“Señor, señora no sea indiferente, que matan a travestis en la cara de la gente”, es una canción que se sintió durante toda la marea verde y que volvió a resonar por estos días. La gran mayoría de la población conformada por mujeres, identidades feminizadas, niñas, niños y adolescentes empeoró sustancialmente su situación con la pandemia, más el arrastre de la crisis económica de los últimos años del macrismo; y particularmente impactó en la población travesti y trans. La precariedad se ve en los índices de violencia y muerte.
Por 207 votos a favor, 11 en contra y 7 abstenciones fue aprobada en la Cámara de Diputados la Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero “Diana Sacayán - Lohana Berkins”; y por 55 votos a favor, 1 en contra y 6 abstenciones en la Cámara de Senadores, una demanda elemental y urgente luego de años de lucha del activismo LGBTIQ.
Salió un nuevo informe del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio de la Federación Argentina LGTBI en conjunto con la Organización Rosa Naranja de La Plata. Fueron 152 crímenes de odio y 100 muertes de personas travestis y trans las que se cometieron durante 2020. No somos unas estadísticas, el Estado es responsable y por eso hay que salir a las calles.
La pandemia provocada por el Covid-19 dejó al descubierto la precariedad de la población travesti y trans. En distintos artículos fui construyendo cuál es la situación entre la realidad material y los avances legislativos en Argentina. A la vulneración de derechos y la escasa inserción en la salud y el mundo laboral, se le suma que poco importa el relevamiento dentro de las cárceles. Toda la propaganda punitiva de los últimos años demostró que de ninguna manera permite combatir lo que llaman “la inseguridad”, bajo ese mismo discurso se esconden muchos prejuicios y estigmatizaciones.
Respecto a las condiciones de salud el 73% de las detenidas en instituciones bonaerenses padece algún tipo de enfermedad
La Ley N° 26.743 -mejor conocida como la Ley de Identidad de Género- fue sancionada en 2012. Se trata de una ley modelo y una de las más progresivas a nivel internacional, debido a que no patologiza a las identidades. Sin embargo, en materia de salud, la realidad material de las personas travestis y trans en el país dista mucho de ser ideal. Es por ello que en este artículo intento abordar y ejemplificar la desigualdad social que aún tiene esta población.
Es clara la evidencia del grado de falta de políticas públicas cuando se siguen usando censos y encuestas que datan de más de cinco años atrás
Frente al acontecer de lo contemporáneo se hace factible la aceptación y visibilización de lo que muchos consideran “nuevas” o “modernas” presentaciones identitarias. Estas formas de autopercepción nada tienen que ver con lo nuevo o lo moderno, las mismas se dan en el interjuego contextual que va posibilitando que determinados sectores de la sociedad, denominados históricamente como minorías, vayan teniendo un reconocimiento social que se corre del modelo hegemónico heteronormado que ha oprimido todo lo que esté por fuera de la norma de manera sistemática y cultural a través de los tiempos.
Alan -un joven de 18 años asignado como varón al momento de su nacimiento- se presenta a la consulta pidiendo comenzar una psicoterapia: “tengo la duda de si soy transexual1, a veces siento que me incomoda mi cuerpo.”(...) “Hace dos años hice tratamiento, pero no pude ir más por problemas de horario.” En aquel momento refiere haber trabajado su independencia y su autonomía, pero que tuvo que interrumpir porque su madre se enfermó de un cuadro de demencia presenil y no podía quedarse sola, así que la cuidaban entre él, el padre y su abuela.
Desde una perspectiva psicoanalítica la identidad es efecto de la identificación que es el mecanismo fundante y estructurante de nuestro psiquismo
Desde el comienzo de mi práctica como analista he tenido la oportunidad de acompañar y analizar personas trans. Digo acompañar, no solo desde la clínica sino también desde espacios políticos y sociales. Como analista y como persona, participo de la vida social de la comunidad donde desarrollo mi práctica, sin por ello perder neutralidad analítica. Quiero decir que tengo una posición ética y política que atraviesa mi ejercicio. Aporto desde mi lugar para el avance y respeto de los derechos de las personas trans, como así también de otras poblaciones que han sido vulneradas y discriminadas históricamente. De esta manera, también, soy testigo de las conquistas de derechos de la comunidad trans y una de ellas, en particular, el derecho a la identidad de género (Ley 26.743) ha impactado en la clínica que desarrollo. Ante lo cual, no son pocas las consultas que en principio se presentan como pedidos de acompañamiento a procesos de reasignación y luego de las entrevistas preliminares han derivado en la posibilidad o la apertura de análisis.
Su pregunta no giraba en torno a ¿quién soy? sino en relación con el modo de estar siendo con ese cuerpo
Giros copernicanos y cierres ptolemaicos signan los procesos históricos tanto como nuestra comprensión de los seres humanos y sus malestares. En el vaivén entre movimientos de apertura y de clausura se inscriben y procesan las transformaciones en los imaginarios sociales que demandan al psiquismo nuevas exigencias de trabajo. Exigencias similares se nos imponen en la clínica para operar sobre las condiciones de sufrimiento psíquico: necesidad de deconstruir las formulaciones devenidas en dogma, desafío de remover los prejuicios infiltrados en las concepciones canónicas, ocasión de revisar nuestras intervenciones para superar los obstáculos (epistemológicos, éticos y políticos) que empobrecen el alcance de nuestra praxis.
Para quienes acompañamos a personas trans o intersex en sus análisis, no resulta infrecuente recoger los efectos de prácticas pretendidamente analíticas o psicoterapéuticas que reproducen las significaciones hegemónicas cisnormativas y heterosexistas
El siguiente texto proviene de una Conferencia que dictó Thamy Ayoux en el Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA) el 8 de abril de 2017. La actividad tuvo los comentarios de Pilar Errázuriz Vidal (Univ. de Chile) y fue coordinada por Irene Meler, quien además realizó la traducción y corrección del texto para esta publicación.
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra