Como afirma Enrique Carpintero: “En el campo de la Salud Mental la
medicalización se fomenta a partir de la hegemonía que ha adquirido
la psiquiatría biológica desde una perspectiva que llamamos neopositivista.
Frente al desarrollo de las neurociencias la psiquiatría ha dejado de lado el modelo de la psicogénesis para resolver el conflicto en beneficio de una clasificación de las conductas que reduce el tratamiento a la supresión de los síntomas. La enfermedad es una falla que hay que suprimir y no un problema a entender donde hay que dar cuenta de una etiología.
Medicar es un acto médico donde el fármaco se transforma en un instrumento del equipo interdisciplinario para trabajar con el padecimiento subjetivo. En cambio la medicalización alude a los factores políticos, sociales y económicos que intervienen en la producción, distribución y venta de las grandes industrias de tecnología médica y farmacológica. Este es un término que se viene usando desde hace muchos años para demostrar los efectos en la medicina de la mundialización capitalista donde lo único que importa es la ganancia. Como sostiene Enrique Carpintero “Esto ha llevado a una medicalización del campo de la Salud Mental donde el predominio de un neopositivismo médico pretende entender el padecimiento psíquico exclusivamente como un problema neuronal. Su resultado ha sido el avance de una contrarreforma psiquiátrica que lo único que le interesa es recetar psicofármacos”.
Esta situación tiene características mundiales según lo plantea Patrick Coupechoux en “La psiquiatría en Francia: negación de la locura y domesticación del sujeto”. Por ello Allen Frances, uno de los autores del DSM-IV, nos alerta a prepararnos ya que “lo peor esta por venir: el DSM-V, una pandemia de trastornos mentales”. En este sentido Juan Pundik al analizar el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM afirma que “La medicalización de la vida es un problema político de primer orden que requiere una respuesta política. Por eso esta lucha es política, y por eso la salida es política: fortalecer un movimiento ciudadano que pretende conseguir que los profesionales y la población se conciencien contra la validez del DSM y los intentos de someternos a la pretensión de medicalizar nuestra vida y la de nuestra infancia”.
Patrick Coupechoux es periodista, colaborador de Le Monde Diplomatique. Su último artículo publicado allí fue “Francia estigmatiza a sus enfermos mentales: acerca del tratamiento por la seguridad social de la locura” (diciembre del 2009).
Es autor de varios libros sobre la temática de la locura en Francia. Entre ellos se destacan Un mundo de locos, acerca de como nuestra sociedad maltrata a sus enfermos mentales (Seuil, 2006) y La depresión de los oprimidos, investigación sobre el sufrimiento psíquico en Francia (Seuil, 2009).
EDITORIAL: La cólera neofascista y la trama corposubjetiva en la que se desarrolla el miedo. Enrique Carpintero
DOSSIER: LA POTENCIA DE LA ALEGRÍA EN TIEMPOS DE CÓLERA Cristián Sucksdorf, Tom Máscolo y César Hazaki Además escriben:Ariadna Eckerdt, Juan Duarte, Mabel Bellucci
Trotsky y el psicoanálisis. Helmut Dahmer
ÁREA CORPORAL: Signos de identidad. Tatuajes, piercings y otras marcas corporales. David Le Breton
TOPÍA EN LA CLÍNICA: EL PSICOANÁLISIS A DISTANCIA TRAS LA PANDEMIA. Eduardo Müller, Marina Calvo, Lucía Plans y Agostina García Serrano
Carla Delladonna (compiladora), Rocío Uceda (compiladora), Paulina Bais, María Sol Berti, Susana Di Pato, Marta Fernández Boccardo, Romina Gangemi, Maiara García Dalurzo, Bárbara Mariscotti, Agustín Micheletti, María Laura Peretti, Malena Robledo, Georgina Ruso Sierra