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Homosexualidad y Patriarcado neoliberal

 

 

Homosexualidad[1] y Patriarcado neoliberal[2]

 

… Daniel y Baudry intentan integrar (…) el problema de la homosexualidad en el contexto de la naciente tolerancia (…): tolerancia que contempla las relaciones heterosexuales (…); relacionando luego todo esto con el problema (político) de las minorías. No creo que la actual forma de tolerancia sea real. Ha sido decidida «desde arriba»: es la tolerancia del poder del consumo que precisa una total elasticidad formal en las «existencias» para que cada uno se convierta en un buen consumidor. Una sociedad sin prejuicios, libre, en la que las parejas y las exigencias sexuales (heterosexuales) se multiplican, es por consecuencia ávida de bienes de consumo (negrita mía)

 

Pier Paolo Pasolini, “Crítica a M. Daniel-A. Baudry: Los homosexuales”, Tempo, 26 de abril de 1974 en Escritos Corsarios, Madrid, 2005.

 

“Nos presentamos al mundo como una ciudad amigable de cara al segmento gay. Sabemos que se trata de un público con buen nivel adquisitivo y cultural, con alto nivel de compras, y nos parece un interesante nicho a captar a nivel turístico.”[3]

 

De esta forma se expresaba Rodrigo Herrera Bravo, director ejecutivo del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires entre 2007 y 2009 en la introducción de “BA Gay, La guía total de Buenos Aires 2008-09”. Estas palabras resultan aun más sugestivas si advertimos que la mayoría de los legisladores del partido político del que forma parte este funcionario votó en contra de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo e incluso tuvo entre sus filas a algunos de sus más fervientes detractores como son las actuales senadora Gabriela Michetti y diputada Silvia Majdalani.

De todas formas, que un funcionario público escriba la introducción de una guía turística dirigida al consumidor gay era impensable en la década de 1980 e incluso de los 90, vale recordar que en noviembre de 1991, la Corte Suprema de Justicia denegó la personería jurídica a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) aduciendo que sus objetivos no coincidían con la búsqueda del “bien común” confirmando el rechazo previo de la Inspección General de Justicia. Esto habla a las claras de los grandes cambios que hemos vivido en nuestro país en las últimas tres décadas de democracia en lo que hace a la aceptación y reconocimiento de derechos de las personas no heterosexuales. Algunos de estos hitos consisten en la promulgación de leyes más inclusivas, cuyos ejemplos más sobresalientes son la ya mencionada de matrimonio civil y la más reciente de identidad de género, la creciente visibilidad social y por ende, una notable disminución del secreto y la doble vida como organizador de las relaciones sociales de gays y lesbianas en los diversos contextos de interacción[4] y un progresivo aumento en la tolerancia y aceptación de la sociedad[5].[6] Estos cambios ponen en el centro de la agenda mediática a las familias conformadas por parejas no heterosexuales. A su vez cuestionan a la familia patriarcal y su basamento en el derecho natural y fundan un parentesco por lazo de afinidad y no de sangre.[7]

Sin embargo, debemos ser cautos en extender estos cambios en el imaginario social a la totalidad de nuestro país y a todos los sectores sociales. No es lo mismo referirse a grandes centros urbanos como Buenos Aires, Rosario y Córdoba que a ciudades más pequeñas del interior del país. Así lo demuestra el investigador chubutense Daniel Jones a través de una investigación realizada con adolescentes de Trelew donde encuentra que los varones homosexuales o sospechados de serlo ocupan una posición desvalorizada en la jerarquía de sujetos sexuales entre los adolescentes y está marcada por violencias cotidianas.[8] Asimismo encuentra que “La expresión de género tiene tanta o más importancia que la orientación del deseo y la actividad sexual. El afeminamiento estético, gestual y actitudinal de un varón es fuertemente desvalorizado, sea o no homosexual…”[9] Los resultados hallados por Jones en Trelew, los observo de igual forma en mi práctica cotidiana de coordinación de talleres sobre sexualidad y otras temáticas con jóvenes que viven en barrios populares del conurbano bonaerense. El tema no es tanto ser gay como “parecerlo”. Hay jóvenes afeminados[10] que no son ni serán homosexuales, pero que son tratados como si lo fueran. Y probablemente algunos que lo son, pero no lo aparentan, pueden sobrevivir mejor en la escuela. Para estos adolescentes, los rasgos considerados femeninos en un varón indican su potencial homosexualidad. ¿Cómo entender esta equivalencia? En sociedades con valores patriarcales se identifica masculinidad con heterosexualidad, por lo que un varón debe demostrar su identidad masculina convenciendo a los demás no sólo que no es un niño o una mujer, sino que además no es homosexual.[11]

Esto nos lleva también a hacer foco en las 1500 denuncias anuales –en promedio más de cuatro diarias- por casos de discriminación por orientación sexual e identidad de género que recibe la CHA y que, además, la situación de reconocimiento descripta más arriba es muy disímil para el colectivo trans (travestis, transgéneros y transexuales). Éste aun hoy denuncia la represión policial y la discriminación para el acceso al trabajo, a la salud y a la educación.[12]

 

Incluso si nos centramos en los varones gays que viven en la ciudad de Buenos Aires debemos tener en cuenta que los cambios sociales no son lineales y que, por lo general, lo que implica el ocaso de un modelo, da lugar a nuevas formas de poder que conllevan nuevos sufrimientos y formas de opresión. El sociólogo Ernesto Meccia en su lúcido libro “Los últimos homosexuales” estudia los efectos subjetivos en quienes han transitado la transformación entre lo que denomina el “régimen de la homosexualidad” caracterizado por el sufrimiento, el silencio y la clandestinidad, y el actual “régimen de la gaycidad” marcado por el reconocimiento de derechos y la visibilidad social. Allí puntualiza algunas “pérdidas” y mutaciones que obligan a los sujetos a múltiples adaptaciones y reconfiguraciones. Estas mermas consisten en: los enclaves territoriales de socialización clandestina, los códigos secretos de comunicación verbal y no verbal y “las lógicas de interacción interclasistas e intergeneracionales propios de la experiencia homosexual.[13]| (negrita mía).

En las tres últimas décadas, pero sobre todo en la última, la ciudad mostró un aumento de los emprendimientos privados abiertos para varones gays como también, la diversificación de los lugares de encuentro no exclusivos, es decir, lugares no-gays en los cuales los gays serían bienvenidos: los lugares “gay friendly”. Lo que por un lado empuja hacia a una sociedad donde ya no haya guetos que refuercen el estigma y la marginación, como contrapartida, los locales inaugurados bajo la estrategia “gay friendly” parece estar guiada más bien por una lógica marketinera con el objetivo de aprovechar un nuevo nicho de mercado[14] y que por otro lado, ofrece el ingreso a un consumo basado en ofrecer en Buenos Aires un escenario a imagen y semejanza de lo que podría accederse en cualquier ciudad europea o norteamericana indistintamente. Dicha lógica se manifiesta en formas estandarizadas y despersonalizadas, propias de los intercambios mercantiles y al abrigo de la globalización.[15]

En marketing y publicidad el universo lgtb es incluido básicamente dentro de dos nichos diferentes: Dink y el llamado pink market.[16]

Dink es un término acuñado en la década de 1980 proveniente de las siglas inglesas double-income; no kids (sueldo doble sin hijos) lo que refiere a que conforman parejas en la que ambos miembros perciben ingresos de medio a elevados y no tienen la obligación de gastarlos en hijos o cuidados familiares, sino que pueden utilizarlos para el crecimiento personal y la satisfacción individual. La cultura llamada dinky que es su correlato, tiene atributos propios. La posición ideológica frente a no tener hijos no es resultado de la imposibilidad biológica de parejas de cualquier condición sexual, sino una elección y proyecto de vida.

En el pink market se incluye básicamente a varones gays y en menor medida a las lesbianas; con un poder adquisitivo medio a medio alto. Diversos publicistas y especialistas en marketing conjeturan que las marcas que usan en su comunicación signos alusivos al mundo gay son consideradas sofisticadas para los adolescentes y jóvenes heterosexuales.[17] Según el estudio LGBT2020, publicado en el sitio web de “Out Now Consulting” que fue realizado por una reconocida agencia en marketing internacional LGBT OutNowGlobal: “La población LGBT de Argentina representa alrededor del 6% de la población adulta y está formada por 1,9 millones de consumidores gays y lesbianas de Argentina - que en 2010 representaron U$D 27,9 mil millones de ingresos - haciendo de éste uno de los mercados más lucrativos en América Latina para las compañías que venden una amplia gama de bienes y servicios”.[18]

En este sentido, estos nuevos espacios -creados sobre todo a partir del boom turístico de 2002-[19] lejos de ser espacios de encuentro, se constituyen en meros escenarios al servicio del consumo donde lo que prima no son los valores de intercambio simbólico, sino los valores de mercado.[20]

En este sentido Daniel Jones diferencia los espacios gays en los comienzos de la democracia y los emprendimientos actuales: “Posiblemente (…) todos los emprendimientos tenían más un halo comunitario, en un sentido comunitario/identitario, es decir, apuntaban efectivamente a un afán de lucro, pero había alguna suerte de identificación con la idea de la comunidad, no era sólo un espacio comercial, sino un espacio de sociabilidad, donde uno se podía refugiar además del hostigamiento policial”.[21] En la misma línea Carlos Fígari[22] ratifica que: “Los primeros lugares de encuentro diría que ni siquiera eran lugares de mercado, sino lugares de ambiente y comunidad. O sea, había evidentemente un mínimo fin comercial, porque había que sostener el lugar, pero no era el punto principal, tenían otro carácter, otro matiz.”[23]

Apelando a un concepto introducido por el antropólogo Marc Augé, podríamos conjeturar que estos nuevos espacios creados bajo el halo de la estrategia “gay friendly” se constituyen en “no lugares”. Éstos son definidos en oposición a los lugares antropológicos, esto es, como “un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico. (…) la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de “lugares de memoria", ocupan allí un lugar circunscripto y específico.”[24] Los no lugares son espacios donde la posibilidad de crear lazos sociales es casi nula, ya que quienes transitan por allí no se relacionan unos con otros; son espacios para la rentabilidad y el beneficio económico. El término “no lugar”, no apunta a dar una connotación negativa, sino a agrupar los espacios que no cumplen con la función antropológica de marcar identidad, relación e historia. En una entrevista para el diario La Nación, Augé acota que: “Estamos en una sociedad de consumo, que define nuevos modos de individualidad (…) portarse bien es consumir mucho. El índice de consumo es el índice de salud de un país.”[25] En el capitalismo actual, mientras las rigideces de la familia patriarcal se van aflojando y debilitando y se relajan las identidades, los nuevos modos de dominación apuntan a ejercer la violencia simbólica sobre el tiempo subjetivo. “El tiempo libre, concebido como tiempo propio, es mínimo para la mayoría de la población. El tiempo deja de ser libre para estar consumido por las mercancías que nos ofrece el mercado.”[26]

La estrategia “gay friendly” proyectó la oferta a “consumos más relacionados con un perfil de joven adulto, empresario o profesional de altos ingresos, en línea con una estrategia de venta, dejando en segundo plano consumos donde lo fundamental sería el ritual de encuentro de las diversidades sexuales, la práctica simbólica.”[27]

¿Cuál será el reverso o más bien el punto ciego de la integración social, económica, política y cultural de gays y lesbianas? ¿Acaso la tendencia a borrar algo que se ha explicitado como lo más característico de la cultura gay: la diversidad?[28] El consumismo tiende a promover la homogeneidad porque induce a que todos anhelemos lo mismo y queramos vivir de la misma manera. Crea la ilusión de ser todos iguales borrando en apariencia las distinciones étnicas, de clase y de género, pero en realidad las incrementa: los ideales que dominan la escena son los de riqueza, juventud y belleza. Si consultamos diferentes guías[29] de la movida gay porteña podemos apreciar que lo igualador y lo diferenciador está dado preponderantemente por lo económico-social y el rango etario. Veamos por ejemplo la publicidad de diferentes establecimientos: Pub X: “Un lugar para disfrutar de los cocktails más sugerentes y encontrarse con la gente más cool de la ciudad”. Disco X: “… el día que se llena de chicos hasta el techo es el sábado”. Disco Y: “Si tenés 40 o más o te gustan los hombres de esa edad, ya sabés a dónde ir”. Disco Z: “En cuanto a público, atrae a gays y travestis locales e inmigrantes”. En otra página más informal a esta misma disco se la describe así: “el reducto groncho y grasa por excelencia”.

Estas descripciones no son muy distintas de las que se pueden leer respecto de cualquier establecimiento no gay donde lo que se tiene en cuenta son la estética y el perfil de los concurrentes.

Sebreli a finales de los 90 destacaba que la nueva generación gay compartía con los jóvenes hetero la cultura juvenil de adoración a la imagen, al cuerpo, el gimnasio, la ropa, etc. “Creyendo ser más libres que nadie son marionetas del consumo.”[30]

Ante este panorama es oportuno recordar estas irónicas y punzantes palabras surgidas de la pluma del novelista y activista lgtb francés Guy Hocquenghem, quien en 1988, dos años antes de su muerte, denunciara en una “Carta abierta a aquellos que han cambiado el cuello Mao por el club Rotary” cómo los movimientos revolucionarios, en busca de visibilidad, se habían visto absorbidos por su propio proceso de espectacularización. “Porque no basta con haber tenido el ano abierto. Es necesario seguir haciendo de él un campo relacional. ¿Cómo hacer política sin renunciar al ano? ¿Cómo reclamar representación sin renunciar al ano? No renunciar al ano significa no darle más al poder de lo que éste nos exige. La pregunta de antaño ¿cómo hacer la revolución anal? se metamorfosea ahora en esta otra, ¿como evitar el marketing anal? ¿Cómo sobrevivir con el ano colectivo y abierto?”[31]

 

Notas

 

[1] Numerosos autores han desechado esta categoría, ya que por su origen psiquiátrico ha quedado impregnada de una aureola patologizante y prefieren, por ejemplo, el término “gaycidad”, o ninguno. En este sentido hacemos propias las palabras de Osvaldo Bazán: “Y algún día, finalmente, se habrá de saber la verdad tan celosamente guardada: la homosexualidad no es nada. No lo era en un principio y no lo será en el futuro. Cuando saquemos del medio todos los incendios y todas las torturas y todas las mentiras y todo el odio y toda la ignorancia y todo el prejuicio, descubriremos que no hay nada.” Bazán, Osvaldo: Historia de la homosexualidad en la Argentina, Marea, Buenos Aires, 1° edición, 2004, p. 453.

[2] El patriarcado es un sistema de dominación que se apuntala sobre la diferencia de género y la dominación masculina. Se trata de la opresión y explotación del ser humano en razón de su pertenencia al sexo femenino. Podemos ampliar esta definición: “…sistema de dominio, presión y represión que se ejerce sobre las personas en general, sean mujeres u hombres; presión y represión basadas en una definición cultural de la femineidad y de la masculinidad, que impide a los seres humanos plasmar todas sus capacidades potenciales” Volnovich, Juan Carlos: “Patriarcado: marxismo, feminismo y psicoanálisis” en Hazaki, César (comp.): La crisis del patriarcado, Topía, Buenos Aires, 2012, p. 59 nota 1. Cf. Otras definiciones en la nota aludida y en otros textos del mismo libro.

[3] BA GAY. La guía total de Buenos Aires 2008-09, Buenos Aires, Vaca Ediciones y Contenidos, p. 10. Hoy día esto parece haber sido logrado, cf. “Por tercer año Argentina es elegida por el turismo gay de alta gama”, Telam, 28 de Enero de 2014. Disponible en www.telam.com.ar.

[4] Para profundizar en el tema de la visibilidad y el ocultamiento en gays y lesbianas puede consultarse Barzani, Carlos: “La homosexualidad a la luz de los mitos sociales. Algunas puntualizaciones acerca de los constructos ‘homosexualidad’ y ‘homofobia’ previas al abordaje de pacientes con elección de objeto homosexual”, Octubre 2000, acápite 5.1.2. Disponible en http://www.topia.com.ar/articulos/la-homosexualidad-la-luz-de-los-mitos-....

[5] Acordamos con Mario Pecheny en que tolerancia no es lo mismo que aceptación y reconocimiento social: “Si la tolerancia implica el respeto de la libertad del otro, de sus maneras de pensar y de vivir, ella significa al mismo tiempo admitir la presencia del otro a regañadientes, la necesidad de soportarlo o simplemente dejarlo subsistir. La tolerancia no equivale pues a la plena aceptación ni al reconocimiento social.” Pecheny, Mario: "De la 'no discriminación' al 'reconocimiento social'. Un análisis de la evolución de las demandas políticas de las minorías sexuales en América Latina", XXIII Congreso de LASA, Washington DC, 2001, p. 11 disponible en http://lasa.international.pitt.edu.

[6] Meccia, Ernesto: Los últimos homosexuales: sociología de la homosexualidad y la gaycidad, Buenos Aires, Gran Aldea Editores, 2011, p. 42. Desde otra perspectiva Reimut Reiche plantea un acercamiento del mundo heterosexual al mundo homosexual; más precisamente una subsunción creciente de las pautas sexuales de la “cultura de la mayoría” a las de la cultura homosexual. Esta tendencia creciente como rasgo distintivo del dispositivo de sexualidad contemporáneo es lo que él llama “homosexualización de la sexualidad”: “El modo de vida homosexual, tal como ha sido conformado en las metrópolis del mundo occidental desde los años setenta, da forma al estilo de vida heterosexual y se vuelve -sin ser reconocido como tal- su modelo” Reiche, Reimut: “Homosexualización de la sexualidad”, Revista Topía N° 69, Buenos Aires, Noviembre 2013, p. 18.

[7] Cf. Carpintero, Enrique: “La crisis de la novela familiar freudiana”, Revista Topía Nº 59, Buenos Aires, Agosto 2010, p. 2-4.

[8] Jones, Daniel: Sexualidades adolescentes: amor, placer y control en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, CICCUS - CLACSO, 2010.

[9] Jones, Daniel, op cit. p. 138.

[10] Es decir, varones cuyos atributos de imagen pertenecen a los asociados culturalmente al sexo femenino. Cf. Barzani, op. cit. acápite 5.1.2.

[11] Badinter, Elisabeth (1992): XY, la identidad masculina, Norma, Santa Fé de Bogotá, 1994, p. 62. Para constatar la vigencia de estas representaciones también puede leerse un caso ocurrido en una escuela de Reconquista, Santa Fé que relata Osvaldo Bazán en op. cit. 2° edición, 2010, cap. 140 “El afeminadito: ¿sabés por qué pasa eso? Yo te voy a decir: tu hijo es afeminado. Por eso pasa eso.” p. 489-490.

[12] CHA: Informe crímenes de odio del año 2012 (asesinatos por orientación sexual e identidad de género), Buenos Aires, Junio 2013.

[13] Meccia, Ernesto, op cit. p. 42.

[14] Esta faceta de aprovechamiento “tolerante” se nota a las claras en el caso del funcionario mencionado al comienzo. Respondiendo a la pregunta de un periodista se apresura a aclarar que Buenos Aires no es para “tirar la chancleta”. “Para eso están más bien los destinos tradicionales del turismo gay-lésbico como Río de Janeiro e Ibiza. Buenos Aires es chic. Los gays que la visitan por lo general destacan su variada oferta cultural y gastronómica". Noticias Urbanas: “La Ciudad recibe a los gays con los brazos abiertos”, Buenos Aires, 05/10/2008.

[15] La globalización también conlleva la ampliación del mercado de los estilos de vida, incluyendo los estilos de vida sexuales y afectivos.

[16] Fuentes: Distéfano, Miguel: “Como venderles a los nuevos consumidores” Revista Fortuna, N° 162, Perfil, 10 de Julio 2006, p. 58-63. Tonconogy, Axel: “Marketing gay: revelan cómo son los consumidores de un mercado millonario”, Revista Fortuna web, 25 de Julio de 2010.

[17] Distéfano, M op. cit, p. 60. Es interesante conectar esta hipótesis con la mencionada en nota 6 (Reiche, R. op. cit.).

[18] Fuente: “Resultados de la Investigación de Mercado Gay para Argentina”, Out Now Global, Sao Paulo, 12 de Julio de 2011, disponible en http://www.outnowconsulting.com.

[19] Osvaldo Bazán ubica tres causas para este éxodo turístico, uno foráneo: la guerra del Golfo de 2003 que hizo migrar el turismo del hemisferio norte hacia el sur y dos locales: la nueva ley de unión civil para parejas del mismo sexo en la Ciudad de Buenos Aires y un tipo de cambio favorable para el turista. Bazán, Osvaldo: op. cit, 2010, p. 453.

[20] Cf la investigación de Katia Braticevic. “¿El mercado amistoso? Entre el reconocimiento social de la diversidad sexual y la inclusión en el consumo mediante la estrategia ‘gay friendly’”, Instituto de Investigaciones Gino Germani, VI Jornadas de Jóvenes Investigadores, 10, 11 y 12 de noviembre de 2011.

[21] Entrevistado por Katia Braticevic, op. cit. p. 4.

[22] Investigador del CONICET y del Grupo de estudio sobre sexualidades del Instituto Gino Germani.

[23] Entrevistado por Katia Braticevic, op. cit. p. 4.

[24] Augé, Marc (1992). Los “no lugares”, espacios del anonimato. Una antropología de la sobre modernidad, Gedisa, Barcelona, 2000, p. 83.

[25] Arana, Patricio: “Marc Augé: «Hay que amar la tecnología y saber controlarla»”, Diario La Nación, 22 de junio de 2005.

[26] Carpintero, Enrique: “Tiempo libre para comprar (el consumidor consumido por las mercancías), Revista Topía N° 54, Buenos Aires, Noviembre 2008, p. 3.

[27] Braticevic, Katia, op. cit. p. 16.

[28] Vale la pena recordar algunas de las consignas de las Marchas del Orgullo: “Iguales y libres en la diversidad” (1993), “Unidad a través de la diversidad” (1998), etc.

[29] La guía BA Gay ya citada, Gmaps 360, Circuitos Cortos. La guía de la comunidad gay de la Ciudad de Buenos Aires, BA de noche, etc.

[30] Sebreli, Juan José, “Historia secreta de los homosexuales de Buenos Aires”, en Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades, Buenos Aires, Sudamericana, 1997, p. 358.

[31] Citado por Preciado, Beatriz: “El terror anal” en Guy Hocquenghem (1972): El deseo homosexual, Melusina, Madrid, 2009, Epílogo, p. 163.

 

 
Articulo publicado en
Abril / 2014