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Nota de los editores: Traumatismo colectivo y precariedad subjetiva

 
Nota de los editores Revista Topía #101 - Agosto/2024

Tiempos de quiebres. Nuestras subjetividades están amenazadas. El neofascismo genera políticas de ruptura del lazo social, aumentando los efectos de la pulsión de muerte: la violencia destructiva y autodestructiva, la sensación de vacío, la nada. El sujeto se constituye en la relación con el otro en la alteridad, sino no hay sujeto posible. Sus efectos los vivimos en la calle, en los grupos, en los vínculos, en la clínica.

Como psicoanalistas no podemos quedarnos en silencio frente al neofascismo y sus políticas mortíferas. Hay una nefasta historia de un psicoanálisis cómplice con estas políticas. Se inicia con la claudicación política de Freud y Jones ante el nazismo. La política de excluir a los militantes de izquierda y a los judíos para “preservar” al psicoanálisis terminó con la “arianización” del psicoanálisis en Alemania con la transformación del Instituto Psicoanalítico de Berlín en el siniestro Instituto Göering. Poco quedaba del psicoanálisis que se intentó preservar. Su historia se silenció. Tuvo y tiene múltiples efectos. Uno de ellos fue el caso de Amílcar Lobo, un analista brasileño que participaba en los equipos de tortura de la dictadura de Brasil en los ‘70. La historia comenzó en el Instituto Göering, ya que Werner Kemper, un analista de dicho instituto, migró tras la Segunda Guerra a Río de Janeiro. El objetivo era la conformación de una asociación psicoanalítica allí. Kemper fue el analista didáctico de Leao Cabernite. Cabernite era presidente de dicha institución y analista de Amílcar Lobo, mientras participaba en los equipos de tortura. Cuando la denuncia tomó estado público, en vez de apartar a Lobo, Cabernite -con el apoyo de la Internacional Psicoanalítica- decidió investigar quien estaba “atacando” al psicoanálisis. Contrataron un perito calígrafo para identificar al autor de la denuncia. Así llegaron a Helena Besser-man Vianna, analista en formación. Luego de ser identificada, un atentado casi pone fin a su vida. El relato fue silenciado por más de 20 años con la complicidad de las autoridades de la Internacional Psicoanalítica. La publicación del libro No se lo cuente a nadie de Besserman Vianna y una polémica en Francia, que derivó en la organización de los “Estados Generales del Psicoanálisis” en 2000, son parte de sus consecuencias actuales.

Así como hay una historia siniestra, tenemos una rica tradición de quienes se opusieron al fascismo, a los nazis y a sus diferentes versiones que llegan a hoy. Empezando por los analistas de izquierda freudiana, que estaban implicados en investigar los cruces entre lo psíquico y lo social; a la vez que denunciaron los avances del fascismo. Wilhelm Reich publicó luego del triunfo de Hitler el clásico Psicología de masas del fascismo. Erich Fromm dirigió una investigación sobre el autoritarismo en obreros y empleados en la Alemania de 1929 a 1932, dentro del Instituto de Investigación Social, que luego se conoció como Escuela de Frankfurt. Tal como nos recuerda Andrés Matkovich en su texto incluido en este número, sostiene que “la investigación apuntaba a pensar una identidad social y política que aglutinara a los sectores contra el avance del fascismo. La pregunta central era: ‘¿Quiénes son nuestros aliados confiables contra el fascismo?’”. Más cerca en el tiempo, los psicoanalistas argentinos nucleados en los grupos Plataforma y Documento tuvieron distintas muestras de compromiso político en defensa de los derechos humanos antes y después de la última dictadura cívico-militar. Entre ellas, está hacer pública la denuncia que recibieron en 1973 sobre Amílcar Lobo, como psicoanalista que era parte de los equipos de tortura. Marie Langer y Armando Bauleo no sólo lo publicaron en Cuestionamos 2, sino que remitieron la denuncia a las autoridades de la Internacional Psicoanalítica. Más cerca en el tiempo, quienes hacemos Topía hemos intervenido de distinta forma. Denunciar la criminalización de la protesta social antes del 2001, y luego constituir la Asamblea de Cultura y Salud Mental, a la vez de la intervención en el Centro de Artes y Oficios de la fábrica recuperada Grissinópolis. En consecuencia, antes de las elecciones generales hicimos pública la propuesta de “Salud Mental es luchar contra el neofascismo”. Y más recientemente nuestras Jornadas Topía celebrando nuestro número 100 llevó el título Construyendo pensamiento crítico contra la derecha neofascista.

Las formas de neofascismo producen consecuencias mortíferas en nuestra subjetividad. Dedicamos este número a esta temática con el título Traumatismo colectivo y precariedad subjetiva. Enrique Carpintero en su artículo editorial “La época de un traumatismo generalizado que abarca al conjunto de la sociedad” poniendo el eje en cómo hoy “la singularidad del lazo social está organizado en el odio y el miedo; es decir, en la presencia de la pulsión de muerte en la violencia destructiva y autodestructiva en la relación con el otro y con uno mismo.” Andrés Matkovich en su texto “¿Quiénes son nuestros aliados confiables contra el fascismo?” revisa la rica herencia de Erich Fromm, tal como señalamos líneas atrás, para relatar un dispositivo de trabajo con adolescentes en la ciudad de Rosario. Marta Fernández Boccardo en “Mujeres en la mira del patriarcado neofascista” sostiene que “la crueldad es la marca de este patriarcado neofascista, crueldad como shock para amedrentarnos, para debilitarnos, para aislarnos, para eliminarnos.”

César Hazaki profundiza su línea de trabajo de su último libro Planeta Cyborg abordando un tema que tiene tanta actualidad como preocupación en “Los casinos virtuales y los niños”. Allí plantea el “nuevo desafío en las crianzas de niños y adolescentes: cómo lograr desenmascarar las trampas que el consumismo capitalista ha disfrazado de juego”. María Luján Lloves y Alejandra Parrotta abordan la problemática de la ausencia de tramitación de las despedidas necesarias en las muertes acaecidas durante la pandemia en el texto “Relatos sobre el virus de la soledad”.

En línea con el dossier, en Área Corporal, Carlos Trosman postula cómo el imperialismo “aplana los cuerpos para conquistar la subjetividad”. Sostiene cómo esta sociedad “basada en el mercado considera que el cuerpo es imperfecto y puede ser mejorado, o reemplazado por la tecnología y que los recursos naturales están para ser explotados sin medida porque son propiedad privada.”

En Topía en la clínica abordamos el trabajo con la precariedad subjetiva. Alejandro Vainer, en “Insoportablemente precarizados. La clínica en tiempos de traumatismo colectivo”. Allí precisa cómo este “traumatismo generalizado… implica una precarización subjetiva, como efecto de padecer el exceso de realidad.” A partir de allí, pauta estrategias de intervención en algunas situaciones. Laura Ormando describe con su habitual estilo, la situación en un Hospital Infanto Juvenil en la actualidad en “La colectividad del agua peruana (stand up de una mañana hospitalaria)”. Finalmente, el texto “La piel, el dolor y la mirada”, de Emiliana Francavilla, nos sumerge en el trabajo clínico con una paciente donde hace “hablar” a los tatuajes en su cuerpo para construir su historia.

Tom Máscolo en su columna visibiliza de manera cruda las dificultades que enfrentan las personas trans y travestis en nuestra sociedad en “Tehuel de la Torre: un juicio testigo de la precariedad de la vida trans”.

Finalmente, homenajeamos los 100 años del nacimiento de León Rozitchner con la publicación de una entrevista inédita que Enrique Carpintero y Alejandro Vainer realizaron para la escritura de los dos tomos de Las Huellas de la Memoria. Allí encontramos parte fundamental de su biografía y de la rica historia del campo de Salud Mental del siglo pasado.

Ante estos tiempos de traumatismo colectivo quienes hacemos Topía seguimos construyendo territorios de pensamiento crítico. Así como fueron nuestras recientes jornadas, donde nos encontramos en una producción colectiva que desbordaba el entusiasmo por participar en cada una de las mesas. Y en lectores, suscriptores y todos los que apoyan este proyecto de diferentes formas.

Continuamos construyendo estas Topías tan necesarias en estos difíciles tiempos.

Hasta el próximo número.

Enrique Carpintero, César Hazaki y Alejandro Vainer

 

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Articulo publicado en
Agosto / 2024