El 30 de mayo de 2020 organizamos una charla y debate con Christophe Dejours, uno de los mayores especialistas mundiales sobre la cuestión del trabajo y la subjetividad. Asistieron alrededor de 500 personas de distintos lugares del mundo. En la misma, Dejours abordó distintas temáticas sobre las consecuencias de la pandemia y el confinamiento en el ámbito del trabajo. A continuación, publicamos un fragmento sobre la cuestión del trabajo a distancia y sus consecuencias en diversos ámbitos.
Voy a hablar ahora más específicamente de la vinculación entre la epidemia y la crisis del trabajo.
Si queremos formarnos una idea del trabajo, de la manera en la cual el trabajo se verá afectado por la experiencia política que el Estado y la patronal adquirieron por el ejercicio del gobierno durante la crisis, es preciso dejar todos estos problemas generales de costado o a un lado.
Entonces voy a aburrirlos un poquito más con las exigencias y los métodos de la clínica del trabajo, abandonando estas cuestiones más generales y entrando en detalle de lo que ocurre del lado del trabajo vivo, sino temo que dejemos de lado lo esencial.
Esta crisis del coronavirus es la ocasión para el poder neoliberal de iniciar una nueva etapa en la transformación de la organización del trabajo
Creo personalmente que esta crisis del coronavirus es la ocasión para el poder neoliberal de iniciar una nueva etapa en la transformación de la organización del trabajo que arriesga devenir o transformarse en una dominación creciente, más poderosa aún de la que conocimos desde que se dio este giro liberal.
Voy a darles algunos ejemplos (…)
Un tercer ejemplo, es aquel de los psicólogos clínicos y de los psicoanalistas. Antes de la crisis del coronavirus ya había un debate en la comunidad psicoanalítica sobre la cuestión del psicoanálisis a distancia. Los puristas del psicoanálisis, sobre todo los psicoanalistas de cierta edad, que ya tenían una instalación muy confortable, estaban muy cómodos, estaban radicalmente en contra del psicoanálisis a distancia, de las terapias vía Skype. Muchos de esos psicoanalistas, cuando la epidemia comenzó a extenderse, no esperaron y cerraron sus consultorios. Muchos, tal vez la mayoría de los psicoanalistas en Francia cerraron sus consultorios y pasaron a la consulta por teléfono o por pantalla. ¿Cuáles eran las razones? En primer lugar, el miedo al virus, los psicoanalistas le tienen miedo al coronavirus. En segundo lugar, es el miedo a perder ingresos porque son profesiones liberales y entonces no se ven beneficiadas por las medidas de compensación económica de desempleo parcial (de los restos del estado social). Y la tercera razón, es el miedo a perder la clientela.
Entonces, si ciertos psicoanalistas que estaban totalmente en contra del psicoanálisis a distancia antes de la crisis, de golpe se dieron vuelta, se fueron para el otro extremo, y se fueron hacia el psicoanálisis a distancia. Estaban en contra antes, pero lo hicieron igual. Y ahora hay que justificarlo, y ahora dicen que el psicoanálisis por Skype está muy bien. Lo importante acá es el acto. Si uno traspasa lo prohibido, lo prohibido que está vinculado con las reglas del oficio del psicoanálisis, eso es lo importante y si usted lo hizo, si lo hizo, entonces uno lo justifica. Esto se llama la racionalización secundaria. Y en realidad, se trata de la fábrica del consentimiento. Porque a la sombra del Skype, hay algo del psicoanálisis que se pierde. Les voy a dar un ejemplo, tengo un paciente que viene a mi consultorio y le vuelve un recuerdo, se encontró estando de noche en una estación de tren en una región del interior de Francia. No había más trenes y un jefe de la estación le propuso dormir en su casa. Y cuando se acostó, vino el jefe de guardia y quiso tener un vínculo sexual. Entonces sacó su cuchillo se lo puso debajo de la garganta, y le dijo “¿Vos ves este cuchillo? Lo voy a poner debajo de mi almohada. ¿Entendiste?” Y en ese momento el paciente mío agrega “este cuchillo lo llevo siempre conmigo y está acá en mi espalda”, y ahí de golpe tengo miedo. Es un momento clave del análisis. El paciente amenaza con su cuchillo. Mismo si es de manera inconsciente, yo mismo sé que estamos al límite justo y podría esta situación darse vuelta contra mí. Si ustedes están por Skype todo esto no existiría. Podría dar otros ejemplos, pero ahora durante la crisis del coronavirus, el miedo al virus estaba dentro del consultorio entre el paciente y yo, es muy interesante como situación porque por Skype no hay virus, no se puede analizar todo esto ni tal vez tampoco las ganas del paciente de contagiar con el virus. De golpe hay otros pacientes que tienen en otras sesiones, se ponen a transpirar, y comienzan a tener mal olor, y evidentemente esta es una señal que se dirige hacia a mí, que me están enviando y que me va a obligar a hacer un trabajo de análisis que yo no podría hacer nunca vía Skype.
La increíble base de experimentación que ha sido este coronavirus para el pasaje hacia el trabajo a distancia también anuncia una transición hacia el contrato precario
Finalmente, realizar psicoanálisis a través de Skype tal vez sea aún hacer realmente psicoanálisis, pero es fundamentalmente consentir a una degradación de la práctica analítica. Y esto es verdad para los psicoanalistas y también es verdad para la mayor parte de los psicólogos clínicos, pero es una experimentación importante para el poder. Porque si los mismos psicoanalistas aceptan trabajar a distancia, entonces también se podría hacer mucha medicina vía Skype. Esto se practicó de manera muy amplia por los médicos generalistas, por los médicos del trabajo durante toda la duración de la cuarentena/el confinamiento. Y esto anuncia muy probablemente que lo que en Francia llamamos los “desiertos médicos”, es decir, zonas en las cuales no hay médicos, y bien en esas regiones la población va a tener que conformarse con consultas a distancia. Y lo que es válido para los psicoanalistas, los psicólogos y los médicos, también es válido para los jueces y ya se han empezado a experimentar procedimientos judiciales en los cuales aquellos que se están enjuiciando, de alguna manera no están más presentes en los tribunales. Hay un libro terrible que ha sido publicado en Francia y que pasó desapercibido. Habla realmente del trabajo de la justicia. Se llama El tribunal de los algoritmos, de Emmanuel Poinas. Y en el ámbito universitario, cerramos las universidades y se comenzó a enseñar vía Skype. Esto también se corresponde con una degradación de la enseñanza, tal como la degradación del psicoanálisis y la medicina. Y tiene una ventaja: que si podemos hacer una enseñanza/una educación vía Skype, por ejemplo, con un profesor de París, entonces podríamos utilizar y servirnos de esta educación también en la provincia o en el interior, y esto entonces anuncia la posibilidad de reducir el número de educadores en la universidad. La ventaja de esta enseñanza vía Skype para el neoliberalismo, es que si todos los estudiantes tienen que trabajar desde sus casas entonces ya no tenemos necesidad de continuar manteniendo los costos del mantenimiento de los edificios de la universidad y toda esa carga logística, se las transfieren a las familias de los estudiantes o bien a cada estudiante.
La increíble base de experimentación que ha sido este coronavirus para el pasaje hacia el trabajo a distancia también anuncia una transición hacia el contrato precario. Ya no necesitamos tantos funcionarios de la educación nacional. Se van a tomar o emplear directamente personas bajo contratos temporarios, precarios, pagando prestaciones por prestaciones. Al suprimir esos puestos, esos funcionarios del estado, yo les podría demostrar que vamos a destruir las bases mismas de la república.
Este amplio movimiento de trabajo a distancia también anuncia que en el futuro, la mayor parte de gente que quiera trabajar, tendrán que volverse “emprendedores”. Tendrán que trabajar como en los diarios, donde ya no son asalariados del periódico, sino que todos tienen contratos precarios. La gran ventaja para el neoliberalismo es que ese contrato con el emprendedor es un contrato comercial, ya no hay más derechos laborales. El modelo que se está dibujando es aquel como el de un repartidor en bicicleta o en moto. La “uberización” del trabajo.
Traducción: Gabriela Neffa