Hace unos días, en la góndola del supermercado, escuché a una mujer diciéndole a otra “se le saltó la cadena, esta vez se pasó de la raya”. Contaba que alguien había descerrajado una tanda de insultos violentos -ñoqui de mierda, zurda, vaga, hija de puta- a la médica de guardia que venía demorada. Faltó poco, agregó, para que le pegara una paliza. La frase de la mujer fue elocuente. En efecto, en medio de un clima social que se va deteriorando cada vez más, los intercambios violentos y las exteriorizaciones de odio son frecuentes. El lazo social se resquebraja y el otro no es un semejante, un conciudadano (palabra perimida hoy). El otro es un enemigo.
El lazo social se resquebraja y el otro no es un semejante, un conciudadano (palabra perimida hoy). El otro es un enemigo.