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Lo opuesto de la adicción no es la sobriedad sino la conexión…

 

La adicción es un mal de la soledad
Dean Wilson1

If you are lonely press play
Damon Albarn2.

…dice Johann Hari, que no es médico ni psicoanalista. Es un periodista británico que ha hecho una lúcida investigación sobre (el fracaso de) la guerra contra las drogas. En el marco de esta investigación, Hari se adentra en el estudio del fenómeno mismo de la adicción, tomando testimonios de distintos especialistas e investigadores, atreviéndose a interpelar las teorías dominantes respecto de los causales de la adicción.

Alexander concluye entonces que “no es la droga lo que provoca la conducta nociva: es el ambiente. […] La adicción no es una enfermedad, es una adaptación. La adicción no está en ti, está en la jaula donde vives.”

La teoría neurobiológica de la adicción plantea como única causa el “enganche” cerebral al tóxico. Esta teoría plantea que si un sujeto consume determinada cantidad de tóxico por determinada cantidad de días indefectiblemente se hará adicto a la sustancia. La adicción, entonces, es una “enfermedad del cerebro”. Hari se propone ponerla en duda mediante dos ejemplos. En primer lugar, la indicación legal de opiáceos en la medicina del dolor, que no resulta en una posterior adicción del paciente. No hay una relación directa entre el uso de opiáceos para aliviar el dolor y una concomitante adicción.3 En segundo lugar, la ludopatía. Se trata de una adicción tan grave como la toxicomanía, tanto en su carácter compulsivo como en sus efectos devastadores, pero que prescinde del tóxico. Hoy podríamos agregar la adicción al uso de dispositivos electrónicos y, en rigor de verdad, cualquier conducta compulsiva que tenga afectación directa y significativa a la vinculación y función social del sujeto.

La ludopatía se trata de una adicción tan grave como la toxicomanía, tanto en su carácter compulsivo como en sus efectos devastadores, pero que prescinde del tóxico

“No son los químicos, es tu jaula”

Bruce Alexander4, psicólogo canadiense, realizó una serie de experimentos con ratones en la década del ´70 para cuestionar la teoría neurobiológica de la adicción. Los clásicos experimentos han procedido colocando ratones aislados en una jaula vacía, sin otra compañía que el tóxico. Alexander visibiliza una obviedad, estas ratas se volvían adictas porque no había otra cosa que pudieran hacer. Se propone plantear el experimento de un modo alternativo. Construyó dos series de jaulas. En la primera se incluían jaulas con ratones aislados. En la segunda serie, Alexander incluyó ruedas giratorias, bolas de colores, comida y otros ratones, lo denominó Rat Park (parque de los ratones). Ambas series de jaulas contenían dos botellas, una con agua y la otra con morfina. Resulta que los ratones de las jaulas aisladas consumían hasta 5 veces más que los ratones del Rat Park. Alexander concluye entonces que “no es la droga lo que provoca la conducta nociva: es el ambiente. […] La adicción no es una enfermedad, es una adaptación. La adicción no está en ti, está en la jaula donde vives.”5 La guerra de Vietnam aportó el lamentable escenario para poner a prueba su hipótesis en humanos. Cerca del 20% de los soldados se han hecho adictos a la heroína en el contexto de la guerra de Vietnam. Al terminar la guerra y regresar a casa, el 95% de los soldados dejaron de consumir sustancias después de un año, habiendo o no realizado tratamientos de desintoxicación. Este hecho histórico cuestiona una vez más la teoría que tiene al tóxico como único factor para generar una adicción. La diferencia entre el 90% que consume drogas y el 10% que tiene un consumo problemático sería producto de las condiciones ambientales o sociales.

Ahora bien, ¿qué nos aporta esta experiencia? Podríamos criticarle a Alexander que en el esfuerzo de quitarle la unicausalidad al tóxico la traslada al contexto, podríamos criticar la mirada reduccionista, quizás un poco ingenua e idealista acerca de la supuesta garantía que aportaría la armonía y plenitud de los vínculos. Pero en esta oportunidad me parece relevante resaltar el protagonismo que esta mirada le otorga a la conexión, al lazo a los otros como protector frente a la posibilidad de caer en una adicción. Es lo que le lleva a concluir a Hari que “lo contrario de la adicción no es la sobriedad. Es la relación con los demás6.”

Enganche con el tóxico ¿forma de lazo al fin?

J-A. Miller nos viene a decir que la toxicomanía es un modo de goce autoerótico, que prescinde del lazo al otro y a la palabra. La droga se transforma “en el verdadero partenaire esencial, incluso exclusivo del sujeto”7. Ahora me pregunto, este goce ¿es rechazo del lazo al otro o es la respuesta-solución que el sujeto encuentra ante el aislamiento que promueve la época? ¿Es causa o efecto de la caída del Otro?

Si el opuesto de la adicción es la conexión, el psicoanálisis entonces puede ofrecer un artificio de discurso, una conexión posible que se oponga a la adicción

El goce autoerótico del consumo de objetos y la concomitante depreciación del lazo se han vuelto la jaula propicia para la epidemia de la toxicomanía. ¿Por qué suponer que el goce que ofrece el dispositivo psicoanalítico es “mejor” que el goce que le otorga el tóxico? Solo puedo atreverme a decir que si bien el tóxico es al menos un partenaire al cual se enlaza, su “peor es nada”, el goce autoerótico que lo sostiene no conoce de límites ni escansiones temporales, haciendo del aislamiento que promueve la época una militancia. El dispositivo psicoanalítico en cambio promueve, transferencia mediante, la construcción de un lazo posible al Otro, sostenido por el goce de la palabra y el alivio que brinda el límite de la castración. La época actual, dominada por el (pseudo) discurso capitalista, hace de la hiperconexión y del borramiento de la imposibilidad, valores. Pero el discurso analítico viene a advertir que la hiperconexión no es conexión y que la imposibilidad es un operador necesario para que la vida sea soportable. Si el opuesto de la adicción es la conexión, el psicoanálisis entonces puede ofrecer un artificio de discurso, una conexión posible que se oponga a la adicción.

Emilse Perez Arias
eperezarias [at] gmail.com

Bibliografía

-Hari, J. Tras el grito. Ed. Paidós. Bs. As. 2015.

-Miller, J-A. Para una investigación sobre el goce auto-erótico. En Sujeto, Goce y Modernidad I

REFERENCIAS
 

1 Hari, J. Tras el grito. Ed. Paidós. Bs. As. 2015. Pág. 226.

2 “Si te sientes solo presiona play.” Letra de la canción “Lonely press play”, de Damon Albarn.

3 Hari, J. Op. Cit. Pág. 205.

4 Mucho de lo escrito en este trabajo puede verse genialmente ilustrado en este video https://youtu.be/C8AHODc6phg

5 Hari, J. Op. Cit. Pág. 222.

6 Hari, J. Op. Cit. Pág. 372.

7 Miller, J-A. Para una investigación sobre el goce auto-erótico. En Sujeto, Goce y Modernidad I. Pág. 17.

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Articulo publicado en
Octubre / 2022

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