El paciente es un hombre de 48 años, profesional, trabaja y en los últimos meses viene teniendo dificultades con su nueva compañera para tener relaciones sexuales.-Cuando las logra es solamente con una situación fantaseada triangular voyerista-exhibicionista donde el realiza el coito con su mujer pero tambien es otro que mira, aunque el describió inicialmente la situación como “otro mira”.
Sé desde hace mucho que el complejo de Edipo juega un factor importante en su neurosis pero de 3 años a ésta parte no hay “timming” para interpretarlo porque el paciente levanta unas tremendas resistencias contra cualquier línea representacional que se acerque al tema.
Inmediatamente antes de la sesión del sueño que contaré, quedó muy impresionado con la interpretación de que él mira como hace el amor a su mujer y goza el goce de ella en tanto se lo procura él.
He aquí el relato de la sesión que le sigue, la que puso una vez más a José frente al Faraón.
El lunes a la noche sueño que estoy caminando con ella por una especie de desierto, no sé que desierto era....pero ella y yo...el desierto era verde, íbamos caminando los dos, el tema es que ella se cansa de caminar y yo la llevo en los hombros a ésta mujer hasta que al final me canso, de golpe aparece una cama y la acuesto en...ahí, entonces cuando la acuesto ella me dice de hacer el amor y hacíamos el amor desenfrenadamente y....y me levanto y me quedo pensando en ése sueño de mierda.
Me encanta el verde, mirá: tengo una camisa de ése verde, un pantalón y también una corbata, la que no uso porque no me hace juego con nada, ese verde seco....verde era la frazada de dos plazas que estaba encima de la cama de mi mamá...era verde seco...ése era el desierto. Para dormir la siesta no se abría la cama, la cama era un sofá como que se abría a la noche y si yo me acostaba a dormir la siesta se corría la frazada y ya a la tarde...aparte ése color lo tengo tan incorporado que si me preguntas cual es mi color preferido es ése.
Esa mina salía de lo de mi otro analista el de los 10 años, salía una mujer muy llamativa, yo tenía mucho cuidado con ella era muy sexi, pero salía siempre con los ojos rojos hinchados, y una vez nos encontramos en el trabajo y se ve que se sentía mal de encontrarme ahí en el trabajo, hasta el día que llamó por tel. y yo me presenté y ella se queja a mi jefe de que la traté muy mal..
A: ¿Cómo sabía tu nombre?
P: ¡No sé como lo sabía! Mi exanalista se lo habrá dicho, ésa mujer me tenía como una aversión...y el jefe me dijo: ¡esa mina te quiere coger! ¿qué asocio con esa mina? Aversión asocio con esa mina...
A: O sea que transformaste en película, en sueño, lo que te dijo tu jefe.
P: no, no es una mina atractiva ni interesante.
A: Dijiste que era atractiva y sexi.
P: Llamativa dije yo.
A: Sexi.
P: Se viste de fucsia, es pelirroja teñida...y un día se puso un vestido de cebra cuando ella mide 1,40 es...no tiene cuerpo para eso.
A: Lo hacés sonar como a descripción de puta barata.
P: Se viste muy mal...
A: El caso es que ésa mujer que te tenía aversión se te entrega.
P: ¡Si! ¡Pero yo la tengo que cargar!
A: Si...y luego te invita a coger.
Silencio del paciente. P: Yo cargo a mi vieja...cargo con ella...además mi vieja es medio ridícula para vestirse y lo era tambien antes. ¿Te conté que cuando era chico y ella venía al colegio para mi era un suplicio? Rogaba que no venga y la mina se aparecía con zoquetes negros o azules y las patas blancas...pobre...pero tengo tan presente a mi vieja que te digo cualquier boludez...venía al colegio conmigo y yo me enfermaba...Bueno fulana, ¿ haces que yo te lo tenga que interpretar?
A: Si
P: ¿vos pensas lo mismo que yo pienso?
A: estamos pensando lo mismo, por supuesto. Tu vieja rechazante, que prefirió a tu hermano siempre, se te entrega sexualmente ahí, en el verde de cuando eras chico, en el dormitorio en el que probablemente la deseaste cuando eras chico.
P: ¿ Qué carajo hago yo con esto? ¿Qué mierda se hace con esto?
A: ¿Qué se podrá hacer?¿Qué se podrá hacer con las ideas y los deseos que a uno no le gustan y sin embargo los tiene?
P: Me cagaste...Ella me trataba para el ojete y encima yo me sentaba en la cocina y mi papá venía todos los días a almorzar del trabajo y se iba, antes se usaba, uno trabajaba 40 años y vivía bien en el mismo lugar...lo dije mal...uno trabajaba 40 años en el mismo lugar y se daba el lujo de comprar poco a poco todo lo que necesitaba: el TV, el lavarropas...entonces él se iba y le dejaba el diario a mi mamá, ella prendía un cigarrillo, no sé, daba que delante de mi viejo no fumaba, era pendeja mi vieja, tenía 25 años y mi viejo 48 años y yo me sentaba en el suelo,¡en el suelo de la cocina a mirarla como ella leía el diario y fumaba!...incluso recuerdo el olor del humo ¡no sabes cómo lo tengo!
¿Vos te acordás de esas fotos antiguas, de ésas que se sacaban antes, como de actriz?
A: ¿?
P. Te la traigo si la consigo, mirá! Yo parado no llegaba ni a la mesa de luz! Recuerdo que la foto estaba alta pero yo parado estaba, iba y la miraba a la foto!
A: Un nene enamorado de su mamá...
P: Sí ¡Pero después me la quería coger me digiste vos!
A: Suele suceder que la gente quiera coger con quien se enamora...
P: ¡Qué loco es todo esto! ¿y? ¡¿y arrastro la boludez hasta los 48 años?!
A: Se arrastra la excitación con el 3° y con ser el 3° en la pareja, en la pareja madre-hno. y en la pareja papá-mamá.
Bien,¿dejamos aquí?.
No es la primera vez que un sueño ejecuta la interpretación que yo retengo frente a la excesiva resistencia del paciente, con lo que me felicito de haber esperado: su poder de convicción es decisivo. Otro caso parecido fue relatado en (“A casi 100 años de la interpretación de los sueños” Actualidad psicológica 2000).
Pero también es cierto que el sueño acepta el Edipo positivo después de venir sufriendo el paciente el impacto de una interpretación acerca de la identificación con la mujer en el coito, o sea parte del Edipo negativo.
Si esto es así es notable la participación del Yo y el SuperYo permitiendo la emergencia de algo reprimido para que continúe la represión sobre elementos que resultan mas penosos de aceptar. Tambien parece un sueño para calmar al analista, todo lo cual acumula funciones a las dos funciones básicas de realizar deseos e intentar ligar traumas.
También, el sueño devela una función del 3° como observador, entregador, él tenía cuidado en no seducirla porque la mujer ridícula, llamativa, sexi, es del analista el que profundiza en su alma dejándola llorosa, pero es el mismo analista anterior el que la entrega informándole el nombre de mi ahora paciente y preparando el encuentro a través del teléfono.-Hay otro tercero, el jefe, tambien una figura paterna el que interpreta la aversión hacia mi paciente como deseo, develandole que es deseado por la mujer sexi-ridícula.
De alguna manera el sueña las percepciones y quizás los deseos del padre, por supuesto lo que él supone que son los deseos del padre, también sueña la interpretación retenida por ésta analista-fulana-padre.
El verde de la frazada “de la cama de la madre” se ha transformado en ropas principalmente y en el sueño colorea una situación amenazante: la frazada de la cama paterno-materna es un desierto en el cual el carga con el ridículo-deseado objeto sexual.
La pareja parental ha sido siempre descripta como indiferente, quizás recíprocamente infieles y tan distantes de mi paciente que éste optó por dejar de hablar con ellos, el hno. menor es y fue siempre en cambio el preferido de la madre.
La heterosexualidad salvaje o desenfrenada se desarrolla entonces en un lugar en el que él alguna vez, también habrá deseado una frazadita, un abrazo abrigo del Yo y quizás algo de piel, de una cobertura tibia de la intimidad del self en vez de la frialdad de la madre, de ambos padres. Pero hasta donde puedo saber esas viejas heridas no impidieron el planteo del Complejo de Edipo.
Frazada verde seco, desierto seco verde seco, camisa, pantalón verde seco, corbata inusable verde seco, el desierto verde seco como escenario. Es una línea que, como dije, añade una dimensión traumática, un intento de elaboración del trauma al articularlo con la realización de deseos. La madre es nuestra primera piel, sus brazos y su pecho son la herramienta con la que contamos para inscribir nuestro cuerpo mentalmente, como Yo, como sentimiento de sí. El carga en brazos a la madre como deseó ser cargado, protegido, envuelto por la madre y por el padre también. La masculinidad que se plantea en el Complejo de Edipo arrastra pues una carga de deseos de sostén, manipulación amorosa que jamás de los jamases, digamos por ahora, un señor masculino como mi paciente va a aceptar.
Aunque el girar identificatorio por escenas de coito y de coito en contexto exhibicionista-voyerista es usual, sobre todo en histeria, no es ajena a la identificación femenina, a la identificación con la mujer abrazada y gozante, la pasividad infantil y el intenso erotismo de la piel. Ambos elementos tanto pulsionales como narcisistas (no puede haber contradicción lógica entre ellos, aunque le pese al inteligente Kohut) ambos elementos han sido sobreinvestidos por la corriente homosexual del Edipo y reprimidos junto con ella.
No puede escaparnos la participación de otra pulsión : la de mirar, constituyente de las fantasías necesarias para la erección, presente en las asociaciones en tanto el enamoramiento infantil hacia la mamá se presenta fundamentalmente como contemplación, pero también el mirar soporta la marca de la ambivalencia, puesto que la denigración de la mujer aparece fundamentalmente a través de una estética bizarra de su vestimenta.
Pero esta deuda (pasividad-receptividad narcisista insatisfecha) que él siente que los padres y, sobre todo la madre tienen con él, ha dejado en relativa superficie psíquica el polo agresivo de la ambivalencia como un elemento mas “aceptable” de la masculinidad oficial, no mucho porque no es un maltratador, pero algunos golpes y maltratos suelen acompañar a la elección heterosexual de objeto.
En cuanto al padre, el tercero ha estado presente muchas veces, como engañado, perdedor o, incluso, como el viejo rey que cede sus derechos al joven príncipe.
Lo que estoy indicando con todo esto es que los aspectos traumáticos han sido ligados eróticamente llegando a adquirir la doble forma de masoquismo femenino y sadismo masculino, otra parte confluye directamente con la rivalidad edípica y la agresividad contra el padre.
Hasta ahora el caso presenta el singular atractivo de constituir una histeria masculina y mostrar la regular participación de la agresividad en la construcción del género, porque no hay ontogénesis sin fijaciones placenteras, pero tampoco existe ninguna que carezca de traumas y de ajustes de cuentas que se anotan en el debe de la elección heterosexual de objeto.-
Sucesivas sesiones trajeron recuerdos sepultados, quizás preanunciados por la sequedad del desierto.- Si ya conocíamos motivos de desprecio a la mujer, las cuentas contra ella aumentaron mas allá de la añoranza de piel-frazada, como horror a ella, como aquél lugar en el que fracasa la piel para dar paso a la mostración de aquello que debiendo permanecer oculto, sin embargo se muestra :el agujero siniestro que evidencia a la sangre interior. El ver protagonizó otra vez una segunda escena traumática, que no detallo y que fue relatada en la sesión siguiente.
Las tremendas transformaciones psicosociales que ocurrieron durante el siglo que pasó muestran, creo, que la eficacia patógena de la fantasía de castración ha disminuido, junto con la disminución de las psiconeurosis bien estructuradas, pero si bien reconozco la contribución histórico cultural para la determinación de una fantasía primaria, la fantasía infantil y atávica sobre la mujer como lugar del horror aún tiene eficacia.
Quizás no sea mas que el efecto del narcisismo humano que considera sagrada a la vida del hombre por sobre toda creación, llamándola simplemente vida, narcisismo de especie fundado en el mito de que fuimos hechos a imagen y semejanza y por voluntad de un dios padre, imagen divina constituída ya en embriones de costoso mantenimiento congelado.
La vagina será siempre el testimonio incontrovertible del origen animal, su horror podría ser llamado igualmente horror al ombligo, el acta irrebatible acerca de la humildad de nuestros orígenes y del costosísimo trabajo que implica poder morir humano, alcanzar alguna dignidad simbólica, habiendo nacido “entre orinas y heces”, como lo recordó Freud alguna vez, pero él lo decía en latín.
Isabel Lucioni
Psicoanalista