Si París en los 50, era una fiesta al decir de Hemingway, en los 60 los festejos no habían acabado. Los asistentes eran el marxismo, la fenomenología, el estructuralismo, el psicoanálisis, encarnados en miles de manifestantes que transformaban el espacio público y privado. Kristeva asistió y dejó huellas en esa confluencia. Su visita a nuestro país me impulsa a recorrer parte de las temáticas por ella abordadas entre las que podemos mencionar: la semiótica, el semanálisis, las problemáticas de género, sus lecturas sobre Freud, Melanie Klein, Lacan, Sartre, el psicoanálisis, lo carnavalesco, la literatura, etc. La heterogeneidad de los campos de los que se ocupa (filosofía, semiología, literatura, psicoanálisis), el modo en que integra esas pertenencias, así como la amplitud y creatividad de los temas desarrollados, acrecienta la atracción por sus elaboraciones.
Llego a Kristeva a través de la problemática del texto y del carnaval. Arriba a París desde Bulgaria con sus bagajes, entre otros la lingüística y la semiótica.
Sus primeros trabajos de fines de los 60 como los del libro La semiótica siguen teniendo actualidad en sus elaboraciones del presente.
Dentro de su extensa trayectoria voy a subrayar tres temáticas de la autora: la semiótica y el texto, los modelos del lenguaje en Freud y la carnavalización en la cultura.
La semiótica y el texto
Con la semiótica se refiere a la crítica del signo y a la significación de lo prelingüístico, preverbal, lo materno, el cuerpo, que se manifiestan entre otros modos por las ecolalias de los niños y también en el lenguaje poético, donde junto con el sentido lingüístico está aquél del ritmo, las entonaciones, la musicalidad del texto. Se refiere no tanto a la función de representación sino a la producción de significación en el texto, lo que lleva a un semanálisis, práctica significante a todas las modalidades del sentido, antes del signo y la representación. Permite salir de un racionalismo estrecho y poder entrar en la producción de significación que pertenece a todo ser humano y que se manifiesta más intensamente donde el racionalismo decae. No se trata de descalificar estos aspectos del lenguaje sino poder darle cabida en la línea de la significación, hecho que lo amplía. Da pie para acercarse a esas poblaciones de los márgenes que cuestionan el racionalismo: niñez, adolescencia, psicosis, pensamiento poético, antropológico, los migrantes, los habitantes de la pobreza, etc. Lo semiótico es constituyente del sujeto y de la subjetividad. Permite establecer lazos entre el pensar, las emociones, el arte y la cultura.
La semiótica abre a su relación con el pensamiento psicoanalítico en cuanto éste “traduce”, le da sentidos a aquello que no lo tiene previamente, como los actos fallidos, la gestualidad, la psicopatología de la vida cotidiana, la psicosomática, la corporalidad. El cuerpo de la histérica antes, como ahora el del narcisismo salen del repudio y la agresión para encontrar significación.
Hay una correlación entre lo semiótico y lo simbólico. Este último da pie a la identidad y al juicio; es posterior a lo semiótico, es postedípico, se asocia a la gramática y a la estructura del significado, ya que las palabras tienen significados de referencia debido a la estructura simbólica de la lengua. Sin el plano simbólico todo significado sería interferencia pero sin lo semiótico todo significado sería vacío. La significación requiere de la interrelación de lo semiótico y lo simbólico.
Por esto la significancia que es la significación en acto en el presente continuo, aquello que no deja de crear sentidos, más en un mundo donde la “muerte de Dios” o el decaer de la figura del padre y la necesidad de la elaboración de su duelo como problemática psicosocial y política es grande e ineludible.
Las relaciones que Kristeva establece entre lo semiótico, como lo preverbal y lo simbólico como lo verbal llevan a modos de coherentización.
La semiotica según Saussure es la ciencia general de los signos y es más amplia que la lingüística. Umberto Eco comenta que aquello que Kristeva define como semiótico es prelingüístico, en lo simbólico está lo lingüístico. En Lacan lo imaginario se aproxima a lo semiótico de Kristeva.
“La palabra analítica opera con signos que comprenden por lo menos tres tipos de representaciones: representaciones de palabras (análogas al significante de la lingüística), representaciones de cosas (análogas al significado de la lingüística) y representaciones de afectos (inscripciones psíquicas móviles, sometidas a las operaciones de "desplazamiento" y "condensación" del proceso primario, y que denominé "semióticas" por oposición a las representaciones "simbólicas" propias o consecutivas del sistema de la lengua).
Decir que la significación es una significancia que comprende estos tres tipos de representaciones no es tan sólo una tentativa de dinamizar dicha noción mediante la introducción de un sufijo activo (-ancia), ni de recuperar una palabra de uso medieval. Se trata de abrir, en y más allá de la escena de las representaciones lingüísticas, modalidades de inscripción psíquica que son previas o que trascienden el lenguaje, y de esta manera, reencontrar el sentido etimológico del griego semeion -huella, marca, particularidad. En los comienzos de la filosofía, antes que nuestro modo de pensamiento se cerrara en el horizonte de un lenguaje entendido como la traducción de una idea, Platón -recordando a los atomistas- habló en el Timeo de una chóra, receptáculo arcaico, móvil, inestable, anterior al Uno, al padre e incluso a la sílaba, designado metafóricamente como nutricio y maternal.”
(Al comienzo era el amor. Psicoanálisis y fe, Kristeva, Julia, Editorial Gedisa, 1986, Buenos Aires.)
En el Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Ducrov, O., Todorov, T., se afirma: “el texto como no sometido a un centro regulador del sentido el proceso de generación de significación no es único, es plural e infinitamente diferenciado, es trabajo móvil, concentración de gérmenes en un espacio no cerrado de producción y autodestrucción.”
Se refiere a una cultura – revuelta en la contemporaneidad en la que “estamos frente a dos callejones sin salida: fracaso de las ideologías de revuelta por un lado, precipitación de la cultura mercancía por el otro. De nuestra respuesta depende la posibilidad de la cultura.” (Sentido y sinsentido de la revuelta. Literatura y psicoanálisis, K. J., Eudeba, 1998, Bs. As.).
Se interroga sobre cuáles son estas posibilidades después de las grandes destrucciones y si estamos en vísperas de grandes transformaciones o es una “baja época”.
El arte, la religión, la ciencia y el pensamiento tienen su lugar en la revuelta.
“Me voy a referir a la revuelta en Freud en el que se encuentra la revuelta edípica y por el otro la del retorno de lo reprimido. También como modo de pensar lo arcaico y lo que está por fuera del tiempo: (zeitlos).”
Posiblemente se relacione con aquello que dice Nietzsche en la segunda intempestiva acerca de la relatividad de la historia como creación y como enfermedad. Poder salir de la presión del tiempo y a su vez poder fluir con él. Crear tiempo.
Tres modelos del lenguaje en Freud, según Kristeva
El primer modelo tiene que ver con los trabajos de Freud sobre “Las Afasias” y con el “Proyecto de una Psicología para Neurólogos”. Hay una inadecuación entre lo sexual y lo verbal, un desfase entre lo biológico y lo simbólico. Hay una asíntota (líneas que no terminan de unirse) entre la representación y la pulsión, en todo caso la representación y la palabra no alcanzan, para poder dar algún sentido, a esto que ocurre en la pulsión.
En el segundo modelo con “La interpretación de los sueños” en 1905, modifica la concepción clásica del lenguaje. Es el relato y no los signos o la sintaxis lo que permite que tenga lugar esta revolución, es un lugar “de éxito” en el relato que da sentido, a eso incognoscible de un sujeto, articula lo inconsciente con lo consciente a través del lenguaje. El lenguaje es preconciente, tiene un fundamento biológico y una superficie mental. La pulsión como los procesos primarios son irreductibles a los procesos secundarios aunque padezcan su dominación.
En el tercer modelo con “Totem y Tabú”, “Introducción al narcisismo”, “Duelo y Melancolía”, “Más allá del Principio del Placer”, afloran las situaciones repetitivas (emerge la pulsión de muerte), el mito del asesinato del padre por la horda primitiva, los hechos que se repiten y que no terminan de tener explicación posible. Define actos irrepresentables (coito y asesinato son sus prototipos) constituyen traumas versus representaciones estructurantes por identificación con el padre.
Mediante la comida totémica los hermanos contrajeron un pacto simbólico formando un conjunto, una cultura. Se produce un salto cualitativo. Autoerotismo, narcisismo, fase edípica se escalonan en la vida del sujeto, “huellas mnémicas (restos de palabras) + percepciones + pulsiones es lo que el yo rescata a través de las palabras. (“Proceso de la significancia”).
Kristeva realiza un pasaje por los tres modelos resaltando el modelo del lenguaje y de la significancia. Subraya en los modelos freudianos la no reducción de lo psíquico al lenguaje y la implicancia clínica y teórica de esta problemática.
Kristeva, el Carnaval y trabajo en lugares simultáneos
Sus elaboraciones acerca del carnaval (las desarrolla a partir de Bajtin) permiten salir de una lógica determinística para pasar a una lógica poética.
Quisiera incorporar aquí las consideraciones que la autora realiza sobre la estructura carnavalesca, lo monológico y lo dialógico, la lógica 0-1 y 0-2, lo poético. Define la estructura carnavalesca como aquélla en la que se rompe la diferencia actor-espectador, escenario-platea. No hay una rampa sino que este pasaje autor-espectador-lector se da de continuo, quien actúa va creando su propio drama, en el que la vida y la muerte son sobrepasadas. Lo cierto puede ser falso y viceversa, y el entendimiento del acontecer no puede realizarse a través de una lógica binaria, donde en un polo estaría la afirmación (el 0) y en el otro la ley, la definición, lo prohibido, Dios (el 1). Es necesaria otra lógica, una que pueda superar, transgredir ese 0 y 1, y en la que por encima de una estrecha causalidad-sustancialidad puedan privilegiarse las relaciones de analogía, las relaciones simbólicas. Se entra en una lógica poética -que no se refiere sólo a la poesía- que la grafica como 0-2, sobrepasando la binariedad del 0-1.
Kristeva considera el discurso monológico como el que está contenido en la lógica 0-1 y el dialógico en la otra.
Sesión de análisis y estructura carnavalesca
Estas conceptualizaciones posibilitan los sentidos en cuanto a la polifonía en una sesión analítica individual o vincular (con varios integrantes). Podemos decir que aquello de lo caótico, lo desordenado en la sesión, cobra una perspectiva diferente. No es lo que debe desecharse sino todo lo contrario, es la productividad de lo inconsciente que escribe desde la identidad del “autor” y de su anonimato
La estructura carnavalesca abre a las máscaras de la subjetividad, las que no pueden dejar de leerse so pena de quedarse en el “como si” del acontecer del sujeto.
¿Es el caos? Lo es y no lo es. Lo es en el sentido de una determinada lógica. No lo es al poder pasar a la lógica 0-2. Este enfoque es el que habilita al juego con el lenguaje, con la representación y con la no representación. También permite entender que muchas veces la búsqueda de la causa, la escena traumática, es la búsqueda de una esencia, Dios, que lo explique todo. En cambio, el juego carnavalesco tiene en sí el “doble juego”, en el que el lenguaje se parodia y relativiza repudiando su papel de representación sin llegar empero a desprenderse de él.
Aparece un interrogante: ¿dónde estaría el entendimiento, la significación? Creo que más que un significado previamente definido, hay una producción de significación. En el trabajo clínico se intenta generar ese doble espacio: el de la parodia y el de la aceptación del lenguaje como representación. Permite des-sujetarse de lo repetitivo del juego, de la sobredeterminación de la historia familiar y social, y por otro lado comprenderlo.
Juana cuenta que se sintió atraída por Osvaldo, por Pedro y por Antonio. Luego de relatarlo emite un suspiro prolongado que le lleva a abrir otro diálogo silencioso con el analista, que contiene una posible interpretación. Lo semiótico, jugado en el tono del relato y en ese suspiro, se incorpora al surgimiento de ese otro diálogo, otra producción de significación que le permite resolver esas atracciones múltiples.
El devenir de la textualidad generó otras posibilidades que se revelaron en la oportunidad del diálogo.
Este abordaje ubica la interpretación como creación de verdad, como una máscara significativa en el juego de máscaras. Ubica el acontecer de la sesión como una intertextualidad donde puedan incorporarse lo semiótico y lo simbólico.
“El inconsciente aparece como subyacente a la estructura carnavalesca. Es sacado a la luz por ésta.”
Como toda situación psicosocial, la estructura carnavalesca es un lugar de entrecruzamiento de leyes que tienen que ver con lo psíquico (estructura del sujeto), lo grupal, lo social. Estaría dando cuenta de lazos a nivel de las relaciones interpersonales, a una determinada productividad psicosocial puesta en escena.
Me propuse tratar estas tres temáticas que interrelacionan las problemáticas del texto la representación, la construcción de verdad, con lo carnavalesco, la subjetividad, la textualidad del inconsciente y del psicoanálisis.
Bibliografía
Kristeva, Julia, Sentido y sinsentido de la revuelta. Literatura y psicoanálisis, Eudeba, 1998, Bs. As.
En el comienzo era el amor... (Psicoanálisis y fe), editorial Gedisa, Buenos Aires, 1986.
La Semiótica, Editorial Fundamentos, Madrid , 1981
Kristeva, J. y otros, El trabajo de la metáfora, Gedisa, Barcelona, 1985.
Mario Buchbinder
Médico psicoanalista
Director del Instituto de la Máscara
mario [at] buchbinder.com.ar