleccionados que componen esta “pequeña e incompleta muestra poética” (confeccionar una antología completa sobre la relación entre pintura y poesía sería casi imposible), son ejemplos significativos del intento por cristalizar la aproximación y el intercambio entre ambas manifestaciones artísticas. Poemas ekfrásticos, donde tanto el poeta como el lector, tienen que enfrentarse con el “nombrar” y “romper” simultáneamente los límites artísticos de ambos discursos.
La ékfrasis entendida como la transformación de un arte visual en otra forma verbal, causando así una confrontación única entre el tiempo y el espacio, entre la palabra y la visión, dentro de una sola experiencia sensorial. “Poemas intertextuales”, que intentan reconciliar un medio artístico con otro. Los poetas seleccionados intentan poner en yuxtaposición dos códigos distintos que aparentemente son irreconciliables. Los poetas reconocen lo pictórico de su obra y el código del otro artista cuya obra se refleja en el texto poético. De esta forma, al acercarse y separarse del pintor, del cuadro precursor, el poeta y el poema alcanzan su originalidad propia.
Para finalizar, me gustaría adicionar a este artículo, una anécdota muy ilustrativa sobre la riqueza que nos puede proporcionar este acercamiento y complementariedad entre la pintura y la poesía.
La misma es referida por Ernesto Schoo, en su libro Pasiones Recobradas.” Henry James tuvo sus ínfulas de crítico de pintura, aunque rara vez alude a ella en sus relatos. Todo lo contrario de Proust: alguien se encargó de comprobar que en su obra En busca del tiempo perdido se cita a 250 pintores reales y a varios ficticios. No sólo eso. Toda la arquitectura imponente de la Recherche se sostiene, además de la famosa magdalena ensopada en una tisana, en un diminuto fragmento pictórico, el petit pan de mur jaune, el pedacito de pared amarilla, contemplado por el autor y por su personaje, el novelista Bergotte, en un cuadro del holandés Vermeer, la Vista de Delft, habitualmente exhibido en el museo Mauristshuis de la Haya. Está a la derecha del espectador; un techo amarillo situado a la izquierda de la entrada de la ciudad, guardada por dos torres, e iluminado por un rayo de sol que se abre camino entre las nubes eternamente tendidas sobre Holanda. Proust lo vio por primera vez en La Haya, en octubre de 1902, en compañía de Bertrand de Fénelon. En mayo de 1921 volvió a verlo, esta vez en París, cuando se hizo en el Jeu de Paume una exposición de maestros holandeses. Sufrió entonces un vahído. Jean Louis Vaudoyer, que lo acompañaba, debió conducirlo del brazo ante el cuadro. Fue la última salida de Proust, recluido desde entonces en su dormitorio para terminar En busca…y su vida. Simbólicamente, hace morir a uno de sus personajes, el novelista Bergotte, frente a la Vista de Delft. ¿Qué veía Marcel en ese mínimo trozo de pintura amarilla? La respuesta la da él mismo, simple y aterradora: la felicidad, ese instante de atención perfecta, tan similar al orgasmo, y que tan sólo el arte puede dispensar a quienes hacen de él una mística.
…………*……………
POESÍA Y PINTURA
(pequeña muestra poética)
Selección, Héctor J. Freire
A LA PINTURA
A ti, lino en el campo. A ti, extendida
Superficie, a los ojos, en espera.
A ti, imaginación, helor u hoguera,
Diseño fiel o llama desceñida.
A ti, línea impensada o concebida.
A ti, pincel heroico, roca o cera,
Obediente al estilo o la manera,
Dócil a la medida o desmedida.
A ti, forma; color, sonoro empeño
Por que la vida ya volumen hable,
Sombra entre luz, luz entre sol, oscura.
A ti, fingida realidad del sueño.
A ti, materia plástica palpable.
A ti, mano, pintor de la Pintura.
Rafael Alberti
ANÉMONAS DE MATISSE
Qué materia ligera para el ojo
Sometido a presión. Girando
Sobre cada eje verde, se agrupan
En explosiones suaves
De rojo, violeta y blanco totalmente recientes
Hacia un centro de ingrávidos objetos.
Dominación frontal, casi con nada y al descuido
En la hora indistinta, cuando todo
Está bien. Alegrías
De agua liviana en un solo plano. La gracia más conforme
De estar allí como en el campo
De una dulce costumbre. Un poco ebria
La perspectiva asegura
La inestable sociedad de las cosas.
Pero amar el mundo, su abundante presente,
Es obtener más luz:
Esta celebración de la apariencia
Que sin embargo se sostiene hasta el fin.
LOS PIES EN EL CRISTO DE GRUNEWALD
El nervio expuesto y condenado
Hace de todo sufrimiento un principio general.
Todavía es la hora del descenso
Y toda carne debe seguir aquí, resolverse
En una pesada concentración.
El tono de la pintura
Define el desagüe de la masa desesperada.
La anatomía es gruesa, de tierra sangrada
Y allí donde los dedos se enciman
-los caminos de este mundo están bloqueados-
el límite de la torsión es crítico.
La promesa de toda resurrección tiende a la oscuridad
En las fibras musculares, giradas
Sobre sí mismas. Cada detalle
Aguarda un orgánico estallido,
Pero el conjunto fija el tormento hasta el fin de los tiempos.
Un solo clavo y se acaba la vieja danza.
EL CRISTO DE MANTEGNA
El cuerpo verde pálido empieza en los pies
Avanzando a proa. La perspectiva
No dio otra opción
Que empujar la cabeza hacia el fondo.
En esta yacencia clínica, la divinidad
Espera su autopsia. La superficie es terrosa
En el rostro de la aflicción, cercado
Por pelos de sombra y abajo la sangre seca
De los cuatro orificios
Entregada a la gravitación.
Como prensada, la masa total
Se aplasta al planeta
Aplazando la gran promesa
Por la belleza de lo pesado
Y la torturada arcilla
De la madre inclinada, su lágrima campesina.
Este maniático del ojo realista
Mantuvo a su padre difunto
Sin sepultar por varios días. Quería
Saber más de la muerte que el propio modelo,
Demorar los límites del cadáver
Y definir el cuerpo místico
Por la verdad terrestre de la forma sensible.
Por el momento, la escena
Pertenece a este mundo. En el sótano clandestino
Se consuma el sacrilegio y afuera
El claro cielo italiano esperando su presa.
Joaquín O. Giannuzzi
“no hay pintura sin tema”
Rothko
El tema era el gris del mercado
El rojo de la muerte
El negro de la vida
El naranja de la eternidad
Dice su hijo equivocadamente usado el término
Sociológicamente bien usado el término
“era un romántico que quería comunicar
ideas y sentimientos”
yo que no tengo cuadros ni hijos
rodeado de gente que considera
al pintor de su pueblo
una cumbre del siglo
y nunca oyó hablar de él
también creo como ese hijo
“que la gente nunca lo olvidó”
más aún
después de él
mucha gente supo que en la vida
décadas enteras se convierten
en superficies planas de color
con límites imprecisos
con terribles líneas alambradas
que recuerdan el origen negado
y separan y aíslan.
Caballería roja
Malevich
I
No pinta el cielo sino
De la tierra el alma rosa
No pinta hombres sino caballos
Y el sueño del corazón hacia su frontera
II
Sobre cada utopía en retirada
El cielo se abre
Para mostrarla a contraluz.
Juana Bignozzi
(sobre el arte de Joseph Cornell)
VAUDEVILLE DE LUJO
Mi niño tiene un hueso de gato negro.
Hop Wilson.
Un fetiche, dicen los diccionarios, es un espíritu aferrado a un objeto material. “Oculta a tu Dios, Él es tu fuerza”, recomienda el poeta Paul Valéry, y lo mismo ocurre con el fetiche. Suele mantenérselo fuera de la vista.
Las cajas de Cornell son como pociones de brujo. Contienen objetos con propiedades sagradas y mágicas. La caja es un pequeño templo vudú con un altar. En él, se prepara el remedio del amor o el filtro de la inmortalidad.
Mientras tanto, deberías susurrar algo al hueso de gato negro si quieres que sea eficaz.
NUESTRO ANCESTRO ANGÉLICO
Rimbaud debería haber viajado a los Estados Unidos, no al Lago Chad. Hoy tendría cien años y estaría husmeando en un negocio de baratijas. ¿No decía que le gustaban los cuadros tontos, los letreros, los grabados populares, los libros eróticos con faltas de ortografía, las novelas de nuestras abuelas?
Arthur, pobre niño, habrías caminado por la calle 14 y escrito muchas más “Illuminations”.
Poesía: tres zapatos que no se corresponden a la entrada de un callejón oscuro.
Charles Simic
(trad. María Negroni)
CLAROSCURO
(La encajera, Jan Vermeer de Delft)
La aplicación de las manos
De los dedos
La concentrada inclinación de la cabeza
El sometimiento
Una tarea tan minuciosa
Como obsesiva
El aprendizaje de la sumisión
Y del silencio
Madre, yo no quiero hacer encaje
No quiero los bolillos
No quiero la pesarosa saga
No quiero ser mujer.
LA INFANCIA DE ÍCARO
(La infancia deÍcaro, René Magritte)
Montado sobre veloz caballo
Rumbo al sol
En la sala amplia y desnuda
-atrás un cielo gris que ya es pasado-
Ícaro inicia la carrera.
La arcada se abre sobre el bosque.
No deja huellas en el suelo encerado.
Alguien ha cerrado todas las puertas.
LA SOLITARIA
(La solitaria, Edvard Munich)
Contemplando la infinitud celeste
De una mar parejo vasto e inabarcable
parejo
vasto
inabarcable
La mujer
Sola frente al mar
Irresistible, le da la espalda
Entonces contempla
La arena azul
La infinitud de la arena
pareja vasta inabarcable
Mar y mar.
TRES ESTUDIOS DE HOMBRE
(Tres estudios de hombre, Francis Bacon)
I
Ese hombre sentado
En su jaula de vidrio transparente
Mira la máquina de afeitar
Con atención
Como si ella guardara el enigma
Que el rostro enjabonado en el espejo
Es incapaz de descubrir
II
Mientras su sombra azul se licua
Más allá de la silla
Escapada de la jaula
Única trasgresión
III
Acabada la meditación se afeita.
Cristina Peri Rossi
EDWARD HOPPER
NIGHT WINDOWS
A media noche,
Una luz encendida en lo alto
De un edificio
Es un imperio.
La orfandad de ese involuntario
Faro
Es una solitaria prueba de la vida.
JOAQUÍN TORRES-GARCÍA
SIN TÍTULO
Señálame al azar cualquier pescado:
Allí encontrarás el más antiguo de los símbolos.
Háblame al azar de cualquier puerta:
Allí encontrarás el misterio de lo simultáneo.
Indícame al azar cualquier puerta:
Allí encontrarás la pureza de la proporción áurea.
Ahora reúne estos tres elementos:
El pescado, la ciudad, la puerta
Y tendrás ante tus ojos el universo.
Ramón Cote Baraibar
DIEZ LÍNEAS PARA ANTONI TÀPIES
Sobre las superficies ciudadanas,
Las deshojadas hojas de los días,
Sobre los muros desollados, trazas
Signos carbones, números en llamas.
Escritura indeleble del incendio,
Sus testamentos y sus profecías
Vueltos ya taciturnos resplandores.
Encarnaciones, desencarnaciones:
Tu pintura es el lienzo de Verónica
De ese Cristo sin rostro que es el tiempo.
LA VISTA, EL TACTO
A Balthus
La luz sostiene –ingrávidos, reales-
El cerro blanco y las encinas negras,
El sendero que avanza,
El árbol que se queda;
La luz naciente busca su camino,
Río titubeante que dibuja
Sus dudas y las vuelve certidumbres,
Río del alba sobre unos párpados cerrados;
La luz esculpe al viento en la cortina,
Hace de cada hora un cuerpo vivo,
Entre en el cuarto y se desliza,
Descalza, sobre el filo del cuchillo;
La luz nace mujer en un espejo,
Desnuda bajo diáfanos follajes
Una mirada la encadena,
La desvanece un parpadeo;
La luz palpa los frutos y palpa lo invisible,
Cántaro donde beben claridades los ojos,
Llama cortada en flor y vela en la vela
Donde la mariposa de alas negras se quema:
La luz abre los pliegues de la sábana
Y los repliegues de la pubescencia,
Arde en la chimenea, sus llamas vueltas sombras
Trepan los muros, yedra deseosa;
La luz no absuelve ni condena,
No es justa ni es injusta,
La luz con manos invisibles alza
Los edificios de la simetría;
La luz se va por un pasaje de reflejos
Y regresa a sí misma:
Es una mano que se inventa,
Un ojo que se mira en sus inventos.
La luz es tiempo que se piensa.
Octavio Paz
“BOTINES CON LAZOS,”
DE VINCENT VAN GOGH
¿Son dos extraños fósiles,
emisarios sombríos de una fauna sepultada en un bosque
de carbón,
que vienen a reclamar un óbolo de luz para sus muertos?
¿Son ídolos de piedra,
cascotes desprendidos del obraje de los más tristes
sueños?
¿O son moldes de hierro
para fraguar los pasos a imagen del martirio y a semejanza
de la penitencia?
Son tus viejos botines, infortunado Vincent,
Hechos a la medida de un abismo interior, como las
Ortopedias del exilio;
Dos lonjas de tormento curtidas por el betún de
La pobreza,
Embalsamadas por lloviznas agrias,
Con unos lazos sueltos que solamente trenzan el
Desamparo con la soledad,
Pero con duros contrafuertes para que sea exiguo el
Juego del destino,
Para que te acorrale contra el muro la ronda de los
Cuervos.
Pero son tus botines, perfectos en su género de asilo,
Modelos para atar a cada ráfaga de alucinada travesía,
Fieles como tu silla, tus ojos y tu Biblia.
Aferrados a ti como zarpas fatales desde las plantas
Hasta los tobillos,
Desde Groot Zundert hasta la posada del infierno final,
Es inútil que quieran sepultar tus raíces en una casa
Hundida en el rescoldo,
En el barro bruñido, el brillo de las velas y el íntimo calor
De las patatas,
Porque una y otra vez tropiezan con el filo de la
Mutilación,
Porque una y otra vez los aspira hacia arriba la tromba
Que no entienden:
Tu fuga de evadido como un vértigo azul, como un
Cráter de fuego.
Botines de trinchera, inermes en la batalla del vendaval
Y el alma:
Han girado contigo en todas las vorágines del cielo
Y han caído en la trampa de tu hoguera oculta bajo el
Incendio de los campos,
Sin encontrar jamás una salida,
Por más que pisoteen esas flores fanáticas que zumban
Como abejorros amarillos,
Esos soles furiosos que atruenan contra tu oreja, tan
Distante,
Perdida como un pálido rehén entre los torbellinos
De otro mundo.
Botines de tribunal, a tientas en la noche del patíbulo,
Sin otro resplandor que unos pobres destellos arrancados
Al pedernal de la locura,
Entre los que hay un pájaro abatido en medio de su
Vuelo:
El extraño, remoto anuncio blanco de una negra sentencia.
Resuenan dando tumbos de ataúd al subir la escalera,
Vacilan junto al lecho donde se precipitan vidrios de
Increíbles visiones,
Trizado por una bala el árido universo,
Y dejan caer a lentas sacudidas el balance de polvo
Tormentoso adherido a sus suelas.
Ahora husmean la manta de hiedra que recubre tu sueño
Junto a Theo,
Allá, en el irreversible Auvers-sur-Oise,
Y escarban otra tumba entre los andamiajes de la
Inmensa tiniebla.
Son botines de adiós, de siempre y nunca,
De hambriento funeral:
Se buscan en la memoria de tu muerte.
Olga Orozco
CUADROS DESDE BRUEGHEL
LOS CAZADORES EN LA NIEVE
EL CUADRO todo es invierno
Heladas montañas
Al fondo el regreso de la caza
Es hacia el anochecer
Desde la izquierda
Fornidos cazadores traen
Sus fardos el aviso del mesón
Colgado de un herraje
Roto es un ciervo un crucifijo
Entre sus cuernos el helado
Anteportal desierto
Salvo por una gran fogata
Que llamea al viento atendida
Por mujeres que se agrupan en torno
A ella a la derecha más allá
De las colinas algunos
Patinadores Brueghel el pintor
Cuidadoso en todo ha escogido
Un arbusto herido por el invierno
Puesto en primer plano para
Contemplar la pintura.
LA PARÁBOLA DE LOS CIEGOS
Esta horrible pero soberbia pintura
La parábola de los ciegos
Sin un rojo
Muestra en la composición un grupo
De mendigos que se guían
Unos a otros diagonalmente
Hacia abajo a través del lienzo
Desde un extremo
Hasta ir a dar a un pantano
Donde el cuadro y la composición
Terminan y detrás
Del cual ningún vidente
Se representa las facciones
Sin afeitar de los
Menesterosos con sus pocas
Lastimosas posesiones una
Bacía para lavarse una cabaña
Se ve y la torre de una iglesia
Los rostros levantados
Como contra la luz
No hay un detalle extraño
A la composición cada uno
Sigue a los otros bastón en
Mano triunfante hacia el desastre.
JUEGO DE NIÑOS
Este es el campo de una escuela
Atestado
De niños
De todas las edades cerca
A una aldea y junto a un pequeño
Río que hace un recodo
Donde algunos muchachos
Nadan
Con el trasero al aire
O suben a un árbol cargado
De hojas todo
Es movimiento
Una viejas atisban
Detrás del pequeño
Puesto de frituras
Un matrimonio en juego un
Bautismo
Y cerca una se inclina
Llamando
Hacia un
Tonel vacío
William Carlos Williams
(trad. José M. Arango)
LOS VIEJOS ICONOS
¿Por qué, cuando todo había terminado, me aferré a ellos
Un patriota con los brazos cruzados en un eje de luz:
La ventana de una celda con barrotes y la sentencia
En el rostro
Son los únicos puntos luminosos del pequeño aguafuerte.
Un oleograma de colinas nevadas, las vestiduras rojas
De un sacerdote descastado, los abrigos Rojos siguiéndole
El rastro
Y la señal aproximándose como una zorra por los resquicios.
Y el viejo comité de los traficantes de sedición,
Tan bien plantados con sus sacos y su acento dialectal,
La leyenda de sus nombres, una lista de informantes
Preparada por puños impecables, tercero de la izquierda,
Al fondo,
Más apremiante que los demás,
Solapando una acción que era su congoja
Y la ruina de otros, el ritmo mismo de su nombre,
Un registro de traiciones de alto precio,
Transparentes ahora, e inestimables.
Seamos Heaney
(trad. Pura López Colomé)
“LA GIOCONDA”
Pulcra fue aquí la luz; un golpe de pétalos acaso.
La eternidad, el abrigo de sus desvelos.
Su único recuerdo, el Renacimiento.
Y circular y en ascenso como una espera,
Heladamente cálida, sonriendo apenas: la
Gioconda.
Detrás un paisaje de espejismos como custodia.
Arriba, sobre París, erguidas criaturas en acecho,
Y se oyó puro, rosa y gris, al silencio.
Su contenida delicia.
Sin embargo, no entendíamos qué le impedía llorar,
Qué verdad,
Qué sentido buscaba para decir esa sonrisa,
Interminable, abierta, amanecida.
Y en el Louvre
Y olvidado de su progenitura
Y lejos de todo desprendimiento, Leonardo,
Y esa sonrisa común, cerrada, oscura,
Definitiva, nuestra.
Alfredo Veiravé
CUADRO APÓCRIFO
La santa se convierte en prostituta;
El león, el mono, el ángel, el pez en un jardín;
Cuatro niños que juegan a la mancha, en una playa.
Con las vicisitudes del tiempo o casualmente
Aparece en la tela de un cuadro otra pintura
Que fue la original ¡como nuestros recuerdos!
DIBUJOS
Junto al agua, los grillos
Con su canto dibujan
Formas de las estrellas.
Silvina Ocampo
LASCAUX
I
HOMBRE PÁJARO MUERTO
Y BISONTE MORIBUNDO
Largo cuerpo que tuvo el entusiasmo exigente,
Ahora perpendicular al bruto herido
¡Oh sacrificado sin entrañas!
Sacrificado por aquélla que fue todo y, reconciliada,
Muere;
Él, bailarín de abismo, espíritu, siempre redivivo,
Pájaro y fruto perverso de magias cruelmente
Salvado.
René Char
(trad. Javier Zugarrondo)