Para comenzar
Seamos freudianos: en uno de los últimos textos, escritos en la primavera de 1937,1 Sigmund Freud afirma, en un eje que reúne eficacia con efectos, que lo acertado de una construcción más allá de la contingencia del sí o el no de un paciente, puede verificarse por la presencia de efectos discursivos. Por aquellas respuestas que resultan accesorias o secundarias y que aparecen en un cierto arrabal temático con respecto al contenido central.