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Un caso de impotencia masculina

 
Los Ateneos Psicoanalíticos de Topía

Los abordajes clínicos psicoanalíticos de la impotencia masculina tienen ya una larga historia. Desde el propio Freud a los trabajos de Sándor Ferenczi, este síntoma fue objeto de trabajo y reflexión por parte de numerosos psicoanalistas. Pero, las transformaciones de la subjetividad y la sexualidad en nuestra época nos llevan a preguntarnos ¿cómo se presenta y se trabaja con estos pacientes hoy? ¿Qué herramientas clínicas disponemos en la actualidad? Para ello, tres psicoanalistas (Daniel Waisbrot, Irene Meler, Carlos D. Perezreflexionan sobre un apasionante caso clínico actual.

 

Relato Clínico

Carlos llega a la consulta derivado por una de mis pacientes. Se lo nota muy ansioso, vestido muy formalmente con saco y corbata.

-Su número me lo dio el ingeniero Torres, mi jefe, creo que su esposa se trata con Ud.

-Sí, sí. Cuénteme lo que le está pasando. ¿Cuál es el motivo de su consulta?

-Bueno…. (silencio) hace un tiempo mi médico me dijo que consultara un psicólogo, no quise ir a los de la obra social, vio… por esas cosas que uno no quiere que todo el mundo se entere de lo que le está pasando … Así que … cuando el ingeniero comentó que su mujer iba a un psicólogo … y como él es muy discreto le pedí su número … (silencio).

-Bueno… cómo decirlo… “el nene no funciona” (dice señalándose sus genitales)

Carlos tiene 36 años, separado de su primera esposa desde hace más de 8 años, tiene dos hijos con ella, un varón de 15 años y una mujer de 12. Proviene de un hogar muy pobre, su padre murió cuando él tenía 2 años en un accidente en una obra en construcción en la cual trabajaba como albañil. Su madre trabajó de sirvienta hasta que él tenía 8 años, cuando se casó con Luis, el panadero del barrio, con el cual tuvo una hija. Su madre fallece de cáncer cuando él tenía 12 años. Dice que Luis fue bastante bueno con él, pero que siempre lo vio con una gran preferencia por Florencia, su hermana.

En las primeras sesiones a Carlos le cuesta mucho hablar, por lo cual tuve que tomar un rol activo en las mismas.

-Dígame Carlos desde cuándo no puede coger bien.

-Desde que comencé una relación con una chica hace 4 meses.

-Cuénteme un poco cómo comenzó la relación, cómo es ella. ¿Cómo se llama?

- Se llama Estela. Yo vivo en Soldati y ella también, somos del mismo barrio y tomamos el mismo colectivo todos los días para ir a trabajar. Un día empezamos a conversar y así se fue dando. Yo soy un poco lento así que fue de a poco.

-¿Y cómo es ella?

-Ella es soltera, flaca. Anduvo con algunos tipos antes que conmigo, pero nunca concretó con nadie. Vive con su madre. Es muy alegre igual que su vieja.

-¿Y cómo toma su problema?

-Dice que se me va a pasar. Es muy comprensiva. ¡Sabe Doc. que fulero es estar caliente como la gran flauta y no poder!

-¡Que la flauta no responda! ¿Y antes le había pasado?

-Con la mamá de los chicos no, siempre fue muy bien… hasta que pasó lo que pasó… (silencio) no, pero incluso en pleno quilombo tuvimos … ¡bah cogimos! … y no tenía problemas. Después siempre fue con prostitutas.

-Un día de estos me cuenta cómo fue lo de su matrimonio. ¿Cómo se llama su ex?

-María.

Con María vivió 7 años, se casó cuando tenía casi 22 años y ella 20. Habían estado de novios desde los 19 años de él. Mantuvieron relaciones sexuales desde un principio ya que él vivía solo en una pensión y pasaban muchas horas juntos. Él trabajaba de 6 a 14 hs. en una fábrica metalúrgica y ella en una fábrica de zapatillas. Juntaron plata, alquilaron una casa con local donde pusieron un despacho de pan y facturas, con el asesoramiento de Luis, su padrastro. Ella dejó la fábrica y se casaron. El negocio lo atendía de mañana María y por la tarde Carlos. Como fue muy próspero y llegó José, el primer hijo, él dejó la fábrica y se quedó todo él día en el local. Tres años después llegó Sofía la hija mujer.

-Justo cuando nace Sofía, se pudrió todo. Bajaron las ventas, en el barrio la gente estaba desocupada, dábamos fiado y no nos pagaban. Fue en la época de la crisis, ¿vio? Yo salí a buscar trabajo y no conseguía nada. Ella tuvo suerte, encontró trabajo de limpieza en oficinas del centro. Yo no tenía la culpa, ¿vio? Estaba todo podrido.

-¿Y quién lo culpaba?

-Al principio ella no, pero al cabo de un tiempo empezó con que ¡Sos un vago! ¡Sos un inútil! … Pero bueno… Yo comencé a darme cuenta…

-¿De qué?

-Y la veía que se arreglaba más, llegaba más tarde… había otro… Ella siempre lo negó, pero después que me fui, a los 6 meses lo blanqueó con los chicos. Me la comí y me volví a la pensión. Compraba medias en La Salada y las vendía por la calle. Y después encontré este trabajo y aquí estoy.

-¿Y con sus hijos?

-Al principio fue raro, yo estaba todo el día con ellos y pasamos a vernos de a ratos. Pero desde que me normalicé en el trabajo y pude alquilar el departamentito vienen dos o tres veces por semana y la pasamos bárbaro.

Con el correr de las sesiones Carlos se fue soltando, su vestimenta comenzó a ser menos formal y su discurso también. Comenzó a preguntar sobre la eficacia del tratamiento, cómo podía ser que solamente hablando podría revertir lo que tanto lo afligía.

-¿Ud. cree Doc. que solamente hablando se va a dar lo que necesito? Mi padrino contaba que en el campo curan a los caballos con palabras.

-¡Ud. no es un caballo! Hablamos el mismo idioma.

-¡Quisiera ser un potro! Sabe lo que pasa, yo trato de dejarla siempre satisfecha a Estela, siempre hay recursos, ¿vio? Pero esto va para largo y tengo miedo que me deje. ¡Yo a esta piba la quiero mucho!

-Pero cuando dice que quiere ser un potro, usted también quiere quedar satisfecho.

-Si, pero ahora tengo miedo que me deje ¡A esta mujer la quiero de verdad! ¿Me va a ayudar Doc.? Ni con el viagra la pude coger.

-Por supuesto que lo voy ayudar. Ya lo estamos haciendo.

En esta sesión contratransferencialmente percibí que había empezado a confiar en la terapia, que pudo decir lo que más le pesaba: que amaba a una mujer, pensé que quizás viviera ese amor como una debilidad y que ésta estuviera anclada en su potencia sexual.

Decidí trabajar en esa línea: El amor como inhibición. Pero también advertí que el paciente esperaba una cura mágica.

En la sesión siguiente, decido ser directivo y preguntar:

-¿Carlos, de las mujeres que estuvo anteriormente se sintió enamorado?

-Yo en serio verdaderamente anduve con la mamá de los chicos. Pero… cómo explicarle… (silencio) ¿Podemos hablar de hombre a hombre?

-Sí, sí claro.

-Yo me crié en Pompeya, las minas estaban fuertes o no. Nos calentaban o no nos calentaban. María estaba muy buena, empezamos por calentura. Yo creo que ella también… Después de un año de salir, ella me planteó que los viejos se habían dado cuenta de lo nuestro… que quería que fuera a la casa. Y bueno ahí formalizamos. ¡Cariño había! … pero fue distinto… (silencio prolongado).

-¿Distinto a lo de Estela?

-Y sí. A María me la levanté en un baile en el Unidos de Pompeya, franeleamos toda la noche y a los dos días estábamos juntos en la pensión. Con Estela en el colectivo primero comenzamos a mirarnos y a saludarnos, después a conversar… Yo soy lento, ¿vio? … un día después de tres meses le dije de salir y…. ¡allí me mató! … ¿Sabe lo qué hizo?... Me apoyó la cabeza en el hombro y me dijo: ¡¿Me das un beso?! … Me puse tan nervioso que le dí un piquito y le pregunté ¿Entonces querés salir? …Nos matamos de risa, ahora siempre me jode con eso.

-¿Entonces para usted ésta es la primera experiencia de amor?

-Y… sí…verdaderamente es así.

-Y el amor será un obstáculo para poder coger.

-No sé… no se me ocurre… (silencio)

-Quizás usted sienta que con las mujeres que se las ama no se puede coger.

-Que se yo… Yo le tuve mucho cariño a mi vieja, a mi abuelita. A mi hermana más o menos, ahora de grande un poco más. Pero a las minas solamente a Estela… Pero es distinto…. (silencio)

Trabajamos varias sesiones en esta dirección. El vínculo afectivo con su madre, de la cual dice que no era muy expresiva, que el cariño estaba en darle cosas, que no le faltara nada. Que después que se casó con Luis estaba más tranquila, ya que no salía a trabajar, la recuerda contenta y cariñosa. Que en el último año de su vida lo abrazaba mucho (Cuando cuenta esto se conmueve). La que lo había mimado mucho fue su abuela materna.

Llega a una sesión, muy contento y haciendo gestos como cantando hurras.

-Doc. se me dio, el fin de semana pude tener relaciones completas … al principio fue más o menos … pero bien … eso me dio confianza y al rato le dimos con todo. Eso fue el sábado a la siesta. Después comencé a pensar si no sería algo pasajero y no sé cuántas boludeces más, pero el domingo me desperté con el “bicho” bien duro y seguimos … Estela le manda las gracias.

-Bueno parece que andamos por buen camino.

-¡Parece magia Doc.!

Después de una sesión en la que habla permanentemente de su alegría por haber superado su inhibición y que notaba que ahora había vuelto a ser el de antes, tanto en la cama, como en el trabajo y con los amigos, recibo una llamada telefónica de él pidiéndome adelantar la sesión pactada para esa semana. Lo noto muy ansioso y angustiado y le doy una hora ese mismo día. Llega muy mal, casi llorando y con la voz entrecortada.

-No sé… no sé que me pasó… (se toma la cabeza con las dos manos) … casi la mato, nunca le había pegado a una mujer, no es de hombre. Estábamos bien hablando de bueyes perdidos y me enojé y le comencé a pegar… (llora) y no podía parar …(sigue llorando)…

¿Cómo le voy a pegar si la quiero tanto? …No es de hombre… Le pedí que se fuera…

En esa sesión sólo pude contenerlo, pero me quedó claro que la “magia” de la transferencia algo había movilizado las defensas del Yo, desbloqueando el deseo sexual, pero también un impulso agresivo.

En las sesiones posteriores él trató de develar el nuevo interrogante ¿Por qué le pegué? Quería reconstruir el momento anterior a los golpes, todo era confuso, no se puede dar cuenta por qué entró en cólera. Reconoce que desde los días anteriores estaba como enojado, pero que era algo que a veces le pasaba, levantarse con “mufa”.

Le daba vergüenza llamarla a Estela, solamente le había pedido perdón llorando el día de la agresión y le había pedido que se fuera porque él no era merecedor de su amor.

Carlos nunca pudo develar el misterio de su agresión. Trabajamos cómo había vivido el casamiento de su madre con Luis, reconoció haber tenido algunos celos al principio, sobre todo los días que su madre se fue de luna de miel y él se quedó con su abuela. Que cuando nació su hermana también estuvo triste porque su mamá estaba internada.

Que se había sentido despreciado por su ex esposa, pero que no le guardaba rencor.

Pero no podía creer que le hubiera pegado a Estela por cosas del pasado

Después de dos meses de estar separado de Estela, Carlos la llamó telefónicamente y la citó un domingo en la iglesia de Pompeya y le propuso que si ella volvía con él le prometía nunca más pegarle. Ella aceptó porque consideró sincera su promesa.

Dejó el tratamiento al poco tiempo.

-Mire Doc. yo me siento bien, por lo que vine… cojo bien…. Le estoy muy agradecido.

-A mi me preocupa que aún no pudimos desentrañar ese episodio de violencia que Ud. tuvo.

-Quédese tranquilo Doc. que con la ayuda de dios eso no va ocurrir. Yo cumplo mis promesas.

El relato clínico surgió a partir del trabajo de casos clínicos del Consejo de Redacción.

 

Curar a los caballos con palabras Daniel Waisbrot 

“Construyendo pertenencia” Irene Meler

Importancia de la ImpotenciaCarlos D. Perez

 

 

 

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Articulo publicado en
Noviembre / 2014