Yendo del laboratorio al living: “El cuento oficial de la Psicología” | Topía

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Yendo del laboratorio al living: “El cuento oficial de la Psicología”

 

...no hay ninguna vibración
aunque vives en el mundo de cine
no hay señales de algo que vive en mí
Charly García - Yendo de la cama al Living

La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario, y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta carecemos del coraje para llamarlos arcángeles.
Oliverio Girondo - El espantapájaros

Todos los que directa o indirectamente nos hemos implicado en el campo de la Psicología, hemos recibido un relato particular acerca de su historia, un panorama general de los capitales teóricos principales y una ilustración de la tendencia de los conocimientos relacionados. Psicólogos incipientes, docentes prestos para ingresar a las aulas, gentes del terreno de la Psicopedagogía, Antropología o desde el deporte hasta la Medicina: numerosos reproducen, con algunos detalles más, otros menos, una oficialidad bien organizada del status quo disciplinar. Si bien podemos pensar con Walter Benjamin o con un Foucault nietzschiano, que la historia la cuentan los que ganan o que en los orígenes solo hay caos y batallas impuras, nos cuesta algunas veces renegar de lindos cuentos, los dejamos pasar o bien los representamos. El dilema se suscita cuando uno percibe que estas narraciones amenazan con el olvido o la confusión. El olvido de hechos trascendentes, que mutila nuestra capacidad de percepción actual o una confusión paralizante, que nos desencanta y desorienta ante problemáticas concretas.

El estudio del lenguaje, de los mitos y las tradiciones contrastaba y contrasta con los esfuerzos de reducir el alma humana a mecanismos fisiológicos y leyes universales

Una parte del cuento tiene que ver con la historia. La historia de la Psicología, más allá de ideas filosóficas que nos remontan hasta la Grecia Clásica, nacería oficialmente con Wundt en 1879, rompiendo con la Filosofía en un laboratorio de Psicología Experimental (Leipzig). Pero el mismo Wundt reconoció las limitaciones del laboratorio y, para complementar el método anterior, escribió 10 tomos sobre la llamada Psicología de los Pueblos. Esta parte adicional no fue traducida al idioma de la “science”, siendo desconsiderada por los rudos positivistas. De tal manera, la “ciencia psicológica” nacería cuando el conocimiento epistémico, el de lo medible y directamente observable, se divorcia con despecho de la Filosofía en una situación de control de variables. Se podría entender, entonces, el motivo por el cual muchos estudiantes avanzados e incluso Psicólogos, reproducen las teorías desconsiderando el valor de la fenomenología, el marxismo, el monismo integral, el empirismo inglés o el constructivismo, según venga al caso. Estas filosofías han quedado afuera de la fiesta cientificista “psi”.

Pero quizás la historia comenzó antes y no de esta manera. Pensando con el mismo Wundt podemos ir casi 20 años antes (1860) y desempolvar a la Psicología de los Pueblos, pero de Lazarus y Steinthal. Este esfuerzo académico de dos investigadores alemanes nos sitúa en un nacimiento más lejos del laboratorio y más cerca de comprender al ser humano en su cultura y costumbres. El estudio del lenguaje, de los mitos y las tradiciones contrastaba y contrasta con los esfuerzos de reducir el alma humana a mecanismos fisiológicos y leyes universales. Hay una filosofía del conocimiento y una filosofía de lo histórico que caminan a la par de la propuesta teórica.

Algunos partidarios del Psicoanálisis, desde las mismas Facultades de Psicología, dicen que sus teorías son otra cosa, que no son psicólogos

Ya Vigotski nos anunciaba en el siglo pasado la dispersión y fragmentación en la Psicología, con notable vigencia. Cada cual con su objeto, cada cual con su partecita de lo psíquico, cada cual con su público, revistas y lectores. Cada investigador que descubría un fenómeno, inauguraba una nueva psicología y se separaba del resto de los investigadores en una especie de “tolerancia represiva”, como diría Marcuse: “Yo tolero tu diferencia siempre y cuando no te metas en mi campo”. Algunos partidarios del Psicoanálisis, desde las mismas Facultades de Psicología, dicen que sus teorías son otra cosa, que no son psicólogos, algunos aumentan la confrontación diciendo que todo el resto es Psicología Cognitiva.

La disciplina se fragmenta en sus propios mitos. Así, los de las neurociencias irían para el laboratorio a trabajar con el cerebro, los psicoanalistas se guardarían la subjetividad en el diván, los psicólogos sociales se juntarían en unos grupos operativos comunitarios y los cognitivos se replegarían en algún dispositivo a estudiar procesos y cómputos. En las facultades los de las cátedras biológicas se saludan respetuosamente con los lacanianos, pero no se juntan a discutir sobre el desarrollo, ni los pichonianos hablan de intersubjetividad con los gestálticos. En los congresos cada cuales tienen sus mesas y las materias sólo se reúnen en los planes de estudio.

Vigotski también nos advirtió sobre lo peligroso que resulta disociar a las teorías de su metodología, su ideología y sustratos materiales. Cuando escuchamos a las personas hablar de Psicología, generalmente se oyen conceptos y definiciones separadas del modo en como estos se produjeron e inclusive disociados de sus teorías. Como si los conceptos nacieran de manera pura, en una atmósfera creacionista, Freud inventó el inconsciente, Piaget los estadios intelectuales, Vigotski la Zona de Desarrollo Próximo, Bruner el andamiaje.… Del otro lado del muro estarían los nutrientes filosóficos y metodológicos, pocos referencian a Brentano, Kant, Marx, Spinoza, Nietzsche, también se omite la parte en la que los autores necesitan ayudas económicas, cuando se afilian a un partido o los desafilian, cuando cambian de Dios o el momento en donde se equivocan de técnica y necesitan diseñar otra. De un momento a otro pareciera que: “Habemus theoria”. Los grandes nombres y sus historias son reducidos a pequeños conceptos.

Otra moda en el relato de la Psicología, herencia de nuestros tiempos, es la de plantear teorías especialistas acorde a su objeto o problemática. La conducta ha sido cedida al Conductismo, como si Freud hubiese mirado directo al inconciente prescindiendo del comportamiento, el desarrollo de la inteligencia a Piaget, la subjetividad y los deseos son patrimonio del Psicoanálisis y la parte del contexto y lo social son especialidades del mencionado Vigotski. A su vez uno encuentra profesionales que acorde al lugar donde trabajan, cada lugar con sus problemáticas particulares, a la mañana son conductistas, ya que el conductismo funciona bien en Escuelas Especiales y con el autismo, a la tarde son Psicoanalistas, ya que hay que interpretar a los significantes en su deseo y a la noche hasta quizás se acuesten repitiendo a Manes. El eclecticismo empobrece la dimensión ética que subyace en el uso y creación de toda herramienta.

Cuando escuchamos a las personas hablar de Psicología generalmente se oyen conceptos y definiciones separadas del modo en cómo estos se produjeron e inclusive disociados de sus teorías

También, y como sucede en los cuentos infantiles, están los malos y los buenos. Pero a diferencia de la madrastra de la cenicienta, que hemos visto como explota a la protagonista y nos hemos constatado de su crueldad, acá los malos son malos porque nos lo dijeron. Quizás no leí nada de Watson o Skinner, alguien me dijo que el Conductismo es malo y le creo porque forcluyen al sujeto junto con toda la ciencia, quizás nunca dialogué con un Psicólogo Cognitivo sobre su terapia, pero seguramente, como se dice por ahí, en sus terapias es alguien que reduce la mente a un procesador de información. La lista de prejuicios se anticipa a la lectura crítica de investigaciones y posibles aportes.

La psique continúa para muchos en el claustro del individuo, alojada en una mente o un cerebro, que puede ser trabajada con ataques simbólicos y/o químicos en un cuerpo específico, con nombre propio y carnet de Obra Social. No estamos tan lejos de la época en la que se pedían divanes para trabajar en Centros de Salud en Villas Miserias o los tiempos en los que la técnica exigía no hablar de política en las sesiones. A la fe en la cultura de especialistas, se le suma la creencia en el individualismo y las “ventajas” de la distinción intelectual.

En la representación actual sobre los psicólogos, esas del sentido común que pueden o no considerarse, todavía se encuentra la esperanza de encontrar en estos académicos unas palabras que habiliten al pensamiento y a la acción, una forma de escucha diferente que permita resolver situaciones difíciles. Esta ilusión no ha sido eclipsada totalmente por los comentarios que hacen de este profesional un ser de palabras encriptadas, que mira desde arriba, que no te habla o al que le resulta difícil trabajar con otros trabajadores. En la Psicología tenemos buenos ejemplos de luchas y revoluciones junto a las necesidades de las comunidades.

Omitir partes del pasado es borrar partes del presente relacionadas, pero podemos contar un cuento en el que la historia y la actualidad se amiguen con aquello que hace de la Psicología una herramienta más humana. Una temporalidad que no siempre nos condene hacia el progreso y que reconozca que no siempre hemos avanzado hacia adelante. Si no, dejemos que los interesados en este mar caótico de posiciones y herramientas tengan la posibilidad de armar sus propios cuentos, con sus propias metáforas, sus propios héroes y en relación a sus propios conflictos…

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Articulo publicado en
Noviembre / 2016