Marie Langer: Recuerdos y Retratos de una Psicoanalista Argentina | Topía

Top Menu

Titulo

Marie Langer: Recuerdos y Retratos de una Psicoanalista Argentina

 

1.- Allí va. Se pone de pié y se dirige hacia el estrado. Delgada, espigada, blanca en canas, camina con paso ágil pero no agitada. Allí va. Es Fidel Castro quién la espera con los brazos abiertos. Todo el estrado de pié. Todo el auditorio (son cuatro mil personas) de pié. La ovación que aturde se va apagando ante la imagen nítida de esos ojos celestes. Es fácil descubrir el asombro en esos ojos celestes que miran con la naturalidad de quién asiste a una escena cotidiana. Ven: es la única mujer entre tantos gigantes. Y, entonces, es Gabriel García Marquez quién la besa. Es Chico Buarque quién la besa. Es Mario Benedetti seguido de Pablo González Casanova quienes la besan. Es Frei Betto y es Roberto Fernández Retamar quienes la abrazan y la besan. Se dirige a la silla vacía que la está esperando: a la silla que un año antes dejó vacía Julio Cortazar. Estamos en La Habana, claro. Estamos en 1985, en el Segundo Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América. La anuncian como lo que es. Marie Langer: psicoanalista Argentina.
2.-Ahora, Madrid, un año antes. “Les traigo algo de la realidad latinoamericana ya que de allí vengo: vivo allí, soy de allí” dice en un castellano con acento alemán que la desmiente.
3.-Y aquí aparece en Zürich (1980) convenciendo a los colegas para que subsidien el Programa de Salud Mental de Nicaragua. Perplejos, los psicoanalistas suizos escuchan que Salud Mental en Nicaragua quiere decir: bombas hidráulicas para llevar agua a la sala del hospital de pediatría. Único recurso para que los médicos “nicas” cedan en el principal reparo que tienen contra las madres “antihigiénicas” que pretenden acompañar a sus hijos internados.
4.-Y aquí, otra vez, toda sudada, incansable, por las calles de León, en Nicaragua. Tiene más de setenta años. Corre desde la Residencia Internacionalista -si parece una ironía llamar “residencia” a esa precaria casita de adobe- hasta la sede de la Facultad de Medicina. Las que vienen detrás, las “chicas” (Alicia Stolkiner, Nora Elichiri, María Antonieta Torres) aprietan el paso con la vana intención de alcanzarla. Corre sudada a los setenta como antes de los treinta lo hizo en Grañén, el pueblito de Aragón, en el Frente de Madrid y en las Brigadas de Murcia durante la Guerra Civil Española.
5.- Ahora, seduce en inglés a una multitud reunida en la Universidad de California, Berkeley (1979). Su intervención marca para siempre a los presentes. Son las Jornadas de Psicoanálisis Crítico, eufemismo con el que se alude al psicoanálisis latinoamericano cuyas vicisitudes conmueve y sacude a la audiencia.
6.-Estos son tres retratos de Congresos:
a] En el de París, 1957. Charlando a solas con Melanie Klein.
b]En el de Edimburgo, 1961, donde todo hacía suponer que el pedido de admisión de los psicoanalistas uruguayos sería rechazado por la IPA. Ella lo recuerda así:
-“A mi no me conocía casi nadie ya que era latinoamericana , es decir “nativa”, con plumas en la cabeza. Entonces pedí entrar a donde deliberaban los monstruos sagrados, el Ejecutivo de la IPA. Después de una espera prudente me dejaron pasar. Y me dirigí directamente -no en inglés sino en alemán- a ellas. Miss Anna Freud -dije- claro, usted no se acordará de mi pero muchos años atrás usted me entrevistó antes de mi entrada a la Wiener Vereinigung. Y usted, doctora Lampl de Groot, lógicamente también me habrá olvidado, pero para mi fueron muy importantes los primeros pasos clínicos que aprendí con usted ya que fue la supervisora de mi primer paciente. Los nazis... la guerra...me llevaron a la Argentina, pero yo soy vienesa. (Yo soy una de ustedes, pueden confiar en mi, era el mensaje implícito) . Y después les hablé del grupo uruguayo que era bueno y serio. Y eso, además, era estrictamente verdad. Así conseguí su reconocimiento. Y me sentí lo que soy, latinoamericana, capaz de hacer que nos reconocieran, que se olvidaran por un momento de sus prejuicios”.
c] En el de Viena, 1971 cuando, por primera vez desde la invasión nazi, Anna Freud aceptó volver a la semilla. Allí está, despidiéndose en el Hofburg, en el más imperial de los palacios austríacos, confundida con el barroquismo de María Teresa de Habsburgo, leyendo “Psicoanálisis y/o Revolución Social”, el escandaloso trabajo en el que denunciaba la ceguera política de la IPA.
7.-Y también en Junio de 1971, Moscú. Pleno poder soviético. Mími con nada más ni nada menos que Aleksandr Románovich Luria y con Leontjew, en alemán, por supuesto. El señor con quién discute es Bassin, el viejo profesor que está intentando acercarse al concepto de inconsciente.
-“Pues bien, pregunta Bassin molesto ante la negativa a materializarlo, existe el inconsciente, pero ¿en qué parte del cerebro se ubica?”
-“En las circunvoluciones dos y tres del lóbulo frontal” responde Mími sin inmutarse.
8.- Esta imagen, muy anterior, es del 27 de Julio de 1952. Llueve en Buenos Aires. La población de la APA, tan gorila, respira aliviada y la mayoría de sus pacientes disimulan, apenas, su alegría. Mími, desolada, se aproxima a la larga fila que conduce al féretro donde descansa el cuerpo de Evita. Sabe que le esperan dos días y dos noches. Entonces, elude la vigilancia. Altiva, se dirige a la puerta de entrada y dice ser la esposa de un Diputado de la Provincia de Mendoza. Le creen, y pasa. Se acerca lentamente, ve la figura calma de Evita, besa el cristal que protege su cara de virgen y no le da vergüenza. Se le estruja el corazón ante “esa pérdida irreparable” y se retira sola con su tristeza. No hay psicoanalistas, allí.
8.- Ahora es en el sexto piso de Juncal 3786, su morada argentina. Cálida, sin estridencias. Ese, su escritorio lleno de fotos bajo el vidrio, de espaldas al ventanal; el sillón y el diván que recibió a lo mejor del psicoanálisis latinoamericano. Aquí, donde decía lo que callaba en la APA y desde donde nos cuenta :
“¿Saben a quién admiro: quiénes son las mujeres a quién yo más admiro ? Gisele Halimí y Domitila. A Gisele la admiro porqué nació en la Argelia colonial con todas las desventajas posibles. Era árabe, pobre y sufrió todo tipo de discriminaciones empezando por el padre que, avergonzado por haber tenido una hija mujer, la ignoraba. Tuvo un primer aborto clandestino, sin anestesia y, cuando por fin llegó sangrando al hospital, se encontró con un médico que ante sus gritos de dolor le dijo : “para que te sirva de lección”. Y le sirvió ; aunque de otra manera a como el médico imaginó. Trabajando, ganándose la vida con muchos esfuerzos, estudió Derecho en París y volvió a Argelia para dedicarse a la defensa de los patriotas argelinos (ella defendió a Yamila Bupacha la heroína de la Guerra de Argelia) y encabezó después el victorioso movimiento francés para la legalización del aborto. Tuvo amantes, tiene marido, tiene dos hijos...
Domitila también proviene de una ambiente paupérrimo pero, a diferencia de Gisele Halimí, nunca salió de la pobreza. También sus padres se lamentaron por haber tenido una hija mujer y ella, boliviana, hija y esposa de mineros, terminó apenas la escuela primaria con grandes sacrificios. Con siete hijos, uno muerto al nacer por el maltrato sufrido en la cárcel, militó en el Comité de Amas de Casa de la mina Siglo XX, se convirtió en dirigente obrera y consiguió ser entendida y reconocida por otras luchadoras latinoamericanas cuando fue a México como delegada al Congreso Internacional de la Mujer.
Esas dos mujeres tan distintas, mujeres que pertenecen a culturas subordinadas, son mis ejemplos. Tienen compañero, tienen hijos, pero no delegan su propia realización en el amor o en la familia. Tienen un proyecto propio compartido con otras y, por sobre todo, saben luchar”.

Silvia Werthein
Psicoanalista
Juan Carlos Volnovich
Psicoanalista
jcvolnovich [at] ciudad.com.ar
 

Temas: 
 
Articulo publicado en
Julio / 2001

Octavo Concurso de Ensayo Breve Topía