De acuerdo con el psicoanalista norteamericano Robert J. Stoller, en cuyas ideas me voy a basar para mi argumentación, la perversión es el resultadode un interjuego esencial entre la hostilidad y el deseo sexual. A grosso modo, esta definición hace acercar la visión psicoanalítica de la perversión a una noción corriente de la misma. Sin llegar a convertirlas necesariamente en coincidentes, el autor demuestra que la perversión, en la acepción psicoanalítica, implica en elementos hostiles tal como el uso corriente del término tiene por asentado.
Este texto corresponde a un capítulo del libro El erotismo y su sombra. El amor como potencia de ser.[1] Allí tratamos de responder al reto que tiene el psicoanálisis para dar cuenta conceptual de nuestra época. Esto nos lleva a rescatar nociones que definen la particularidad de su práctica; pero también, modificar otras a partir de los nuevos paradigmas de nuestra época. Esta propone nuevos procesos de subjetivación que ponen en cuestionamiento la sexualidad heteronormativa y patriarcal. En este sentido vivimos en un momento de transición donde el patriarcado sigue siendo la estructura familiar dominante pese a que han surgido nuevas formas de familia que ha provocado su crisis: monoparentales, monoparentales extendidas, homoparentales, unipersonales, familias ensambladas, etc. Por otro lado, las teorías e investigaciones ligadas al género y la sexualidad, la importancia de la imagen en la construcción de subjetividad plantean nuevos desarrollos en la teoría.
La humanidad aparece cuando el sexo se transforma en sexualidad regulado mediante el tabú del incesto y la subjetividad se constituye en el pasaje del instinto a la pulsión y de ésta al deseo. De esta manera la sexualidad esta sometida a la cultura que, en cada período histórico, controla el carácter transgresor del deseo erótico mediante mecanismos de dominación que modulan el deseo y crea subjetividades.
En los últimos años se habla cada vez con mayor asiduidad de las así llamadas “nuevas sexualidades”, ¿qué se quiere significar con tal denominación?, ¿se trata de cambios profundos en la sexualidad de esta época o sólo de nuevos modos de presentación? Recordemos que ya en 1905, Freud postula en sus “Tres ensayos de teoría sexual” que la pulsión sexual no viene abrochada a ningún objeto adecuado para su satisfacción y que incluso, ni siquiera el interés sexual del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento.
Tres ensayos de teoría sexual es un texto que trata sobre la pulsión. Freud transforma la sexualidad en una pulsión para sacarla del ámbito exclusivo de la genitalidad y abarcar todas las áreas del sujeto. Debemos esperar unos años para que en Más allá del principio de placer realice el mismo desarrollo en relación a la muerte, en tanto ésta, al transformarse en una pulsión, no queda ceñida a la muerte real, definitiva -que por otro lado no es competencia del psicoanálisis- sino que está presente de entrada en todo sujeto.
El tema perversiones trae muchas cuestiones a dilucidar que no vamos a agotar en este número. Una de ellas es si el psicoanálisis es un tratamiento “normalizador” o su objetivo es dar cuenta del deseo inconsciente. De esta manera debemos formularnos una pregunta ¿Cómo sitúa el psicoanalista su discurso sobre las perversiones para que estas hallaran un fundamento sin caer en un lugar normativo y su autor perdiera su condición de analista?
Introducción
¿Es posible el psicoanálisis de la perversión? La respuesta no es sencilla. Propongo en este texto un marco para discutir esta difícil cuestión.
1-Marco general sobre perversión
1-1-La perversión: problema conceptual y clínico.
Si bien el psicoanálisis ha realizado sobre la perversión un enorme trabajo teórico, tenemos que tener en cuenta como Jaqueline Amati-Mehler (1995)1 sugirió, que "cada vez que la palabra 'perversión' es usada, requeriría de una redefinición conceptual y clínica".
La novedad de este trabajo sobre la clínica de personas transgénero nos permite pensar por fuera de la mirada clásica, que las trataría dentro del amplio espectro de las perversiones. El desafío, tal como señala la autora, implica “incluir múltiples perspectivas” en sus abordajes teóricos y clínicos para avanzar en nuestro conocimiento.
La palabra perversión no es psicoanalítica. Aunque introducida en la Psiquiatría en el siglo pasado y aún utilizada por Freud, considero que no es psicoanalítica porque incluye en si misma una categorización moral y porque alude a perversidad, a la maldad, es decir, al deseo de hacer el mal.
Ninguna otra palabra de la nosografía psicoanalítica involucra en una descalificación moral al observador, al que la emite y obviamente al propio sujeto.
Cuando hablo de perversión me refiero únicamente a la perversión sexual en tanto pienso que no existe otra.
¿Sigue vigente el concepto freudiano de las perversiones sexuales?
La denominación de perversión sexual, sin connotaciones moralistas o peyorativas, es la que sigue utilizándose en psicoanálisis, ya que "perversión" es un término largamente utilizado en medicina para designar situaciones donde una función se aparta de su fin natural. En esa perspectiva, las perversiones sexuales se definen, en lo sintomático y descriptivo, por la aparición y permanencia de ciertos componentes parciales de la sexualidad pregenital que se autonomizan y adquieren predominio sobre la genitalidad adulta.
Sade, Pasolini, Mishima, Gide y Genet, no son del mismo tiempo, no comparten los mismos gustos estéticos, ni una determinada ideología, tampoco el contexto histórico que les tocó vivir y, sin embargo, un curioso parentesco los vincula íntimamente. En esto importa, incluso, menos sus gustos sexuales que una inclinación semejante hacia los extremos, y la misma rebeldía ante ese principio supremo de la razón que es la ley de no contradicción. Sus pensamientos, lo mismo que sus vidas, obedecen no obstante a una coacción implacable.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra