"Todos nos creemos uno; pero...no es verdad, sino que somos muchos."
Pirandello
1- LOS OBJETOS FETICHES
Nuestra época se caracteriza por la importancia que tiene la representación: no es importante lo que hacemos sino como representamos lo que hacemos. De esta manera la realidad se ha ligado a la representación de tal forma que creemos que esta es la realidad.
Por ello Jean Baudrillard habla del crimen perfecto. Este es el asesinato de la realidad y el exterminio de la ilusión. Lo real no desaparece en la ilusión, es la ilusión la que desaparece en la realidad. En este sentido se vive en la ilusión de que lo real es lo que más falta, cuando ocurre lo contrario: vivimos un exceso de realidad que nos deja mucho más desconcertados que el defecto de realidad que por lo menos podríamos compensar con lo imaginario.
En este exceso de realidad aparecen personajes que representan el papel de malos y buenos. Los malos van cambiando según las épocas. Lo importante es preservar un sistema de poder ante el cual todos somos espectadores. Lo que si permanecen son objetos malos y buenos. Objetos que se han fetichizado para encarnarse en la representación de lo demoníaco y lo maravilloso. La droga es uno de ellos. La droga es la encarnación del mal. Es así como se elude el problema de un sujeto que la consume a partir de una subjetividad entramada en una estructura familiar y social. El objeto droga es atrapado por un sujeto a partir de ciertas características de su condición subjetiva. Pero la misma se corresponde con una cultura que se sostiene en la ruptura de los lazos sociales donde el individualismo se ha transformado en el sometimiento al poder.
Al decir que la calle es peligrosa, se deja de lado que esta es el único lugar que le queda a los desesperados producidos por un sistema que genera miseria, pobreza y exclusión de grandes sectores de la población.
Pero también hay objetos buenos como los psicofarmacos. Con ellos en muy poco tiempo se van a poder solucionar todos los problemas de nuestra sufrida subjetividad. Seguramente alguien va a descubrir que la economía de mercado tiene su correspondiente gen inscripto en el organismo humano.
La comida "natural" y "dietética" es buena. Tan buena que nos permite mantenernos muy flacos y lindos. De esta manera nos ocupamos de nuestra "salud" al responder al modelo estético de la cultura actual.
Esta fetichización de los objetos deja de lado las consecuencias de una "ideología invisible" que produce una subjetividad que se manifiesta en un conjunto de síntomas paradigmáticos de nuestra época: adiciones, anorexia, bulimia, depresión, sensación de "vacío", de "estar muerto", ataques de pánico, violencia destructiva y autodestructiva, etc.
2-LA IMPUNIDAD DEL PODER
El canibalismo aparece desde los inicios de la humanidad. El desprecio por el otro humano es una constante antropológica. El crimen que tan violentamente contradice la condición humana lo podemos encontrar desde la prehistoria. El humano es el único ser de la naturaleza que da muerte a su semejante. La huella del primer crimen cometido es más antigua que la primera tumba. Ese cráneo fracturado da testimonio del hecho humano. En la Biblia el crimen de Cain hace de él el primer acto inquietante de la humanidad. Por ello la cultura aparece para evitar que el más fuerte predomine sobre el más débil. Es así como el tabú del incesto y el culto a los muertos constituyen el inicio de la cultura. Pero un estructuralismo ahistórico ha dejado de lado que son los fuertes quienes dictan las leyes que rigen la estructura social. Los muertos son los héroes de la cultura dominante. Los otros muertos son desaparecidos: no existen. El crimen se oficializa como justicia y el muerto desaparece como memoria de una humanidad que reproduce una relación de poder: las Madres de Plaza de Mayo simbolizan esta situación.
De esta manera es importante reafirmar la actual consigna de no olvidar los crímenes que están ocurriendo en la actualidad. Si olvidamos esos muertos, desaparecen como muertes que simbolizan la arbitrariedad de un poder. Si actualmente en la Argentina los crímenes no se aclaran es por que aquellos que lo cometieron han establecido relaciones que protegen sus intereses. Cada culpable tiene la protección de otros culpables que tienen poder. Es decir solo hay impunidad cuando se tiene poder, solo con el amparo del poder se puede ser impune.
3-EL MITO DE SISIFO
Es Albert Camús quien analiza el mito de Sísifo para destacar como lo absurdo y la dicha son inseparables y forman parte de la condición humana. Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar para siempre una roca hasta la cima de una montaña desde donde volvía a caer por su propio peso. Habían pensado que no hoy castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Se le reprochaba a Sísifo haber revelado los secretos de los dioses. También haber encadenado a la Muerte y querer disfrutar de los placeres de la Tierra. Es por ello que su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio.
Si este mito es trágico, lo es por que Sísifo tiene conciencia. De esta manera lo que debería constituir su tormento es al mismo tiempo su victoria. El mito nos enseña que todo no es ni ha sido agotado. El destino es un asunto humano que debe ser arreglado entre humanos. La alegría silenciosa de Sísifo es por que su destino le pertenece. Lo importante es el esfuerzo por llegar a la cima. Lo importante es la lucha. En esa lucha vence a los dioses.
Por ello escribe Camus "...Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando...Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil."
En este camino absurdo Sísifo puede encontrar la dicha de que es posible construir un mundo sin dioses donde lo que importa es la pasión por la vida.
Bibliografía:
Camus Albert. El mito de Sísifo. Ed. Losada.
Chomsky Noam. Política y cultura a finales del siglo. Ed. Ariel.
Morin Edgard. El hombre y la muerte.Ed. Kairós.
Baudrillard Jean. El crimen perfecto.Ed. Anagrama.
Guillebaud Jean-Claude. La traición a la ilustración. Ed. Manantial.