El encierro en la pandemia: cómo viven travestis y trans en las cárceles | Topía

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El encierro en la pandemia: cómo viven travestis y trans en las cárceles

 

La pandemia provocada por el Covid-19 dejó al descubierto la precariedad de la población travesti y trans. En distintos artículos fui construyendo cuál es la situación entre la realidad material y los avances legislativos en Argentina. A la vulneración de derechos y la escasa inserción en la salud y el mundo laboral, se le suma que poco importa el relevamiento dentro de las cárceles. Toda la propaganda punitiva de los últimos años demostró que de ninguna manera permite combatir lo que llaman “la inseguridad”, bajo ese mismo discurso se esconden muchos prejuicios y estigmatizaciones.

Respecto a las condiciones de salud el 73% de las detenidas en instituciones bonaerenses padece algún tipo de enfermedad

¿Qué pasa?

“Yo llamé al pabellón de Devoto porque estaba preocupado por unos amigos y me comentaron que ya hay chicos infectados por el virus. Pusieron a todo el pabellón en cuarentena, porque allá no hay celda individual, les dieron guantes y barbijos y se hizo el hisopado a todos. Pero entre los tests de la ciudad más los de la cárcel, cuando los resultados estén, va a ser un poco tarde. Lo que sucede con el coronavirus en las cárceles es una bomba de tiempo”, cuenta Emiliano a la agencia Presentes. Tal es así que los chicos del Pabellón debieron organizarse y poner plata de sus bolsillos e invertirlo en lavandina y otros insumos de higiene. En el año 2017 Claudia Vázquez Haro, presidenta de OTRANS y directora del proyecto, empezó a hacer una encuesta en 87 visitas a cárceles en la provincia de Buenos Aires y en el ámbito federal, entre enero y julio de 2019. La investigación fue financiada por el Fondo Internacional Trans, una ONG internacional. ¿Y el Estado? Es responsable de las siguientes situaciones. Más del 50% de las entrevistadas nunca antes habían sido encarceladas ni tenían antecedentes. Respecto a las condiciones de salud el 73% de las detenidas en instituciones bonaerenses padece algún tipo de enfermedad. “Se observan unas condiciones que contribuyen al deterioro de la salud: la situación habitacional agrava los problemas y los paliativos a las falencias respecto de una alimentación adecuada y de la provisión de medicamentos”, explica el informe, citado por Presentes. Una de las infecciones más comunes es el vih-sida. A nivel federal el documento de OTRANS reveló que el 55% de las mujeres trans y travestis tiene alguna enfermedad. Las demoras habituales en el procesamiento de las causas también impiden que quienes lo necesiten reciban el tratamiento médico adecuado. Cuando no hay nadie exigiendo que se aceleren estos procesos desde afuera, los casos avanzan aún más lentamente. Según los datos del Ministerio de Justicia de la Nación, en 2015 el 52% de las travestis y trans encarceladas en unidades penales del país eran argentinas. Al año siguiente representaban el 59%. Por otro lado, teniendo en cuenta estos datos, queda totalmente a la luz que la población trans y travesti es totalmente criminalizada y encarcelada respecto a la política de drogas. Además de sufrir formas específicas de violencia que se traducen en prácticas discriminatorias y humillantes, como malos tratos tanto físicos como psicológicos ligados a la identidad de género y/o la orientación sexual. La particularidad que adquiere esto, es el entrecruzamiento entre la violencia de género y la violencia institucional. La Izquierda Diario denunció en distintas ocasiones, la superpoblación, la falta y calidad de los alimentos, las dificultades para acceder a un buen sistema de salud y recibir buenos tratamientos, la ausencia general de higiene y la falta de insumos, son una constante histórica que sufren las poblaciones carcelarias a lo largo y a lo ancho del país. En una entrevista, Martín Muñoz, presidente del Centro de Estudiantes Universitarios de la Unidad Nº1 de Olmos sobre la situación carcelaria bonaerense en medio de la pandemia, dijo que “Mediante la política criminal impuesta durante la gestión de María Eugenia Vidal y materializada por el Procurador Julio Conté Grand, se ha incrementado exponencialmente la tasa de encarcelamiento, lo cual ha generado miles de encarcelamientos -por fuera del marco legal- que arbitrariamente produjeron estas políticas e ideologías neoconservadoras”. La realidad es que la política punitiva es responsabilidad de todos los Gobiernos. La unidad IV de mujeres en Ezeiza tiene dos pabellones exclusivos para personas travestis y trans, pero esto no es suficiente en tanto el nivel de hacinamiento en el que viven. A un kilómetro, en la Unidad I de hombres, hay otros dos pabellones que algunxs llaman de “diversidad”, donde hay sobre todo homosexuales, los famosos “pabellones rosas”. Sobre personas intersex no hay estadísticas.

La población trans y travesti es totalmente criminalizada y encarcelada respecto a la política de drogas. Además de sufrir formas específicas de violencia que se traducen en prácticas discriminatorias y humillantes

Derechos

El derecho a la vivienda, el derecho a la salud y a la identidad tienen que respetarse. Tomando las palabras de la periodista Andrea López, “en el marco de una crisis social creciente, en la que los grandes empresarios ganan fortunas mientras millones se hunden en la pobreza, el sistema penal no puede más que empeorar la situación de quienes terminan privados de su libertad, en su mayoría por delitos contra la propiedad o narcomenudeo”. La solución no pasa por construir más cárceles, como anunciaron hace unas semanas Alberto Fernández y Axel Kicillof, más allá de los justos reclamos por el hacinamiento y las condiciones inhumanas de detención.

 

 
Articulo publicado en
Noviembre / 2020