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Nota de los editores: La época de la precariedad

 

Más de la mitad de la población de la Argentina es pobre. El 60% de los niños son pobres. Los datos son terribles. Lo más grave es que se han naturalizado. No se puede acusar a la pandemia de esta realidad. “Esta pandemia no es como un gran trueno en un cielo límpido”, afirmaba Christophe Dejours en una conferencia el año pasado. Simplemente empeoró y visibilizó una situación ya de por sí pésima. Aquellos que dirigieron nuestro país desde la salida de la última dictadura militar son responsables de esta situación, entre neoliberales y nacionales populares. No es una realidad particular de la Argentina, sino que sume a toda Latinoamérica y muchos otros países del mundo.

Los efectos en la salud mental son devastadores. En diversos medios hay unanimidad que la próxima pandemia es en problemáticas de salud mental. A esta altura, diversas encuestas de distintos lugares del mundo señalan que un 60% de las personas identifican tener trastornos vinculados a la salud mental. Casi un 50% siente que sufre “depresión”. Durante 2020 aumentó un 28% la venta de psicofármacos (datos del diario La Nación). Según un estudio de Unicef, se han incrementado los padecimientos de niños y adolescentes, el 13% han sido diagnosticados con algún trastorno de salud mental en el mundo. En la Argentina, el 15,1%. Es decir, 1.064.820 niños y adolescentes de nuestro país padecen trastornos de salud mental diagnosticados por profesionales. Por supuesto que sabemos que el número real es mucho mayor.

¿Cuál es la respuesta del actual gobierno nacional? El presupuesto para el año que viene en la Argentina ha bajado un 20% en Salud. Si a nivel mundial el gasto en Salud Mental es el 2,1% del gasto global en Salud, se reducirá aún más. Sin tomar en cuenta que la mayoría del presupuesto en Salud Mental se destina a los manicomios.

Mayor pobreza, mayor padecimiento en salud mental y menos presupuesto.

Un despropósito al cual parece que tenemos que adaptarnos y nada puede cambiar. Y no es así. Esa es la función del pensamiento crítico.

Wilhelm Reich se preguntaba en su clásico Psicología de masas y del fascismo (1933): “La psicología reaccionaria se dedica a descubrir motivaciones irracionales para explicar el robo o la huelga, recurriendo a una argumentación típicamente reaccionaria. Para la psicología social, el problema se presenta de modo inverso: no se ocupa de las motivaciones que impulsan al hombre hambriento o explotado al robo o a la huelga, sino que intenta explicar por qué la mayoría de los hambrientos no roba y por qué la mayoría de los explotados no va a la huelga.” Una pregunta vigente frente a la realidad que vivimos. Reich interpretaba el ascenso y el triunfo del nazismo a partir de sus herramientas. Al día de hoy, hay diversas tentaciones nacionalistas, pseudoprogresistas y fascistas en diversos lugares del mundo. Y necesitamos ampliar nuestras herramientas para comprender y transformar esta realidad. En este sentido, trabajamos en nuestro dossier lo que definimos como La época de la precariedad.

 

Enrique Carpintero, en su artículo editorial, “La precarización del Yo” plantea cómo “este proceso de precarización define un sujeto caracterizado por el dolor, el padecer y el sufrir. Por ello la precariedad emerge como una política propia del capitalismo tardío para someter al conjunto de la población”.

Eduardo Grüner, delimita y profundiza “La insoportable (pero histórica) precariedad del ser”, donde afirma cómo “el del Capital mundial es, efectivamente, un régimen que precariza absolutamente todo”. Mario Campuzano, detalla cómo “la precariedad abarca a amplias capas de la población que estamos amenazados no solamente por el virus, sino por la incertidumbre e inseguridad laboral y económica”, en su artículo “Precariedad subjetiva y pandemia”. Tom Máscolo, en su habitual columna, propone cómo “Plantarse contra la precariedad de la vida”. Josefina L. Martínez, visibiliza y destaca las luchas de las mujeres en su artículo “‘No somos esclavas’: luchas de las trabajadoras contra la precariedad en pandemia”, donde sostiene cómo “esta pandemia también ha puesto de manifiesto lo que desde algunos sectores del feminismo se viene señalando hace tiempo: los trabajos de cuidados y los empleos más precarios siguen recayendo en las mujeres.” Diego González Castañón aporta su análisis de otra faceta de la precariedad en “Tarde, demasiado tarde para Kairós. La precariedad de los trabajadores de salud en la CABA”.

En la sección Efectos de la pandemia en el mundo, Miguel Benasayag aporta sobre la situación en Francia, y como “Macron había ganado las elecciones para poder imponer el proceso neoliberal hasta el fondo y sin ningún freno, la pandemia solo aceleró este proceso”, en su texto Pandemia en Panam (nombre en lunfardo de la ciudad de París). Por otra parte, Úrsula Hauser Grieco compara la situación entre dos lugares en su texto “La pandemia vivida en ambos mundos. En las dos suizas: Costa Rica y la Suiza europea”

En Topía en la Clínica continuamos avanzando sobre las particularidades de la clínica psicoanalítica en tiempos de pandemia. Pedro Grosz, desde Suiza, nos acerca su texto “Exhausto”, un difícil tratamiento de un adolescente que atravesó la pandemia. Allí, con su particular forma de escribir sobre clínica, detalla situaciones tales como: “es muy extraño verse mutuamente en la pantalla y no hablarse. Se da otro tipo de tensión, que Felipe aguantaba mejor que yo.” Luciano Rodríguez Costa aporta en su texto “Jóvenes autonomizados ante la pandemia del desamparo” una situación clínica donde sostiene que es “fundamental poder realizar diagnósticos diferenciales de aquello que hace a un proceso saludable como es la adolescencia (…), respecto de ciertas presentaciones en jóvenes que tienen que ver con expresiones graves de desamparos sufridos.” Lucía Plans y Yamila Wynen aportan una forma de intervención psicoanalítica en comunidad en el artículo “‘Sacha Rupaj’ Una experiencia de intervención en Montequemado”.

En Área corporal, el texto de Susana Volosin nos acerca una zona poco explorada en “La sensorialidad en la vida fetal. Esencial para el devenir humano”.

Finalmente, César Hazaki continúa en “Pinocho Corre”, sus indagaciones sobre cómo “la crisis producida por el virus y las cuarentenas han terminado de consolidar un Planeta Cyborg en el que es imposible la vida sin que todos los usuarios tengan prótesis comunicacionales adosadas al cuerpo y que vivan 24/7 en y por ellas”. Carlos Alberto Barzani analiza un fenómeno polémico de la actualidad en su artículo “Sexo ‘natural’ y Barebacking. Riesgo, transgresión y disidencia”. Federico Pavlovsky rescata los aportes de la vida y la obra de un psiquiatra y grupalista poco conocido en la Argentina en “Una vida de novela: Irvin Yalom”.

Con este número cerramos el segundo año de la pandemia, donde se ha profundizado la precariedad en el mundo. Frente a esto, avanzamos en nuevas Topías, nuevos lugares: desde nuestra revista, nuestro sitio www.topia.com.ar, libros, debates, presentaciones y seminarios. También publicamos en este número los finalistas del Séptimo Concurso Internacional de Ensayo 30 años de Topía. El 30 de noviembre de 2021 se conocerán los ganadores.

Seguimos en los caminos de ampliar territorios de pensamiento crítico que construyan herramientas para transformar esta realidad.

Hasta el año que viene.

Enrique Carpintero, César Hazaki y Alejandro Vainer

 

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Articulo publicado en
Noviembre / 2021