Adolescentes y Educación. Las miradas sobre jóvenes y adolescentes y sus efectos | Topía

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Adolescentes y Educación. Las miradas sobre jóvenes y adolescentes y sus efectos

 

 

Instante de ver. Lo inesperado entra en escena

 

Escena 1: Centro Juvenil

Luego de un intenso debate al interior del equipo acordamos realizar un taller sobre consumo problemático. Nos preguntábamos cómo abordar el tema: ¿abstencionismo?, ¿reducción de riesgos y daños? ¿perspectiva relacional? Decidimos focalizar el taller en el momento en que el consumo se vuelve problemático, relacionándolo con la ruptura de lazos. La sorpresa fue que los adolescentes comenzaron a hablar inmediatamente sobre prácticas de autocuidado y cuidado del otro.

Escena 2: Escuela

Primer momento: reunión con el centro de estudiantes quienes manifestaron preocupación por situaciones de violencia entre los adolescentes y malestar por la falta de compromiso por parte los adultos de la institución: “miran para otro lado”, “lo ven y no hacen nada”.

Segundo momento: el equipo llega a la escuela para reunirse con los directivos y se presenta una situación de violencia entre dos alumnas en la puerta de la dirección; comenzaron a insultarse ante la mirada de un profesor allí presente que, sin embargo, no intervino. Otros alumnos también observaban. Al llegar el director, comienzan a pegarse. Finalmente se interpone el equipo directivo quienes poniendo el cuerpo, logran separarlas no sin dificultad.

Tercer momento: luego de mantener conversaciones con diferentes docentes y directivos de la institución se pone de manifiesto que las situaciones de violencia están “a la orden del día en la escuela”, y que ellos se sienten impotentes, piden “que les digamos que hacer, creen que no cuentan con las herramientas necesarias”. Se trabaja con sus dichos, se les señala los recursos con los que cuentan y los problemas de comunicación que impiden un abordaje en conjunto Acordamos un próximo encuentro con el objetivo de acompañar los avances que se hayan producido para afrontar la problemática que se hacía evidente a todas luces: la violencia. En el siguiente encuentro, para nuestro asombro nos informan que la propuesta sería trabajar sobre “consumo problemático”

 

Tiempo de comprender. Poder leer las escenas

 

Probablemente, cualquiera que trabaje con jóvenes y adolescentes en contextos educativos (formales e informales) encontrará resonancias entre su práctica cotidiana y las escenas antes relatadas. Desde el equipo interdisciplinario conformado por profesionales de dos instituciones vinculadas a la salud: hospital Provincial y Centro de Salud municipal, que interviene desde la perspectiva de APS, nos proponemos reflexionar sobre los efectos que tienen las distintas miradas sobre los jóvenes en las escenas enunciadas. Apuesta a pasar del espectáculo y el asombro, a la lectura que habilite otros modos de intervención posibles.

¿Qué herramientas construir para trabajar contra una pendiente: los efectos desubjetivantes que produce vivir en una sociedad caracterizada por la ruptura del lazo social, y el consumismo como señuelo para lograr la felicidad privada? Nuestro modo de intervención privilegiado fue el abordaje institucional y los talleres, en tanto los pensamos como un lugar de trabajo donde existe una producción grupal, dentro de un marco creativo y participativo, horizontal y democrático.

Las escenas relatadas al inicio nos confrontan con ciertos interrogantes: ¿qué efectos tienen los modos en que nosotros, como adultos o referentes, miramos a los adolescentes? ¿Qué sucede cuando lo que insiste es la mirada inamovible del adulto?

La antropóloga Catherine Henri hace referencia al “efecto pigmaleón”. Sostiene que “(...) los alumnos pueden convertirse en lo que creen ser. Que el miedo a lo salvaje produce la salvajería real o supuesta; que un mal deber puede tener algo de contingente, de provisorio y que decir al alumno que es nulo por lo que ha hecho, le condena certeramente a convertirse definitivamente en eso; que un cumplido, incluso indebido, puede producir milagros(Lacadée, 2010).

Esta primera referencia nos orienta en un sentido: como son vistos y nombrados actúan. Lo interesante es que, muchas veces, los prejuicios sirven de defensa frente a lo desconocido: “frente a lo que no sabemos, presuponemos”, y así evitamos el encuentro con el otro en su diferencia absoluta.

Reflexionando sobre esto en la primera escena, cuando los adolescentes comenzaron a hablar del autocuidado y del cuidado del otro, se hizo notoria nuestra mirada, la cual presuponía que su consumo era problemático y estaría afectando sus lazos. De haber insistido en la misma, hubiéramos caído en una lectura errónea que hubiese dificultado conectarnos con ellos, sin posibilidad de visibilizar lo propio de ese grupo: que, si bien estaban familiarizados con el consumo, también lo estaban con las diferentes formas de auto cuidado y de cuidado mutuo.

Poder leer/escuchar aquellas respuestas que no son las esperadas, requiere la flexibilidad/plasticidad de ir modificándose con el otro y a la vez implica una ética de reconocimiento de la otredad, dando lugar a lo que ellos tienen para decir, reorientando, en función de esto, lo planificado para los siguientes encuentros, que en este caso fue no insistir con “lo relacional”.

En cada taller los supuestos del equipo de salud se iban modificando a raíz de que lo que emergía, ya que las actitudes y respuestas que se manifestaban, divergían de las representaciones generalizadoras sobre lo que “un grupo de adolescentes del barrio” podría llegar a pensar, hacer o sentir. Cada encuentro era capitalizado para construir un nuevo conocimiento en común sobre las prácticas y concepciones de ese grupo de chicas y chicos, dado que no dejaban de “no acomodarse” a los prejuicios e imaginarios instituidos. Se trataba de no obturar con ningún sentido propio para no prejuzgar, para que emerja lo singular/propio de cada uno y de ese grupo (Pose, 2016), pero no solo para conocerlos. Se trataba, también, de ofrecer un espacio en donde pueda aparecer lo desconocido de sí mismos para ellos: es decir, el goce.

En cuanto la segunda escena relatada, nos preguntábamos: ¿Cómo pensar y abordar aquello disruptivo que aparece en escena y que, al ser obviado, retorna convirtiéndose en acto?

Los adolescentes hacían alusión en cada encuentro a situaciones de violencia en la escuela. Insistían con que los adultos lo sabían, pero no hacían nada. Un mensaje que parecía no llegar a destinatario.

Philipe Lacadée lee las respuestas de los jóvenes que quedan del lado del acto en clave de una falencia en el discurso ambiente, discurso que sabemos, se sostiene en las coordenadas de la época. Dice: “esta fuerza siempre en movimiento encarna el fuego del goce, cuando no ha podido o sabido encontrar en el discurso ambiente un medio de ser refrenada, puntos de anclaje a los que fijar su desbordamiento, o maneras de arreglárselas mejor” (Lacadée, 2010). Entendemos que con esto se refiere no solo a cómo se los nombra y se los mira, sino a como se organizan, a partir de estas miradas, las ofertas de espacios que se les brindan. ¿Qué alternativas se les ofrece, desde los distintos efectores del estado y desde las políticas públicas para arreglárselas con la pulsión en este momento de pasaje a la vida adulta?

Sostenemos que no es lo mismo si se le da lugar o no a eso que irrumpe. Eso hará que retorne violentamente o que, al darle lugar, emerja la diferencia que complejiza y amplia las miradas sobre los sujetos y, por ende, permite otros modos de intervención.

En relación con esto, las reuniones que mantuvimos con los docentes y directivos apuntaban a hacer entrar por diferentes vías: intervenciones en acto en las reuniones, cortando algunos discursos y resaltando otros, poniendo condiciones tales como que ellos armaran el proyecto, etc, eso que estaba quedando por fuera, apuntando a una narrativa no ingenua, que incluyera la dimensión de aquello que no es educable y a que pudieran posicionarse de un modo diferente respecto de aquello que estaba aconteciendo. Surgió entonces, por parte de ellos, la idea de utilizar el proyecto de trabajo anual que concluye con una exposición de una feria de ciencia y en la que participa toda la escuela, como excusa para trabajar transversalmente el tema que los preocupaba y retornaba: la violencia. Sin embargo, dicha propuesta no tomó la fuerza necesaria para ser llevada adelante y nos sorprendieron en el siguiente encuentro, al informarnos que trabajarían sobre “consumo problemático”. La mirada de los adultos predomina e insiste no dando lugar a lo que los jóvenes estaban manifestando, repitiendo una vez más el circuito: “los adultos miran para otro lado” (...) “lo ven y no hacen nada”, perdiéndose una nueva oportunidad de que estos jóvenes se sientan mirados y escuchados. En este “ver y no mirar”; “oír y no escuchar” pareciera estar implícita la concepción de algunos docentes: “No los podemos frenar.” o “Es el entorno social en el que viven, en la villa se resuelven así las cosas” y que si no se modifica se repetirá al modo de la profecía autocumplida. Lo que nos hace suponer que el síntoma no cesará de retornar en acto.

 

Momento de concluir

 

Freud ya nos advertía sobre tres profesiones imposibles: educar, gobernar y psicoanalizar.

Al introducir lo indomeñable de la pulsión, señalaba los límites de la educación.

A partir de las dos viñetas presentadas, intentamos reflexionar sobre aquello que se puso de relieve en nuestro encuentro con los adolescentes de la escuela y del centro juvenil: que muchas veces, los adolescentes son mirados desde perspectivas que desconocen la dimensión real en juego, lo que no deja de tener efectos en sus manifestaciones obturando las posibilidades de ser escuchados y reconocidos. Ante lo cual se hace necesario encontrar nuevos modos de tramitar lo pulsional, desconocer esta dimensión puede hacernos perder la posibilidad de intervenir allí donde somos llamados. Y, finalmente, que en el encuentro con otros (desde pares a referentes), incluso en instancias artísticas, deportivas, culturales, se puede anudar algo de lo pulsional, generando efectos en el lazo social, reduciendo la tendencia a la segregación. De allí la importancia de pensar sobre los diferentes dispositivos que desde lo social se ofrece a los jóvenes.

Podemos decir que la escuela y las instituciones que trabajan con jóvenes tienen que ayudar a producir subjetividades que no solo sirvan para la aplicación de conocimiento, sino para la creación de conocimiento con sentido, sobre la base de proyectos futuros, por lo cual, se encuentran confrontadas a tener que re pensarse y re inventarse en cada acto, de forma tal que esas miradas den lugar a prácticas y dispositivos que habiliten otros modos de tramitación de lo pulsional. Una mirada flexible que  dé lugar a la singularidad de los jóvenes brindando herramientas simbólicas, en un momento de búsqueda y prisa por encontrar nuevas formas de habitar el mundo.

Desde nuestro lugar como equipo de salud, nuestras intervenciones apuntaron, cada vez, a poder complejizar las lecturas, a desnaturalizar los prejuicios, a dar lugar a aquello que no tiene nombre y que allí hay lugar para la invención de cada uno. Intentamos acompañar a los docentes y referentes en la reflexión sobre su práctica cotidiana y en la búsqueda de alternativas creativas.

También apuntamos a dar lugar a la palabra de los jóvenes, tratando de soportar que a veces las palabras faltan.

 

Para seguir pensando, unas reflexiones sobre el proyecto de “baja de imputabilidad”:

En un contexto en el que se plantea la posible baja de la edad de imputabilidad, no nos parece menor prestar atención a los efectos que tiene en los jóvenes desde una dimensión ética, social y política. La cuestión de cómo construir legalidades radica en la posibilidad de construir respeto y reconocimiento hacia el otro y en cómo se define el universo del semejante. Cada vez que se discute o reclama un proyecto de estas características, se hace luego que sucede un hecho grave que involucra a un adolescente menor de 16 años, donde el único objetivo es el castigo y suponiendo que esto va a disuadir al adolescente de realizar actos en contravención con la ley penal. Mientras por otro lado, la misma sociedad no cumple con las leyes vigentes. La ley 26061 debe garantizar condiciones básicas de vida, sin embargo, millones de niños y adolescentes no tienen cloacas, ni agua potable, ni vivienda digna, ni educación y salud de calidad, ni viven en un ambiente sano, ni tienen acceso a oportunidades, actividades que estimulen el uso creativo del tiempo libre, vacaciones, ni perspectivas de futuro. No hay funcionarios que las ejecuten, ni jueces que garanticen su cumplimiento. Un doble discurso que pone de relieve el incumplimiento de ciertas leyes, pero que invisibiliza otras que someten a condiciones de desigualdad social a los jóvenes que son objetivo de estos proyectos.

 

Referencias bibliográficas

 

Bleichmar, Silvia. Violencia social-Violencia escolar: de la puesta de límites a la construcción de legalidades. Buenos Aires: Noveduc, 2008.

Bleichmar, Silvia. La construcción del sujeto ético. Buenos Aires: Editorial Paidós, 2011.

Carpintero, Enrique. “El costo de integrarnos. Los procesos actuales de subjetivación”. Revista Topía N° 66, Noviembre 2012.

CEPOC. “Diez motivos (actualizados) para no bajar la edad de punibilidad”, Septiembre 2013, Recuperado de http://cepoc-cepoc.blogspot.com.ar/2013/09/diez-motivos-actualizados-par...

Freud, Sigmund. 1914. “Sobre la psicología del colegial” Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.

Freud, Sigmund. 1937. “Análisis terminable e interminable” Buenos Aires: Amorrortu editores, 1976.

Lacadée, Philippe. 2010. El despertar y el exilio. Madrid: Editorial Gredos.

Lomagno, Claudia. “La propuesta de Taller en el trabajo con Jóvenes y Adultos”, Dirección Provincial de Capacitación para la Salud, Subsecretaría de Planificación para la Salud, Ministerio de Salud de la Pcia. de Bs. As, 1998.

Pose, Florencia. “De qué se trata formarse como psicóloga en el ambito público. Entre la atención primaria y la clínica”, Ateneo disciplinar, Residencia de Salud Mental: HZGA Manuel Belgrano, 2016.

 
Articulo publicado en
Diciembre / 2017