Se ha publicado en Francia el texto de Emmanuel Faye, Heidegger, la Introducción del Nazismo en la Filosofía, alrededor de los seminarios inéditos de 1933/1935. Así como hace casi 20 años la publicación del libro de Víctor Farías, Heidegger y el Nazismo, desató un vendaval en el campo filosófico-cultural europeo, algo similar ocurre ahora con el libro de Faye.
Éste, que no deja de reconocer los méritos de Farías y de Hugo Ott, señala que ahora estamos ante una situación enteramente nueva, debido a la publicación en alemán de la edición llamada integral (66 volúmenes aparecidos sobre el total de 102). Para los años 1933/1944 son veinte volúmenes de cursos y siete volúmenes de notas los ya aparecidos, muchos más que todos los que Heidegger había publicado en su vida. Estos volúmenes son desconocidos para quien no lee alemán. Faye se ocupa en el libro de traducir al francés aquello que le interesa señalar y siempre, a pie de página, incluye el texto en alemán. La edición integral de estas obras se hace según el plan que estableció Heidegger y es su hijo quien la lleva a cabo.
Heidegger pronuncia delante de los estudiantes de filosofía el elogio de “la reeducación en vista del mundo nacionalsocialista” realizada por Hitler. Exalta la esencia de la raza originalmente germánica y la voz de la sangre. Propone la eliminación total del enemigo interior y en 1940 todavía evoca “la fuerza de la esencia oculta de lo aún no purificado de los alemanes” y legitima el hecho de tomar “el ser raza (Rasse-sein)”. La presencia masiva de tales enunciados en decenas de volúmenes, en palabras de Faye, “me condujo a reflexionar como filósofo sobre los fundamentos de una obra que debido a su racismo y su hitlerismo ataca al ser humano como tal”.
Ante la afirmación de Faye que se deben retirar los libros de Heidegger de las bibliotecas de filosofía, un periodista le preguntó si eso no es excesivo; Faye respondió que “los numerosos volúmenes de los que yo hablo contienen enunciados tan racistas y mortíferos como los de un Alfred Baeumler o aún de un Rosenberg. Estos escritos encontrarían un mejor lugar en las bibliotecas de historia del hitlerismo. Sería un gran peligro para el porvenir del pensamiento y para la humanidad si estos escritos estuvieran integrados en la filosofía del siglo XX. Imaginen, en efecto, a qué llevaría la traducción de estos enunciados en la práctica y en la historia. ¿Debo agregar que por mi parte no hay ninguna voluntad de censura?”.
Además de Heidegger, Faye traduce a otros filósofos de la época -como los nombrados- cuyas obras están inéditas aún en Alemania y que en sus investigaciones pudo tener acceso a ellas. Obras importantes por la influencia que tuvieron sobre Heidegger.
Para Faye es importante la relación entre lo ontológico y lo político en el lenguaje pero es necesario distinguir los distintos períodos. En los años 1920 la indeterminación de los “existenciales” tales como “el llamado del destino” o “el estado de resuelto”, parecen autorizar todas las interpretaciones. Sólo el contexto intelectual y político permite ver claro.
De 1933 a 1944, por el contrario, las correlaciones entre los conceptos heideggerianos y la historia efectiva del III Reich llegan a ser explícitas; se ve en sus cursos de junio de 1934 presentar como modelo de un acontecimiento histórico el viaje en avión de Hitler de Munich a Venecia para encontrarse con Mussolini (ya Farías había señalado este hecho y mostrado el racismo antinegro de Heidegger, que consideraba que los negros no tenían historia y en cambio ese avión sí). Pone en evidencia cómo los conceptos de “trabajo” y de “libertad” tanto como el adjetivo “metafísico” han sido utilizados por él en el espíritu de la LTI (“Lengua del III Imperio”, tomando el título del libro de Viktor Klemperer que pudo sobrevivir los doce años de nazismo viviendo en Alemania y que, además de sus memorias, escribió LTI -obra en la que volcaba toda la terminología nazi y la perversión de la lengua alemana-, que no puede dejar de leerse para entender a Heidegger y todo el período nazi).
Después de 1945 Heidegger juega de nuevo a la indeterminación y al eufemismo y se cuida de decir qué es ese “dios por llegar” del cual el Occidente debe, según él, alcanzar su sanación. Sin embargo, cuando se lo lee en el seminario inédito sobre el Estado hitleriano, que Faye publica parcialmente (es la primera parte del seminario sobre Hegel. En castellano se publicó la segunda, ignorando la primera), identifica la relación ontológica entre el ser y el existir y la relación política entre el Estado y el pueblo, definida como “unidad de raza”. Surge de esto que el corazón mismo de su obra está impregnado de nazismo. Philippe Lacoue-Labarthe que en 1987 había tratado a Farías de impostor, reconoce luego de la lectura del libro de Faye, que Heidegger era un nazi por convicción profunda.
Interrogado sobre qué pasó con escritores como Derrida, Levinas, Ricoeur, Althusser y Nancy, entre otros, que reconocieron una deuda intelectual hacia Heidegger, y que muchos de los cuales trabajaron o trabajan por la recuperación filosófica de la ciudadanía y de la democracia contemporánea, Faye respondió que cada uno de esos autores representa una posición singular y que sería necesario un estudio particular sobre cada uno de ellos. Señaló que por su parte no iría a buscar una lección de democracia en la obra de un autor que enseñaba en 1936/1937, en el momento del Frente Popular y de la Guerra Civil española, que “la democracia era la muerte de Europa” y que en la entrevista final para Der Spiegel, de 1976, persiste en su rechazo de toda democracia (y expresa seguir adhiriendo a los principios del nacionalsocialismo de la primera época).
Faye insiste en que nuestra percepción de Heidegger debe ser reconsiderada y que es fundamental y urgente tomar conciencia de la gravedad del “affaire” Heidegger.
Este avance sobre el libro, cuyo título en francés es “Heidegger l’introductión du Nazisme dans la Philosophie” - Autour des séminaires inédits de 1933–1935, Editions Albin Michel, 2005, está basado en reportajes hechos en diarios franceses a E. Faye y en su propio libro.
Osvaldo Hugo Cucagna