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Clínica de la heterogeneidad

 

Introducción
En estas líneas me ocupo de aspectos que considero centrales en la clínica psicoanalítica: la actitud clínica, la relación entre la heterogeneidad y la unicidad del sujeto, la relación entre la práctica y la teoría, el entrecruzamiento entre las singularidades de la sesión, las ideas generales y lo institucional, etc. Describiré para ello algunas situaciones clínicas.
En otros de mis trabajos me he referido a la clínica en la que opero con recursos que tienen que ver con las escenas, las máscaras, lo grupal, lo corporal, los objetos, etc. A esta postura en la práctica clínica la he denominado: “Poética del desenmascaramiento. Caminos de la cura”1.
En estas líneas no me referiré explicitamente a esta modalidad de trabajo, pero ella ha marcado un estilo, el tipo de escucha, el modo de ejercer la clínica; permitió afinar, eso creo, el instrumental, la escucha, el encuadre del análisis.

Heterogeneidad
Heterogeneidad del sujeto, del objeto, del analista, de la temporalidad y de la espacialidad.
El encuadre es un ideal y una realidad imprescindible e imposible.
La sabiduría frente a él está en el doble juego de sustentarlo, luchar, trabajar por él y, al mismo tiempo, saber resignarlo.
La “pasión” por lo unitario parece renacer constantemente en el psicoanálisis.
Freud le asesta un duro golpe al definir el estatuto del inconsciente.
La escisión, la “spaltung” del sujeto, conmueve la ilusión en esa unidad. Pero no obstante parece difícil soportar esta escisión, lo polimorfo perverso.
Muchas discusiones teóricas se asientan sobre esta ilusión.
El paciente no es un objeto unívoco, tampoco el inconsciente: por lo contrario, son multívocos y con diversos modos de comunicación, es decir, modos diferentes de expresarse.
¿Hablará esto de una diversidad del ser? ¿O el ser debe ser definido como uno?
Parece haber una tentación, frente a la diversidad de lo real, a unificar. Freud se referió al golpe que, para el narcisismo, significó el psicoanalisis, lo mismo que otras teorías que descentraron la mirada de la tierra y del universo.
Pero la tendencia a lo unitario no deja de renacer.
¿Cómo combinar esa necesidad imprescindible de lo unitario y la necesidad también de la diversidad?
¿La pulsión de muerte tendrá que ver con este conflicto?.
El deseo de lo uno tiene que ver con la pulsión de vida que se trasforma, en su insistencia ciega, paradójicamente, en pulsion de muerte, en destrucción, para la consecución de sus objetivos.
Las cámaras de gas tenían como objetivo el conseguir una raza única y superior. Las torturas tienen que ver con el exorcizar el mal de lo diferente.
¿Tendrá que ver esto con la clínica, con la patología, con los diagnósticos, con los tratamientos?

Una colega
Una colega con un gesto de rechazo expresaba su oposición a explicitar, en las instituciones del campo psicoanalítico, su práctica clínica.
¿Por qué, trabajando sobre la problemática de la subjetividad y la singularidad, ella reprimía la expresión de la singularidad de su trabajo clínico?
¿Existirá un imperativo normativizador, uniformador, por el que debe negarse, a partir de criterios generales, la diversidad creativa generada por la singularidad del encuentro con el otro?
Ese gesto de mi colega ¿no estará expresando, por un lado, la valentía en la intimidad del consultorio para dar respuesta a los interrogantes que los pacientes nos plantean y, al mismo tiempo, el temor frente a lo instituido de la (s) institución (es) del psicoanálisis, que desde sus variantes obstruye la creación y la heterodoxia?
¿Cómo establecer correlaciones entre los criterios generales del psicoanálisis y la singularidad de la práctica?

 

 

Pantallazos Clínicos
¿Qué se espera de un psicoanalista cuando escribe un trabajo clínico? : Que explicite su actitud clínica.
Actitud clínica implica: escucha, interpretación, construcción, indicación, intervención, indicación, comunicación simbólica - semiótica, encuadre.
Montarse en la teoría reciente, olvidarla, interpretar con...... , recrearlo, inventar con el paciente, interpretar las resistencias, lo histórico, llenar las lagunas mnémicas, tener en cuenta lo vincular, interpretar desde la transferencia y la contratransferencia, dar indicaciones, no darlas, identificarse con el paciente, des - identificarse, resaltar el silencio o la discursividad, aclarar, interpretar desde la construcción poética.
¿Qué significan todas estas direccionalidades? ¿Cuál es la correcta? ¿Están ya superadas?
A veces la sesión es una sesión winnicottiana o kleiniana o lacaniana o reichtiana, o..........
Aquello que está superado renace, se recrea, en el estilo de cada psicoanalista.
¿Se debe optar por una línea en particular o la diversidad de los momentos clínicos de los pacientes exige, en diferentes momentos, diferentes modalidades?
Elijo este último criterio.

Silencio
Hay sesiones en las que sostengo un silencio, y sólo una palabra o un gesto testifican mi interlocución o más bien de mi presencia. El silencio, en esos casos, da espacio para lo que no puede ser dicho. Pero a veces no quedo en silencio sino que relato un cuento, una metáfora o una parábola. La metáfora suele oficiar al modo de una interpretación. Da mayores posibilidades para salir del relato único, de la novela familiar.
Juan tiene actuaciones que lo llevan a involucrarse en situaciones de accidente o de agresión; en la sesión surgen relatos acerca de las artes marciales. Incorporo un libro que contiene esos textos. Los relatos dan espacio de contención, generan universos simbólicos para aquello que parece no estar estructurado en su aparato psíquico, y lo lleva a esas actuaciones; en varias sesiones comentamos algunos relatos donde la violencia se hace presente estructurada, resignificada.
Se genera la posibilidad de investigar aspectos de su historia familiar, de su historia. El relato incorpora otra temporalidad en la sesión, que la que se hace presente a través de la actuación.

Marta
Los límites a la palabra son puestos, a veces dramáticamente, por una paciente, Marta , que decide hacer un viaje como culminación de su tono maníaco. Me doy cuenta que no es tanto su libertad como su seguridad la que se pone en juego. ¿Cómo diferenciar lo que tiene que ver con la libertad de aquello que denominamos síntoma? El riesgo de su integridad me hace pensar que lo que está en juego es un síntoma.
En el brote maníaco, en los momentos previos a su internación, Marta se saca la ropa violentamente y queda desnuda. La urgencia me lleva a ir a su casa; vive en un piso alto, las ventanas pueden implicar peligros; hago una marcación cuerpo a cuerpo y me desplazo junto con ella de un lado al otro de la habitación. Sin tocarla, en “escucha activa”.

Paradojas en la clínica
Abstracción Especificidad
Generalización Singularidad

Hay una paradoja imposible de denegar: reflexionar sobre la clínica implica, por un lado (un término de la paradoja), un determinado grado de abstracción, con posibilidad de generalización, y por el otro (segundo término), la clínica implica especificidad y singularidad.
Esta paradoja tensa la reflexión acerca de la clínica. Hay un arte, difícil de transitar: el que ejerce la clínica debe poder olvidarse de los principios generales y crear, en la singularidad de la relación con el otro, los instrumentos que sean necesarios, pero luego debe poder volver a los principios generales y encontrar sentidos en relación a la disciplina.
Esta paradoja lleva a que los textos sobre la clínica deben poder fluctuar entre estos dos polos evitando caer ya sea en una excesiva generalización o en una excesiva singularidad.
Es que la soberanía, en la clínica, la tiene la relación con el paciente.
Esto lleva a que, en las vicisitudes del análisis, en una sesión pueda privilegiarse la interpretación de las fantasías o en otra las resistencias, o el psicoanalista se vea llevado a dar una determinada indicación, lo que aparentemente esta prohibido, de su ”caja de herramientas”. Y esa indicación puede, jugar a manera de interpretación y producir un efecto de simbolización. En este sentido, generalizar y prohibir la indicación, o algún otro recurso, puede quitar libertad al analista, que en la privacidad de la sesión puede usarlos como medio creativo, simbolígeno en el análisis.

Silencio de creación
-¿Dónde estas?
- En las palabras
-¿Cuál es tu verdad?
La que me desgarra
-¿Y tu salvación?
-El olvido de mis palabras
Edmund Jabes, El libro de las preguntas

El encuentro con el otro en la situación clínica se da en la palabra.
La salvación, en el olvido de la palabra. Es la posibilidad de que ésta se transforme en palabra plena.
El silencio de creación desgarra el desgarro del silencio del no deseo.
Pero la palabra renace sin marcos. El encuadre da libertad al silencio y a la palabra naciente.

Clínica real e ideal
Al leer trabajos sobre clínica más de una vez uno se pregunta si expresan la clínica real o lo que el analista cree que debe decirse acerca de lo que debe hacerse en el consultorio. De tal manera que habría dos tipos de descripciones clínicas. Una, ideal, que se corresponde con “x” postulados teórico-técnicos, otra, no oficial, que toma más en cuenta la situación concreta, lo humano, tanto del paciente como del analista.
¿Qué efectos produce esta ”clínica ideal” sobre la clínica y sobre las teorizaciones?
1. no se teoriza sobre la práctica real de los analistas
2. es difícil evaluar esa práctica real si no se la comunica
3. muchas veces resultan más interesantes las comunicaciones “off the record”, extraoficiales, que las otras.

Globalización e inmediatez del síntoma
La llamada caída de los grandes relatos, la primacía de una determinada temporalidad relacionada con la predominancia de los medios audiovisuales, la globalizacion y la situación del mercado, han llevado a que los psicoanalistas debamos ocuparnos de la situación concreta del paciente y no sólo dejarnos llevar por el vuelo fantasmático o simplemente por lo que enuncia el significante.
Ha habido un oscilar entre las búsquedas de sentido por fuera de las urgencias del paciente y el quedar sometidos a éstas.
Esto nos lleva a tener que realizar una profunda reflexión acerca de las condiciones concretas en las que se desenvuelve nuestra práctica, y sus intersecciones con la interdisciplinariedad, en la búsqueda de sentidos, en este nuestro estar inmersos en la cultura del fin de siglo.
Uno de los efectos de esta cultura de fin de siglo es que, en la práctica clínica, nos vemos llevados a ocuparnos de la sintomatología concreta y sus modos más efectivos de resolución.
Estas urgencias dan por tierra con modelos omnipotentes y narcisistas que expresaban el no interés por la inmediatéz del síntoma.
Nos lleva a rescatar el “Freud clínico”, el que se paseaba por la montaña con Catalina, y ayudaba a la disolución de sus síntomas.
El desafío que se plantea es cómo combinar el trabajo de la resolución del síntoma con los sobredeterminantes (transversalidad y longitudinalidad), la relación de la táctica con la estrategia, la presión por la resolución de los síntomas en lo inmediato de la cultura mediática y al mismo tiempo, lo imprescindible de otra temporalidad, en que la mora (la detención del tiempo) tenga su legitimidad.

Contradicción entre deber y deseo
Por sobre la necesaria correlación práctica-teoría parece haber una insistencia de los psicoanalistas en dar cuenta del sometimiento de su práctica a la teoría, que hace que se produzca una “afanisis” del sujeto analista, del deseo del analista por sobre el “deber” de cumplimentar con una determinada teoría.
La teoría es sacada de su integración en una praxis y se la instituye en un lugar de absolutización.
Sometimiento al padre fundador.
Volver a la letra de Freud era el intento de Lacan, para superar el sometimiento al pragmatismo y el naturalismo kleiniano. Pero luego el sistema ¿? transforma lo cuestionador en objeto de culto y de religión. ¿Se encuentra a Lacan y a Freud dentro de las instituciones, o fuera de ellas? ¿En qué relación particular con las instituciones psicoanalíticas?
No es poco frecuente que un tono obsesivo campee en los trabajos sobre clínica.
La prolijidad va de la mano de la inscripción teórico - ideológico - institucional.
Es que, por sobre la invención, parece primar el acatamiento a un padre imaginario. ¿Freud?,¿Lacan? ¿XX?, ¿XY?.
Parece perderse ese lugar de excentricidad y de cuestionamiento.
Ese lugar de borde (r).
El aburrimiento parece imperar...............
Parece olvidarse que el análisis es una terapia desde el amor. Este define la escucha y el reconocimiento de la verdad del que depone su texto y su humanidad en la sesión.
Desde aquí el análisis es aleteia (des-cubrimiento) y también reconocimiento.
Ese encuentro con el otro incluye diferenciadamente la magia, la sugestión, el goce.
Lo profano y lo sagrado
Lo humano y los dioses
Si no..............el aburrimiento y la rutina

Lo inquietante
Lo Inquietante y original del psicoanálisis durante su siglo de vida, especialmente en los finales de éste y el comienzo del nuevo milenio, es lo artesanal del vínculo personal, analista-analizando. La escucha de lo otro frente a la desvalorización de lo particular, la valorización de la historia de cada sujeto, frente a la invasión de mensajes sin referentes en la que queda bobo el que mira la pantalla. Lugar insustituible de metaforización y de posibilitación de creación fantasmática ficcional, a partir de aquello que hace síntoma en el sujeto y la cultura.

La potencia de lo falso
Deleuze afirma: “Contrariamente a lo verdadero que es unificante y tiende a la identificación de un personaje (su descubrimiento o simplemente su coherencia), la potencia de lo falso es inseparable de una indestructible multiplicidad. Yo es otro ha reemplazado a Yo”. (Pag.180)
“La narración ya no es una narración verídica que se encadena con descripciones reales (sensoriomotrices). Simultáneamente la descripción pasa a ser su propio objeto y la narración deviene temporal y falsificante”2. (Pag.178)
Aquí Deleuze se une con Castoriadis cuando éste afirma que la imaginación quedó devaluada en Freud. Que Freud da valor a la fantasía pero no a la imaginación. ¿Qué quiere decir? Que Freud -y Castoriadis lo explicita- bajo la influencia positivista, necesitaba dar cuenta de la relación fantasma - referente. Es la búsqueda implacable de la escena primaria, por ejemplo en el Hombre de los Lobos. Las influencias del posestructuralismo y del posmodernismo han insistido en la caída de los grandes relatos, en la ausencia de la historia, o han relativizado el valor de ésta.
La clínica psicoanalítica, cuando no elige dicotómicamente, bascula creativamente entre la búsqueda histórica y la producción fantasmática, entre el desplazamiento, (el corrimiento metonímico) y la condensación fantasmática (la metáfora), entre la rememoración y la creación fantasmática.
Cuando afirmo que la clínica bascula, oscila entre la rememoración y la creación, afirmo también que hay un “núcleo de verdad “ del que es imposible sustraerse y simultáneamente un “relleno fantasmático” del que sería peligroso sustraerse. Este es uno de los ejes de la clínica psicoanalítica, de la escucha, del juego entre la interpretación y la construcción.

Paula
Una paciente de 25 años cuenta que en el teatro, durante una representación de la ópera Aida tuvo una pelea con su novio. Cambia de butaca y se sienta lejos de él, y de esa manera, al no poder restablecer el diálogo, se queda sin posibilidad de volver a su casa, distante de la ciudad de Buenos Aires.
Su relato tiene varios, simultáneos, sobredeterminantes:
- La ficción de Aída y cómo se juega ésta en la subjetividad de Paula.
- La transversalidad de la relación con el novio, que queda impedido de acercarse a ella, los otros espectadores, que miran el drama en el escenario y al mismo tiempo, ella siente que observan su pelea.
- La historia real de ella, en la que no puede ser rescatada por el padre de la simbiosis con la madre.
Mi escucha-diálogo, relato compartido, va recorriendo esas instancias.
Aída en la ficción se ve tironeada entre la lealtad a su padre, Amonasro, rey de Etiopía, y el amor a Radamés, joven héroe de la guerra en la cual Amonasro queda apresado. Aída, después de salvar a su padre, muere junto a su amado.
La ficción jugada en la platea es que Paula queda “perdida” en el “caos” de la platea, sin poder comunicarse con su pareja, y sin poder irse.
Aída en el drama se ve tironeada entre el padre y el amante.
Paula, entre el caos de la indiferenciación y el poder encontrar a su pareja y a su identidad femenina.
La situación de “Aída - Paula en el teatro” convoca a la rememoración.
La rememoración, a la ficción de la luna en las pirámides.
Queda en cuestión la interpretación y la construcción. ¿Hubo interpretación?. Destaco la escucha, el espacio de reconstrucción de lo “verdadero de la historia” y de lo ficciónal. Seguramente ahí no pudo dejar de deslizarse una interpretación enlazando los distintos planos. Posiblemente jugué el acompañamiento al cual se refería Winnicott, de ir estableciendo relaciones...........
Esta basculación, no se refiere sólo al par rememoración - ficcionalización, sino también a otros, como lo biológico y lo cultural, la pulsion y la sublimación, lo endogámico y lo exogámico.
La atención flotante implica la oscilación no dogmática que lleva al juego entre la referencia teórica y el despojamiento(desnudez), que implica la posibilidad de creación de nueva teoría en la singularidad de la relación.
Oscilación entre transferencia y mundo externo............Entre objeto interno y externo.

El no saber
Los momentos de no saber, de angustia de interrogarse acerca de la identidad son momentos claves del psicoanalista y del psicoanálisis. Quienes lo pueden expresar con mayor autenticidad son los terapeutas jóvenes.
Es donde Freud se une con Artaud
La angustia puede ser tan grande que lleva al anonadamiento. Difícil de soportar, pues se contrapone con una imagen de figuración y buen saber.
¿Cómo combinar, sin achatar su riqueza, el estar sumergidos en la nada y la conceptualización?
Artaud, cuando cree en el cine, le acredita, no el poder hacer, no el pensar el todo sino por el contrario, una fuerza disociadora que introduciría una “figura de nada, un agujero en las apariencias” (Deleuze, idem)
El lector se preguntará ¿cómo soportar esas coincidencias con la nada, con lo real, con lo imaginario?
¿Cómo sobrepasar la dicotomía que se da entre el desconocimiento real frente al otro, la desesperación y por otro lado la paz imprescindible de la escucha y de la cura? Es que en ese momento el otro parece acompañarnos: los maestros, los dioses, los pares, la sabiduría. Es un posicionamiento posible tras un duro trabajo. Pero el posicionamiento no implica soberbia ni uso del poder.
El juego interminable entre la identificación con lo imposible del otro en la sesión y simultaneamente, el lugar de escucha, permite direccionar la cura, no quedarse en la identificación , poder escuchar con oído pleno, con el cuerpo, salir del lugar del desamparo.
Sabiendo que hay cartografías.
Pero que el camino o los caminos deben transitarse, hacerse, para que se borren y para volver a hacerlos.
Quedan reflejos de caminante, percepción de iluminación, de claros en el bosque, (Heidegger).

La clínica del analista
El desconcierto, el adherirse a una teoría, a una escuela, a una técnica, el creer, el descreer, el pensarse como víctima, el no encontrar caminos y otros aspectos me llevaron a pensar que, si es que hay nuevas patologías, hay también nuevos posicionamientos en la identidad como psicoanalistas.

El más pesado de los pesos
El mal de amor nos sumerge en un mar desnudo.
Quien lo sufre revela las profundidades humanas en las que estamos implicados. Si la clínica y la terapia psicoanalítica son una cura desde y del amor, quien viene con mal de amor nos plantea un tema clave.
Matilde se enamora de alguien que no puede hacer ningún nuevo proyecto. Representante, parece ser, de una masculinidad del posmodernismo o simplemente alguien en duelo.
¿Por qué elige ser elegida Matilde por este flaco - caballero? (me viene a la mente el caballero de la triste figura, El Quijote, a quien le faltaban unos kilos pero no pasión por el mundo)
Dice ser defraudada por promesas no cumplidas.
¿Cómo no defraudarla en la terapia si ése parece ser el destino de su amor? Destino que posiblemente juegue como lo juega ahora y ya jugó en terapias anteriores. Fue defraudada por relaciones de pareja anteriores, y no sólo: en sus relaciones parentales parece haber algo de este tenor. Aquello que “sufre” pasivamente, en realidad, es una puesta en escena de una escena en la cual su objeto de amor primigenio la defrauda........ de su ilusión. Queda prendada a esa primera escena, y la repite.
Dice Nietzsche: Qué dirías si algún día o una noche un demonio se deslizase hasta tu más apartada soledad y te dijese: “Esta vida tal como la vives ahora y tal como la has vivido tendrás que vivirla una vez mas y un infinito número de veces; nada nuevo habrá en ella, sino que cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, y todo lo infinitamente pequeño y grande de tu vida, tendrá que retornar a ti, y todo en el mismo orden y en la misma sucesión e igualmente esta araña y este claro de luna entre los arboles y también este instante y yo mismo.! El eterno reloj de arena de la existencia no cesará de ser invertido de nuevo y tú con el corpúsculo de polvo!
¿No te arrojarías al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? O bien has vivido ya el instante prodigioso en que podrías responderle: ¡Tú eres un Dios y jamás he oído algo más divino! Si este pensamiento ejerciera sobre ti su imperio te transformaría haciendo de tí tal como eres, otro, te aniquilaría quizás; la cuestión a propósito de todo o cada cosa ¿quieres esto aún una vez más y un numero infinito de veces? Pesaría como el peso mas pesado sobre tu proceder. O bien ¿como tendrías que estimarte a ti mismo y a la vida para no desear nada más que esta última eterna confirmación y sanción? (aforismo 341 de La gaya ciencia comentado por Bruno L. G. Piccione en Instante y Autenticidad en Nietzsche Actual e Inactual, of de public del CBC,1996.Subrayado por M.J.B.

Piccione comenta que asoman dos enfoques: el nihilista, para quien todo es en vano o el existencial aquél de la pervivencia del instante y, por ende, de la importancia de querer lo repetible, tal como fue, para todo la eternidad. (Ídem, pag 135)
Según Nietzsche entonces, en esa repetición está también la posibilidad de la transformación. Transformación que implica resignificación, metaforización, creación poética.
El acompañar en esa repetición, sin repetir en todos los planos, a la paciente, no es tarea fácil. ¿Pero cuál es el plano de la repetición con la paciente? En su fantasmática, el analista no podrá dejar de defraudar, ante la presión en lo imaginario del deseo de la repetición, de la unión primigenia. Defraudador, buscado como para confirmar el goce de la repetición en el sufrimiento. Defraudador en lo imaginario de la paciente.
Lugar de ley en lo simbólico.
Defraudador para Matilde, en un pacto ilusorio, imaginario y denegatorio de la realidad del encuadre psicoanalítico, en el cual la ley de la abstinencia reina.
Lugar de padre simbolizante, quien, desde el interjuego entre la denegación por un lado y, por el otro, la confirmación de la ley, permite que exista otra mirada, para la posibilidad de otro goce distinto al del sufrimiento con la repetición.
Luz de luna, (reflejo de la del sol, dice el pensamiento científico), posibilitante de la fuerza de las mareas, de la fuerza de los dioses, parafraseando a Nietzsche.
Posicionamiento en relación al narcisismo, en cuanto a la valoración trágica de las potencias puestas en juego en la repetición ( con la posibilidad de su transformacion), versus el rechazo melancólico de esas potencias, en el cual la queja es el acompañamiento de lo imposible.
El mal de amor no parece ser simplemente un déficit sino también el transportar un monto de odio.
Cuando Matilde es defraudada, consagra un defraudador, lo crea. De esta manera imposibilita la posibilidad del otro.
En la transferencia, ¿cómo no ser el defraudador? ¿Cómo jugar ese lugar de creación, ese segundo aspecto que señalaba Nietzsche y remarcaba Piccione?
Ella, cubierta de deseo, se lamenta por el vacío de deseo en él. Pero el vacío, el espacio de él, es también una zona de su subjetividad proyectada en él.
La proyección es un mecanismo primario por el cual es colocado en el otro aquello que no puede ser aprehendido por el sujeto.
El valor positivo del mecanismo, es la puesta en escena, la intensidad dramática, que deja huellas, marcas significantes de una doble estructura: la del sujeto, en este caso Matilde, y la de la relación intersubjetiva, la situación de pareja. Nuevamente Nietzsche.
Pero ese vacío ¿no estará haciendo presente aquello que Green denomina el trabajo de lo negativo, en el cual la pulsión de muerte y la destructividad reinan?
El analista en estas situaciones parece hacerse cargo, por un lado, del dolor y la carencia de la paciente. Al mismo tiempo no debe olvidar ni renegar del componente de destructividad jugado con el analista y en la transferencia. Debe estar prevenido que si se está jugando el pecho bueno,................... no se la debe creer totalmente.
La escena mítica de Breuer con la histérica, en la que huye espantado cuando ella (Anna O.) le echa los brazos al cuello, y la carta de Freud a Fliess donde afirma que ya no cree en su neurótica, parecen amargas constataciones de un real que se hace presente con el color de la transferencia.

Mundos espejados
Vivimos en mundos espejados.
La tradición oriental lo interpreta, por ejemplo, como reencarnación o repetición.
Nietzsche, como el eterno retorno.
Es eje temático en Borges. El espejo es símbolo de estos mundos. Funes el memorioso espejea en su memoria lo real de los acontecimientos, de tal manera que el relato que hace dura el mismo tiempo que los acontecimientos vividos.
Las palabras y la memoria son espejos de lo real.
Trouffaut en el film “La noche americana” juega con lo real de la película que está filmando y, al mismo tiempo, con los acontecimentos por fuera de la película, que se espejean el uno en el otro.

La relación analítica es un nido de espejamiento.
La escucha es simplemente poder entrar en el mundo del otro y espejear. No es evaluar sino escuchar.
Cuando los espejos concuerdan, cuando se sobrepasó el temor a la imagen del otro, ahí hay lugar de creación. Llámese técnicamente como se llame. Puede ser interpretación, construcción, etc.

Sostuve la mirada persecutoria en esa primera entrevista.
Pude no atemorizarme con su temor y sus fantasmas. Le dije que no estaba para evaluarlo sino para escucharlo. Le ofrecí el dispositivo analítico para que explayara sus temores.
No me asusté ni rompí, pero si resoné con él. Los fantasmas se atenúan.
El eterno retorno, en esa sesión, pudo llegar a tener otro destino.
Quizás pudo “agarrarse”.
¿ De mi persona?
De mi investidura para poder cambiarlo.

Mario J. Buchbinder
Psicoanalista, psicodramatista y director del Instituto de la Máscara

Notas
1. Buchbinder, Mario J. "Poética del desenmascaramiento. Caminos de la cura", Ed. Planeta, Bs. As., 1993.
"Las máscaras de las máscaras", coautor con Matoso, Eliana, Ed. Letra Viva, Bs. As., 1980, reedición E.U.D.E.B.A., 1994.
2. Deleuze, G., La imágen-tiempo. Estudio sobre cine 2, Paidós, Barcelona, 1996.

 
Articulo publicado en
Julio / 1998