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Kafka fue interconsultor de salud mental

 

La interconsulta en salud mental es como entrar a Parque Chas: una se mete, confiada en que ese laberinto de calles es más un mito que realidad. Hasta que al doblar la esquina, la realidad te confronta con que no tenés la más reputísima idea de cómo salir. Por suerte siempre hay algún vecino dispuesto a guiarte a la salida (dicen que los habitantes de Parque Chas son muy cordiales con el extranjero y les encanta sacarlos cuanto antes del barrio). Y una vez fuera, una se va con la experiencia de haber pasado por ese mito-realidad urbano.

A diferencia de Parque Chas, la interconsulta en salud mental no es un mito, no es un barrio y no hay ningún vecino amable que te acompañe a la salida: una vez adentro, todo se vuelve más bien kafkiano (no por nada dicen que Parque Chas es copia fiel de Praga y yo no puedo asegurarlo, pero me atrevo a la hipótesis de que el joven Franz fue administrativo en algún nemocnice). Los procesos me cierran: asfixia, quemazón institucional, bicho, resignación.

Como sea, tomar conciencia del espiral burocrático y clínico hace que un buen día te despiertes y descubras que por espalda tenés un caparazón y doce patas que se arrastran por los pasillos, dejando un reguero de baba, que tu supervivencia tiene como base el café de máquina de kiosco y pedazos de torta o facturas que vas robando de los offices médicos. Tu vida institucional se vuelve un deambular eterno, una metamorfosis que va en aumento conforme pasan los años. Y tal como lo dijo nuestro querido Kafka: “empieza ya a ver quién eres en vez de calcular quien serás”.

Sea entonces, el bicho hospitalario de la interconsulta.

Primer círculo: El proceso

Uno de los puntos clave de la interconsulta es el desciframiento. Usted podrá cuestionarme con justa razón que los profesionales psi amamos descifrar, que es nuestro maná de cada día, lo que nos interpela, el estanque en donde nadamos y así. Pues bien, a ese cuestionamiento responderé lo siguiente: yo no vine acá a descifrar lo que usted, médico, médica y/o residente de médico/a quiso, intentó, esbozó, pensó o acaso intuyó que le parecía que podía ser. Póngame clarito qué corchos le pasa al paciente y nos juntamos a hablar, a pensar juntes.

Pero no. Todo tiene que ser difícil. Y lo que nos toca a los representantes de la IC, es arrancarnos los pelos descifrando el pedido de la planilla.

Vamos a realizar antes una aclaración de suma importancia, ya que estamos en el universo kafki: las interconsultas las trae siempre siempre siempre un residente de pediatría. Generalmente de primer año (el piso en donde bailan las jerarquías), recién aterrizado a la institución y que sabe tanto de salud mental como de checo. El pobre Franz (llamémoslo así) tiene una doble e imposible misión: armar la interconsulta (o sea escribir lo que le quedó del pase de la mañana) y venir a explicarla (de lo que le quedó del pase de la mañana). Verticalismo del mejor.

De todas maneras y pasado cierto tiempo de estudio sesudo de siglas y frases a medias, se desprenden dos pedidos básicos y clásicos de interconsulta, que aquí traduzco del idioma original:

1. Dvořakovonásřézí: dame un turno por el servicio que el paciente se va hoy de alta

2. Valdštejnskázahradaostrovní: me pareció que lo necesitaba y ya que estaba lo pedí, junto con la interconsulta para Neuro, con Oftalmo, con Endocrino y con Adolescencia, aunque creo que también es para Violencia (y Violencia no piensa tomarlo).

Veamos entonces los dos clásicos de la interconsulta o, como me marcó el traductor del google: vzájemnákonzultace.

Segundo círculo: Informes para una academia

Dvořakovonásřézí

Franz: Hola, soy de la sala cinco, vengo a dejar esta ic para salud mental.

Interconsultor/a de salud mental: Bueno, contame un poquito de qué se trata.

Franz: En realidad el nene estuvo angustiado estas dos semanas por una operación que tuvieron que hacerle en la vejiga y quedó con una colostomía y ahora se va a la casa. Entonces queríamos que ustedes lo siguieran para trabajar el manejo de todo eso.

Ic: ¿Estuvo internado dos semanas y recién ahora hacen la ic?

Franz: Sí.

Ic: Entonces esto ya no sería una ic, sino una derivación.

Franz: Ah. Es que como lo dijeron recién hoy en el pase…bueno, entonces ¿ustedes me dan el turno?

Ic: No. Tiene que venir madre o padre del paciente y sacar un turno por externos.

Franz: Ah. Qué complicado todo…

Generalmente estas frases de cierre suelen estar acompañadas de una angustia in crescendo de sólo pensar que al día siguiente, en el pase, el joven Franz deberá informar que no, no ha podido llevarse a cabo la interconsulta con salud mental, y frente a la explicación que retransmitirá (esto es una derivación, no una ic) el equipo de planta estallará en maldiciones acerca de la ineptitud del servicio de salud mental. Y ni siquiera tendrán en cuenta la observación brindada respecto del pedido, con lo cual, los pedidos de Dvořakovonásřézí continuarán realizándose por generaciones sin modificaciones.

Valdštejnskázahradaostrovní

Cae el segundo Franz del día. En la planilla dice que una nena de ocho años tiene síndrome genético, síndrome nefrítico, sospecha de negligencia y maltrato, deserción escolar. El segundo Franz me explica que hizo las interconsultas con todos los servicios incluidos Violencia Familiar y Trabajo Social. No sabe quiénes la van a ver, él sólo es el mensajero.

Y aquí, la segunda clásica de la interconsulta: un concepto que les encanta a los teóricos y a mí me rompe cada vez más los quinotos. “Psiquiatría de enlace” o como lo que verdaderamente es: la “che piba” de Rappi: te dan un gps de mierda que te hace yirar por todo el hospital hasta dar con quien va a seguir el caso, qué vio, si lo va a ver o si lo verá. Vos sos el enlace de todos, el téorico que escribe, te hace creer que sos algo así como “especial”, la que va a lograr el diálogo entre todas las disciplinas. El problema es que cuando sobreviene el casito complejo, hay problemas de jurisdicción burocrática y nadie quiere hacerse cargo.

Como yo devengo la che piba de enlace voy hasta Violencia. Me atiende una psicóloga de años.

-Qué hacés, Laurita- saluda.

-Bien, escúchame, ¿ustedes están siguiendo el caso de la nena de ocho años con síndrome nefrítico y etc, etc de apellido tanto?

-Ay no sé, justo los chicos de ic no están. Pará que les mando un wasap. ¿Querés un mate mientras?

Dale.

Un rato después…

-Mirá, me dicen que sí, que saben cuál es el caso pero que no les llegó la interconsulta, que si podés decirle a los pediatras que la hagan y la suban.

-Bueno, dale.

Y ahí va la che piba a la sala a pedir que hagan la interconsulta para Violencia.

-Ah, sí, justo esa no la hice. Dale- me dice otra joven Franz.

Al otro día, vuelve la che piba enlace al Servicio de Violencia. Me atiende Charly, un pediatra mezcla de Socolinsky y Ned Flanders.

-Qué tal. ¿Ya vieron a la nena de la sala cinco?- le pregunto.

-¿La del síndrome nefrítico y el genético?

-Sí, esa.

-No, porque subieron la interconsulta tarde, pero por lo que leo no sé si es para nosotros. Como estamos colapsados yo pensaba que quizás ustedes pudieran hacer una evaluación inicial y después decirnos si da.

-Re da, Charly. Dice “maltrato y negligencia”. ¿Ustedes son del Servicio de Violencia o no?

-Jajajaja. Claro, pero estamos al límite. Porfiii.

Si hay algo que detesto más que ser la che piba y convertirme en la franela de los médicos es que te hablen con esos diminutivos posmodernos horrendos: porfi, chauchis, besis, okis y encima juntando las manos, en señal de súplica. Porfiii las pelotas, Socolinsky. Pero la che piba, como buen bicho avezado en cuestiones institucionales, se ataja.

-Mirá, si ya les hicieron la interconsulta, creo que amerita que ustedes la vean. Hay cuestiones que nosotros no estamos capacitados para evaluar… chauchissss.

Y así, es como una sale de este Parque Chas hospitalario: armándose ventanitas, subiéndose a la bici del rappi, cavando agujeros en las paredes. No hay puerta grande, no hay vecinos amables, no hay mapa ni brújula. A veces no entiendo por qué seguimos sometidos a este laberinto tortuoso, por qué insistimos en quedarnos atrapados en un sistema de alienación.

Quizás y parafraseando al querido Franz en sus cartas a Mílena, podría pensarse que una es un prodigio de la estupidez.

 

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Articulo publicado en
Abril / 2020