El número de publicaciones que hacen referencia al encuentro entre psicoanálisis y neurociencia ha crecido significativamente en los últimos años, lo que en principio impresiona como una señal auspiciosa de un posible enriquecimiento mutuo de estas disciplinas, con favorables repercusiones en el campo clínico. Entre otros, artículos como el de Pérez y el de Alonso del Campo y Bettini, dan cuenta de las posibilidades de crear un ámbito de intercambio. Sin embargo, buena parte de lo que se lee respecto de este tema está aún frecuentemente cargado de un fuerte prejuicio. No son pocos los trabajos en los que la neurociencia resulta connotada negativamente, al quedar “amalgamada” a las terapias cognitivas, el DSM IV y los intereses de los laboratorios farmacológicos, todo lo cual, impuesto desde un patrón cultural dominante, tendería al aplastamiento subjetivo.
Me propongo en esta colaboración señalar la existencia de este tipo de formaciones “en amalgama” y cuestionar las rápidas tomas de posición que favorecen la confrontación y obstaculizan el diálogo.
También existen los trabajos que, por el contrario -quizás debería decir aparentemente por el contrario-, sostienen que la neurociencia demuestra el psicoanálisis. Creo que en algunos de estos trabajos subyacen también varios de los argumentos que describo en lo que llamé “amalgama”, pero a través de un ingenioso planteo, refutan a los críticos del psicoanálisis tomando a su favor la fuerza probatoria del arma más poderosa que estos ostentarían: la neurociencia.
De esta manera, en algunos de estos trabajos, a partir de lo que debería ser el desarrollo del propósito inicial, esto es, reflexionar respecto del encuentro entre psicoanálisis y neurociencia, se va produciendo un corrimiento a la discusión por la legitimación del psicoanálisis, y la validación de su práctica. Al mismo tiempo, el heterogéneo campo de la neurociencia queda elevado a la función de instancia que, luego de juzgar, podría avalar o desacreditar la teoría y práctica psicoanalítica. No aliento la ingenua expectativa de alcanzar un punto de vista “neutral” o puramente “objetivo”. Nuestras opiniones pueden estar influenciadas, entre otros factores, por la adherencia a un marco conceptual, nuestra formación en relación con determinados maestros, intereses y/o ambiciones personales, y creo importante estar avisados de esto, para poder intentar un diálogo interdisciplinario menos sesgado.
Tomando prestada la lógica del “No-todo”, que Lacan aplica en sus fórmulas de la sexuación, me permito proponer que en vez de referirnos a “la” neurociencia, admitamos que existen versiones de ella, y de esta forma, estudiemos “una por una” las referencias que encontremos a esta disciplina.
Así, en ocasiones la neurociencia es asociada a una concepción de cuerpo-máquina totalmente predeterminado por mecanismos genéticos fijos, y reparable con psicofármacos y terapias normativizantes. Por el contrario Zieher, quien es en nuestro medio un importante referente en neurociencia, señala que: “... Las relaciones lineales entre genes y conducta no han sido capaces de establecer vínculos entre genes específicos y trastornos mentales, ya que estos resultan, como todas las conductas complejas, de los cambios adaptativos generados por las interacciones de múltiples genes”. En esta dinámica intervienen, continúa Zieher “procesos de neuroplasticidad que ocurren en los diferentes niveles del procesamiento de información del Sistema Nervioso Central: niveles moleculares, fisiológicos, del procesamiento sistémico y de los resultantes emergentes al nivel psicológico y conductual y sus respectivos correlatos sociales.” Planteado en estos términos, la neurociencia nos ofrece otra perspectiva: son múltiples los genes intervinientes, a su vez su injerencia está modulada por las experiencias, que son capaces de producir cambios en la fisiología y la arquitectura neuronal del encéfalo. Esto último, es lo que define la neuroplasticidad del cerebro, órgano que debe ser estudiado en sus diferentes niveles de procesamiento de información. Más adelante, el mismo autor sostiene: “En el contexto de las interacciones Gen - Entorno, se asume que son los factores ambientales patogénicos los que causan el trastorno y que los genes influencian la susceptibilidad a patógenos ambientales en los dos sentidos: resiliencia y vulnerabilidad. El cerebro plástico, que es propio e irrepetible para cada persona, es la consecuencia de la suma de todos los factores internos y externos que conforman la biografía de cada persona, siendo muy grande la variabilidad entre individuos expuestos a patógenos ambientales, aun a los traumas más severos”. Interacción gen-entorno, importancia del factor ambiental, singularidad del cerebro en relación con la biografía de cada persona: como señala Alvano, -otro destacado autor argentino-, esta descripción recuerda en mucho lo planteado por Freud en sus series complementarias hace casi 100 años. Con respecto a la cualidad del entorno humano, el propio Alvano, siguiendo a Cassirer, señala que “este entorno para el hombre, a diferencia de lo que ocurre con otros animales, es simbólico, por lo que el ser humano ya no puede escapar de su propio logro, la cultura. Ya no vive solo en un universo físico, sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte, y la religión constituyen parte de este universo cultural, y forman los hilos que tejen la red simbólica, donde se desarrollará la complicada experiencia humana”.
A la hora de pensar la posible complementariedad entre neurociencia y psicoanálisis, Alvano sugiere no subrogar ninguna de las disciplinas a la otra y seguir la propuesta de Morin, el reconocido epistemólogo, y articular las variables biológicas y socioculturales inherentes al ser humano desde la perspectiva del pensamiento complejo. Complexus, señala Morin, es lo que está tejido en conjunto, tal como las citadas variables, quedando de esta manera indisolublemente unidas.
Por mi parte, he encontrado en la lectura de Rolando García, otro epistemólogo contemporáneo, que trabajara estrechamente junto a Piaget, valiosos aportes para pensar esta temática. Si bien reconoce a Morin como uno de los epistemólogos de referencia en la actualidad, García le critica cierta posición “oscurantista” cuando Morin atribuye a lo complejo las características de “lo inextricable e incierto”. Para García, el trabajo en los sistemas complejos debería abordarse teniendo en cuenta la heterogeneidad de los mismos, y buscando la interdefinibilidad de los conceptos en juego y la mutua dependencia de las funciones que cumplen los elementos dentro del sistema total.
La puesta en práctica de esta actitud de encuentro y trabajo interdisciplinario se puede observar, entre otros ejemplos, en los trabajos de Delion, del Departamento de Psiquiatría Infanto-Juvenil de Lille Cedex, en Francia, quien señala la posibilidad y la necesidad de buscar un diálogo entre estas disciplinas. Refiriéndose al trabajo conjunto entre neuropediatras y psiquiatras infantiles, en el artículo al que hago referencia se estudia la relación entre el arcaico reflejo de prensión y la identificación adhesiva, concepto éste último, proveniente del psicoanálisis poskleiniano.
Por su parte Shevrin, profesor emérito de Psicología en la Universidad de Michigan, presentó recientemente (junio de 2012) una investigación sobre conflicto inconsciente en trastornos de ansiedad, utilizando trazados de la actividad eléctrica del cerebro. En el centésimo primer encuentro de la Asociación Psicoanalítica Americana, el mencionado autor, que ha dedicado décadas al estudio del psicoanálisis aplicando metodologías científicas, presentó nuevos hallazgos que señalan una relación causal entre el concepto psicoanalítico de conflicto inconsciente, y los síntomas conscientes experimentados por personas con trastornos de ansiedad como fobias.
Los voluntarios intervinientes en la investigación fueron entrevistados por un psicoanalista, quien infirió que un conflicto inconsciente subyacente podría estar causando el trastorno de ansiedad de la persona. Se seleccionaron algunas palabras de las entrevistas que capturaban la naturaleza del conflicto inconsciente, otras relacionadas con los síntomas de ansiedad y otras sin relación ni con el conflicto inconsciente ni los síntomas de ansiedad. Luego todas las palabras fueron usadas como estímulo en el laboratorio, registrándose significativas diferencias, de acuerdo a la categoría de palabras usadas y al tiempo de exposición al estímulo. Según Shevrin, -que ya en 1968 había publicado su primer reporte respecto de respuestas cerebrales a estímulos visuales inconscientes-, sus resultados señalan una estrecha relación entre los conflictos inconscientes y los síntomas de ansiedad que el paciente está experimentando.
Ahora bien, si contamos con marcos epistemológicos, (Morin y García, entre otros), que nos permiten pensar un laborioso pero amigable diálogo entre disciplinas, si cada vez más surgen trabajos de investigación teórico-clínica como los mencionados, ¿por qué aún siguen sosteniéndose posturas de enfrentamiento que utilizan argumentos “en amalgama”? ¿Responderá esto sólo a un posicionamiento apresurado, sesgado y por lo tanto reduccionista? Creo que varios factores deberían ser tenidos en cuenta si queremos explicar esta situación, y podríamos reconocer que en la historia de la ciencia, la historia del psicoanálisis, y la relación entre ambos campos, se han sucedido una serie de debates que, a mi modo de ver, aportan a la comprensión de la subsistencia de posturas radicalizadas que impiden el diálogo. En el cuadro de Kaullbach “La batalla de los hunos”, citado por Freud en El Yo y El Ello (agradezco a José Luis Valls el facilitarme la ubicación de la referencia), las almas de los guerreros muertos siguen combatiendo en el cielo, en una batalla que no cesa. Del mismo modo, pienso que antiguos debates, o fragmentos de ellos que se agregan a manera de acreciones, se reactualizan hoy, favoreciendo la adopción de posturas extremas de uno u otro signo.
Si pudiéramos analizar, es decir, desagregar las diversas “amalgamas” que intervienen en las controversias respecto de este tópico, creo que podríamos rastrear desde una referencia a Rutherford, el descubridor del átomo, quien sostuvo que “sólo la Física es ciencia”, hasta los esfuerzos de Freud por encuadrar sus hallazgos dentro de la ciencia natural de su época y la repercusión que esto tuvo en su obra y en sus continuadores. Obra cumbre para algunos, prepsicoanalítica para otros, El Proyecto de Freud fue revisitado por investigadores como Pribram, y por supuesto, Kandel. Ganador del Premio Nobel en el año 2000 por su trabajo “La Biología Molecular de la Memoria Guardada: Un Diálogo Entre los Genes y las Sinapsis”, Kandel, que se acercó al psicoanálisis a través de la psicología del Yo, imaginaba de este modo la interacción psicoterapéutica : “... cuando le hablo a alguien y él o ella está escuchándome, no sólo hacemos contacto visual y vocal, sino que también, la acción de la maquinaria neuronal de mi cerebro está produciendo un efecto directo, y espero que también duradero, en la maquinaria neuronal de su cerebro, y viceversa¨. Vislumbro la presencia de otras muchas acreciones en las amalgamas. Señalo sólo dos más: los debates en torno del estatuto científico del psicoanálisis (el lector interesado encontrará en Fonagy un pormenorizado estudio del tema) y las controversias entre las diversas corrientes psicoanalíticas, protagonizadas, entre otros, por André Green y Robert Wallerstein.
El consejo de Freud: “preguntadle a los poetas”, y el final de la muy interesante entrevista a Horst Kächele, publicada en esta revista en Abril del presente año, me sugieren cerrar esta colaboración con estos versos de Fernando Pessoa[1]:
Todo este universo es un libro
En el que cada uno de nosotros es una frase.
Ninguno de nosotros, por sí mismo,
Hace más que un pequeño sentido,
O una parte de sentido;
Sólo en el conjunto de lo que se dice
se percibe
lo que cada uno verdaderamente
quiere decir
Bibliografía
Pérez, JF, “¿Debe el psicoanálisis cuestionar toda producción de las neurociencias?”, en Varité Dialogo entre saberes: el psicoanálisis y las neurociencias, Febrero 2012.
Alonso del Campo U, Bettini M, “Perspectivas actuales entre Neurociencia y Psicoanálisis”, en Cuadernos de Psiquiatría y Psicoterapia del niño y del adolescente. 2000; 30, 107-126
Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 1981.
Zieher LM , Alvano SA, “Avances en Neurociencia y Psicofaramacología en la última década”, en Sinopsis, abril 2008, año 24,n° 44.
Alvano SA y Bauleo A, Avatares de la clínica, Buenos Aires, Mediciencia 2004.
Alvano SA, “Interfase Neurociencia - Psicoanálisis, ya no somos tan pocos”, en Sinopsis, Abril 2006,22(41):11-13.
Cassirer, E., Antropología filosófica, México, Fondo de cultura económica, 1975.
Delion P. J., “Towards a dialogue between psychoanalysis and neuroscience: connections that are both possible and necessary”, en Physiol, Paris, 2011 Dec;105(4-
Fonagy, P. (1982), “The Integration of Psychoanalysis and Experimental Science: A Review”, en Int. R. Psycho-Anal., 9:125-145.
García R., Sistemas Complejos. Conceptos, métodos y fundamentación epistemológica de la investigación interdisciplinaria, Gedisa Editorial, 2007.
Kandel E., “Psychotherapy and the single synapse”, en N Engl J Med, 301:1028–1037, 1979.
6):220-2. Epub 2011 Sep 29.
Morin E., Introducción al Pensamiento Complejo, Barcelona, Gedisa Editorial, 2005.
Pribram, Karl y Gill, Morton M., Freud's "Project" re-assessed: preface to contemporary cognitive theory and neuropsychology. New York: Basic Books, 1976.
Shevrin H., http://psychcentral.com/news/2012/06/18/neuroscience-study-supports-freuds-view-of-anxiety/40283.html
Wallerstein R. S., “¿Diálogo o ilusión? ¿Y cómo seguimos a partir de aquí?
Respuesta a André Green”, en Psicoanálisis APdeBA, Vol. XXVIII, Nº 3, 2006.
Rafael Groisman
Médico Psiquiatra y Psicoanalista
rafman [at] arnet.com.ar
Nota
[1] “T: ¿Considera el psicoanálisis como un arte o una ciencia?
K: Tiene componentes de ambos, tiene aspectos que son controlables científicamente que son pasibles de ser conocidos y comprendidos, pero siempre en última instancia, la realización del hecho analítico es un hecho artístico, sin duda.”
Publicado en www.topia.com.ar