Hasta hace no mucho tiempo, las escuelas secundarias parecían haberse transformado en instituciones en desuso, devaluadas, y parecía haber pocos adolescentes que les reconocieran algún valor simbólico a lo que allí sucedía y se transmitía. Adolescentes, muchos de ellos, con dificultades para opinar, elegir, decidir, y sobre todo confrontar. Algunos evitaban la escuela, y recurrían a las pantallas como forma alternativa de acceder al conocimiento, encerrados en sus casas.
Lo que sucede en varias escuelas hace eco con un fenómeno que atraviesa a toda la sociedad: rápidamente se tilda de abuso sexual a situaciones que no lo son