Puedo suscribir esta afirmación (“La interpretación no alcanza”) si al mismo tiempo afirmo paradojalmente que la interpretación alcanza.
Me propongo desglosar en primer término este juego de afirmaciones.
La interpretación no alcanza para dar cuenta de lo real. Lo real es más complejo que la teoría que trata de dar cuenta de ello. No alcanza como objeto absoluto. No alcanza, la interpretación psicoanalítica, en la complejidad de lo real, para contener aspectos de la subjetividad que están en cuestión en la contemporaneidad rota.
La interpretación alcanza como verdad relativa, en el encuadre del diálogo analista analizando, en la neurosis transferencial, en la búsqueda de sentidos posibles.
Este juego paradojal se da también en la situación clínica que presento.
Si no alcanza la interpretación podría suponerse que alguna otra cosa alcanza.
¿Qué es?
La construcción, el ejercicio corporal, la escena, la máscara, la indicación.
Como absoluto nada alcanza. Como relativo podemos suponer que esos otros recursos parecen tener un lugar en la práctica analítica.
La interpretación reescribe en un movimiento imposible posible. En determinadas circunstancias del proceso analítico su acción es plena. En otras pasa de largo. No hay posibilidad de registro de ella. No traduce nada. En otras es la traducción adecuada. En otros la posibilidad de traducción no pasa por la palabra sino por otra acción comunicativa. O se requiere un rodeo de otras acciones para llegar a la interpretación. La puesta en escena de una escena latente o de una preescena, o la marca de una máscara o un ejercicio corporal o una situación de juego da posibilidad a la palabra en su efecto de traducción.
En la situación clínica que describo más adelante otras acciones fueron preeminentes. En la paciente con una estructura borderline, la interrelación entre su imagen corporal y la estructura familiar y las máscaras como marcas significantes dieron posibilidad a la traducción de la palabra “vericuetos”. El ejercicio planteado intentaba dar base para la escucha de la palabra.
Psicoterapia escénica poética y corporal y nuevas patologías
Hay una aproximación asintótica entre las prácticas no tradicionales y por otro lado los registros de las llamadas nuevas patologías.
Estas están marcadas por las estructuras del narcisismo y tiene una dificultosa entrada y salida del Edipo.
En pocas palabras las neurosis están marcadas por la represión, por la primacía de la acción del preconciente, que transforma la representación de cosa en representación de palabra, y por la posibilidad de simbolización, el cuerpo constituido en su imagen corporal es espacio predominante de simbolización.
Así en la conversión histérica el cuerpo es reservorio de palabra en un mito o en una cadena significante.
Las estructuras narcisistas (los pacientes con cuadros borderlines estarían comprendidos en estas estructuras) están marcadas por la escisión y por la desmentida de la castración. Su entrada en el Edipo y el hundimiento de este no llega a completarse, el yo ideal (reservorio del narcisismo primario) no llega a trocarse por el ideal del yo, las cadenas identificatorias no terminan de ser constituidas, en la conformación de la imagen corporal la representación de cosa no es sustituida por la representación de palabra con lo que las intensidades pulsionales, de afecto, y/o de energía, no encuentran posibilidad de ser metabolizadas a través de la palabra.
El cuerpo de la somatización a diferencia de la conversión no está cargado en forma directa por la palabra
Cuando el análisis insiste en la interpretación edípica de estas estructuras genera mayor distancia o adaptaciones transferenciales sublimadas que no llegan a elaborar el hiato existente a nivel de la estructura psíquica y consiguen en el mejor de los casos identificación con el analista o incorporación acrítica a las instituciones, sin elaboración de las ligazones transferenciales residuales.
Claro que como lo señala Joyce McDougall para la sintomatología psicosomática, las manifestaciones de las estructuras narcisistas no son privativas de los pacientes borderlines sino que algo de la desmentida y de la escisión, así como restos del narcisismo primario, son constituyentes de todas las estructuras psicopatológicas, como de las normales.
Cuando me refiero al acercamiento asintótico me estoy refiriendo a las voces que se levantan dentro del campo del psicoanálisis señalando que no debiera trabajarse con estos pacientes sólo con la interpretación sino también con las construcciones y con otros recursos técnicos. Por otro lado desde el campo de la psicoterapia escénica poética y corporal como de otro tipo de terapias se reafirma una línea de trabajo en la cual la comunicación no sólo es verbal sino que junto con esta están los otros tipos de comunicación, comunicación semiótica y simbólica, el juego y los llamados recursos no verbales. El cuerpo entra en la terapia con otro protagonismo. Es que estando las redes de significación “mechadas” en su estructuración verbal el cuerpo adolece de una relación fluida con la palabra. La función del preconciente no se realiza a pleno. Se debe llegar al cuerpo no por la palabra sino por otras vías que permitan el acceso a la palabra y la simbolización.
Una situación clínica
Una paciente con una estructura borderline, una palabra, vericuetos, pronunciada en la primera parte de la sesión produce un silencio anunciador de un texto no dicho, que la lleva a representarla.
Su cuerpo acompaña con un gesto la invisibilidad de ese texto. Tomo la sugerencia de su movimiento corporal y le sugiero la posibilidad de expresarlo en la sesión. Se pone de pie y al hacerlo, la angustia acompaña a la rememoración que se desencadena referida a la relación con su padre y con su hermano. Representa (en lo que denomino ejercicio corporal dramático con máscaras) a esos tres personajes: su padre, su hermano y a ella misma, que se van desplegando en la sesión.
Rememora en ese hacer a su padre gritándole a su hermano desaforadamente.
Coloca las máscaras en el piso del consultorio en línea recta y se establecen correlaciones entre estos personajes de su estructura familiar, su mundo interno y partes de su cuerpo.
Máscaras hermano
Ella padre
Parte del cuerpo cabeza
Región genital piernas
Le pregunto a quién representan cada una de esas máscaras. Refiere que la que coloca a la altura de la cabeza de un cuerpo imaginario representa a su hermano. En la región genital a la máscara que la representa a ella misma, y en las piernas la que representa a su padre.
El ejercicio establece como vemos una correlación entre su cuerpo, figuras familiares y su yo (ella).
Podemos concluir que la palabra "vericueto", es una condensación de una escena de agresión e incestuosa, la que parece ser una escena traumática que genera pliegues y enredos, cuyas manifestaciones más evidentes fueron la confusión y grados de angustia disparados con no poca frecuencia.
Los vericuetos son los que habitualmente no puede deconstruir y/o traducir.
La modalidad técnica permitió brindar escucha, que implica espacio y tiempo, real y fantasmático, cartesiano y del otro ante la palabra condensada.
El trabajo corporal dramático con mascaras dio pié a un dispositivo en el que parece poder resignificarlo. Al hacerlo despliega y vuelve a crear ese dispositivo.
¿Por qué no haber elegido una interpretación verbal?
No hay una respuesta única. Podía haber tomado diferentes caminos.
Posiblemente la del cuerpo, haya sido diálogo desde un más acá, diálogo desde lo imaginario desde aquello no construido.
"El psicoanálisis y la imperiosidad del cuerpo ".
No es ocioso decir que el psicoanálisis es una reflexión sobre la cultura y el cuerpo. Es la que le posibilita a Freud descubrir la sexualidad infantil, el inconsciente, la represión. Decir acerca de un malestar en la cultura.
Desde una psicología para neurólogos, desde el cuerpo de la neurología a un cuerpo erógeno histórico y de la significación.
Cuerpo del sueño, sueño del cuerpo.
La interpretación freudiana oscila entre el descubrimiento de lo otro que el cuerpo hace presente, y la presión positivista, el ideal cientificista enunciado más de una vez por Freud.
Algunos episodios históricos de la historia del psicoanálisis, son también míticos. En el origen del psicoanálisis, Breuer escapa de Anna O. ante el seudoembarazo transferencial. Freud lo tranquiliza diciéndole que a él lo había abrazado una paciente pero que lo había solucionado.
En la carta del 21 de setiembre de 1895, Freud se queja del engaño de la histérica. "Ya no creo en mi neurótica" dice. Abandona / reprime la teoría de la seducción. Esos momentos iniciales tienen la fuerza de lo que se repite y al mismo tiempo son síntoma de lugares de detención.
Laplanche afirma que la represión de la teoría de la seducción parece haber dejado un vacío que sigue actuando dentro del psicoanálisis.
¿Cómo ha influido esta represión y cuál es el lugar del afecto dentro del psicoanálisis?
La escena de Breuer parece haber actuado como una escena traumática. Escena que se repite no infrecuentemente con variaciones, frente a la cual la promoción del encuadre como legislación parásita, no es el único síntoma.
El cuerpo del psicoanalista, mezcla de envaramiento y transgresión, parece mostrar el impasse de la teoría, entre la cientificidad positivista y el psicoanálisis como subversión (versión corporal del sujeto).
El diván fue/es parte de un dispositivo que al sostener el cuerpo en la horizontal fuerza la no descarga motriz y le da posibilidad a que lo erógeno de este cuerpo pueda ser convertido en palabra.
Desde la teoría de la seducción generalizada, es seducción aquel monto de afecto que sobrepasa la capacidad de ser metabolizada, ligada por el infans.
En el diván parecen recostarse dos aspectos del psicoanálisis. Por un lado su aspecto instituyente, metabolizador de la transferencia. Lugar de escucha. Por otro, regla omnipotente, máscara del psicoanálisis, lugar de lo burocrático y de lo instituido. Lugar de detención en cuanto al afecto y al cuerpo del paciente, como al del analista. Síntoma de esa escena mítica traumática de Breuer, que reaparece como el fantasma del padre de Hamlet y sigue reapareciendo en las terrazas del Castillo
¿Pero qué es el cuerpo?
Es lo otro de la cultura. Es la sexualidad con sus vestimentas. Es la superficie de las profundidades del alma. Es la escultura del inconsciente. Es el espacio de la pulsión. Es lo no extenso de la red extensa. Es lo real extenso. Es lo irreal de la realidad. Es lo que escapa al realismo de la relación con el otro. Es lo prensible de lo inaprensible. Es lo inaprensible de lo prensible.
Hay una ilusión realista de quienes trabajan con el cuerpo. Es el haber apresado lo real de éste. Es un realismo ingenuo. También un eficientismo.
Lo instituyente del psicoanálisis deja por fuera el realismo del cuerpo como red extensa. Da cuenta del cuerpo pulsional y de la cultura.
No es extraño que algunos psicoanalistas cuando entran en contacto con el relato de alguna experiencia como la relatada anteriormente, muestren o una actitud de rechazo frente a la actuación, o muestren una actitud condescendiente en cuanto a que el psicoanálisis es una talking cure, y que "eso" puede tener su efectividad pero no es psicoanálisis.
Posiblemente la condescendencia sea expresión de esa ambigüedad teórico - técnica que "descoloca" al psicoanalista frente al cuerpo y a lo social.
El dar- enseñar un otro cuerpo, así como dar espacio para la escucha, pueden ser dispositivos que tratan de dar cuenta, de darle lugar nuevamente a aquello del cuerpo que no puede ser dicho.
El ejercicio corporal como dispositivo psicoanalítico incorpora un homólogo del sueño con su capacidad metabolizadora de la fantasía donde había detención y condensación. El analista es madre en cuanto a su capacidad de reverie
(ensoñar, Bion).
La escucha del vínculo primario de seducción e incestuoso expresado por la violencia del gesto y de la voz da pie a la posibilidad de recrear otro vínculo donde junto con lo escuchado hay discriminación de esquema e imagen y dentro de la imagen discriminación de los diferentes lugares, funciones y fantasmas.
El lugar de lo corporal no deja de ser reservorio de la pulsión, concepto límite entre lo somático y lo psíquico, lugar naciente de lo fantasmático originario, primario y secundario.
El ejercicio posiblemente estuviera relacionado con el dar un modelo de identificación para quien parecía no haber podido construir la identificación primaria, revelada por su sintomatología. Parecían querer sostener aquello que no se sostenía en la historia. No es extraño que un psicoanalista tenga ese propósito. La escucha no es hacer presente el desierto con el silencio sino marcar algunas huellas.
Los diferentes medios expresivos se hacen eco de aquellos lenguajes adquiridos por la paciente en el curso de su historia pero que no alcanzaron a resignificar esa escena cuasi incestuosa. Los vericuetos escondían y hacían presente lo "actual" de la escena.
Los dispositivos de los que doy cuenta son "activamente" desarrollados por quien escribe estas líneas. Pero también podemos decir que en estas situaciones clínicas están implícitas en la escucha la posibilidad de desarrollar esos dispositivos. Su puesta en práctica permitió generar matrices imaginarias para que esa otra escena que era nudo en el cuerpo pudiera tener otra estructura.
A cien años de la creación del psicoanálisis se han producido cambios sociales y de la subjetividad, transformaciones del mundo, de los pacientes y los terapeutas. Al cuerpo de la histeria le ha sucedido o se le suma el cuerpo del narcisismo, el cuerpo light, el de lo psicosomático. Cuerpo carente de representación cargado con la imagen de los medios. Redes sociales que han caído.
¿Cuales son los esquemas referenciales que dan cuenta de estas transformaciones?
Generar otros dispositivos o ponerlos a punto implica reflexionar en y con lo teórico y lo técnico, poner a trabajar el psicoanálisis.
Mario J. Buchbinder
Médico psicoanalista. Director del Instituto de la Máscara.
buma [at] webar.com
Bibliografía
Buchbinder, Mario J. y Matoso, Elina A.: -.Las Máscaras de Las Máscaras. Experiencia expresiva corporal terapéutica, 1º edición: Ed. Letra Viva, Bs. As., 1980. 2º edición: EUDEBA, Bs. As., 1994.
Buchbinder., Mario J: -Poética del desenmascaramiento. Caminos de la Cura., Ed. Planeta, Bs. As, 1993.