Pongámonos rápidamente de acuerdo sobre lo que debe entenderse por esa actividad (se refiere al concepto de “actividad” del analista de Ferenczi). Acotamos nuestra tarea terapéutica por medio de estos dos contenidos: hacer conciente lo reprimido y poner en descubierto las resistencias. Por cierto que en ello somos bastantes activos. Pero ¿Debemos dejar luego al enfermo librado a sí mismo, que se arregle solo con las resistencias que le hemos mostrado? ¿No podemos prestarle ningún otro auxilio que el que experimenta por la impulsión de la transferencia? ¿No parecería lo indicado socorrerlo también trasladándolo a la situación psíquica más favorable para la tramitación deseada del conflicto? Además, el logro del paciente depende también de cierto número de circunstancias que forman una constelación externa. ¿Vacilaríamos en modificar esta última interviniendo de la manera apropiada? Opino que esta clase de actividad en el médico que aplica tratamiento analítico es inobjetable y está enteramente justificada....me conformaré con destacar un principio que probablemente sea soberano en este campo. Postulo lo siguiente: En la medida de lo posible, la cura analítica debe ejecutarse en un estado de privación -de abstinencia-...
...Nuestra técnica creció en el tratamiento de la histeria y sigue ajustada a esta afección. Pero ya las fobias nos obligan a sobrepasar la conducta que hemos observado hasta el presente. Difícilmente dominará una fobia quien aguarde hasta que el enfermo se deje mover por el análisis a resignarla: él nunca aportará al análisis el material indispensable para la solución convincente de la fobia. Es preciso proceder de otra manera...Una espera pasiva parece todavía menos apropiada en los casos graves de acciones obsesivas; en efecto, estos tienden en general a un proceso de curación “asintótico”, a un tratamiento interminable, y su análisis corre siempre el peligro de sacar a luz demasiado y no cambiar nada. Me parece dudoso que la técnica correcta sólo consista, en estos casos, en esperar hasta que la cura misma devenga compulsión (Zwang, “obsesión”), para sofocar entonces violentamente con esta contra-compulsión, la compulsión patológica. Pero, como ustedes comprenderán, con estos dos casos no les he presentado más que unas muestras de los nuevos desarrollos que aguardan a nuestra terapia...
...Por otro lado, puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menores derechos a la terapia anímica que los que ya se le acuerdan en materia de cirugía básica...Estos tratamientos serán gratuitos. Puede pasar mucho tiempo antes de que el Estado sienta como obligatorios estos deberes....cuando suceda, se nos planteará la tarea de adecuar nuestra técnica a las nuevas condiciones...Pero cualquiera que sea la forma futura de esta psicoterapia para el pueble, y no importa qué elementos la constituyan finalmente, no cabe ninguna duda de que sus ingredientes más eficaces e importantes seguirán siendo los que ella tome del psicoanálisis riguroso, ajeno a todo partidismo.
Fragmentos del texto de Sigmund Freud “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” (1919 [1918] ) Amorrortu editores, obras completas, tomo XVII, Buenos Aires,1976.